C A R T A S   d e

Pastores de Cristo

 

Escritos selectos de Espiritualidad

-para todos los públicostal

como fueron publicados en

“Pastores de Cristo”

colección de cartas para Sacerdotes.

VOL. 2

 

Rev. Edward J. Carter, S.J., Editor

 

 

Shepherds of Christ Publications
Madison, Indiana

 

 

 

Este libro está publicado por Publicaciones Pastores de Cristo un auxiliar de Ministerios de Pastores de Cristo, una asociación religiosa pública exenta de impuestos por su carácter de beneficencia, organizada para fomentar la devoción a los Dos Corazones, el Sagrado Corazón de Jesús y el Corazón Inmaculado de María.

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Shepherds of Christ Publications
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Teléfono : 812-273-8405
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Agradecimientos

El editor agradece el uso de algunas citas de libros:

De la Biblia de Jerusalén de Alexander Jones, ed., © 1966 de Darton, Longman & Todd, Ltd. Y Doubleday, una división de Doubleday, una división del Grupo de Publicaciones Bantam Doubleday Dell, SA.

De la traducción inglesa de La Liturgia de las Horas © 1974, Comité Internacional para la Liturgia en Inglés, SA. Reservados todos los derechos. De los Documentos del Vaticano II, reimpresión con permiso de América Press, SA., 106 West 56th Street, New York 10019, © 1996. Reservados todos los derechos.

De Llamados a Servir, Llamados a Guiar del Arzobispo Joseph Bernardin, © 1981 de Mensajero de San Antonio Press, 1615 Republic Street, Cincinnati, OH 45210. Con permiso de reimpresión.

 

  

Copyright © 2000, 2008 Publicaciones de Pastores de Cristo
ISBN: 978-1-934222-04-1

Reservados todos los derechos. Prohibido todo tipo de reprodución o trasmisión de cualquier parte de este libro sin el permiso escrito del editor.

Primera publicación: 2001

 

 

 

Pastores de Cristo - Volume 2

UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES

  

INDICE

1997 - JULIO/AGOSTO

 

1997 - SEPTIEMBRE/OCTUBRE

 

1998 - Ejemplar 1

 

1998 - Ejemplar 2

 

1998 - Ejemplar 3

 

1998 - Ejemplar 4

 

1998 - Ejemplar 5

 

1999 - Ejemplar 1

 

1999 - Ejemplar 2

 

1999 - Ejemplar 3

 

1999 - Ejemplar 4

 

1999 - Ejemplar 5

 

 

Introducción

    Las páginas que siguen contienen algunos ejemplares de la Edición en Español de las cartas de espiritualidad Pastores de Cristo. Creemos que es muy valioso que tanto sacerdotes como otras personas puedan tener estas cartas disponibles en un solo volumen.

    El propósito de estas cartas de espiritualidad es ofrecer una ayuda más a los sacerdotes en el desarrollo de su vida espiritual. Los tiempos que estamosviviendo en la Iglesia y en el mundo son críticos. Nosotros los sacerdotes, por nuestra particular vocación, nos encontramos en una posición más privilegiada para hacer una contribución sumamente significativa para el mejoramiento tanto de la Iglesia como del mundo. Y cuanto más crecemos nosotros mismo en espiritualidad de acuerdo al mensaje del Evangelio, más capaces seremos de ayudar a que la Iglesia y el mundo progresen de acuerdo a la voluntad de Dios.

    El subtítulo de este libro es Escritos selectos de Espiritualidad -para todos los públicos- tal como fueron publicados en“Pastores de Cristo” para los sacerdotes. Por consiguiente, ofrecemos las páginas que siguen a todos en general. Aunque algunas orientaciones están enfocadas específicamente a los sacerdotes, la mayor parte del material puede ser utilizado por todos esos que están interesados en el crecimiento de su vida espiritual.

    Antes de que los lectores se introduzcan en las páginas de los diferentes ejemplares de las cartas, pensamos que es muy valioso ofrecer una breve visión general de una vida espiritual en Cristo. 

Una visión general de la vida espiritual

    La vida cristiana está enraizada en el gran acontecimiento de la Encarnación. Por consiguiente, tenemos que fijar siempre nuestra mirada en Cristo, sabiendo que todo lo que el Padre desea comunicarnos ha sido copilado en la vida, en la muerte, y en la resurrección de Jesús. Nos corresponde a nosotros, pues, esforzarnos por entender cada vez con más claridad la verdad inagotable del Verbo Encarnado (Heb. 1,1-2).

    ¿Cuál era la situación de la raza humana en el tiempo de la venida de Cristo? En cierto sentido, la gente era más o menos como somos hoy. Eran esos seres nacidos en el drama humano de este mundo. Había quienes, en la muerte, lo dejaban, algunos habiendo entendido muy poco el significado de la vida. Estaban los que se encontraban fuertes y llenos de salud. Estaban los enfermos y los flágidos. Algunos de manera especial sufrían las cargas, la penas, los sufrimientos de la condición humana. Otros eran entusiastas y deseaban todos los placeres que la vida pudiera proporcionar.

    Se llevaron a cabo metas importantes. Sin embargo, la inmoralidad era desenfrenada. Lo que San Pablo nos dice del tiempo que inmediatamente siguió a la existencia de Cristo ciertamente podía también ser dicho del tiempo de se llegada al mundo. En breve, San Pablo nos presenta un horrible retrato (Rom 1, 22-32).

    Jesús llega en esta situación tan depravada de la historia, con un corazón revosante de generosidad, a conducir a la humanidad desde las profundidades del pecado a una vida nueva llena de luz en El. Haciéndose uno de nosotros, este Cristo se convierte en el punto central de toda la historia. Las esperanzas y los sueños más auténticos de la familia humana, ahora tan ensombrecidos por la fealdad del pecado, se elevan hacia este Cristo. El los reunirá en sí mismo, dándoles un lustre y un brillo y un dinamismo nuevos, y conducirá a la familia humana de vuelta al Padre en el Espíritu Santo.

    Cristo quería liberarnos radicalmente del dominio del pecado y elevarnos a un nivel nuevo de existencia. Aunque la naturaleza y la gracia son distintas, no existen una al lado de la otra como entidades separadas. Más bien, la gracia impregna la naturaleza. El cristiano es una persona agraciada. El cristiano es una persona que ha sido levantada, puesta en una forma de vida más intensa en Cristo Jesús. Nada que sea auténticamente humano en la vida del cristiano ha sido excluído de esta existencia nueva. Todo lo que es realmente humano en la vida del cristiano está llamado a ser una expresión del Cristo-vida. Las sencillas pero profundas alegrías de la vida familiar, el asombro ante la belleza de la naturaleza, el cálido abrazo de una madre a su niño, la agonía ante una decisión crucial a tomar, el éxito o la fustración que se experimenta en el trabajo personal, la alegría de ser bien recibido por los demás, y el sentimiento de ser mal interpretado - todas estas experiencias tienen el propósito de conectarnos a Cristo y hacernos más profundamente humanos gracias a El.

    Jesús no ha venido, pues, a destruir nada que sea auténticamente humano, sino a perfeccionarlo y conducirlo a una plenitud de gracia. Cuanto más semejantes seamos a Dios a través de Cristo, más humanos nos hacemos.

    A través de nuestra incorporación a Cristo por medio del Bautismo, vamos a revivir la vida, la muerte, y la resurrección de Jesús. De esa manera, no sólo estamos llevando a cabo nuestra propia salvación, sino asistimos también a la salvación de los demás. La Encarnación continúa a través de nuestros días. Es Cristo, por supuesto, quien continúa la Encarnación. Pero obtiene también nuestra ayuda. El mundo ya no ve a Jesús, ya no es capaz de extender la mano y tocarlo.

    Ahora somos nosotros quienes, de alguna manera, hacemos a Cristo visible y tangible. En unión con el Cristo invisible, glorificado, y dependiendo de El como nuestra fuente de vida, somo nosotros los que continuamos la Encarnación en su dimensión temporal y visible. Es para nosotros un privilegio extraordinario. Y es también una enorme responsabilidad.

    El cristiano se inicia en el misterio de Cristo, en su role de prolongar la Encarnación, a través del Bautismo (Rom 6,3-4).

    Pero no es suficiente, sin embargo, que seamos incorporados a Cristo por el Bautismo. Toda forma de vida requiere un sustento. Así, también, nuestra vida en Cristo tiene que estar continuamente alimentada. ¿Cómo podemos estar en continuo contacto con Cristo? Hay varias formas. La forma más especial de estar en contacto con Cristo es a través de la liturgia, sobre todo en la liturgia de la Eucaristía.

    A través de nuestro encuentro más especial y personal con Jesús en la Misa nos incorporamos más profundamente a Cristo. Así mismo, debiéramos recordar que todos los sacramentos forman parte de la liturgia de la Iglesia.

    La lectura de las Escrituras proporciona otra oportunidad especial de encuentro con Jesús. Esto es cierto tanto referido al Antiguo Testamento como referido al Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento anuncia el Nuevo Testamento y nos guía hacia él. Es obvio, sin embargo, que encontramos a Cristo de manera muy especial en las páginas del Nuevo Testamento. Es realmente cierto decir que el que no se familiariza con las Escrituras no conoce adecuadamente a Jesús. Debiéramos, pues, tomar la decisión de leer a diario un fragmento de la Sagrada Escritura.

    También encontramos a Cristo en nuestra relación con los demás. En cada persona que encontramos, en cada persona que servimos, está la imagen de Jesús. Tenemos que llegar a despertar cada vez más en este modo de consciencia. Si creo con firmeza que cada uno ha sido redimido por la sangre de Jesús, ¿cómo debiera yo tratar a los demás?

    Estos son, pues, algunos de los modos de como conservarse en contacto con Jesús. Un rasgo común de las diversas formas de encontrarse con Jesús es el logro de un cierto nivel de oración reflexiva. Nuestro contacto con Jesús en la liturgia, en la Escritura, y en nuestro trato con los demás, así como todo otro tipo de contacto, no llegará a ser lo que debiera a no ser que seamos personas de oración. La luz y la fuerza de la oración nos capacitan para que nos mantegamos en contacto con Jesús tal como debiéramos.

    Concluímos nuestra vida en Cristo en una atmósfera de amor. De hecho, la vida que Jesús nos ha dado está centrada en el amor. Tiene su origen en el amor misterioso de Dios (Jn. 3, 16)

    Nuestra vida nueva en Jesús ha surgido del desmesurado amor de Dios. Cristo, al descender y hacerse uno de nuestra carne, ha establecido un entorno de amor. Vino a darnos una vida que sólo puede florecer en el marco del amor. En realidad, podemos resumir el significado de la vida cristiana afirmando que es nuestra amorosa respuesta al amor de Dios. El Corazón atravesado de Jesús, este corazón que derramó hasta la última gota de su sangre, mostró así el más grande amor por cada uno de nosotros y es el símbolo del inmenso amor que Dios nos tiene a todos.

    El Corazón de Cristo nos invita también a responder a este amor dándonos a nosotros mismos en amor a Dios y al prójimo. Sí, Jesús nos invita a responder al amor de Dios dándonos en amor a El de la manera más total. Cuanto más íntimamente unidos estamos a Jesús, más íntimamente nos une al Padre en el Espíritu Santo, con María nuestra Madre a nuestro lado.

    Ojalá que las ideas contenidas en esta breve ojeada de la vida espiritual sea profundizada y ampliada a través de la lectura de la págínas que siguen

    P. Edward J. Carter, S.J.
    Editor, Cartas de Pastores de Cristo

 

1997 - JULIO/AGOSTO

El Pastor Principal del Rebaño

El Regalo de la Eucaristía

"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.

Un auténtico pastor cuida de su rebaño en todas sus necesidades. Esto incluye procurar a sus ovejas la adecuada comida. Jesús el Pastor perfecto proporciona en abundancia el alimento a su grey. Se nos da en la Eucaristía en su cuerpo, sangre, alma y divinidad para nuestro crecimiento espiritual. También nos alimenta a través de su palabra, de sus enseñanzas. El evangelio de Juan, en 6, 35-59 combina ambos aspectos -Cristo alimentándonos a través de su enseñanza y a través de la Eucaristía. Esta especial sección del evangelio de Juan nos presenta el majestuoso discurso sobre el Pan de Vida. La primera parte, versículos 35-50, habla de la enseñanza de Jesús como alimento, como el pan de vida. Esta primera parte contiene lo que podíamos llamar tema sapiencial. La segunda parte, versículos 51-59, habla de la Eucaristía como nuestro alimento celestial. Así pués, esta parte contiene el tema sacramental. La Misa, por supuesto, contiene los dos aspectos del tema de Juan sobre el Pan de Vida. En la Misa la Liturgia de la Palabra y la Liturgia de la Eucaristía están íntimamente unidas. Ambos aspectos del tema sobre el Pan de Vida nos están revelando el inmenso amor que Dios nos tiene. La Eucaristía es el sacramento del amor de Jesús desbordado por nosotros. Su enseñanza está condensada en las expresiones del inmenso amor que Dios nos tiene y nuestra obligación de amar a Dios y al prójimo. Cada día debiéramos pedir en nuestra oración que llegásemos a comprender todo lo que Dios nos ama, y cómo es de especial y singular su amor por nosotros, en Cristo Jesús nuestro Salvador. Creciendo en esta consciencia y viviendo de acuerdo a ella son las llaves para robustecer nuestra vida espiritual. Cuanto más convencidos estamos de que el amor de Jesús por nosotros es único y personal, más capaces seremos de entrar en una profunda relación amorosa con El. Y, si tenemos una correcta relación amorosa con Jesús, todo lo demás ajustará en su sitio correctamente también. Así pués, mientras crecemos en unión con Jesús, El nos guía en medio de las penas y las alegrías a la más íntima unión con el Padre en el Espíritu Santo con María, nuestra Madre, a nuestro lado.

  

Pensamientos sobre la Eucaristía

  • El documento, Enseñanza sobre la Devoción a la Eucaristía nos dice: "El Misterio de la Eucaristía es el auténtico centro de la Sagrada Liturgia y por lo tanto de toda la vida cristiana. Consiguientemente la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, busca insistentemente entender y vivir plenamente la Eucaristía."

    Luego de referirse a varios documentos de la Iglesia, la Enseñanza continua:

"Entre los principios doctrinales concernientes a la Eucaristía formulados en estos documentos de la Iglesia, debieramos notar lo siguiente en conexión con la actitud de los cristianos hacia el misterio, y por tanto cayendo bajo el prisma de esta enseñanza."

"a) El Hijo de Dios en la humana naturaleza que incorporó a sí mismo redimió a la humanidad y la transformó en una nueva creación venciendo la muerte a través de su propia muerte y resurrección. (cf. Gal. 6, 15; 1 Cor. 5, 17). Dándonos su Espíritu místicamente incorporó a su cuerpo a sus hermanos y hermanas reunidos de todas las naciones. En ese cuerpo la vida de Cristo es comunicada a todos los que creen; porque a través de los sacramentos están unidos de una forma misteriosa pero real al Cristo sufriente y glorificado.

"Así pués, 'Nuestro Salvador, en la Ultima Cena, la noche que iba a ser entregado, instituyó el Sacrificio Eucarístico de su Cuerpo y de su Sangre para poder perpetuar el Sacrificio de la Cruz a través de los siglos hasta que venga de nuevo. De este modo confió a la Iglesia, su amada esposa, el memorial de su muerte y resurrección: un sacramento de amor, un signo de unidad, un vínculo de caridad, una comida pascual en la que comemos a Cristo, el corazón se llena de gracia, y se nos da una promesa de gloria futura."

"Por tanto la misa, la Cena del Señor, es a la vez e inseparablemente:

" - Un sacrificio en el que se perpetua el Sacrificio de la Cruz;

" - Un memorial de la muerte y resurrección del Señor, que dijo 'hagan esto en memoria mía' (Lc.22,19);

" - Un banquete sagrado en el que, a través de la comunión del Cuerpo y Sangre del Señor, el Pueblo de Dios comparte los beneficios del Sacrificio Pascual, renueva la nueva Alianza que Dios ha hecho con la humanidad una vez por todas con la Sangre de Cristo, y en fe y esperanza augura y anticipa el banquete escatológico en el reino del Padre, proclamando la muerte del Señor hasta que vuelva.

"b) En la Misa, por lo tanto, el sacrificio y el sagrado banquete pertenecen al mismo misterio -tal es así que están unidos por un lazo muy íntimo.

"De esta manera en el sacrificio de la misa nuestro Señor es inmolado cuando 'comienza a estar presente sacramentalmente como comida espiritual de los creyentes bajo las apariencias de pan y vino.' Por este motivo Cristo confió este sacrificio a la Iglesia, para que los creyentes puedan compartir en él, espiritualmente, por la fe y la caridad, y sacramentalmente, a través del banquete de la sagrada Comunión. Participar en la Cena del Señor es estar siempre en comunión con Cristo que se ofrece a sí mismo por nosotros en sacrificio al Padre.

"c) La celebración de la Eucaristía, que toma lugar en la misa, no es sólo la acción de Cristo, sino también de la Iglesia. En ella Cristo perpetua de una manera no-sangrienta el sacrificio ofrecido en la cruz, ofreciéndose a sí mismo al Padre por la salvación del mundo a través del ministerio de los sacerdotes. La Iglesia, esposa y ministro de Cristo, lleva a cabo junto con El el papel de sacerdote y víctima, le ofrece al Padre y al mismo tiempo hace una ofrenda total de sí misma junto con El.

"Así la Iglesia en la Plegaria Eucarística, junto con Cristo, da gracias al Padre en el Espíritu Santo por todas las bendiciones que El da a la humanidad en la creación y especialmente en el Misterio Pascual, y le pide la venida de su reino.

"d) Consecuentemente, ni la Misa, ni cualquier otra acción litúrgica, es una acción privada, sino más bien una celebración de la Iglesia como sociedad compuesta de diferentes ordenes y ministerios, en los que cada miembro actua de acuerdo a su propio orden y función.

"e) La celebración de la Eucaristía en el sacrificio de la Misa es el origen y culmen de la devoción mostrada a la Eucaristía fuera de la misa. No son sólo las sagradas especies que permanecen después de la misa procedentes de la misa, sino que ellas son conservadas para que los creyentes que no pueden venir a misa puedan estar unidos a Cristo y su sacrificio celebrado en la misa a través de la Comunión Sacramental recibida con las debidas disposiciones.

"Consiguientemente el sacrificio de la Eucaristía es el principio y culminación de todo culto en la Iglesia y de toda la vida cristiana. Los creyentes participan más plenamente en este sacramento de acción de gracias, propiciación, petición, y alabanza, no sólo cuando con todo su corazón ofrecen la sagrada víctima, y en ella a sí mismos, al Padre con el sacerdote, sino también cuando reciben esta misma víctima sacramentalmente.

"f) No debiera haber duda en mente alguna 'que todos los creyentes deberían mostrar al Santísimos Sacramento la devoción que es debida al verdadero Dios, como ha sido siempre la costumbre de la Iglesia Católica. De ninguna manera va a ser menos adorado porque fue instituído por Cristo para ser comido'. Así, pues, incluso en la reserva sacramental El va a ser adorado porque El está substancialmente presente ahí por esa conversión del pan y vino que el concilio de Trento llama más apropiadamente 'transubstanciación'.

"g) El misterio de la Eucaristía debiera, por tanto, ser considerado en toda su plenitud, no sólo en la celebración de la misa, sino también en la devoción a las sagradas especies que permanecen después de la misa y son reservadas para expandir la gracia del sacrificio.

"Estos son los principios de los que deben ser extraídas las reglas prácticas para organizar la devoción debida al sacramento fuera de la misa y su adecuada relación con el actual ordenamiento del sacrificio de la misa según el pensamiento del Concilio Vaticano II Segundo y todos los demás documentos de la Sede Apostólica sobre este tema."2

  • El Padre Edward Leen nos ofrece esta inspiradas palabras sobre la Eucaristía: "De nuevo nuestro Señor impuso sus manos sobre los apóstoles, sus labios pronunciaron una oración, y luego dijo: 'Hagan esto en conmemoración mía'; y el gran misterio que El había llevado a cabo se perpetuó, se hizo posible hasta el final de los tiempos. Se innauguró el sacerdocio católico. Por esta acción de nuestro Señor se hizo posible para siempre su permanencia en la tierra entre nosotros, a los que nos amó en manera desmedida.

    Y más aún El conocía en su divina providencia lo que eso significaba para El. Aunque vió que su cuerpo y su sangre serían tratados con reverencia por multitud de almas devotas, también se dió plenamente cuenta que en muchas otras circunstancias a través de los tiempos estaría manejado a merced de sacerdotes indignos y pecadores que le tratarían con irreverencia y sacrílegamente. El tenía en mente todas las profanaciones, ultrajes, y lo que es más doloroso todavía para su amoroso corazón , la fría indiferencia que él iba a sufrir de los cristianos tibios y descuidados.

    Nada de eso le era desconocido, pero quiso someterse a todo por interés de los que se iban a aprovechar de su rebajamiento y así encontrar las primicias de su amor. El amor, especialmente el amor divino, no se detiene a calcular y a sopesar ventajas y desventajas para hacer una decisión sensata. El arriesgó todo para servir a unos pocos, a los que él se empeñó en llamar a una mayor intimidad con El.

    "Este amor que nos tiene le impulsa a entrar en una más íntima unión con las almas, para estar tan cerca de ellas como no lo había estado nunca desde que bajando a la tierra se hizo uno de tantos. Durante su vida mortal predicó y sus palabras penetraron en los corazones de sus oyentes poniéndoles en acción de una manera extraña. Pero en la Sagrada Comunión su contacto con nosotros es mucho más íntimo y vital que el que tuvo con aquellos que siguían en masa sus pasos por los caminos de Galilea. Esta comunión es más activa y más plena de vida entregada.

    "En dos ocasiones distintas su Padre Dios del cielo reveló que el Hijo de María era su Hijo Amado en quien ponía sus complacencias. El significado de este testimonio se entiende así: No hay un ser en el que Dios pueda complacerse, y al que por tanto El pueda extender su amor, a no ser que sea Jesucristo o alguien que se transforme a su imagen. Ninguna forma de vida humana puede agradar a Dios excepto El, o alguien que toma su forma de ser como modelo...Al menos que agrademos a Dios no podemos ser salvados, no podemos entender el designio de nuestra adopción divina. No podemos agradar a Dios al menos que nos parezcamos a Jesucristo. Y el Santísimo Sacramento es instituído con el propósito de perfeccionar en nosotros esta semejanza. La comida corporal se transforma en la carne del que la recibe; esta comida celestial, alimento de nuestras almas, que es el Cuerpo y Sangre de Cristo, tiene justamente el efecto opuesto: Esta comida cambia al que la recibe en otro Cristo. No tenemos que olvidar que la presencia que sigue en nosotros después que recibimos la sagrada comunión es una presencia viva y activa. Nuestro Señor está más realmente presente en nosotros que lo que puede estar una persona que nos está hablando. Así como El influenció mientras estaba en la tierra a los que permitió ser atraídos por la fascinación de su personalidad, así lleva a cabo un profundo efecto en el alma a quien se comunica, si esa alma desea someterse a su acción. No podemos estar en la compañía de alguien que es bueno sin interesarnos por la bondad; no podemos estar con nuestro Señor -y estamos tan cerca de El tal como lo estemos deseando- sin recibir los efectos de su virtud y sin ser impulsados a ser como El era, sin ser arrastrados, en un sentido místico a hacernos uno con El, a transformanos en 'otros Cristos'."
    3
  • Santo Tomás de Aquino nos dice: "Ya que fue la voluntad del Hijo de Dios que los seres humanos compartiéramos en su divinidad, El mismo asumió nuestra naturaleza de manera que haciéndose uno de nosotros El pudiera hacernos a los seres humanos dioses. Además, cuando El tomó nuestra carne se dedicó por completo a nuestra salvación. Ofreció su cuerpo a Dios Padre en el altar de la cruz como sacrificio por nuestra reconciliación. Derramó su sangre como rescate y purificación, para que pudieramos ser redimidos de nuestro penoso estado de esclavitud y limpiados de todo pecado. Pero para asegurar que el memorial de este singular don permaneciera con nosotros para siempre, nos dejó su cuerpo como comida y su sangre como bebida para que los creyentes le tomáramos en forma de pan y de vino.

    "¡Oh precioso y maravilloso banquete, que nos trae la salvación y contiene toda dulzura! ¿Podría alguna otra cosa tener un valor tan profundo? Bajo la antigua ley era la carne de terneras y cabritos lo que se ofrecía, pero aquí es el mismo Cristo, el mismo Dios, el que se nos presenta como nuestra comida. ¿Qué puede ser más maravilloso que esto? Ningún otro sacramento tiene tan gran poder de sanar; a través de él los pecados se purifican, las virtudes se desarrollan, y el alma se enriquece con toda clase de bienes espirituales. Se ofrece en la Iglesia por los vivos y por los muertos, de tal manera que lo que se instituyó para la salvación de todos pueda ser de provecho para todos. Y finalmente, nadie puede expresar la dulzura de este sacramento, en el que la felicidad espiritual es saboreada en su verdadera fuente, y en el que se renueva la memoria del amor sin medida que Cristo nos ha revelado en su pasión.

    "Fue para dejar impresa más firmemente la enormidad de este amor en el corazón de los creyentes por lo que nuestro Señor instituyó este sacramento en la Ultima Cena. Cuando estaba a punto de dejar este mundo para irse al Padre, después de celebrar la Pascua con sus discípulos, lo dejó como un permanente memorial de su pasión. Fue el cumplimiento de las antiguas imágenes y el más grande de todos los milagros, mientras que para los que iban a experimentar el dolor de su partida, estaba destinado a ser un singular y permanente consuelo."4
  • Aquí tenemos una canción Eucarística: "Oh Ardiente Corazón, Oh amor divino, cuán dulce eres para mí. Veo la Hostia, sé que estás aquí para amarme y protegerme. Ahora conozco un poco de tu amor, y lo querido que eres para mí. Ven y dame vida, vida abundante, estoy sediento de estar contigo. No puedo hablar, porque no hay palabras para decir lo que mi corazón siente. Te quiero tanto, que con dificultad puedo respirar cuando vienes a mí. Ahora conozco un poco de tu amor, y lo querido que eres para mí. Ven y dame vida, vida abundante, estoy sediento de estar contigo. ¡Tu delicado corazón, cómo late de amor cada día!. Quiero darte todo mi amor, someterme totalmente. Ahora conozco un poco de tu amor, y lo querido que eres para mí. Ven y dame vida, vida abundante, estoy sediento de estar contigo."
     
  • Aquí tenemos una oración Eucarística: "Oh Jesus, cuánto te quiero! Hazme crecer en amor por tí. Ayúdame a entender cada vez más el inmenso amor con que tu corazón late por mí en el Calvario, el amor que está presente en tu Corazón glorificado. Permíteme captar, con un entendimiento más profundo, que tu corazón fue traspasado en el Calvario por la lanza de un soldado y sólo por mi amor. Tómame, Jesús, cada vez más cerca a tu corazón. Y ahí, déjame guiarme por este horno inflamado de caridad. Así, fortalecido, refrescado, y animado, permíteme que continúe viviendo la misa todo el día, y cada día."
  • Fulton Sheen nos ofrece un relato dramático: "Había un sacerdote que tenía un puesto alto en las oficinas de la diocesis. Fue cambiado de su puesto por causa del alcoholismo. Fue a otra diócesis pero continuó dando escándalo. Sucedió que vino a un retiro cuando yo estaba hablando de la Hora Santa, y desde ese día él hizo la hora santa. Murió en la presencia del Santísimo Sacramento uno o dos meses más tarde. Había estado luchando por vencer la bebida por años. Al final venció por el poder de su nueva amistad. El se enamoró del Señor.

    "¿Porqué no tenemos celo? Simplemente porque no estamos enamorados. Una vez que estemos enamorados todo será posible. Cuando amamos al Señor, queremos estar con El. Este es el primer efecto del amor."5
  • Henri Nouwen detecta: "La tragedia es que hay mucho resentimiento escondido en la Iglesia. Es uno de los más paralizantes aspectos de la comunidad Cristiana.

    'Todavía, la Eucaristía presenta otra opción. Nos ofrece la posibilidad de escoger no resentimiento sino gratitud. Lamentar nuestras pérdidas es el primer paso para salir del resentimiento hacia la gratitud. Las lágrimas de nuestra aflicción pueden suavizar las heridas profundas y abrirnos a la posibilidad de decir 'gracias' '

    "La palabra 'Eucaristía' literalmente significa 'acción de gracias'. Celebrar la Eucaristía y vivir una vida eucarística están en total conexión con el agradecimiento. Vivir una vida eucarística es vivir la vida como un regalo, un regalo por el que uno es agradecido' "
    6
  • San Pedro Julian Eymard, fundador de los Padres del Santísimo Sacramento, nos dice: "Es cierto también que el mundo hace todo lo que tiene en sus manos para impedirnos amar a Jesús en el Santísimo Sacramento con un real y práctico amor, para impedirnos visitarle, y para incapacitar los efectos este amor.

    "El mundo monopoliza la atención de las almas; las busca y las esclaviza con externas ocupaciones para impedirlas morar por largo tiempo en el amor de Jesús.

    "Incluso lucha directamente contra este amor práctico y lo presenta como opcional, principalmente lo presenta como practicable sólo en el convento.

    "Y el diablo se empeña en incesante lucha contra nuestro amor a Jesús en el Santísimo Sacramento.

    "Sabe que Jesús está ahí, vivo y substancialmente presente; que por sí mismo está atrayendo las almas y tomando posesión de ellas. El diablo intenta borrar el pensamiento de la Eucaristía en nosotros, y su positivo impacto; ya que en su mente eso decidiría el asunto de esta lucha.

    "Y todavía Dios es todo amor.

    "Este amigable Salvador implora por nosotros desde la Hostia: 'Amame como yo te he amado; permanece en mi amor. Vine a encender el fuego de amor en la tierra y mi más ardiente deseo es que pusiera a todos los corazones en fuego."7

  

Reflexiones bíblicas

  • ¿Porqué vamos a tener miedo? "¿No se venden acaso cinco pajaritos por dos monedas? Y, sin embargo, Dios no olvida a ninguno de ellos. En cuanto a ustedes, hasta los cabellos de su cabeza están contados. No teman, pues, ustedes valen más que muchos pajarillos." (Lc 12,6-7)

    El temor a una inseguridad financiera, el temor de no ser aceptado por los otros, el temor a fallar en lo profesional, la ansiedad en lo que se refiere a si uno es capaz de manejar una crisis inevitable, el espectro de fracasar en lo académico, el temor de ser rechazado en el amor -todos estos son unos pocos aspectos de otras miles de ansiedades y preocupaciones que pueden angustiar a la gente con una cantidad de senderos en la vida que ahora se tuercen y dan vuelta, ahora se extienden en linea recta, ahora descienden al valle, ahora suben donde el horizonte puede ser visto claramente. Que se encuentren circunstancias durante el curso de la vida que puedan aumentar la preocupación y la ansiedad es cosa de esperar. Permitir que esta cantidad de temores nos dominen y nos roben la paz elemental de la mente es reaccionar incorrectamente. Afrontar los temores y las preocupaciones con ánimo y confianza cristianos, y así esencialmente controlarles, es vivir de las palabras de Jesús.

    Reaccionar incorrectamente a las ocasiones que nos causan temor incrementa toda clase de problemas. Obviamente, pueden disminuir de manera considerable nuestra alegría. Pueden retardar el crecimiento de la personalidad, disminuyendo nuestra atracción para los demás, pueden estorsionar la salud física y mental. Pueden impedirnos ser auténticos testigos del echo de que somos mensajeros de la Buena Nueva, del echo de que Jesús intenta hacernos libres de toda suerte de esclavitudes, incluyendo el temor y la preocupación deprimentes.

    ¿Porqué, entonces, no decidimos de una vez por todas tomar en serio la palabra de Jesús? El nos dice que no debemos preocuparnos. El nos dice que evitemos toda ansiedad. El nos ama. Su Padre nos ama. El Espíritu Santo nos ama. Nos quieren más que nosotros nos queremos a nosotros mismos. Su amor puede penetrar y cortar los lazos de cualquier temor, preocupación y ansiedad. Sí, su amor puede hacer todo esto si se lo permitimos.
  • Su voluntad es que seamos felices. "Después de tres días lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían quedaban asombrados de su inteligencia y de sus respuestas. Al encontrarlo, se emocionaron mucho y su madre le dijo: 'Hijo,¿por qué te has portado así? Tu padre y yo te buscábamos muy preocupados.' El les contestó: '¿Y por qué me buscaban? ¿No saben que tengo que preocuparme de los asuntos de mi padre?' Pero ellos no comprendieron lo que les acababa de decir." (Lc 2,46-50)

    La escena anterior describe cómo María y José encontraron a Jesús después de haber estado separados de él. De camino a casa después de la celebración de la Pascua, se dieron al fín cuenta de que Jesús no iba con ellos, y se volvieron a Jerusalén en su búsqueda. La escena contiene varias lecciones para nosotros en lo que se refiere a la voluntad de Dios.

    La escena nos recuerda que el principio guía de Jesús en su vida de amor es la conformidad con la voluntad del Padre. De alguna manera Jesús sabía que él debía permanecer en el templo en ese momento aunque María y José estaban de regreso a casa. Su forma de actuar no era diferente en el ejemplo presente de lo que había sido en el pasado y sería en el futuro. La voluntad de su Padre se hizo manifiesta y El obedeció. Su Padre le mostró el camino y El lo siguió. El camino del Padre fue siempre el camino de Jesús, todos los días, cada día, y en todos los asuntos.

    Este acontecimiento en la vida de Cristo también nos demuestra que la conformidad a la voluntad de Dios a veces ocasiona dolor en los que amamos. Jesús sabía que su quedarse atrás causaría sufrimiento a María y José -bien podemos imaginar su ansiedad. Jesus lamentó que esto tuviera que pasar. Por supuesto, El no era insensible a los sentimientos de sus padres, pero tenía que hacer lo que hizo. En nuestra vida puede haber situaciones similares. Precisamente porque estamos intentando seguir y hacer la voluntad de Dios, sabemos que estamos causando dolor a los que queremos. Incluso sabemos que no hay otra forma de actuar si queremos estar abiertos a los designios de Dios.

    El encuentro del Niño Jesús en el templo nos muestra otro punto más concerniente a la conformidad con la voluntad de Dios. María y José sabían de alguna manera que era voluntad de Dios que Jesús permaneciera en Jerusalén mientras se dirigieron de vuelta a Nazaret. Pero no comprendieron porqué sucedió esto. Reconocieron la voluntad de Dios, pero no la entendieron. Sin embargo aceptaron esta voluntad, junto con el dolor que ocasionó en sus vidas, a pesar de su falta de conocimiento. La enseñanza para nuestras propias vidas cristianas se manifiesta muy real. A menudo sucede un acontecimiento que no entendemos. Nos damos cuenta de alguna manera que eso es la voluntad de Dios, al menos su voluntad permisiva, pero no entendemos por qué, y ese nuestro desconocimiento es parte de nuestra pena.

    Es obvio, según hemos visto anteriormente, que la conformidad amorosa con voluntad de Dios es el único camino, aunque no siempre es fácil. Algunos, a veces, están tentados a sentirse resentidos e incluso rebeldes cuando se enfrentan con los desagradables aspectos de tener que abrazar la voluntad de Dios. Si uno cae en la tentación, dicho resentimiento y rebelión sólo se convierten en una calle sin salida, un sendero que conduce a la amargura e infelicidad. Sabemos muy bien esto. Sabemos que la única guía segura que tenemos en nuestro viaje a la felicidad es la voluntad de Dios. Sabemos que, a pesar de que nuestros sentimientos puedan sugerirnos de otra manera, el único camino para la felicidad auténtica es el camino de Dios. Sabemos que Dios quiere nuestra felicidad más que nosotros mismos. Sabemos que si él permite que el sufrimento suceda es para hacer su voluntad, y de la misma manera nos concede la gracia de asumir este dolor de manera adecuada y provechosa como un paso hacia una realización más plena. Sabemos, pues, que en el centro más profundo de nuestra existencia, la voluntad de Dios es nuestra felicidad.
  • Ser como Dios. Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó. Macho y hembra los creó." (Gen 1,27)

    Tenemos una grande y noble vocación. Estamos llamados a ser como Dios. Estamos llamados a ser reflejo de Dios. Estamos llamados a entender nuestro auténtico destino dándonos cuenta de que es semejante al destino de Dios.

    Uno puede llegar a traicionar su destino. Una persona puede adulterar la imagen divina en la que hemos sido hechos. Una persona puede horrorosamente desfigurar la semejanza divina que es nuestra gloria. Cuando uno engaña y miente, o comete adulterio, o insensiblemente vuelve la espalda al hambriento y al enfermo, cuando uno persigue hedonísticamente los placeres, cuando uno tortura y asesina -cuando una persona hace estas cosas, se está traicionando el propio destino, está rechazando el singular privilegio y responsabilidad de actuar a semejanza de Dios.

    Por otra parte, podemos reflejar la bondad divina en un sin número de maneras. Cuando amamos, cuando servimos a los otros, cuando somos amables y compasivos, cuando respondemos a la voz de los que gritan pidiendo asistencia, cuando sonreímos a la alegría e inocencia de un niño, cuando continuamos dando aunque nosotros no recibamos, cuando simpatizamos en profundidad con el que está abatido por un dolor agonizante, cuando enjugamos las lágrimas de los otros -cuando hacemos todas estas cosas, entonces estamos viviendo de acuerdo a nuestro destino, entonces estamos potenciando el singular privilegio y responsabilidad de actuar a semejanza de Dios.

    Cada día es un reto a vivir al estilo de Dios. Cada día es una oportunidad de rechazar esos obstáculos que bloquean una imitación de lo divino. Cada día es una invitación de Dios a ser como El, mientras nos afanamos por lo verdadero, lo bueno, y lo bello.

  

Necesidad de una vida de espiritualidad para los sacerdotes

Las palabra que siguen son tomadas de unos escritos preparados por el Padre Stephen J. Rossetti para la Conferencia Nacional del Comité de Obispos Católicos sobre la Vida Sacerdotal y el Ministerio. El Padre Rossetti es presidente y jefe ejecutivo de la oficina del Instituto San Lucas en Silver Spring, Maryland. Este escrito se dió a conocer más tarde en la publicación trimestral Desarrollo Humano de donde tomamos los siguientes párrafos:

  • "Cada día empleo más tiempo trabajando en la salud psicológica de nuestros sacerdotes. Cada vez más, creo que la mayor parte de nuestra actual necesidad está en el area de la espiritualidad."
  • "En nuestro Instituto, recientemente se ha llevado a cabo un estudio que encontró que el porcentaje medio de inteligencia de nuestros pacientes sacerdotes es 122, que está muy por encima de la sociedad normal que es 100. Esto coloca a nuestros hombres en el más alto rango del 7 por ciento de sus compañeros. Los sacerdotes, como grupo, son hombres muy inteligentes.

    "También en su educación y adiestramiento, han desarrollado bien sus capacidades intelectuales. Los sacerdotes católicos son hombres de palabra que se comprometen con regularidad en hablar en público. Pueden discutir ideas y conceptos abstractos con mucha facilidad. De hecho, estas cualidades son importantes para el éxito del ministerio de un sacerdote.

    "Sin embargo, tener una relación personal con Jesús significa también orar desde el corazón, el lugar en el que El mora. Y así muchos de los hombres que se atrofian en el sacerdocio no pueden encontrar 'el corazón' porque están estancados en sus 'cabezas'...

    "Desarrollar una relación personal con Dios, o cualquier otra relación, implica la importante tarea de mover nuestra oración y diálogo fuera de nuestra cabeza y llevarla al corazón. En este caso, el término 'corazón', usado en sentido metafórico, no se refiere sólo a la vida afectiva de una persona; primeramente indica 'el lugar de las fuerzas vitales de una persona', citando a Javier Leon-Dufour en el Diccionario del Nuevo Testamento. Es uno de los 'lugares más escondidos', el lugar donde 'mora el espíritu del Hijo.'

    "Tratar de moverse de la cabeza al corazón puede ser realmente difícil para un hombre que puede tener poca idea de cómo entender el aspecto afectivo de su persona, y mucho menos los aspectos íntimos de sí mismo. Al ponerse en contacto con lo más íntimo de su corazón, la persona se hace a sí misma vulnerable a Dios y a los otros. Esto puede proporcionar una visión de las cosas que nos aterra.

    "También es muy importante que nos abramos al otro. Tenemos un gran deseo de ser conocidos y de ser amados. Es en el corazón donde experimentamos ambos...

    "Es importante notar que el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Orar desde el corazón significa primero ser vulnerable a Dios' "
  • "En 1993 la 'Federación Nacional de Consejos de Sacerdotes' (FNCS) hizo un estudio sobre 1,186 sacerdotes en los Estados Unidos. Parte del estudio preguntaba a cerca de una satisfación global y moral de los sacerdotes. El FNCS encontró que el 91 por cien de los sacerdotes decía que ellos 'estaban utilizando sus destrezas y habilidades en su ministerio'... Cuando se preguntó qué aspectos del sacerdocio encontraban más plenificantes, las respuestas decían que la mayor fuente de satisfacción residía en la administración de los sacramentos y en el presidir la liturgia. La siguiente fuente de satisfacción era predicar la Palabra y la oportunidad de trabajar con mucha gente y ser una parte de sus vidas...

    "Los resultados de los estudios de FNCS confirman mis propias impresiones de que los sacerdotes son ministros creyentes que encuentran mucha satisfacción en su trabajo diario. Se sientan al lado de los que mueren. Visitan los enfermos. Celebran los sacramentos. Predican la Palabra. En pocas palabras, cuando vienen tiempos difíciles ellos están ahí. Y los sacerdotes encuentran mucha satisfacción en este trabajo...

    "Sin embargo, examinando la vida espiritual de nuestros sacerdotes, encontramos muchos que no tienen una vida floreciente. Para encontrar qué es lo que no va bien en la espiritualidad de estos hombres, pudiera ser instructivo mirar a la vida de un sacerdote que va bien...

    "El Padre Jim, un sacerdote amigo y rector de la Catedral celebró su 25 aniversario de sacerdocio hace pocos meses...

    "En la liturgia de su aniversario, dijo a sus feligreses que le preguntaban cómo había permanecido en el sacerdocio por tantos años y todavía conservaba su sentido del humor. Primero, habló del amor, la fe, y el apoyo de sus padres y familia... En segundo lugar, habló del apoyo de sus amigos, especialmente sus amigos sacerdotes... Y finalmente, delante de la muchedumbre reunida en la catedral, Jim habló de una muy personal relación de amistad con Jesús.

    "Siempre conocimos al Padre Jim como un hombre de fe y dedicación a su gente. Lo que no habíamos visto tan públicamente era su interior y profunda espiritualidad de sacerdote. Tiene que haber sido esta profundidad interior quien le ha alimentado su fe y dedicación durante veinticinco años.

    "Se ha dicho que los sacerdotes pasan un momento muy difícil hablando abiertamente de su sexualidad. Esto es cierto. Pero hay otro tema que casi nunca es discutido en público y que es más íntimo al sacerdote que su sexualidad: su íntima relación de amistad con Dios. Cada uno de los que estabamos sentados en la Catedral ese día fuimos impresionados por el testimonio de este hombre que tiene una tal personal relación de amistad con Jesús."8

  

Palabras de San Agustín

Agustín, uno de los mayores intelectuales en la historia de la Iglesia, fue también un hombre de pasión y sentimientos profundos. Después de su conversión, su apasionada naturaleza lo volvió de una vida de pecado a una vida de una maravillosa dedicación a Cristo. El es un extraordinario ejemplo de cómo las emociones humanas, los sentimientos humanos, son para ser usados en el servicio de Dios.

Aquí siguen extractos de algunos escritos de San Agustín.

  • En su libro Las Confesiones, leemos estas conmovedoras palabras: "Quién soy yo y qué clase de hombre soy? ¿Qué mal no ha existido ahí en mis acciones, en mis palabras, o si no en mis palabras, luego en mi voluntad? Pero Tú, Señor, eres bueno y compasivo, y tu mano derecha tuvo en consideración la profundidad de mi muerte y has hecho que saliera del abismo de la corrupción que estaba en el fondo de mi corazón. Por este don tuyo vine a querer totalmente no lo que yo quería sino lo que tú querías. Pero, ¿dónde estaba mi voluntad en todo ese largo tiempo, y desde qué profundidad de hundimiento y escondido lugar fue llamada en el momento en que yo agaché mi cabeza a tu yugo suave y mis hombros a tu carga ligera, Cristo Jesús, mi Salvador y Redentor? Qué bonito y tan de repente me encontré libre de las bellezas de todas esas vanidades, y ahora es un gozo renunciar a lo que había tenido tanto miedo perder. Porque Tú las sacaste de mí, oh verdadera y suprema Belleza. Tú las sacaste de mí y tomaste su lugar en mí. Tú que eres más suave que todos los placeres incluso los de la carne y sangre; más resplandeciente que toda la luz y más íntimo y profundo que ningún secreto; más alto en dignidad que todos los honores, pero no para aquellos que se consideran de rango noble a sí mismos. Ahora mi mente estaba libre de todas las preocupaciones que la habían corroído ansiando y logrando lujuriosamente revolcarse en el fango de los deseos carnales. Y hablé contigo como hablan los amigos, mi gloria, mi riqueza y mi salvación, mi Señor y Dios."9
  • El corazón sensible de Agustín es de nuevo puesto de manifiesto en esta poéticas palabras:
    Pregunta a la belleza de la tierra,
    a la belleza del mar,
    a la belleza de la atmósfera que te rodea,
    a la belleza del cielo;
    pregunta al orden de las estrellas,
    al sol cuyo resplandor ilumina el día,
    a la luna cuyo brillo suaviza la oscuridad de la noche;
    pregunta a las criaturas que se mueven en el agua,
    que vagan por la tierra,
    que vuelan por el aire;
    al espíritu que está en lo escondido,
    a la materia que es palpable;
    a las cosas visibles que siguen un orden,
    a las invisibles que las guían;
    pregunta a todos ellos.
    Ellos te contestarán:
    "Observa y ve, somos bellos."
    Su belleza es la proclamación de la existencia de Dios.
    ¿Quién hizo todas estas cosas bellas que cambian,
    si no el que es bello y no cambia?10
  • Y de nuevo, los profundos sentimientos de Agustín nos hablan desde Las Confesiones:

    "¿Dónde te encontré que llegué a conocerte? Tú no estabas en mi memoria antes de que yo supiera de tí. ¿Dónde, pues, te encontré antes de que llegara a conocerte, si no en Tí mismo, muy por encima de mí? Venimos a tí y vamos desde tí, pero no se necesita ningún lugar físico para este proceso. En todo lugar, oh Verdad, tú estás presente para todos los que buscan tu ayuda, y de una vez y al mismo tiempo contestas a todos, aunque buscan tu consejo sobre diferentes asuntos.

    Tus respuestas son claras, pero no todos oyen con claridad. Todos piden lo que quieren, pero no siempre oyen la respuesta que desean. El mejor servidor es el que no se empeña tanto en oir que su petición ha sido contestada, sino más bien el que se empeña en querer cualquier cosa que oiga de tí.

    ¡Tarde te he amado, oh Belleza siempre antigua, siempre nueva, tarde te he amado! Estabas dentro de mí, pero yo estaba fuera, y era ahí donde yo te buscaba. En mi fealdad me sumergía en las cosas maravillosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, pero yo no estaba contigo. Las cosas creadas me alejaron de tí; y si ellas no hubiesen estado en tí no hubieran existido en absoluto. Me llamaste, me gritaste, e irrumpiste en mi sordera. Me centelleaste, me iluminaste, y despejaste mi ceguera. Tomé aliento y ahora te ansio. Te he saboreado; ahora tengo hambre y sed de mucho más. Me tocaste, y ardí en deseo por tu paz."11

   

El amigo llamado Jesús

Aquí están unas palabras de San Claude de la Columbiere, uno de los más fervientes apóstoles de la devoción al Corazón de Jesús. Hablando con Jesús, Claude dice:

Tú compartistes mis cargas,
Las tomas sobre tí.
Me escuchas con cariño
cuando te cuento mis problemas.
Nunca dejas de iluminrlos.
Te encuentro en todo tiempo
y en todo lugar.
Nunca me dejas solo.
Te encontraré siempre donde quiera que vaya.
No me abandonarás ni en la vejez ni en la adversidad.
Siempre me serás cada vez más cercano, y más
cuando todo parece venir en contra mía.
No importa cuán miserable yo pueda ser,
tú nunca dejarás de ser mi amigo.
Me aguantas mis defectos con una paciencia admirable.
Estás siempre listo para venir a mí, si así lo deseo.
¡Jesús, que muera alabándote!
¡Que muera amándote!
¡Que muera por tu amor!12

   

El homenaje de San Bernanrdo a María

Bernardo, santo y doctor de la Iglesia, y un extraordinario devoto de María, nos ofrece unas inspirantes palabras también:

"A no ser que estés hundido por las tempestades, no alejes tus ojos del esplendor de esta estrella. Si las tormentas de la tentación crecen, si chocas contra las rocas de la tribulación, mira a la estrella, invoca a María. Si te sientes agitado por las olas del orgullo, de la ambición, de la calumnia, de la hostilidad, mira a la estrella, invoca a María. Si el enfado violento o la avaricia o las tentaciones de la carne te molestan el barco de tu mente, mira a María. Si te encuentras turbado por la inmensidad de tus crímenes...Si te encuentras absorvido por el abismo de la depresión y de la desesperación, piensa en María! En el peligro, en las preocupaciones, en la duda, piensa en María, invoca a María. Que su nombre esté siempre en tus labios, y en tu corazón, y que puedas recibir la ayuda de su oración, no ceses de seguir el ejemplo de su conducta...Si ella te sostiene, no caerás, si ella te protege, no tienes que temer."13

   

Oración

Nuestro crecimiento de acuerdo al modelo de muerte-resurrección de Jesús es imposible sin una vida de oración. El crecimiento en la oración no sólo aumenta nuestro amor a Dios, sino que intensifica también nuestra amorosa preocupación por los otros.

Un maravilloso ejemplo de todo esto lo podemos ver en el estudio sobre la vida de oración de Santa Catalina de Siena, santa y doctora de la Iglesia. La Hermana María O'Driscoll, O.P., nos relata:

"Hemos podido conservar con nosotros veintiseis de las oraciones de Santa Catalina de Siena. Con alguna posible excepción, estas no son oraciones que ella escribió o dictó a otros. Más bien, son oraciones transcritas por sus seguidores que estaban presentes cuando ella oraba en voz alta. Todas estas oraciones pertenecen a los últimos cuatro años de su vida. Nos impresionan por su simplicidad, su intensa concentración en Dios, que es repetidamente alabado y agradecido, y su constante deseo de que todos se salven...

"Como lo evidencian sus oraciones, Catalina de Siena era una gran intercesora. En ella encontramos su súplica a Dios de manera insistente y urgente pidiendo compasión por todo el mundo, la Iglesia, el papa, sus amigos y seguidores, y todos en necesidad. Por supuesto que ella no mira su oración de intercesión como un pasar la plegaria a Dios en lugar de otras personas en tiempo de crisis, sino más bien como una expresión de su profunda, amorosa, permanente entrega a Dios y a sus prójimos. En la vida de Catalina la importancia y la intensidad de la intercesión aumentaba de acuerdo a su unión con Dios y a su preocupación por los demás. Esta observación nos dice algo verdaderamente significativo sobre la oración de intercesión en la vida cristiana, principalmente, que no es, como algunas veces se piensa, un tipo de oración que uno pasa en el camino a las alturas de la oración mística, como si la intercesión fuera para principiantes y la mística para esos que son avanzados en la vida espiritual, sino como un tipo de oración que pertenece más particularmente a la vida de unión contemplativa con Dios." 14

   

Acto de Consagración

Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu corazón traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia, la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta. Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. Corazón de Jesús yo pongo en Tí mi confianza!

Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal. Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo. Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al Padre en el Espíritu Santo.

  

Cartas

Agradecemos a todos los que han tomado su tiempo para escribirnos. Sus cartas son muy apreciadas. Por falta de espacio sólo publicamos algunas. En este ejemplar sólo estamos publicando cartas venidas de países extranjeros para ayudarnos a acentuar el aspecto internacional de esta publicación:


Querido Rvd. Padre Ed Carter, S.J.:

Muchas gracias por proporcionarnos esta tan rica literatura espiritual.

La publicación de Pastores de Cristo nos ha sido muy útil y ha recibido positiva respuesta de un buen número de sacerdotes. Gracias por su buen trabajo y nos sentiremos muy felices si continua enviándonos su publicación.

P. Juan Bazimenyera, Instituto de San Agustín, Kampala, Uganda.


Querido Padre Carter:

He tardado mucho en contestar a su carta que recibí hace un mes. Mis disculpas por este retraso. Acabo de recibir su ejemplar de Marzo-Abril 1997, de Pastores de Cristo, que le agradezco de todo corazón. He distribuído un montón de ellos a nuestros sacerdotes de Gozitan, y ellos también quieren darle las gracias porque encuentran su publicación muy rica en espiritualidad. Voy a enviar unas copias a los seminaristas de Malta y a algunos sacerdotes de allí.

Por otra parte, yo creo que tengo algunas buenas noticias para Vd. Como hace poco más de un mes, Su Señoría, Obispo de Baton Rouge fue nuestro huesped en la Casa de Retiro Manresa. Vino a visitar las familias de tres sacerdotes de Gozitan que trabajan en su diócesis. Le presenté esta publicación PASTORES DE CRISTO, que me agradeció enormemente. También pasé unas copias al Director Espiritual del Colegio Americano en Roma que venía acompañando a Su Señoría.

Que el Señor le bendiga con paz y amor.
Rvd. José M. Galdes, S.J., Gozo, Malta.

  

NOTAS:

  1. Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).
  2. Documentos de Liturgia, "La Instrucción sobre la Devoción a la Eucaristía" de 1967. Programa de entrenamiento litúrgico. Archiciócesis de Chicago, pp. 37-41.
  3. Rvd. Edward Leen, C.S..Sp., A Imagen de Cristo, Sheed and Ward, pp. 250-252.
  4. Santo Tomás Aquino, en Liturgia de las Horas, Catholic Book Publishing Co., Vol 111, pp. 610-611.
  5. A lo largo del Año con Fulton Sheen, recopilado por Henry Dietrich, Servant Books, p. 15.
  6. Henri Nouwen, Corazones en Fuego, Orbis, p. 30.
  7. San Pedro Julian Eymard, La Presencia Real: Meditaciones Eucarísticas, publicadas por Eymard League, tal como aparecen en Tesoro de la Sabiduría Católica, P. Juan Hardin, S.J. ed., Ignatius Press, p. 584.
  8. P. Stephen J. Rossetti, "La Espiritualidad del Sacerdocio" tal como aparece Hiirtian Development, Vol 18. No. 1, Spring, 1997, pp. 26-32.
  9. Las Confesiones de San Agustín, traducidas por John K. Ryan, Doubleday & Co., tal como aparecen en El Tesoro de la Sabiduría Católica, op. cit., p. 128.
  10. San Agustín, tal como aparece en Liturgia de la Horas, op. cit., Vol III, p. 1967.
  11. Ibid., p. 273.
  12. San Claude de la Coluinbiere, tal como fue publicado por Apostolado de la Oración, Provincia de la Compañía de Jesús de Detroit.
  13. San Bernardo, como aparece en Hilda Graef, María: Una Historia de Doctrina y Devoción, Christian Classics, Vol I., p. 237.
  14. Catalina de Siena, Escritos Selectos, ed, Mary O'Driscoll, O.P., New City Press, p. 50.

 

 

Pastores de Cristo

UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES

 

1997 - SEPTIEMBRE/OCTUBRE

El Pastor Principal del Rebaño

La vida en Cristo Jesús

"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.

Sí, ha entregado su vida por nosotros. A través de su vida, de su sufrimiento brutal y agonizante, de su muerte en cruz, de su gloriosa resurrección, El nos ha conquistado una nueva vida. Verdaderamente vivimos una nueva vida en Jesús: "¿Cómo podrían ignorar este punto? Los que fuimos sumergidos por el bautismo en Cristo Jesús, fuimos sumergidos con él para participar de su muerte. Pues, por el bautismo, fuimos sepultados junto con Cristo para compartir su muerte, y, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, también nosotros hemos de caminar en una vida nueva." (Rom 6,3-4).

Y Pablo nos habla de nuevo: "...por todas partes llevamos en nuestra persona la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra persona." (2 Cor 4, 10).

Cristo ha venido a darnos una parte en la vida trinitaria. En el bautismo las personas de la Trinidad se nos han dado de una manera extraordinaria. La cercanía de la comunicación trinitaria imprime en nosotros la imagen de la Trinidad. Ya que Cristo como hombre reconcilia este don trinitario, esta imagen posee también una dimensión a semejanza de Cristo. Esta semejanza de Cristo, imagen trinitaria en nosotros es nuestra vida de gracia santificante. Esta vida de gracia, este Cristo-vida, nos permite comunicarnos con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, las personas divinas que moran dentro de nosotros. Cristo-vida nos permite volcarnos nosotros mismo en amor a Dios y al prójimo.

La vida que Cristo nos ha dado no es un tipo de estructura añadida que se levanta sobre nuestra naturaleza humana. Aunque naturaleza y gracia son distintas, no caminan una al lado de la otra como seres independientes. Más bien, la gracia permite su existencia a la naturaleza. El cristiano es una persona agraciada. El o ella han sido elevados a una forma más alta de vida en Cristo Jesús. Nada de lo que es auténticamente humano ha sido excluido de esta nueva existencia. Todo lo que es realmente humano en la vida del cristiano está destinado a ser una expresión de Cristo-vida. Las sencillas pero profundas alegrías de la vida familiar, la alegría de ser aceptado por otra persona en una íntima amistad, la admiración de las bellezas de la naturaleza, la agonía de tener que hacer decisiones importantes, el éxito o la frustración experimentados en el propio trabajo, la alegría de ser bien recibidos por los demás y el dolor de cabeza de no ser entendidos -todas estas experiencias humanas pretenden ser asumidas en Cristo y hechas más profundamente humanas por El.

Cristo ha venido, pues, no a destruir nada que es auténticamente humano, sino a perfeccionarlo llevándolo a una plenitud de gracia.

Aquí siguen un puñado de ideas referentes a nuestra vida en nuestro Salvador, nuestra vida en Cristo Jesús nuestro Señor.

  • Un muy conocido escritor espiritual de nuestros días, el P. William Johnston, S.J. reconoce: "La amistad con Jesús ha jugado un papel central en las vidas de miles de místicos cristianos que han experimentado a Jesús caminando a su lado como caminó al lado de los discípulos cuando iban a Emaús, o que le han experimentado viviendo en ellos como vivió en Pablo...Ellos le han hablado al Señor de sus esperanzas y de sus temores, de sus planes y de sus proyectos, de sus éxitos y de sus fallos, de sus alegrías y de sus penas. Se han dado cuenta que él es el amigo sobre todo amigo, el más fiel amigo que no les abandonará. Se han dado cuenta que esta es la amistad en la que están enraizadas todas las demás amistades.

    "La intimidad con Jesús ha sido también central para la vida de miles, incluso millones, de cristianos sencillos que se han arrodillado ante él pidiéndole el pan de cada día y el auxilio en sus necesidades.

    "Pero ahora te oigo de nuevo. Me preguntas sobre los problemas raciales y la guerra nuclear. Te quejas de que este Jesús-y-yo espiritualmente es una evasiva, un escaparse de los problemas urgentes de nuestro mundo en explosión.

    "Bien, pudiera ser una evasiva... Pero propiamente entendida esta oración tiene una dimensión profundamente social -sabemos que Jesús está preocupado por los pobres, los enfermos, los oprimidos, los marginados, los deprimidos, los ignorados. No sólo se preocupa de ellos sino que se identifica con ellos. Si queremos ser sus amigos, tenemos que ser amigos de todos estos. Si queremos ser los amigos de Jesús tenemos que abrir nuestros corazones a ser sus amigos y su presencia en el vasto mundo del sufrimiento y la opresión. La amistad con Jesús es la amistad con el mundo."2
  • Tratando de construir sobre el pensamiento de Johnston, deberíamos recordarnos siempre que nuestro ministerio dirigido a los demás -sea como un activista social, o como un científico del mundo académico- va a ser efectivo en proporción directa a nuestra amistad, a nuestra unión, con Jesús. Si nuestra amistad con Jesús es mediocre, entonces los frutos de nuestro ministerio van a ser relativamente mediocres. Si nuestra unión con Jesús es profunda y viva, entonces nuestro ministerio llevará mucho fruto. En realidad, nuestro servicio a los demás es significativo y efectivo en proporción a nuestro amor y amistad con Jesús. No intentemos locamente convencernos a nosotros mismos de otra manera. No pensemos que el éxito real en nuestro ministerio está necesariamente en proporción a la cantidad de alabanza, aceptación, y aplauso que recibamos. Tampoco pensemos que nuestro ministerio está inexorablemente ausente cuando recibimos muy poco o ningún reconocimiento a los servicios que hacemos a los demás, cuando nos ridiculizan, cuando no nos entiende precisamente aquellos por los que estamos haciendo un especial esfuerzo por servir en el Señor. Más bien, en todo caso la auténtica medida del éxito de nuestro ministerio depende de nuestra unión de amor con Jesús. En el evangelio de Juan leemos:

"Yo soy la vid verdadera,
y mi Padre el viñador.
Si alguna de mis ramas no produce fruto,
él la corta;
y limpia toda rama que produce fruto
para que dé más.
Ustedes ya están limpios:
La palabra que les he dirigido
los ha purificado.
Permanezcan en mí
y yo permaneceré en ustedes.
Como la rama no puede producir fruto por sí misma
si no permanece en la planta,
así tampoco pueden ustedes producir fruto
si no permanecen en mí.
Yo soy la vid y ustedes las ramas.
Si alguien permanece en mí, y yo en él,
produce mucho fruto,
pero sin mí no pueden hacer nada. (Jn 15,1-5).

  • El Padre Eduardo Leen, C.S. Sp., ofrece estas inspiradoras palabras: "El ... conocimiento que hemos adquirido del Corazón de Jesús nos estimula a penetrar en sus profundidades, y es acompañado por el ardiente deseo de eliminar de nosotros lo que de nuestro corazón no es semejante al suyo.

    El estudio de El nos inspira el deseo de llegar a ser hombres como El. Y luego cuando nuestra vida y actos llevan una semejanza a los de Jesús, Dios viene y derrama su divinidad en abundancia en nuestras almas, derrama sobre ellas los dones de su gracia, y poco a poco va derribando las barreras que existen entre la criatura y el Creador, introduce a las almas en la felicidad que acompaña a la unión con la divinidad. Una inmensa felicidad se origina de esta unión , incluso en la imperfecta manera que pertenece a la condición de nuestro estado de exilio en la tierra. Esta es la plena teoría de la santidad. La iniciativa de esta gracia que se da viene de Dios. El se la da a todos los que no presentan obstáculo a su generosidad ...De la misma manera, tal como el Padre celestial ve que las almas de sus hijos adoptivos asumen los rasgos de su Unico Hijo, así El distribuye libremente sus tesoros. El da en proporción al grado de semejanza que El advierte nosotros llevamos con Jesús en la conducta de nuestra vida. Este es el significado de esas misteriosas palabras que se oyeron desde el cielo con ocasión de la Transfiguración, 'Este es mi Hijo, el Amado; este es mi Elegido; a él han de escuchar.' (Mt.17,5). Esta es también la explicación de la enseñanza de San Pablo, que la entera carga de lo que existe el cristiano debiera a prender a llevarla como Cristo." 3
  • Y, en otro lugar, el Padre Leen nos instruye sobre lo que significa predecir en Cristo Jesús: "Creer en Jesucristo no es lo mismo que creerle. Creer en El es algo más que aceptar sus palabras como verdaderas; es incluso más que someterse a su autoridad en lo concerniente a ciertas misteriosas presentaciones relativas a su origen, a su vida, a su doble naturaleza. Creer en una persona no es equivalente a creer a una persona o creer las cosas que esa persona hace. Significa ir más allá, y un total sometimiento de nosotros mismos, a la persona en la que nosotros ponemos nuestra fe. Es colocar sus principios y puntos de vista en lugar de los nuestros. Por tanto, creer en Cristo es asentir por completo a su teoría de la vida y aceptarla como propia nuestra. Significa asumir todos sus valores como nuestros. La vida para un tal creyente tiene ese valor interno, esa significación, esa orientación que tiene para su divino Maestro. Si El, con su penetración de las cosas, declara que el ideal de la vida humana es de este modo, sus auténticos seguidores deben cariñosamente aceptarlo como el único válido. En una palabra, creer en Jesucristo es aceptar sus principios como guía de vida, renunciar a todos los principios de la 'buena vida' que están en oposición a la de El y someter no sólo toda nuestra conducta, sino nuestros juicios también, a su dictamen. Es hacer que su mente sea la nuestra en todos los asuntos que pertenecen al trabajo de nuestra vida en la tierra. 'Tengan unos con otros las mismas disposiciones que tuvo Cristo Jesús,' escribe el Apóstol en su carta a los Filipenses (Fil. 2,5). Es de advertir que nosotros no llegamos a esta transformante fe meramente por abrazar que esa teoría de vida del Salvador es, en realidad, digna de alabanza, admirable, sublime e incomparable si, al mismo tiempo, la consideramos como una que admite otras más modestas alternativas. No creemos en el Salvador completamente, a menos de que tengamos la práctica convicción de que su teoría de vida y su conducta de vida es la única admisible."4
  • El Papa Juan Pablo II, en su encíclica, Sobre el Trabajo Humano, advierte: El cristiano encuentra en el trabajo humano una pequeña parte de la cruz de la redención en la que Cristo aceptó su cruz por nosotros. En el trabajo, gracias a la luz que nos invade desde la resurrección de Cristo, siempre encontramos un 'flash' de nueva vida, de nueva bondad, como si ello fuese un anuncio de 'los nuevos cielos y la nueva tierra' (cf 2 Pt 3,13; Rev 21, 1) en que el hombre y el mundo participan de manera concreta a través del esfuerzo que acompaña al trabajo. Con esfuerzo -y nunca sin él.

    "Por una parte, esto confirma lo indispensable que es la cruz en la espiritualidad del trabajo humano; por otra parte, la cruz que constituye este esfuerzo revela un nuevo resurgir desde el mismo trabajo, desde el trabajo entendido en profundidad y en todos sus aspectos y nunca desconectado del trabajo."5
  • De nuevo, el Papa Juan Pablo II nos habla de compartir la cruz y la resurrección de Jesús: "Los que comparten los sufrimientos de Cristo tienen delante de sus ojos el misterio pascual de la cruz y la resurrección en que Cristo se anonada, en una primera etapa, hasta los límites últimos de la fragilidad e impotencia humana: En realidad, él muere clavado a una cruz. Pero al mismo tiempo ahí en esa debilidad se lleva a cabo su exaltación, confirmada por el poder de la resurrección, lo que significa que la debilidad de todos los sufrimientos humanos son capaces de ser impregnados con el mismo poder de Dios que se manifestó en la cruz de Cristo. Con esta concepción, sufrir significa llegar a ser particularmente susceptible, particularmente abierto, a la acción de los poderes salvíficos de Dios ofrecidos a la humanidad en Cristo. En El Dios ha confirmado su deseo de actuar especialmente a través del sufrimiento, que es la debilidad del hombre y la vaciedad de sí mismo, y desea que su poder se llegue a conocer precisamente en esta debilidad y vaciedad de sí mismo"6
  • Uno de los primeros representantes de la Escuela Francesa de Espiritualidad, San Juan Eudes, nos habla referente a nuestra unión con Cristo. "Te pido que consideres que Nuestro Señor Jesucristo es tu verdadera cabeza y que tú eres un miembro de su cuerpo.

    "El pertenece a ti como la cabeza pertenece al cuerpo. Todo lo suyo es tuyo: el aliento, el corazón, el cuerpo, el alma y todas sus facultades. Todas estas las tienes que utilizar como si ellas pertenecieran a ti, de tal manera que sirviéndole puedas alabarle, amarle y glorificarle. Tú perteneces a El como un miembro pertenece a la cabeza. Esto es porqué sinceramente desea que tú sirvas y glorifiques al Padre usando todas tus facultades como si fueran de El."7
  • San Pedro Canisio, doctor de la Iglesia, fue bendecido con una especial experiencia mística mientras recibía la bendición apostólica antes de su salida para Alemania. Se le ha llegado justamente a conocer como el segundo apóstol de ese país. Aquí tenemos su descripción de parte de esa experiencia mística. Sus palabras nos sacan a la luz su profundo amor por , y su unión con, su amado Salvador, nuestro Señor Jesucristo: "Finalmente, Salvador mío, me pareció contemplarte en el Corazón de tu Sagrado Cuerpo con mis propios ojos. Fue como si tú te abrieras a mí y me urgieras a beber de él como de un surtidor, invitándome a beber las aguas de la salvación de los surtidores que nacen de ti. Estaba ansiando que las aguas de la fe, la esperanza y la caridad fluyeran desde tu corazón hasta mí. Estaba sediento de pobreza, castidad y obediencia; te supliqué que me revistieras con un traje nuevo. Y luego me sentí atraído a tocar tu amado corazón y saciar mi sed en él; y me prometiste una vestimenta en tres partes para cubrir mi alma desnuda y ayudarme de forma extraordinaria en mi esfuerzo. Esas tres partes eran paz, amor y perseverancia. Seguro con la protección de esta vestidura, estaba más que seguro que no me faltaría nada, y todo tornaría para tu gloria."8

   

Reflexiones sobre la Escritura

  • Apertura ante Dios. "En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una joven virgen que vivía en una ciudad de Galilea llamada Nazaret, y que era prometida de José, de la familia de David. Y el nombre de la virgen era María. Entró el ángel a su presencia y le dijo: 'Alégrate, llena de gracia; el Señor está contigo.' María quedó muy conmovida por lo que veía, y se preguntaba qué quería decir ese saludo. Pero el ángel le dijo: 'No temas María, porque has encontrado el favor de Dios. Vas a quedar embarazada y darás a luz a un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande, y con razón lo llamarán Hijo del Altísimo. Dios le dará el trono de David, su antepasado. Gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.' María entonces dijo al ángel: '¿Cómo podré ser madre si no tengo relación con ningún hombre?' Contestó el ángel: 'El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso tu hijo será Santo y con razón lo llamarán Hijo de Dios. Allí tienes a tu parienta Isabel: en su vejez ha quedado esperando un hijo, y la que no podía tener familia se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios nada será imposible.' Dijo María: 'Yo soy la servidora del Señor; hágase en mí lo que has dicho.' Después de estas palabras el ángel se retiró." (Lc 1,26-38).

    Dios quiere lo mejor para nosotros. Su amor se muestra deseoso de llevarnos cada vez más cercanos a El. Su amor por nosotros es un amor transformante. Mientras más nos sometemos a él más está llevando a cabo nuestra futura conversión. Nos pone en pista de hacernos más profundamente cristianos. El amor de Dios por nosotros es absolutamente capaz de hacernos felices, de hacernos personas plenamente realizadas, de hacernos que en las profundidades de nuestros seres realmente conozcamos lo que queremos ser y lo que deberíamos ser.

    Podemos poner obstáculos a los designios transformadores de los planes de Dios. Podemos decir no a este amor. Podemos ser reacios a abrirnos a la ternura, amorosos toques, de Dios. Podemos comprometernos en un proceso de propia cerrazón. Podemos decidir planificar nuestro propio camino de felicidad, olvidando que los planes de felicidad que excluyen a Dios son finalmente planes para experimentar frustración y vaciedad.

    En otro momento no es el demasiado egoísmo el que nos lleva a decir no a Dios, es más bien el miedo. Oímos la voz de Dios llamándonos cada vez más alto. Oímos su voz pidiéndonos algo que parece muy difícil. Oímos su voz pidiéndonos algo que ni siquiera habíamos sospechado. Sí, oímos todo esto -y retrocedemos porque tenemos miedo. Rechazamos a Dios porque nuestro miedo focaliza nuestra atención en lo que nosotros somos más que en lo que Dios es. Miramos demasiado a nuestra propia debilidad, más que al poder de Dios que puede transformar nuestra inseguridad en una fuerza poderosa.

    En todo esto María se ofrece como ejemplo. El egoísmo fue desconocido para ella. Ella no perteneció a sí misma. Ella perteneció a Dios. Ella no estaba encerrada en sí misma. Estaba completamente abierta a Dios. Cuando Dios hablaba, ella escuchaba. Cuando Dios le señalaba el camino, ella lo seguía. Se dio cuenta de que la vida no es un proceso que una persona controla planificando cuidadosamente según la idea de sus propios planes de conquista, sino un misterio para ser gradualmente experimentado en apertura a la personal y amorosa guía de Dios.

    El egoísmo, pues, no aisló a María de la llamada de Dios. Ni tampoco el miedo. Dios la pidió aceptar una enorme responsabilidad. La pidió ser Madre de Jesús. María no se envolvió en un proceso de falsa humildad y dijo que puesto tan singular excedía su capacidad. No dijo que no tenía las cualidades adecuadas para esta sin igual misión. Rápidamente, no perdió tiempo mirándose a sí misma, ni haciendo peticiones de lo que no era digna, ni diciendo al ángel que mejor fuera a buscar a otra persona. No, María no se miraba a sí misma. Su asombro fue incorporado a Dios. Se daba plenamente cuenta de que todo lo que Dios le pidiera, su gracia lo llevaría a cabo. Se daba plenamente cuenta de que aunque ella tenía que cooperar, este trabajo era más de Dios que de ella.

    Las palabras de María, pues, valoran lo que es la auténtica respuesta cristiana en cualquier momento de la vida, y en cualquier situación: "Soy la esclava del Señor," dijo María, "hágase en mí según tu palabra".
  • La gente nos está contemplando. "Ustedes son luz para el mundo. No se puede esconder una ciudad edificada sobre un cerro. No se enciende una lámpara para esconderla en un tiesto, sino para ponerla en un candelero a fin de que alumbre a todos los de la casa. Así, pues, debe brillar su luz ante los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre de ustedes que está en los cielos. (Mt 5:14-16)

    Jesús enseñaba con sus palabras y con sus acciones. Hablaba a grandes muchedumbres, a grupos pequeños, a todo tipo de personas. Hablaba del amor y de la amistad, de la alegría y del sufrimiento, de la vida y de la muerte. Tenía un mensaje que difundir, el mensaje de su Padre, y no desperdiciaba las oportunidades. Para El no era suficiente hablar meramente del mensaje de su Padre. Estaba constantemente enseñando también mediante el completo acontecimiento de su vida, muerte y resurrección. No sólo sus palabras, sino también sus acciones hablaban alto y claro. No sólo hablaba del amor que nos teníamos que tener unos a otros, El mismo encarnaba esta enseñanza entregando su vida por la salvación de todos. Sus palabras hablaban elocuentemente de amor fraterno. Y su cuerpo amoratado y ensangrentado clavado a la cruz nos habla de lo mismo. Sus palabras sonaban convincentes. El estilo personal de vida podría conmover al más duro corazón.

    Jesús nos invita a que le ayudemos a continuar su misión de enseñar. La forma de actuar permanece la misma; nosotros, también, como Jesús hizo antes que nosotros, vamos a enseñar por la palabra y por las acciones. Las oportunidades para enseñar de palabra son más numerosas de lo que pudiéramos sospechar, No son sólo los obispos y los sacerdotes y los profesores de religión quienes enseñan de palabra. Los padres, en el proceso de educación de sus hijos, tienen numerosas oportunidades para enseñar el mensaje de Jesús. Los amigos hablan de todo tipo de cosas. Si uno es sinceramente cristiano, su amigo o amiga llegará finalmente a captarlo.

    Las oportunidades de enseñar a cerca de Jesús por medio de nuestras acciones son incluso más numerosas que las muy variadas ocasiones que tenemos para hablar del mensaje de Jesús. La gente nos está contemplando. No podemos esconder por largo tiempo el estilo de vida en que nos movemos, y que motiva tan profundamente todo lo que hacemos. Si vivimos de acuerdo a los principios de placer, esto se manifiesta evidente. Si vivimos de acuerdo a los principios del dinero, también se manifiesta con evidencia. Si somos íntimos seguidores y amigos de Jesús, también esto lo advierte claramente la gente. Nos reconocerán por la forma de trabajar y de divertirnos, por nuestra actitud hacia la vida y la muerte, por el rechazo de convertirnos en personas amargadas a pesar de sufrimientos grandes, por la forma como tratamos a los demás, especialmente los que son pobres, los ridiculizados, los discriminados, los poco importantes y sin valor en la sociedad. Si somos profundamente cristianos, la forma de pensar y actuar de Cristo inevitablemente afectará nuestra forma de pensar y de actuar. Estamos llamados a proyectar a Jesús y su mensaje a través de nuestra humanidad. Tanto si hacemos, como si no. Ya captemos las numerosas y diarias oportunidades para ayudar a predicar a Jesús por nuestra forma de vivir, o no. O si respondemos a la invitación de Jesús de ser luz para el mundo, o no... Esta invitación se extiende a todos, pero de una manera especial a los sacerdotes. Jesús, a través de las Sagradas Ordenes, se ha dado a sí mismo al sacerdote del modo más especial. Si el sacerdote dándose cuenta del amor precioso de Jesús por él como el singular sacerdote-compañero se somete a Cristo, esto le proporciona una alegría muy particular. Porque el sacerdote, por su especial unión con Jesús, puede ser una luz para el mundo de una manera totalmente extraordinaria.

   

El Sacerdote y la Eucaristía

  • El Directorio sobre el Ministerio y la Vida de los Sacerdotes nos dice: "Es necesario recordar el irremplazable valor que la celebración diaria de la misa tiene para el sacerdote. Debe vivirla como el momento cumbre de su día y de su ministerio diario, fruto de un sincero deseo y ocasión para un efectivo y profundo encuentro con Cristo, y debe tomar el mayor cuidado de celebrarla con total dedicación de mente y corazón.

    "En una sociedad cada vez más sensible a la comunicación a través de los signos y las imágenes, el sacerdote tiene que prestar cuidadosa atención a todo lo que enaltece el decoro y la reverencia de la celebración eucarística. Es importante que, en las celebraciones, se ponga atención particular a la dignidad y limpieza del lugar, a la estructura del altar y del sagrario, a la dignidad de los vasos sagrados, a los ornamentos, a los himnos, a la música, al necesario silencio, etc... Todos esos son elementos que pueden contribuir a una mejor participación en el sacrificio eucarístico. De hecho, una falta de atención a los aspectos simbólicos de la liturgia y, más aún, el descuido y frialdad, la superficialidad y desorden... debilitan el proceso en el fortalecimiento de la fe. Los que celebran inadecuadamente la Misa revelan debilidad en su fe y fallan en educar a los otros en la fe. Al celebrar la eucaristía bien, sin embargo, se desarrolla una altamente cualificada catequesis sobre el Sacrificio.

    "El centro de la Eucaristía debería ser evidente no sólo en la digna celebración del Sacrificio, sino también en la apropiada adoración del Sacramento para que el sacerdote pueda ser el modelo para el creyente también por la devota atención y diligente meditación... cuando sea posible hacerla en la presencia de nuestro Señor en el sagrario. Es de esperar que los sacerdotes a los que se les confía la guía de comunidades dediquen largos períodos de tiempo a la adoración en común y presten la mayor atención y honor por el Santísimo Sacramento del altar, incluso fuera de la misa, por encima de cualquier otro gesto o rito. 'La fe y el amor por la Eucaristía no permitirán a Cristo permanecer solo en su presencia en los sagrarios.' "9
  • Tomado del diario espiritual de una persona leemos: "Cuando un sacerdote está lleno del amor de Jesús, se unirá más profundamente con Cristo en el gran sacrificio que está siendo ofrecido al Padre. En el santo sacrificio de la Misa, el creyente verá a Jesús a través del sacerdote ofreciendo el sacrificio al Padre. Nosotros levantaremos los ojos y sentiremos, en este sublime sacrificio, la presencia de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Nos unimos en el sacrificio que se ofrece al Padre. Todos nos unimos como uno y nos damos en esa unidad con Jesús, en ese amor al Padre, en el Espíritu Santo. Morimos a todas esas cosas que no son de El y nos unimos al gran milagro que tiene lugar en la misa. El Padre mira desde arriba y ve el sacrificio de su amado Hijo a través de las manos consagradas de sus sacerdotes santos. Los cielos se unen a la tierra. La tierra grita de júbilo por el gran regalo que nos viene del Dios Altísimo y nosotros nos unimos como criaturas que se dan a sí mismas en sacrificio a nuestro amado Creador. ¿Experimentamos la presencia de Dios mientras su poder fluye a torrentes a través de las manos de un hombre, el sacerdote que toma pan y vino ordinario y los cambia en el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor? ¿Oímos a Jesús anunciar, como lo hizo en la última cena, con la intensidad de su voz que reflejaba todo el conocimiento de los acontecimientos que se acercaban de su pasión y muerte?"10

   

Reflexiones sobre la Oración

  • El Padre Edward Farrell nos dice: "Es necesario que cada día gastes tiempo a solas con el Señor si deseas conocerle más íntimamente. El ritmo de nuestra oración nos es dado por el mismo Evangelio. Al fin, la razón por la que un cristiano reza es porque Cristo lo manda. Lo ordena con su vida; y si nosotros somos discípulos de Jesús, entonces debemos orar como el oraba."11
  • Ninguna persona realista espera poder evadir en totalidad el dolor y la adversidad que conllevan los acontecimientos del transcurrir humano. Tiempos de adversidad son obviamente un inevitable aspecto de nuestra condición humana en este mundo. Son tan ciertos como el sol del verano, la nieve del invierno y la lluvia de la primavera. La cuestión, pues, no es si la vida humana encontrará penas. La cuestión es más bien, cuán a menudo, hasta qué grado, qué forma tomarán las dificultades, cuál será la reacción de la persona.

    Todos constantemente experimentamos las más pequeñas adversidades de cada día. La variada exhibición de diminutas molestias, el agonizantemente lento paso en el que nuestros esfuerzos deben proceder para llevar a cabo lo bueno, el no ser comprendidos, el pasar inadvertidos, el soportar con indiferencia, el experimentar los momentos de la depresión ordinaria, el soportar la ordinaria variedad de dolores físicos y enfermedades -estos son algunos de los más constantes y ordinarios contratiempos que nos afligen a cada uno sin excepción.

    En más aislados momentos de la vida, la adversidad puede tomar dimensiones mayores. Nos sentimos sobrecargados, derrotados, quizá tentados a la desesperación. Tan grande es nuestra aflicción que cada momento parece una hora, cada hora parece un día, cada día como una eternidad. Cualquiera que sea la causa de la adversidad, produce un sentimiento común que, aunque el problema sea algo reciente en nuestra vida, parece como si hubiéramos estado una larga vida con él.

    Ya sean nuestra dificultades moderadas o arduas, Dios nos invita a orar -no sólo entonces, pero principalmente en esos momentos. Nuestra oración puede ser muy variada. Podemos orar pidiendo paciencia para sobrellevar los problemas más ordinarios de cada día. Podemos orar pidiendo todo el valor necesario para soportar este tipo de sufrimiento agonizante que nos hace llorar. Podemos orar pidiendo luz para entender el sentido del sufrimiento, y fuerza para aceptarlo en nuestra vida. Podemos orar para pedir a Dios que nos quite el sufrimiento si tal es de su agrado, y para que nos de una amorosa conformidad a su voluntad si él permite que las dificultades continúen. La oración, entonces, es un variado remedio a todas las necesidades. El poder de todo lo que nos atormenta es grande. Pero el poder de la oración, que nos da la capacidad de afrontarlo adecuadamente, es mucho más grande.
  • Nuestra oración está dirigida por Cristo -esto es simplemente una función de la verdad fundamental de que Jesús es el mediador en todos los asuntos entre el Padre y nosotros. Nuestra oración, pues, debiera estar enraizada en Cristo. Es importante que nos demos cuenta que, por muy variado que nuestro tipo de oración pueda ser, nosotros siempre nos acercamos al Padre por medio de Jesús y con Jesús, en el Espíritu Santo.

    "Podemos completar el Cristo-centrismo de la oración considerando los misterios y los acontecimientos de la vida de Cristo cuando oramos, permitiendo que esta consideración nos penetre, permitiendo que estos acontecimientos modelen nuestras vidas cada vez más de acuerdo a la imagen de Cristo. También, nuestra aproximación a Cristo durante un período de oración puede tomar la exigencia de que permitamos que una particular enseñanza de Jesús tome un mayor control de nosotros. Sin tratar de dar una lista exaustiva, estos son unos ejemplos de cómo nuestra oración puede ser Cristo-céntrica. Sí, en la oración el Padre desea hablarnos a través de su Hijo Encarnado. Bajo la guía del Espíritu Santo nos abrimos a Cristo-centro del Padre, al mensaje centrado en el amor, y respondemos con nuestro propio amor: "En diversas ocasiones y bajo diferentes formas, Dios habló a nuestros padres por medio de los profetas, hasta que en estos días, que son los últimos, nos habló a nosotros por medio de su Hijo." (Heb 1: 1-2)
  • Un bien conocido escritor espiritual de nuestro tiempo, Don Hubert van Zeller nos dice: "La pregunta surge a propósito de cómo la oración sencilla de fe se relaciona con la asistencia a Misa. ¿No tiene la mente, cuando sigue el movimiento de la misa, que permitirnos salir de la simplicidad para que nos dirijamos a una oración más alta? Es aceptado que la mente se ocupa de un número de puntos que se le presentan con lo que está sucediendo en el altar, pero su foco está todavía en sólo Dios. El pensamiento de Dios, y la unión con él, ocupa la parte esencial del alma mientras se pone la atención de los sentidos internos y externos en la acción del sacrificio.

    "Al orar con Cristo en la misa no estamos complicando nuestra oración sino que de hecho la estamos simplificando. Si la oración de Cristo está unificada, y si nosotros compartimos esa oración, nuestra oración también está unificada. La suya es directa, instantánea, sencilla, mientras se ofrece a sí mismo al Padre en sacrificio. Así puede ser la nuestra también. Los sentidos perciben en diversidad, pero el alma recibe y responde en unidad.

    "Esto no es un asunto académico sino práctico. En la historia de la espiritualidad Católica se ha fomentado la idea de que la oración interior es tan calmada y secreta que se hace incompatible con el acto de asistir a misa.

    La misa interferiría la tranquilidad del alma. La misa es un tipo de oración (así se arguye) y la búsqueda del silencio teniendo a Dios en el corazón es otra. La insinuación es que el alma tiene que bajar de la cumbre a presenciar el sacrificio en el llano. Ya que el sacrificio es de Cristo, y ya que si no fuera por el sacrificio de Cristo los cristianos no podríamos en absoluto orar, esta tal teoría es completamente inadmisible."12

   

Palabras de Henri Nouwen

Aunque la muerte se lo ha llevado de entre nosotros en cierto sentido, Henri Nouwen siempre permanecerá con nosotros a través de sus palabras escritas. Aquí tenemos unos pocos extractos de estos escritos.

  • "Recuerdo vivamente cómo, en un momento, llegué a convertirme en un dependiente del cariño y amistad de una persona. Esta dependencia me hundió en un pozo de gran angustia y me llevó al borde de una depresión autodestructiva. Pero desde ese momento fui ayudado a experimentar mi adición interpersonal como una expresión de la necesidad de someterme totalmente al Dios vivo que llenaría los más profundos deseos de mi corazón, y comencé a vivir mi dependencia de una forma radicalmente nueva. En lugar de vivirla como humillación y frustración, fui capaz de vivirla como una urgente invitación a afirmar el amor incondicional que Dios me tenía, un amor del que puedo depender sin ningún miedo."13
  • "La alegría que Jesús ofrece a sus discípulos es su misma alegría, que fluye de la más íntima comunión con Aquel que lo envió. Es una alegría que no separa los días alegres de los días tristes, los momentos de éxito de los momentos de fracaso, las experiencias de estima de las experiencias de vergŸenza, la muerte de la resurrección. Esta alegría es don divino que no nos abandona en los momentos de enfermedad, pobreza, opresión, o persecución. Está presente incluso cuando el mundo ríe o tortura, cuando roba o castiga, cuando lucha o asesina.

    Es realmente excitante, siempre moviéndonos de la mansión del miedo al hogar del amor, y siempre proclamando que la muerte nunca más tiene ya la última palabra, aunque su ruido permanezca ostentoso y su destrucción visible."14
  • "Pero es exactamente en esta buena disposición para conocer al otro completamente cuando podemos entrar en contacto con él o ella y llegar a convertirnos en sus consoladores. Así pues, consolar significa, antes que nada, crear un espacio vacío pero amigable donde todos esos que sufren puedan contar su historia a alguien que los escuche con verdadera atención. Es triste que a menudo este escuchar es interpretado como una técnica. Nosotros decimos, 'Dale una oportunidad de comunicarlo. Le hará bien.í Y hablamos del efecto 'medicinal' de escuchar, sugiriendo que 'sacándolo fuera de tu reducido mundo' o 'sacándolo fuera de ti al aire libre' tendrá en sí mismo un efecto purificador. Pero la acción de escuchar es un acto que debe ser desarrollado, no una técnica que puede ser aplicada como una llave mecánica a un tornillo o a una tuerca. Se necesita la presencia plena y real de las dos personas. Es en realidad una de las más altas formas de hospitalidad."15
  • ¿Quién piensa que es inmortal? Cada vez que buscamos ansiosamente a otro ser humano que pueda romper las cadenas de nuestra soledad, y cada vez que levantamos nuestras defensas para proteger nuestra vida como una inalienable propiedad, nos encontramos a nosotros mismos atrapados en esa persistente ilusión de inmortalidad. Aunque continuamos diciendo a los demás y a nosotros mismos que no viviremos por siempre y que vamos a morir pronto, nuestras acciones diarias, pensamientos y preocupaciones, continúan revelándonos lo duro que es aceptar plenamente la realidad de nuestras propias afirmaciones.

    "Obviamente, los pequeños y sencillos acontecimientos continúan hablándonos de lo fácilmente que nos exteriorizamos y exteriorizamos a nuestro mundo. Una sola palabra agresiva es capaz de hacernos sentir tristes y solos. Un solo gesto de rechazo es capaz de hundirnos en un reproche de nosotros mismos. Un solo fallo un poco significativo es capaz de llevarnos a una depresión autodestructiva. Aunque hemos aprendido de los padres, de los profesores, de los amigos y de muchos libros, tanto sagrados como profanos, que nosotros somos más valiosos de lo que el mundo nos hace sentir, continuamos dando un valor eterno a las cosas que poseemos, las personas que conocemos, los planes que tenemos, y los éxitos que 'acumulamos'. En realidad, sólo hace falta una pequeña agitación para que quede nuestra ilusión de inmortalidad al descubierto y se revele lo mucho que hemos sido víctimas del mundo que nos rodea sugeriéndonos que estamos 'en control'. ¿No están los muchos sentimientos de tristeza, la pesadez de cabeza, incluso la oscura desesperación, a menudo íntimamente relacionados con la solemnidad exagerada con que hemos revestido a la gente que conocemos, a las ideas a las que estamos expuestos y a los acontecimientos de los que somos parte? La falta de flexibilidad, que excluye el humor en la vida, puede crear un depresión sofocante que nos impide levantar nuestras cabezas sobre el horizonte de nuestra propia limitada existencia.16

   

Un Sentido de Perspectiva

La vida, en su básica orientación y finalidad, es realmente bastante sencilla. Sin embargo, esta simplicidad fundamental de la vida se expresa en multiplicidad de formas. Como consecuencia, el variado y completo cuadro de la existencia humana se compone de muchas piezas. No es siempre fácil conservar cada pieza en su propio lugar. Para intentar conservar todos los aspectos de la vida en equilibrio se requiere un constante esfuerzo. Mantener un propio sentido de perspectiva ofrece un reto que presenta constantes exigencias sobre las capacidades de nuestra madurez cristiana.

Toda suerte de experiencias humanas, algunas agradables, otras inspiradoras, y otra dolorosas, pueden actuar como intrusas en nuestro sentido de perspectiva. Estas experiencias, si no son manejadas correctamente, pueden desviarnos de una visión equilibrada de la vida. ¿Cuales son algunas de estas experiencias?

Las ocasiones de fracaso tienen un extraño poder para extorsionar nuestro sentido de perspectiva. El fracaso, especialmente cuando es en grandes proporciones, parece extender su manto sobre nuestra entera consciencia, tratando de hacernos olvidar las muchas veces que hemos gustado el éxito. El fracaso puede ser una fuente de crecimiento. Pero no automáticamente. Lleva, más bien, un doloroso esfuerzo hacer que de la experiencia de fracaso obtengamos un factor positivo en nuestro viaje hacia la madurez cristiana.

En el otro extremo del espectro encontramos situaciones de felicidad y éxito. Estas por diferente motivos, pueden también hacernos perder un sentido de proporción si no son adecuadamente asimiladas. En tiempos de éxito y felicidad, particularmente en los momentos de eufórica felicidad, tenemos que mantener nuestros corazones con una moderada y firme comprensión no sea que nos lleven a caminos indeseados. La felicidad puede ser un ímpetu e inspiración para una exitosa vida. Pero si no son adecuadamente controlados, los momentos de éxito y felicidad pueden ser un vino pesado que carga la cabeza. En nuestro deseo de continuar disfrutando del brillo de la felicidad, podemos bloquear otros aspectos de nuestras vidas -la llamada del deber o cualquier otra cosa- que exigen justamente dedicarles un tiempo y atención

La experiencia del fracaso -que mencionamos más arriba- es una clase de sufrimiento. Pero hay también otras muchas clases. Mientras miramos al sufrimiento con una mirada de fe, vemos que ésta está llamada a ser expansiva. Pretende, a través de su proceso de purificación, ahondar en nuestra capacidad de vivir en plenitud. El sufrimiento, asimilado adecuadamente, tiene un poder especial de hacernos capaces de un más profundo amor a Dios y al prójimo. Si, por otra parte, rechazamos el sufrimiento puerilmente, si lo boicoteamos en su impulso purificador, entonces el sufrimiento tiene el efecto contrario. Nos predispone a hacernos más amargados.

Lejos de ampliar nuestras miras, nos las estrecha. Nos vuelve egoístamente sobre nosotros mismos. Nos enrola en un proceso de continuo lamento de nosotros mismos. Estrecha de tal forma nuestra visión que nos hace mirar nuestro dolor morbosamente en un sentido que deforma la experiencia del sufrimiento. Rehusamos ver el puesto del sufrimiento en una más amplia perspectiva de todo lo que nos rodea. Nos resistimos a ver que el sufrimiento es una inevitable dimensión de la vida. Porque hemos perdido perspectiva, no podemos ver que si uno no acepta voluntariamente el sufrimiento, la persona está rechazando continuar en la búsqueda de su madurez. Rechazar el sufrimiento es rechazar el crecimiento personal.

La ansiedad concerniente a una tarea particular o a un objetivo que queremos llevar a cabo es otra clase de experiencia que puede estrechar la amplitud de miras que nos da una equilibrada visión de la vida. Y porque este asunto es muy importante para nosotros, comenzamos a pensar que el verdadero éxito o fracaso de la misma vida depende en si somos o no capaces de llevar a su fin la tarea o realizar el objetivo en cuestión. Tendemos a perder perspectiva. Tendemos a estrechar nuestras miras contemplando casi exclusivamente el asunto que llevamos entre manos, olvidando que, mientras que esto es importante, no cubre sino un solo punto del largo viaje que es la totalidad de nuestra existencia humana.

Los ejemplos mostrados son escogidos de entre muchas posibilidades de experiencias de vida, y son suficientes para hacernos entender que mantener un constante y dinámico sentido de perspectiva no es una tarea fácil. Pero el logro de una equilibrada visión de la vida merece la pena todo esfuerzo. La gente que mantiene una apropiada perspectiva de la vida manifiesta una confiada calma. Pueden experimentar fracaso, éxito, sufrimiento, alegría, felicidad, y ansiedad. Pero la experiencia de todo esto es canalizada a través del prisma que es una equilibrada visión de la vida. Como resultado, estas personas parecen estar básicamente en paz con ellas mismas, y de una manera constante. Son personas que están profundamente empapadas de la paz de Cristo, este Cristo que siempre mantuvo esa perspectiva perfecta de la existencia humana.

   

Pastores en Cristo

San Agustín escribió estas palabras para los sacerdotes: "Ciertamente, si hay buen rebaño hay también buenos pastores; el buen rebaño promociona a los buenos pastores. Pero todos los buenos pastores son uno con el único buen pastor; forman una unidad. Sólo si ellos alimentan el rebaño, Cristo está alimentando el rebaño. Los amigos del novio no hablan con su propia voz, sino que se alegran enormemente escuchando la voz del novio. El mismo Cristo es el pastor cuando ellos actúan como pastores. íYo les cuidoí, nos dice, porque su voz está en sus voces, su amor en el amor de ellos...

"Todos los pastores debieran ser uno en el único buen pastor. Todos debieran hablar con la única voz del único pastor, para que el rebaño pueda oír y seguir a su pastor; no éste o éste otro pastor, sino el único pastor. Todos debieran hablar con una sola voz en Cristo, no con diferentes voces... El rebaño debería oír la voz limpia de todo cisma, libre de toda herejía..."17

Estas palabras de San Agustín subrayan la profunda unión que existe entre Cristo y sus pastores. Edificando sobre el pensamiento de San Agustín deberíamos intentar siempre crecer en la convicción de que cuanto más unido esté el pastor a su Salvador y Maestro, más fructífero es su ministerio. El Vaticano II nos dice: "Por otra parte, la santidad misma de los sacerdotes contribuye en gran manera al ejercicio fructuoso del propio ministerio; pues si es cierto que la gracia de Dios puede llevar a cabo la obra de salud aun por medio de ministros indignos, de ley ordinaria, sin embargo, Dios prefiere mostrar sus maravillas por obra de quienes , más dóciles al impulso e inspiración del Espíritu Santo, por su íntima unión con Cristo y la santidad de su vida, pueden decir con el Apóstol: 'pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.'" (Gál.2,20)18

   

María y el Sacerdote

María y el Sacerdote

El Padre Arturo Culkins, un doctor contemporáneo en conocimientos Marianos, nos ofrece estas palabras sobre María y el sacerdote:

"Si cada cristiano debiera verse a sí mismo en el Apóstol Juan, confiado a María como su hijo o hija, cuánto más debieran los sacerdotes reconocerse a sí mismos como hijos de María, como el sujeto de un 'doble' encargo a ella. Y digo 'doble' porque ellos son sucesores de Juan por título duplicado: como discípulos y como sacerdotes. Esto es hermosamente desgranado por el Santo Padre en su "Carta de Jueves Santo a los Sacerdotes" de 1988: '¡Si Juan al pie de la Cruz representa de alguna manera a todo hombre y mujer a los que la maternidad de la Madre de Dios es espiritualmente extendida, cuánto más esto nos concierne a cada uno de nosotros, que estamos sacramentalmente llamados al ministerio sacerdotal de la Eucaristía en la Iglesia!'...

"Aunque Jesús había confiado ya a cada sacerdote a su Madre desde lo alto de la Cruz y el Papa lo ha hecho cientos de veces, es todavía necesario que el sacerdote lo haga por sí mismo si es que él realmente ansia experimentar el poder y protección de la Madre de Dios en su vida tal como su Divino Hijo lo desea. Los sacerdotes que lo han hecho así conocen la diferencia.".19

   

La Trinidad en nuestras vidas

El Papa Juan Pablo II nos habla de la acción del Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo en nosotros: "La verdad revelada en Cristo, a cerca del 'Padre de las misericordias' nos hace posible 'verle' como extraordinariamente cercano al hombre, especialmente cuando el hombre está sufriendo, cuando se encuentra bajo la amenaza en lo más íntimo de su existencia y dignidad. Y esto es por lo que en esta situación de la Iglesia y el mundo de hoy, muchas personas individualmente y en grupos guiados por un vivo sentido de fe están volviendo, yo diría casi espontáneamente, a la misericordia de Dios. Ciertamente, están siendo movidos a hacer esto por el mismo Cristo, que trabaja en los corazones humanos a través de su Espíritu. Por el misterio de Dios el 'Padre de las misericordias' revelado por Cristo, en el contexto de las amenazas que el hombre tiene hoy, según su designio, les hizo una singular llamada a la Iglesia."20

   

Acto de Consagración

Acto de Consagración

Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu Corazón, traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia, la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta. Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. Corazón de Jesús yo pongo en Ti mi confianza!

Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal. Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo. Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al Padre en el Espíritu Santo.

   

NOTAS:

  1. Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).
  2. Guillermo Johnston, El Misticismo Cristiano Hoy, Doubleday Harper and Row, p. 88.
  3. Eduardo Leen, C.S. Sp., A Semejanza de Cristo, Sheed & Ward, pp.198-199.
  4. Eduardo Leen, C.S. Sp., ¿Porqué la Cruz? Sheed & Ward, pp.46-47.
  5. El Papa Juan Pablo II, Sobre el Trabajo Humano (Laborem Exercens), United States Catholic Conference, No. 27.
  6. El Papa Juan Pablo II, Sobre el Sentido Cristiano del Sufrimiento (Salvific Doloris), United States Catholic Conference, No. 23.
  7. San Juan Eudes, Lib. 1,5: obras completas 6, 107. 113-115 como en Liturgia de las Horas, Catholic book Publishing Co., Vol. IV, p. 1331.
  8. Suplemento al Oficio Divino para la Compañía de Jesús, publicado por la Provincia Inglesa de la Compañía de Jesús, pp. 21-22.
  9. Directorio sobre el Ministerio y la vida de los Sacerdotes como en El Vaticano por dentro, Noviembre 1994, Suplemento Especial. Para citas en los extractos, ver C.I.C. can. 929; Misal Romano, Institutio generalis, nn. 81; 298; Sagrada Congregación para el Culto Divino, Instruction Liturgicae instaurationes (5 Septiembre 1970, 8c; AAS 62 (1970), 701.)
  10. Rita Ring, El Libro de Misa, Shepherds of Christ Publications, p. 103.
  11. Eduardo Farren, El Padre es muy Indulgente conmigo, Dimension Books, p. 96.
  12. Dom Hubert van Zeller, Más Ideas para Orar, Templegate, pp. 35-36.
  13. Enrique Nouwen, La Vida del Amado, Crossroads, pp. 80-81.
  14. Enrique Nouwen, Las Señales de Vida, Doubleday, pp. 98-99.
  15. Enrique Nouwen, Llevando a Cumplimiento, Doubleday, p. 67.
  16. Ibid, p. 82.
  17. San Agustín, Sermón 46, 29-30: CCL 41, 555-557 como en la La Liturgia de las Horas, Catholic Book Publishing Co., pp. 305-306.
  18. Los Documentos del Vaticano II.. "Decreto sobre el Ministerio y Vida de los Sacerdotes", America Press, Cap. 3, No. 12.
  19. Arturo Culkins, Soul Magazine Enero-Febrero, 1995, p. 30.
  20. El Papa Juan Pablo II, Rico en Misericordia (Dives in Misericordia), United States Catholic Conference, No. 2.

   

 

Pastores de Cristo

UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES

 

1998 - Ejemplar 1

El Pastor Principal del Rebaño

La Sabiduría de los Santos

"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.

Sí, el Buen Pastor da la vida por nosotros. A través de su vida, de su brutal y agónico sufrimiento, de su muerte en la cruz, y de su gloriosa resurrección, nos ha conseguido una vida nueva.

Como sabemos muy bien, esta vida comienza en el bautismo. Y Dios pretende que esta vida crezca y llegue a plenitud. Los santos son los que de manera admirable han respondido a la llamada de Dios para desarrollar esta vida de Cristo en plenitud. Seremos auténticos sabios, pues, si aprendemos de la sabiduría de los santos. Sus enseñanzas y ejemplo, enraizados en el Evangelio, son una guía para que desarrollemos la vida que Jesús vino a darnos.

Aquí siguen algunos escritos de los santos o comentarios sobre ellos:

  • Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia: Es completamente apropiado que nuestra primera palabra contenga notas concernientes a santa Teresa de Lisieux, a quien el Papa Juan Pablo II ha proclamado doctora de la Iglesia. Entre sus anotaciones el Papa nos habla de porqué debiéramos prestar atención a la sabiduría de los santos: El mismo Dios nos habla a través de ellos.

    Aquí están algunos extractos de la Homilía del Papa: "Teresa Martín, una Carmelita Descalza de Lisieux, ardientemente deseaba ser una misionera. Y fue una tan singular misionera que llegó a ser proclamada patrona de las misiones. Jesús mismo la mostró cómo podía vivir esta vocación: Practicando plenamente el mandamiento del amor, ella se vería inmersa en lo más íntimo del corazón misionero de la Iglesia, apoyando a los que proclaman el Evangelio con la misteriosa fuerza de la oración y de la comunión. Así ella lograría que el Vaticano II subrayara en su enseñanza que la Iglesia es misionera por naturaleza (cf. Ad Gentes n. 2). No sólo los que escogen la vida misionera, sino todos los bautizados son de alguna manera enviados ad gentes...

    "Por eso he escogido este Domingo Misionero para proclamar a Santa Teresa del Niño Jesús doctora de la Iglesia universal: una mujer, una persona joven, una contemplativa.

    "Así todo el mundo se da cuenta que hoy está sucediendo algo sorprendente. Santa Teresa de Lisieux no tuvo la oportunidad de asistir a una universidad ni de ocuparse en un estudio sistemático. Murió joven. Sin embargo, desde este día en adelante será honrada como doctora de la Iglesia, un extraordinario reconocimiento que la eleva en estima de toda la comunidad cristiana por encima de cualquier tipo de título académico.

    "En realidad, cuando el magisterio proclama a alguien doctor de la Iglesia, pretende reclamar la atención de todos los creyentes, particularmente de los que llevan a cabo en la Iglesia el importante servicio de predicar o los que se entregan a la delicada tarea de la enseñanza o la investigación teológica, que la doctrina profesada y proclamada por una persona puede ser un punto de referencia, no sólo porque se adecua a la verdad revelada sino también porque derrama nueva luz sobre los misterios de la fe, un más profundo entendimiento del misterio de Cristo. El Concilio nos recordó que con la ayuda del Espíritu Santo, el entendimiento del depósito de la fe crece continuamente en la Iglesia, y no sólo a través del intenso y contemplativo estudio al que los teólogos están llamados, y no sólo por el magisterio de los pastores adornado y llevado a cabo con 'el seguro carisma de la verdad' contribuyen a este proceso de crecimiento, sino que también el profundo entendimiento de las cosas espirituales está dado a través de la experiencia, con una riqueza y diversidad de dones, a todos esos que se dejan a sí mismos ser guiados dócilmente por el espíritu de Dios (cf. Dei Verbum n.8). La Lumen Gentium, por su parte, nos enseña que el mismo Dios 'nos habla' ( n.50) en sus santos. Por esta razón la experiencia espiritual de los santos tiene un especial valor para profundizar nuestro conocimiento de los misterios divinos, que siempre son mayores que nuestros pensamientos, y no es una casualidad que la Iglesia escoge sólo santos para ser distinguidos con el título de 'doctor'.

    "Teresa del Niño Jesús es la más joven de todos los doctores de la Iglesia, pero su apasionado recorrido espiritual muestra tal madurez , y las visiones de fe expresadas en sus escritos son tan amplias y profundas que merecen un lugar entre los grandes maestros espirituales.

    "En la carta apostólica que escribí con motivo de esta ocasión, subrayé varios aspectos sobresalientes de su doctrina. No podemos olvidarnos de recordar aquí lo que puede ser considerado el punto alto, comenzando con la estima del movimiento que la descubre como una especial vocación en la Iglesia. La 'Caridad', ella escribió, me dió la llave de mi vocación. Y entendí que si la Iglesia tenía un cuerpo compuesto de diferentes miembros, lo más necesario y lo más noble de todo no podía faltarle, y así entendí que la Iglesia tenía un corazón y este corazón estaba ardiendo de amor. Y entendí que era el amor sólo lo que hacía que los miembros de la Iglesia actuasen, que si el amor fuera extinguido los apóstoles no proclamarían el Evangelio y los mártires rehusarían derramar su sangre. Y entendí que el amor incluye todas las vocaciones.... Entonces en el desborde de mi alegría, grité: 'Oh Jesús, mi amor... al fin he encontrado mi vocación, mi vocación es amar!' (Ms.B,3v)...

    "...Teresa tenía un ideal como ella misma dice: 'lo que pedimos de él es trabajar por su gloria, amarle y hacer que sea amado' (220).

    "El camino que tomó para alcanzar este ideal de vida no es el de un gran compromiso reservado a pocos, sino por el contrario un camino que puede ser alcanzado por todos, el 'pequeño camino', un sendero de confianza y total abandono a la gracia de Dios. No es un camino prosaico, como si fuera menos exigente, de hecho es una realidad exigente como siempre lo es el Evangelio. Pero es un camino en el que uno es imbuido con un sentido de confianza y abandono en la misericordia divina que hace ligero incluso el más riguroso compromiso espiritual.

    "Por la manera en que ella recibe todo como 'gracia', porque puso su relación de amistad con Cristo y la elección de amor en el centro de todo, por el lugar que da a sus apasionados impulsos del corazón en su viaje espiritual, Teresa de Lixieux es una santa que permanece joven a pesar de los años que pasan, y es propuesta como un eminente modelo y guía en el camino de los cristianos hacia el tercer milenio."2
  • El Obispo Patrick V. Ahern, obispo auxiliar de Nueva York, nos da estos pensamientos en torno a Santa Teresa: "Teresa soñaba con el día en que todos en el mundo pudieran ser santos, de tal manera que Dios pudiera conseguir de cada corazón humano el amor que tanto ansía.

    "Teresa tomó en serio la llamada de Dios a la santidad, y sabía que era una llamada para todos, para la gente ordinaria como nosotros a la que ella llamaba 'el ejército de las almas pequeñas.' La santidad de vida y el amor apasionado por Dios no es para la élite sino para todos en general y para aquellos que lo quieren. Ella es la demócrata del misticismo. Cada uno de nosotros está llamado por Dios a su más íntima relación de amistad para recibir el amor que él derrama a torrentes sobre nosotros y para darle en respuesta el amor que tanto nos solicita...Necesitamos oir la llamada universal de la Iglesia a la santidad... de una persona, de alguien que vivió el amor de Dios hasta tal insospechado grado en nuestro mundo moderno, de una santa, que es universalmente atractiva, incluso cautivadora, de una santa tan popular con su sonrisa alegre y un espíritu preparado que amaba para animar a la gente, que tenía los más radiantes ojos azules, -su prima María Guerin solía molestarla cuando eran jóvenes a propósito de sus bonitos ojos para hacerla ruborizar-, de una santa que es tan fácil de amar y quien con todo eso, está todavía muerta de fervor acerca de la misión que Dios la dió de guiar al ejército de las almas pequeñas."3
     
  • San Juan de la Cruz: "¿De qué aprovecha que des a Dios una cosa si El ansía otra? Considera cual es la voluntad de Dios y luego llévala a cabo"4
  • Santa Teresa de Avila: En las siguientes palabras de su libro clásico, El Castillo Interior, Teresa está hablando de esos que buscan evitar la humanidad de Jesús en su oración: "Cuán necesario es que no removamos a través de nuestros esfuerzos todo lo bueno y la ayuda que nos viene de la sagrada humanidad de nuestro Señor Jesucristo. No puedo creer que estas almas actúen así, pero simplemente es que no entienden; y se harán daño a ellos mismos y a los demás..."5
  • San Pedro Julián Eymard: "Nuestro Señor Jesucristo es nuestra herencia. Quiere darse a sí mismo a todos, pero no todos le quieren. Hay algunos que le quieren, pero no se someterán a la forma de bondad y limpieza de vida que El nos ha entregado; y la malicia de éstos es capaz de hacer el patrimonio de Dios nulo e inefectivo."6

  

Reflexiones sobre la Escritura

  • El Camino impredictible. Yavé dijo a Abraham: "Deja tu país, a los de tu raza y a la familia de tu padre, y anda a la tierra que yo te mostraré. Haré de tí una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre, y tú serás una bendición." (Gen. 12,1-2).

    Dios habló a Abraham. Le ordenó dejar su tierra, a la vez que le llamaba de la seguridad que brota de lo conocido a un tipo de inseguridad enraizada en lo desconocido. Abraham había conocido una particular forma de existencia y esto llevaba consigo una específica forma de seguridad. Ahora Dios le estaba pidiendo abandonar esta seguridad y lanzarse hacia lo relativamente desconocido con lo que ello conlleva de inseguridad. Abraham respondió a la Palabra de Dios y salió de su tierra. Aceptó la inseguridad que se le avecinaba, seguro de que la certeza del amor que Dios le tenía le permitiría afrontar adecuadamente la inseguridad de su éxodo.

    Abraham es un ejemplo para todos nosotros, ya que obviamente todos tenemos que enfrentar numerosas y diversas inseguridades a lo largo de la vida.

    Por ejemplo, la inseguridad se nos presenta cuando parece haber varias manifestaciones de la voluntad de Dios, pero no estamos todavía seguros qué opción pretende El para nosotros. Hay signos indicando que él nos quiere tomando esta particular opción, pero hay otros signos que apuntan en una dirección diferente. Tenemos que lidiar con el sufrimiento de la inseguridad hasta que el problema en cuestión se llega a clarificar de una manera razonable.

    Hay otros momentos en que Dios indica lo que El desea de una persona para que se aleje de algún modo del estilo de como él o ella han estado haciendo las cosas. No es que la persona estuviera equivocada, sino más bien que Dios ahora tiene otros nuevos designios para este individuo. La persona está de alguna manera preocupada por lo que de nuevo Dios parece estar descubriendo ante él o ella. Así pues entra en la vida de uno la inseguridad nacida de haber entendido que hasta cierto punto uno tiene que dejar todos los anteriores caminos con la certeza y seguridad que estos caminos proporcionaban.

    Cuando Dios permite que la inseguridad entre en nuestras vidas, se nos está presentando como una ocasión de crecimiento. Si lo afrontamos adecuadamente, llegamos a ser cristianos más maduros. Crecemos en el conocimiento de la necesidad que tenemos de confianza. Comprendemos que nuestra inseguridad es una oportunidad para acercarnos más a nuestro Dios vivo. El estado de inseguridad, pues, paradójicamente nos conduce a una mayor certeza -a un entendimiento profundo, a una certidumbre íntima de que Dios nos ama y cuida de nosotros.
  • Un sentido de Comunidad. Si dan algún valor a las advertencias que hago en nombre de Cristo, si pueden oir la voz del amor y quieren hacer caso de la comunión que existe entre nosotros por el Espíritu Santo, si hay en ustedes alguna compasión y ternura, 'les pido algo que me llenará de alegría. Tengan un mismo amor, un mismo espíritu, un único sentir,' y no hagan nada por rivalidad o por orgullo. Al contrario, que cada uno, humildemente, estime a los otros como superiores a sí mismo. No busque nadie sus propios intereses, sino más bien el beneficio de los demás. (Fil. 2,1-4)

    Una persona sin egoísmo es una persona exquisita. Una persona que está constantemente pensando en los demás intensifica su propia creencia en la intrínseca bondad de la naturaleza humana. La comunidad cristiana necesita este tipo de personas. El o ella es una persona constructora de comunidad. Una persona de este estilo mira a la construcción del cuerpo total. Una persona así busca formas de promover la unión y evitar la división.

    Una persona constructora de comunidad es la que se alegra de los talentos y los logros de los demás. El o ella no se ven invadidos por los celos de estos éxitos, sino que da gracias a Dios, feliz de que la Iglesia ha sido tan abundantemente bendecida. La alegría personal está siendo así constantemente multiplicada, porque la persona comparte con sencillez y sinceridad en los éxitos y logros de los demás. La propia alegría, consiguientemente, no está esclavizada a lo que le sucede a uno , sino que más bien es la alegría unida al crecimiento, a los intereses , y a la plenitud de la comunidad.

    Una persona constructora de comunidad es también la que responsablemente usa sus talentos y oportunidades para el bien de todos. La persona se da cuenta que el personal crecimiento contribuye al crecimiento de la Iglesia, así como la mediocridad o el retroceso es una carga para todos. La persona se da cuenta que el ejercicio de las capacidades de entregarse como Dios se entrega es beneficioso a toda la comunidad tanto como a uno mismo, mientras que el abuso y la negligencia de las talentos afecta igualmente no sólo a uno mismo, sino a todos también.

    Podemos, pues, considerar a una persona constructora de comunidad desde muy diferentes perspectivas. Vemos que tal persona tiene una rica y diversa capacidad de promover el movimiento de conversión de la comunidad cristiana, el crecimiento, y el sentido de solidaridad. Pero desde cualquier perspectiva que consideremos a la persona constructora de comunidad, siempre observamos a una persona que está pensando y actuando bajo la guía de un sentido del "nosotros" y no sólamente del "yo".
  • La Buena Vida. Yo vine para que tengan vida y encuentren la plenitud. (Jn 10, 10).

    A menudo oímos la frase, "la buena vida". Usada en el contexto de la cultura contemporánea Americana -y quizá otras culturas también- la frase significa que nos podemos permitir un cúmulo de cosas tales como una bonita casa en los suburbios, un vehículo último modelo, un viaje en avión supersónico a París, unas lujosas vacaciones esquiando, y el más refinado whisky escocés. "La buena vida", pues, significa que somos capaces de disfrutar las más lujosas comodidades de una sociedad opulenta.

    La buena vida para el cristiano comprometido tiene que significar algo más. La buena vida significa vivir de acuerdo a la enseñanza y el ejemplo de Jesús. La buena vida significa poner en práctica esta forma de vida no sólo cuando es muy agradable. Significa también poner en práctica la vida cristiana del amor cuando la tristeza, el sufrimiento , y la ansiedad nos invaden, en nuestra forma de ver, en una manera desmedida.

    Jesús no usa las técnicas seductivas de propaganda como esos que tratan de persuadirnos de modos muy distintos a que nos unamos a la exuberancia de los que están viviendo la "buena vida" del mundo. El no nos muestra su camino enseñándonos que la felicidad es fácilmente comprada o adquirida. Nos promete felicidad y plenitud, -la auténtica buena vida- pero abiertamente nos dice que esto implica austeridad.

    Disfrutar los placeres y comodidades de la vida pueden ser ciertamente compatibles con la vida que Jesús vino a darnos. Pero éstos deben ser usados de acuerdo a la voluntad de Dios. Son caminos y medios y no metas en sí mismos. Esto es evidente. Pero cuán a menudo podemos ser tentados a pensar de otra manera, incluso aunque seamos cristianos comprometidos. Una buena porción de la raza humana siempre se ha comportado de acuerdo al principio de que la riqueza y las cosas que pueden ser adquiridas con dinero son realmente la llave para la felicidad humana. Jesús nos ha hablado insistentemente que ésta es una filosofía falsa.

    Podemos a veces ser romos de mente y tardos de corazón, lentos sobre manera a entender lo que Jesús vino a enseñarnos y a darnos. Por la forma como Jesús habló y vivió sabemos por seguro en qué dirección se muestra la felicidad auténtica -la auténtica buena vida-. Su camino es el camino de la paz auténtica, de la felicidad auténtica, y de la auténtica plenitud de vida que el corazón humano tan fuertemente ansía.

  

Las posibilidades de cada día

Crecemos en la santidad cristiana en medio del ambiente de la vida diaria. Esta afirmación es obvia. Es una de esas verdades evidentes por sí mismas, que ninguna persona razonable objetaría. No es extraño, pues, que podamos a menudo parecer pensar que nuestra real oportunidad de crecimiento en santidad cristiana de alguna manera no es la oportunidad de cada día, sino la clase de oportunidad que no parece ser de esta tierra, un tipo de oportunidad etérea alejada de las penas ordinarias y de las luchas y alegrías de la vida diaria, una oportunidad nebulosa que nuestro confuso pensar no puede identificar realmente cuando reflexionamos sobre este punto. Cuando tendemos a pensar que nuestra oportunidad de ser y convertirnos realmente en cristianos no ha llegado todavía, entonces somos culpables, lo admitamos o no, de este pensar tan fuera de la realidad.

Nuestro problema, pues, no es que nos falte una oportunidad para ser y progresar como cristianos. Nuestro problema más bien es que tenemos una tendencia a querer otras oportunidades distintas a las que cada día se nos presentan. Sabemos, por ejemplo, que un cristiano debiera ser amable y caritativo pero tendemos a echarnos para atrás y aguardar totalmente entretenidos, como si el momento oportuno de ser caritativos y amables no hubiera llegado.

Nuestra tarea es que permitamos que la fe, la esperanza y el amor sean más visibles, día tras día, todos los días. Cuanto más madura se hace nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor cristianos, más apreciaremos que cada día es una nueva oportunidad de permitir a Jesús que viva en y a través nuestro. De manera creciente llegaremos a ver con más clara visión que las posibilidades y oportunidades para la santidad cristiana se encuentran íntima y firmemente unidas al entorno diario. Sí, ahí es donde están, y de manera abundante.

  

La vida en toda su Ternura

La vida puede ser dura. A veces la hostilidad de la vida parece ser demasiado para nosotros. Nos gustaría alejarnos de lo convencional de la condición humana y escondernos, dando la espalda a la realidad, en un rincón lejano de la existencia humana donde lo difícil de la vida no pueda tocarnos. Ahí, pensamos que podemos sentirnos completamente en paz, sin compromiso, seguros. Pero sabemos que ésta no es una forma realista de pensar. Sabemos que tales pensamientos, aunque parezcan a veces agradables, son en realidad, vuelos de fantasía. Y aún así necesitamos alivio de la dureza de la vida. Necesitamos mecanismos por los que los golpes duros sean suavizados y compensados. Uno de esos mecanismos es permitir que la compasión y la ternura de la vida ejerzan su papel. Dios pretende esto. El ha puesto el toque de la ternura en el trabajo de su creación. Vemos muchos ejemplos de ello en el reino animal. En los perros, por ejemplo, la madre juguetona y tiernamente acaricia a sus cachorros.

Dios ha hecho también el corazón humano para la ternura. El corazón humano de Jesús es el ejemplo perfecto de ello. Más de una vez Jesús reveló su sentido de ternura masculina. Podemos representar a Jesús: ¡Jerusalén, Jerusalén! Tú matas a los profetas y apedreas a los que Dios te envía. ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina recoge a sus pollitos bajo las alas, y tú no lo has querido! (Mt 23,37)

Dios nos ha hecho, pues, para experimentar los impulsos de la ternura. Necesitamos abrirnos nosotros mismos a esta ternura de la vida. Si no lo hacemos así, ¿podremos soportar por mucho tiempo la dolorosa y brutal dimensión de la vida? Si no tuviéramos impulsos de ternura, ¿quién podría adecuadamente afrontar la muerte de los seres queridos, o la enfermedad, o la angustia emocional, o la soledad?

La ternura de la vida se presenta de muy diversas maneras. Está la ternura que une al hombre y a la esposa -la ternura de la caricia, de la mirada y del beso. Está el impulso maternal de la ternura -precisamente por ello el bebé se siente seguro, querido, amado.

Está la cálida y acogedora sonrisa de un amigo. La amable palabra de ánimo es también una forma de ternura. Los atletas musculosos y viriles visitando un hospital para disminuídos físicos ofrece también una muestra de ternura. Quizá equivocadamente, aunque muy sincera y tiernamente, estos extraños hombres golpearon la ceja de otro contrincante o acarician el pelo rubio de uno de esos pequeños disminuídos físicos. Las cestas de comida entregadas a los pobres en Navidad son otros recuerdos donde la ternura, el cariño del corazón humano, al menos en algún grado, todavía busca el mundo de los desamparados. Una madre, que llena de lágrimas y gozo a la vez abraza a su hijo que regresa del campo de batalla en una guerra es una de las más altas manifestaciones de la ternura de la vida. Dos muchachos, uno negro y otro blanco, abrazándose el uno al otro en su alegría deportiva - una delicada escena como ésta puede hacer mucho para disminuir la dureza de trato desfigurada por los prejuicios.

La naturaleza también nos ofrece signos de ternura. La delicadas caricias de los copos de nieve sobre nuestras mejillas, o la suavidad de la lluvia que cae ininterrumpidamente. Los parques que ofrecen su mullido manto verde para los "picnics" en la primavera. Y la ligera brisa que llega acariciante a la frente ardorosa por el sol del verano.

Podemos actuar engreídos falsamente, y decirnos a nosotros mismos que no necesitamos la ternura de la vida, afirmando que estar demasiado preocupados por ella es un signo de infantilidad o debilidad. Podemos decir todo esto -pero eso no cambia el hecho de que Dios delicadamente ha extendido el toque de la ternura sobre toda la superficie de la vida humana. Para estar adecuadamente abiertos a la ternura de la vida simplemente tenemos que reconocer una de las dimensiones de nuestra humanidad. Es siendo más humanos y más felices como nosotros nos comportaríamos de otra manera.

   

Adiós, Madre Teresa

En nuestros tiempos ha habido pocas personas que hayan movido millones de corazones en todo el mundo como lo ha hecho la Madre Teresa. Verdaderamente, nos ha dejado una permanente y valiosa herencia enseñándonos cómo el amor de Dios y del prójimo tienen que estar siempre unidos. Aquí tenemos unos resúmenes de la homilía dada por el Cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado del Vaticano, en la Misa Funeral de la Madre Teresa: "Queridos hermanos y hermanas en el Señor, distinguidas autoridades de la India y de todo el mundo, pobres y desprendidas Misioneras de la Caridad: Ha llegado la hora para que digamos un último adiós a la desaparecida Madre Teresa...

"Al término de este siglo que ha conocido extremos terribles de oscuridad, la luz de la conciencia no ha sido completamente extinguida. La santidad, la bondad, el amor son todavía reconocidos cuando aparecen en las diversas etapas de la historia. El Santo Padre, el Papa Juan Pablo II, ha unido su voz a lo que tanta gente de toda condición ha visto en esta mujer de una fe sin titubeos: su extraordinaria visión espiritual, su amor atento y entregado a Dios en cada persona que ella encontraba, su respeto total por los valores de cada vida humana y su valor para afrontar tantos retos. Su Santidad, que conoció a la Madre Teresa tan bien, desea que esta ceremonia de su funeral sea una ferviente oración de gratitud a Dios por habernos dado a la Iglesia y al mundo esta figura tan singular...

"Se ha dicho que la Madre Teresa podía haber hecho más para combatir las causas de la pobreza en el mundo. La Madre Teresa fue consciente de esta crítica. Ella se encerraba en sí misma como diciendo: 'Mientras ustedes continúan discutiendo las causas y las explicaciones, yo me arrodillaré al lado de los más pobres de los pobres y atenderé sus necesidades'. El mendigo, el leproso, la víctima del SIDA, no necesitan discusiones y teorías; necesitan amor. Los hambrientos no pueden esperar a que el resto del mundo llegue a conseguir la respuesta perfecta; ellos necesitan solidaridad efectiva. Los moribundos, los disminuídos y los indefensos no nacidos, que no son reconocidos en las ideologías utópicas que especialmente en los 200 últimos años han estado intentando modelar el mundo perfecto, necesitan una viva presencia humana y una mano que cuide de ellos...

"En el silencio y en la contemplación, en una adoración de dedicada oración delante del sagrario, ella aprendió a ver la auténtica cara de Dios en cada ser humano que sufre. En la oración descubrió la verdad esencial que subyace en la enseñanza social de la Iglesia y en su trabajo humanitario y religioso en cada época y en cada lugar del mundo: Jesucristo, la Palabra Eterna hecha carne, el redentor de la humanidad, ha deseado identificarse con cada persona -especialmente los pobres, los enfermos, y los necesitados...

"Hablando en la oración del Angelus el domingo, al final, el Santo Padre recordó estas otras palabras de la Madre Teresa: 'El fruto de la oración es fe, el fruto de la fe es amor, el fruto del amor es servicio, y el fruto del servicio es paz.' Comencemos a cambiar el mundo para lo mejor volviéndonos en humilde oración a Dios, el creador de todo lo que existe. Dejémonos renovar por la fe. Dejemos que nuestros corazones se llenen de auténtico amor. Permitamos que cada persona haga algo práctico y exigente por los que están en necesidad. Sólo cuando aprendemos a ver a los otros, no importa cuan diferentes y alejados de nosotros sean, como nuestros queridos hermanos y hermanas, la humanidad aprenderá los caminos de la paz.

"Querida Madre Teresa, el dogma consolador de la comunión de los santos nos permite sentirnos cerca de usted. La Iglesia entera le agradece su luminoso ejemplo y promete hacerlo nuestra herencia.

Hoy en lugar del Papa Juan Pablo II, le ofrezco un último adiós en la tierra, en su nombre le agradezco todo lo que usted ha hecho por los pobres del mundo. Ellos son los preferidos de Jesús. Ellos son también los preferidos del Santo Padre, su vicario en la tierra. Y en su nombre coloco sobre este féretro la flor de nuestra más profunda gratitud.

"Querida Madre Teresa descanse en paz."7

   

Pensamientos sobre el Sacerdocio

  • El Padre Roberto Schwartz, un teólogo y en el pasado presidente de la Organización Nacional para la Educación Continua de los Clérigos Católicos Romanos, nos recuerda que el sacerdote tiene que intentar siempre un esclarecimiento de la adecuada relación entre el tiempo y la eternidad: "Como maestros, los sacerdotes tienen que explicar la relación entre lo temporal y lo escatológico, presentándolos como modos de existencia que tienen que ser asumidos simultáneamente por los cristianos, de tal manera que la vida terrena hace de intermediaria para la vida celestial y en respuesta la vida futura ejerce su poder en la esfera temporal. La tendencia de algunos a escoger una espiritualidad excesivamente transcendente y desencarnada, y la preferencia de otros por un intento extremadamente utilitario y materialista, tienen que ser equilibrados por la encarnada visión que se encuentra en el corazón de una espiritualidad apropiada para el sacerdote. Porque lo temporal y lo escatológico están íntimamente unidos en el modo de entender del VaticanoII, el reino celestial no es excusa para abandonar el mundo, sino una invitación a un viaje hacia la pascua que nos conduce a través de la vida en la tierra a la perfecta realización de la humanidad en el reino de Dios que se encuentra más allá de ésta."8
  • El teólogo, Jean Galot, S.J., tiene unos pensamientos muy intuitivos sobre el sacerdote como pastor: "Como un intermediario que es, el sacerdote es un pastor en el nombre de Dios, de modo más preciso en el nombre de Cristo, y a través de Cristo en el nombre del Padre. En el sacerdote se lleva a cabo la visión profética de Ezequiel en la que Yavé se compromete a ser el pastor de su pueblo. (Ez. 34)

    "Debemos subrayar algunas implicaciones de este principio. El sacerdote no saca la inspiración para su celo pastoral de sus propios sentimientos, de su propia y personal resolución a crear un mundo mejor. El es pastor por la fuerza de la intención pastoral de Dios y representa de manera muy especial a Cristo el pastor. Consiguientemente él es llamado a completar su misión pastoral no de acuerdo a sus propias ideas y sus propias ambiciones personales, sino teniendo en cuenta los planes de Dios y el designio salvador trazado por el Padre y llevado a cabo por Cristo. Como el mismo Jesús, el sacerdote está al servicio del Padre."9

   

María en nuestra vida

Aquí están unas pocas palabras del Padre Angelo Amato,S.D.B., profesor de teología en la Universidad Pontificia Salesiana en Roma: "La presencia maternal de María en nuestra vida no es una invención católica o una exageración de la piedad popular, sino una realidad bíblica fundamentada en el misterio Trinitario de la salvación... María es la creatura escogida por Dios para ser la Madre de su querido hijo. La presencia de María en el misterio de Cristo y de la Iglesia no es por tanto opcional o decorativa, sino teológica y salvífica...

"Por esta razón entre los protestantes, también, tenemos hoy relevantes figuras que están tratando de recobrar la figura bíblica de María, al igual que la compacta tradición eclesial, por ejemplo, de los cuatro dogmas Marianos. Resaltamos, entre otros, los autores como Henry Chavannes, John Macquarry con su reciente libro, 'María para todos los Cristianos', Ulrich Wickert...
"Y hoy, más que nunca, es válida la afirmación hecha por John H. Newman (1801-1890) en 1865: 'Justamente esas naciones y tierras que se despojaron de la devoción a la Madre de Dios, han perdido fe en la divinidad de Cristo; mientras que esas tierras que fueron fieles a María, han conservado la Ortodoxia.'"10

   

La Eucaristía

  • En su homilía en el Día Mundial de la Juventud en París, el Papa Juan Pablo II recalcó estas palabras sobre la Eucaristía: '"Maestro, ¿dónde habitas?' La Iglesia nos da cada día la respuesta: Cristo está presente en la Eucaristía, en el sacramento de su muerte y resurrección. En y a través de la Eucaristía tú reconoces el lugar donde mora el Dios vivo en la historia humana. Por tanto, la eucaristía es el sacramento del amor que vence a la muerte. Es el sacramento de la alianza, don pleno de amor para la reconciliación de toda la humanidad. El regalo de la presencia real de Jesús, el redentor... Gracias a la Eucaristía, constantemente revivida en todos los pueblos del mundo, Cristo continua la construcción de su Iglesia: El nos reúne en alabanza y acción de gracias para la salvación, en la comunión que sólo un amor infinito puede forjar. El que nos reunamos de todos los rincones del mundo, llega a su pleno significado a través de la celebración de la misa. Así Cristo está ahora contestando a tu propia pregunta y a las preguntas de todos los que buscan al Dios vivo. El contesta ofreciéndonos una invitación: Este es mi cuerpo, tomen y coman de él. Confía al Padre su anhelo más profundo: que todos a los que El ama puedan ser uno en comunión.."11
  • El Santo Padre nos ofrece más reflexiones sobre la Eucaristía. Hablando de María, nos dice: "Su maternidad es particularmente visible y experimentada por el pueblo cristiano en el Banquete Sagrado -la celebración litúrgica del misterio de la redención- en el que Cristo, su cuerpo real nacido de la Virgen María, se hace presente.

    "La piedad del pueblo cristiano siempre ha sentido correctamente un lazo profundo entre la devoción a la Santísima Virgen y la adoración a la Eucaristía: este echo se puede ver tanto en la liturgia del Oeste como del Este, en las tradiciones de las Familias Religiosas , en los movimientos modernos de espiritualidad, incluídos los movimientos juveniles, y en la práctica pastoral de los Santuarios Marianos. María guía al creyente a la Eucaristía."12

   

El Sufrimiento

Seguir a Jesús implica la aceptación de tener que sufrir por El y su causa. Los extras de cualquier causa valiosa exigen un espíritu de sacrificio, un deseo de aguantar un sin número de sufrimientos y privaciones. No podemos esperar que sea de otra manera en la causa de Cristo. Ayudar a promover el proceso de continuar la redención exige un costo.

Hay un sin fin de penas, sufrimientos y dificultades que pueden surgir en el seguimiento de Jesús y promoción de su causa. A veces viendo pocos, si acaso alguno, resultados visibles a nuestros trabajos, sintiéndonos minusvalorados, experimentando oposición o rechazo, a veces dándonos cuenta que estamos siendo odiados precisamente por algunos de los que estamos luchando por ayudar, a veces mofados y ridiculizados - éstas son algunas de las formas en que experimentamos los sufrimientos de un apóstol.

El dolor que acarrea el contribuir al proceso de la redención esperada no es, sin embargo, una imagen completa. La felicidad que resulta de entregarse a Cristo y a su misión equilibra con creces todas las dificultades y durezas. Ser consciente de que uno es tan íntimamente amado por Jesús, experimentar la satisfacción de que uno está contribuyendo a una causa que no puede fallar, desempeñar el papel de colaboradores en traer a otros al amor y a la paz de Jesús -todo esto da algo nuevo a la vida, algo que no tiene igual. El seguidor comprometido de Cristo, experimentando lo que significa estar íntimamente asociado con Jesús, entiende porqué San Pedro decía, Señor... es estupendo estar aquí. (Mt. 17,4)

   

Un Sacerdote necesita algo más que Teología

El P. William Barry, S.J. observa: "Por mucho tiempo escuelas de teología, seminarios, y programas de formación parecían funcionar en el supuesto de que la teología era todo lo que un ministro necesitaba. De nuevo, lo mismo que no deseo difamar a la psicología, de la misma manera, no estoy desacreditando a la teología. Después de todo, este libro está basado en la premisa de que el estudio teológico ayuda a nuestro ministerio. Leer un buen libro sobre el matrimonio puede ayudar a una pareja, pero ello no les libra de la penas y alegrías relacionadas con la vida diaria. Igualmente, un curso de estudio profundo sobre Dios... ayuda a un ministro, pero no puede ocupar el lugar de su compromiso en su relación con Dios. Así, si yo estoy para ayudar a otros en su relación con Dios, tengo que tener y desarrollar mi propia relación. De otra manera mereceré el apodo de... '¡Hipócrita!'"13

   

Pensamientos sacados de un Diario Espiritual

Aquí están unas reflexiones sobre un diario espiritual. Advierte cómo el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, y María se introducen en la experiencia de la persona:

"Bien, la noche era oscura, todo lo oscura que uno se pueda imaginar y el frío atravesaba mis huesos. Sentí el frío invadir todo mi cuerpo y quería gritar y sucedió -El me concedió que su vida se desbordara sobre mi alma y mi oscuridad se cambió totalmente por luz, una luz distinta a la de los ojos, una luz del conocimiento de Dios, la alegría de sentir su abrazo divino, la extraordinaria iluminación de otro misterio. Qué don tan gratificante me concede cuando, en un instante, rezo mi rosario y el Espíritu Santo llena mi corazón de luces, y el misterio me ilumina, y justamente llego a conocer y experimentar una visión extraordinaria de Dios.

"Este es el motivo de esta carta, porque yo estaba tendido en mi cama y quería gritar y tenía un miedo espantoso porque los demonios me apretaban como rocas que perforaban y lastimaban mi delicada piel. Me acosté en mi cama y me dirigí al seno de mi Madre María y pedí al Espíritu Santo que me inundase con su luz y sucedió: muerte-resurrección, oscuridad-luz, pena-alegría, sufrimiento y dolor, pero oh, qué alegría la de su luz, qué alegría la de su gloria. Es ahí en la muerte donde está la resurrección.

"De esta manera, recorro el camino hacia el Calvario. Subo a la cruz y muero. Ofrezco el sacrificio y por la mañana cuando la noche se ha ido veo la gloria de la resurrección. Experimento su alegría en mi corazón.

"Así que me fui a la cama y me dirigí al seno de mi Madre María y el Espíritu Santo me inundó de luz y me unió fuertemente a mi adorado Jesús en la cruz. Sé quién es El y sé de su amor. Recordaba todos los lugares de mayor intimidad que había compartido con él y mi corazón ardía. Quería tenerle bien cerca de mí y así amarle intensamente. Grité, 'te quiero, te quiero, te quiero.' En ese momento llegué a conocerle. El me había librado de mis ataduras y me había hecho libre. Entonces conocí a Jesús como nunca lo había conocido antes.

"Sentí un inmenso amor por Dios Padre. Había estado experimentando mi pequeñez de niño y conociendo a mi Padre, viéndome muy pequeño y conociendo a mi Padre y queriendo agradarle lo mismo que un niño pequeño. Luego en la noche me dí cuenta aún más de su amor de Padre. Me ví a mí mismo dependiendo de él, necesitándole, llorándole, amándole y seguidamente experimenté su poder y amor viniendo hacia mí.

"Así pues conocí en un instante. El da una luz y tú conoces. Yo experimenté la Trinidad. Mi corazón estaba agotado. Estaba inundado por el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Me detuve para estar en ese abrazo, queriendo que nunca terminase, porque en ese abrazo yo sentía paz, una paz que yo nunca había sentido antes, tan diferente de los días que habían precedido ese momento, los días de sufrimiento y de aflicción.

"Subí a la cruz. Sentí los clavos penetrando mis manos y mis pies. Sentí la corona de espinas sobre mi cabeza. Y le dije, "Oh, Dios mío, ¿porqué, si tú me amas, haces que sea tan difícil?

"Y entonces divisé a Jesús en la cruz. Vi su boca con sangre que corría desde el extremo de los labios. Ví el cuerpo de alguien que está a punto de morir. Ví sus heridas inflamadas y rojas derramando su preciosa sangre. Y ví la palidez de sus mejillas y el agotamiento de uno que está a punto de expirar. Vi al angustiado Señor que vino a mostrarnos su camino. Su camino es muerte y resurrección. Su camino es dolor y gloria. ¡Su camino es el camino a la vida eterna!"

   

Acto de Consagración

Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu Corazón, traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia, la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta. Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. Corazón de Jesús yo pongo en Ti mi confianza!

Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal. Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo. Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al Padre en el Espíritu Santo.

   

Cartas

Querido P. Ed. Carter:

Muchas gracias por su amable carta y por el contenido que encerraba. Felicidades por el maravilloso trabajo que está haciendo para animar a los Pastores. Pienso que material de este estilo es esencial en nuestros días para nutrir y fortalecer a los ministros de la palabra y de los Sacramentos.

Me gustaría dar una copia de cada ejemplar a cada sacerdote que trabaja en la diócesis y a los seminaristas que están en sus últimas etapas de formación. Me haría feliz el poder recibir 100 copias de Pastores de Cristo para cubrir esta finalidad.

Suyo en Cristo Jesús,
Robert Kerkerketla, SDB DD
Obispo de Tezpur, India


Querido P. Ed Carter:

¡La paz contigo!

Mi nombre es Joseph Grima y soy un seminarista que estudia teología en el Seminario del Sagrado Corazón en Victoria, Gozo-Malta. Se me entregó una copia de su carta para sacerdotes no hace mucho tiempo y fui altamente impresionado por la información espiritual que proporciona a los sacerdotes.

Me gustaría pedirle, si no es mucha mi molestia para usted, si pudiera enviarnos alguna copia al seminario. En este momento somos 15. También en el ejemplar que recibí había una nota para interesados en obtener los 12 primeros ejemplares recopilados en forma de libro. Yo estoy realmente interesado en su espiritualidad y me encantaría tener esta recopilación conmigo.

Continúe en su excelente trabajo. El mundo moderno está en mucha necesidad de sacerdotes preparados espiritualmente. El Señor le bendiga y que el Año Nuevo sea lleno de plena alegría, bendiciones y servicio en el Señor. Suyo en Cristo,
Seminarista Joseph Grima


Querido P. Ed Carter:

Muchas gracias por su amable carta. Lamento la tardanza en constestarle. He estado muy ocupado aunque estaba siempre con esa preocupación.

Encontré su publicación muy enriquecedora espiritualmente. Felicidades por este tan significativo y tan altamente cualificado apostolado. Tengo unos 80 sacerdotes y 60 seminaristas mayores. Me gustaría darles a todos un ejemplar, por eso me agradaría que en su amabilidad me enviara 150 copias.

Suyo en Nuestro Señor,
Obispo Gregory Karotemprel, CMI
Gujarat, India

   

NOTAS:

  1. Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).
  2. El Papa Juan Pablo II, "Homilía", L'Osservatore Romano, tomado de Origins, CNS Documentary Service, Nov. 6,1997, Vol 27, No. 21., Washington, D.C.
  3. Obispo Patrick V. Alern, tomado de The Catholic Faith, Vol. 3, No. 6.
  4. San Juan de la Cruz, "Pensamientos de Luz y Amor,". No. 70, tomado de The Collected Works of Saint John of the Cross, tr. by Kieran Kavanaugh, O.C.D., and Otilio Rodríguez, O.C.D., ICS Publications.
  5. Santa Teresa de Avila, El Castillo Interior, Bk. VI, Ch. 7, tomado de The Collected Works of St. Teresa, tr. by Kieran Kavanaugh, O.C.D., and Otilio Rodríguez, O.C.D., ICS Publications, Vol II, p. 399.
  6. San Pedro Julián Eymard, La Presencia Real: Meditaciones Eucarísticas y la Sagrada Comunión, publicado por Eymard League, tomado de The Treasury of Catholic Wisdom, ed., por John Hardon, S.J., Ignatius Press, p. 573.
  7. Cardenal Angelo Sodano, "Homilía" tomado de Origins, CNS Documentary Service, Sept. 25, 1997, Vol 27, No. 15.
  8. Padre Robert M. Schwartz, Maestros al servicio del Pueblo de Dios, Paulist Press, P. 106.
  9. Padre Jean Galot, S.J. Teología del Sacerdocio, Ignatius Press, P. 144.
  10. Padre Angelo Amato, SDB, tomado de Alianza de los Dos Corazones, Two Hearts Media Organization, pp. 141-142.
  11. El Papa Juan Pablo II, "Homilía", tomado de Origins, CNS Documentary Service, Sep. 4, 1997, Vol 27, No. 12, P. 190.
  12. El Papa Juan Pablo II, La Madre del Redentor, United States Catholic Conference, No. 44.
  13. Padre William Barry, S.J. La Dirección Espiritual y el Encuentro con Dios, Paulist Press, P. 96.

 

 

Pastores de Cristo

UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES

 

1998 - Ejemplar 2

El Pastor Principal del Rebaño

La vida de oración

"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.

Sí, el Buen Pastor ha entregado su vida por nosotros. Ha entregado su vida para que nosotros tengamos vida, y la tengamos en abundancia. La vida que Jesús nos da, la vida de la gracia, en gran manera depende de la vida de oración para su mantenimiento y crecimiento. Aquí siguen varias oraciones y pensamientos sobre la oración.

  • Esta es una oración para pedir la unión con Jesús. "Ven a mí, Señor, y toma posesión de mi alma. Ven a mi corazón y penetra en mi alma. Ayúdame a sentarme en silencio contigo y a permitirte trabajar en mi corazón.

    "Soy tuyo para que me poseas. Soy tuyo para que me utilices. No quiero ser egoísta y quiero existir sólo en Ti. Ayúdame a morir a mí mismo y vivir sólo para Ti. Utilízame a tu voluntad. No permitas que mi atención se vuelva sobre mí mismo. Sólo quiero trabajar como tú trabajas, haciendo morada en mí.

    "Soy tuyo, Señor. Quiero que mi vida esté en Ti. Quiero hacer la voluntad de mi Padre. Dame fuerza para que te permita modelar lo más íntimo de mi ser. Ayúdame a actuar como tú deseas. Hazme fuerte para combatir las distracciones del mal que tratan de alejarme de tus planes.

    "Cuando estoy preocupado, es que he puesto mi atención fuera de Ti y la he colocado en mí mismo. Ayúdame para que no ceda a las presiones de otros para cambiar lo que en mi corazón tú estás mostrando muy claro para mí. Te invoco, te adoro y te amo. Ven y habita ya en mí. "
  • El Papa Juan Pablo II nos dice que nuestra época presente tiene una especial necesidad de oración. "El nuestro es un tiempo difícil que tiene una especial necesidad de oración. En el curso de la historia muchos hombres y mujeres han nacido para ser testigos de la importancia de la oración consagrándose a sí mismos a la alabanza de Dios y a la vida de oración, especialmente en monasterios y conventos. Ahora, también, en nuestros años se ha estado viendo un crecimiento en el número de gente que, en un sin número de grupos y movimientos jamás conocido, están dando una prioridad a la oración y buscando en la oración una renovación de su vida espiritual. Esta es una señal significativa y confortante, porque desde la experiencia está viniendo una contribución real a la renovación de la oración entre los fieles, que han sido ayudados a obtener una más clara idea del Espíritu Santo como el que inspira en los corazones un profundo anhelo por la santidad.

    "En muchos individuos y en muchas comunidades, hay un creciente despertar de que, incluso con todo el rápido progreso de una civilización tecnológica y científica, y a pesar de las conquistas reales y metas logradas, el hombre está amenazado, la humanidad está amenazada. De cara a este peligro, y en realidad experimentando ya la traumática realidad de la decadencia espiritual del hombre, individuos y comunidades enteras, como si fueran guiados por un sentido interior de fe, están buscando la fuerza para promocionar al hombre de nuevo, para salvarle de sí mismo, de sus errores y equivocaciones que a menudo hacen dolorosos sus más altos logros. Y así están descubriendo la oración, en la que 'el Espíritu que nos ayuda en nuestras debilidades' se manifiesta a sí mismo. De esta manera los tiempos que estamos viviendo están haciendo al Espíritu Santo más cercano a los muchos que están volviendo a la oración. Y confío que todos encontrarán en la enseñanza de esta Encíclica alimento para su vida interior, y que conseguirán prosperar en su crecimiento, bajo la acción del Espíritu, en su dedicación a la oración en armonía con la Iglesia y su Magisterio." 2
  • La vida de oración requiere una actitud de escucha. El hermano David Steindl-Rast, O.S.B. nos habla sobre el papel de escuchar en la vida espiritual: "La palabra clave de la disciplina espiritual que yo sigo es 'la escucha'. Esto significa una clase de escucha especial, un escucha con el propio corazón. Escuchar de esta manera es la clave para la tradición monástica en la que vivo. La primera palabra de todas en la Regla de San Benito es '¡escucha!' -'¡Ausculta!'- y todo el resto de la disciplina Benedictina crece saliendo de este gesto inicial de todo un corazón escuchando, como un girasol crece desde su semilla.

    "La espiritualidad Benedictina por su parte está enraizada en la tradición bíblica más amplia y más antigua. Pero aquí, también, el concepto de escuchar es central. En la visión bíblica todas las cosas han llegado a existir por la Palabra creativa de Dios; toda la historia es un diálogo con Dios, que habla al corazón humano. La Biblia ha sido admirada por proclamar con enorme claridad que Dios es Uno y Transcendente. Sin embargo, lo que es todavía una visión más admirable del genio religioso reflejada en la literatura bíblica es la intuición de que Dios habla. El Dios transcendente se comunica a sí mismo a través de la naturaleza y a través de la historia. El corazón humano está llamado a escuchar y a responder.

    "Una escucha dócil es la forma que la Biblia da a nuestra búsqueda religiosa básica como seres humanos. Esta es la búsqueda de una vida humana plena, de la felicidad. Es la búsqueda por el sentido de las cosas, porque nuestra felicidad no se sostiene en la buena suerte; se sostiene en la paz del corazón. Incluso en medio de lo que llamamos mala suerte, en medio del dolor y del sufrimiento, podemos encontrar la paz del corazón, si encontramos el sentido de todo ello. La tradición bíblica señala el camino proclamando que Dios nos habla en y a través incluso de los más intrincados acontecimientos. Escuchando en profundidad el mensaje de cada momento que se nos da seré capaz de penetrar la auténtica Fuente del Significado y entender el significado visible de mi vida.

    "Escuchar de esta forma significa escuchar con el propio corazón, con todo nuestro ser. El corazón permanece como el centro de nuestro ser en el que de echo somos 'un todo unificado'. Un todo con nosotros mismos, no dividido en inteligencia, voluntad, emociones, o en mente y cuerpo. Un todo con todas las creaturas, porque el corazón es ese dominio en el que estoy íntimamente unido a todo. Un todo con Dios, la fuente de vida, la vida de mi vida, se asienta en el corazón. Para poder escuchar con mi corazón, tengo que volver una y otra vez a mi propio corazón a través de un proceso de consolidación considerando las cosas desde el interior del corazón mismo. Cuando escuche con mi corazón, encontraré el sentido de todo."3
  • Aquí tenemos una oración de San Ignacio de Loyola:
    Alma de Cristo, santifícame
    Cuerpo de Cristo, sálvame
    Sangre de Cristo, embriágame
    Agua del costado de Cristo, lávame
    Pasión de Cristo, confórtame
    Dentro de tus llagas escóndeme
    Oh buen Jesús, óyeme
    No permitas que jamás me separe de Ti
    De las asechanzas del enemigo defiéndeme
    en la hora de mi muerte llámame
    y mándame ir a Ti
    Que con tus santos pueda alabarte
    Por los siglos de los siglos. Amén.4
  • El Cura de Ars, San Juan Vianney, tiene unas palabras muy claras para nosotros sacerdotes en lo que se refiere a la oración: "Lo que nos aleja a los sacerdotes de alcanzar la santidad es la falta de atención. Nos molesta tener que separar nuestras mentes de las cosas exteriores. Tenemos necesidad de una reflexión profunda, de una oración continua y de una unión íntima con Dios."5
  • El padre Henri Nouwen, uno de los escritores de espiritualidad más conocidos de nuestros tiempos, nos cuenta una historia íntimamente relacionada con las palabras de San Juan Vianney: "No hace mucho me encontré con un sacerdote de parroquia. Después de describir su caótica agenda -servicios religiosos, clases, recepciones y comidas de trabajo, reuniones de planificación -me dijo lamentándose, 'sí, pero hay demasiados problemas.' Cuando le pregunté, '¿qué problemas?', estuvo en silencio por unos minutos y luego más o menos entre dudas dijo, 'imagino que el mío propio.' En realidad, su desmesurada actividad parecía en su mayor parte motivada por el temor de lo que él descubriría cuando hiciera un alto en su vida. Y de echo decía, 'imagino que estoy ocupado para evitar una dolorosa puesta de atención sobre mí mismo.' "6
  • El Rosario ha sido tradicionalmente una popular y poderosa forma de orar. El Papa Pablo VI nos dice: "El Rosario es una oración evangélica, centrada en el misterio de la Encarnación. El Rosario es por tanto una oración con una orientación claramente Cristológica -el Jesús que cada Ave María nos recuerda es el mismo Jesús que se nos ofrece en la sucesión de los misterios... Por su naturaleza la recitación del Rosario nos invita a un ritmo tranquilo y paso constante, ayudando a la persona a meditar en los misterios de la vida del Señor tal como fueron vistos por los ojos de ella la que estuvo más cerca del Señor. De este modo se nos revelan las riquezas incomprensibles de estos misterios." 7
  • Uno de los más distinguidos teólogos de nuestros tiempos, Hans Urs Von Balthasar, dice: "Todos esos que consideran la contemplación cristiana pasada de moda y se vuelven a los valores del mundo para darles un dinamismo nuevo son víctimas de una ilusión. Sólo 'en Cristo' las cosas consiguen su absoluto significado y fin" 8
  • Thomas Merton nos recuerda que el amor tiene que estar en lo más íntimo de nuestra oración: "La característica innata de la meditación religiosa es que consiste en una búsqueda de la verdad que salta desde el amor y que se afana en la consecución de la verdad no sólo por el conocimiento sino también a través del amor. Es por tanto una actividad intelectual que es inseparable de una profunda consagración del espíritu y de un esfuerzo de la voluntad. La presencia del amor en nuestra meditación intensifica nuestro pensamiento añadiéndole en su profundidad una característica afectiva. Nuestra meditación se enriquece con el amoroso reconocimiento del valor escondido en la verdad suprema que la inteligencia está buscando. El esfuerzo afectivo de la voluntad eleva las almas por encima del nivel de especulación y hace de nuestra búsqueda de la verdad una oración llena de amor reverente y un intento de adoración capaz de atravesar la nube oscura que existe entre nosotros y el trono de Dios. Combatimos esta nube con súplicas, lamentamos nuestra pobreza, nuestra incompetencia, adoramos la misericordia de Dios y sus más altas perfecciones, nos dedicamos por entero a su alabanza." 9
  • El mejor camino para orar es ese método que en cada momento particular parece el más capaz de ponernos en contacto con Dios. Para una persona puede ser una lectura meditada -por ejemplo, un reflexión hecha oración sobre un pasaje escogido de la Biblia. Podemos orar sobre tantos pasajes como nos parezcan fructíferos dentro de un particular tiempo de oración. Para otro, el mejor método aquí y ahora puede bien ser una sencilla conversación con Dios a cerca de los acontecimientos de la propia vida. Otra persona puede escoger una reflexión sobre las palabras de una de sus oraciones favoritas. Orar tratando de representarnos alguna escena de la vida de Cristo es otro método muy popular. Todos los arriba indicados son métodos comunes usados para hacer una oración meditada. Tener un sentido interiorizado de que Dios se hace presente a nosotros y nosotros a Dios, y llegar a entender que esto ocurre en una atmósfera de amor -esto es lo más importante. El método de oración que usemos en cada momento particular debería servir al máximo para lograr este propósito.

    No importa qué método de oración use, mis oraciones deberían ser siempre Trinitarias y Cristocéntricas. Debería esforzarme siempre por entender que el Padre me habla a través de Cristo en el Espíritu Santo, y que yo respondo al Padre a través y con Jesús en el Espíritu Santo.

    A medida que se desarrolla la oración, ordinariamente se hace más simplificada. Incipientes en la vida de oración a menudo experimentan numerosas ideas e imágenes relacionadas con Dios y la cosas de Dios junto con varios actos de la voluntad. A medida que la oración se desarrolla, ordinariamente sucede un proceso de simplificación que consiste en tres partes. Primero, los actos de la inteligencia se hacen menos numerosos, hasta incluso el punto de que predomina claramente una idea. Los actos de la voluntad también se reducen, y lo que se refiere al amor crece más y más, y de modo condensado, abarca todos los otros movimientos de la voluntad. Finalmente, el proceso de simplificación de la oración alcanza y motiva todo en la vida de una persona. La persona ve la vida armoniosamente unificada en Cristo, y esta visión simplificada da un sentido de concentrada aspiración y fortaleza a la existencia del individuo como nunca existió con anterioridad.

    La oración y su proceso de crecimiento no eliminan todas las dificultades. El sendero de la oración, como el de la vida espiritual en general, no es siempre llano. A veces encontramos pequeños sufrimientos en su trayectoria; a veces el dolor es más intenso. Pero los sufrimientos, si somos capaces de aceptarlos adecuadamente, están diseñados para que nos guíen a una mayor unión con Dios. Es una vez más la tensión de vivir el misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo.

    Una de las dificultades comunes encontradas en la oración es la de lidiar con las distracciones. Es sólo en la más alta oración mística, en la que Dios toma especial posesión de las facultades, que las distracciones están completamente ausentes. En los niveles más ordinarios de la oración, siempre tendremos que lidiar con las distracciones. El reto, pues, es esforzarnos por evitarlas cuando ocurren. Una concentración preferente en Dios y en las cosas de Dios es aún posible incluso cuando las distracciones vengan y vayan.

    La sequedad en la oración es otro sufrimiento bastante común. A veces, Dios ofrece dulces consuelos al comienzo de la vida de oración para ayudar a que la persona se inicie en la gratificante pero ardua tarea de la vida de oración. A menudo, a manera que la oración progresa, los periodos de consolación emocionalmente sentidos pueden hacerse menos frecuentes. Una sequedad de las emociones se hace notablemente presente. La persona, enraizada en la práctica de la oración, ahora es lo suficientemente fuerte para continuar en ella aunque los tiempos de consuelo emocionalmente sentidos puedan ser menos frecuentes. Uno está aprendiendo a buscar a Dios más que el agradable regalo de su consuelo. En la búsqueda de Dios, la persona también recibirá consuelos del modo que Dios elija otorgarlos.

    De todas las dificultades encontradas durante la oración, por seguro que lo más doloroso es experimentar a Dios como pareciendo que está distante. Este sufrimiento se hace tan profundo porque nos golpea en lo que está en lo más íntimo de la oración -el echo de que la oración es un especial encuentro con Dios en el que yo me esfuerzo por experimentar a Dios con elevada consciencia.

    Dos son las razones básicas por las que Dios puede parecer estar distante. Dios puede realmente estar más distante porque la persona está en pecado. Hay algo realmente importante que la persona está haciendo y no debería, o algo que él o ella deberían estar haciendo y no lo hacen. La solución a esta dificultad es clara. La corrección es la acción que debería tomarse. Si, de cualquier manera, después de un examen personal honesto no se encuentra ninguna acción u omisión de especial significación, él o ella pueden estar razonablemente seguros que esto es una prueba relacionada con el proceso de crecimiento de la oración. Pasando esta prueba con éxito, la persona descubrirá que la oscuridad relativa se ha convertido en una luz mayor, y que experimenta ahora una más íntima unión de amor con Dios en Cristo.
  • La Eucaristía es la oración por excelencia. Oremos para conseguir la gracia de ofrecer el Santo Sacrificio profundamente unidos al Corazón Eucarístico de Jesús, este Jesús con quien y a través de quien adoramos, agradecemos, pedimos, y satisfacemos al Padre en el Espíritu Santo.

   

El cristiano y el mundo

El crecimiento en la vida de oración no sólo intensifica nuestra amistad con Dios en Cristo, sino que intensifica también nuestra amistad con todos los miembros de la familia humana. La oración penetra nuestra determinación de poner lo que está de nuestra parte para que el mundo sea un lugar más habitable para nosotros y para todos nuestros hermanos y hermanas.

Dios nos llama a compartir su amor por la creación. El crecimiento en Cristo desarrolla nuestra comprensión de esta verdad. Los cristianos debiéramos tener un amor más profundo por el mundo que los no creyentes. Todo lo que es bueno y verdadero y bello, todo lo bueno que los humanos alcanzamos en esperanza, todas las posibilidades de nuestro auténtico progreso terreno, todos los esfuerzos dignos y sueños entusiastas del corazón humano por un mundo mejor -sí, el cristiano debiera ansiarlo más intensamente que los no creyentes. ¿Por qué? Porque el cristiano sabe que el mundo pertenece a Cristo. El cristiano sabe que la búsqueda de la familia humana por alcanzar lo verdadero, lo bueno, y lo bello es realmente una búsqueda de Cristo. El cristiano sabe que todo esfuerzo auténtico de progreso que la familia humana toma, marca un entendimiento más profundo del proceso evolutivo de Cristo donde la familia humana y el mundo están más enteramente unidos al centro y corona del universo -Cristo mismo.

Obviamente, no amamos ni abrazamos la dimensión pecaminosa del mundo. Una santa tristeza debiera invadirnos cuando reflexionamos sobre la depravación pecaminosa que adultera la Imagen Crística del mundo. Sin embargo, no rechazamos un compromiso secular por motivo de la pecaminosidad del mundo. Tenemos que comportarnos de una forma diferente a como la mayor parte del mundo piensa y actúa, más aún tenemos que ser diferentes de manera que ello no nos evada de nuestra responsabilidad hacia lo secular. Todos nosotros, ya vivamos dentro de los muros de un monasterio o en el bullicio del corazón de una ciudad, tenemos esta responsabilidad -cada uno en su propio estilo.

   

Pensamientos sobre la Eucaristía

 

  • Fr. David Turaldo nos ha dejado estas palabras sobre la Eucaristía: "El Señor Jesús consumió su existencia histórica y terrena en un darse a sí mismo. Luego se quedó bajo la forma de pan y vino, para que todos podamos comerlo y beberlo y vivir.

    "Habiendo ganado todas la cosas para sí por la experiencia de su muerte, se ha convertido en el origen de una creación cuya bondad y belleza están basadas en un armonioso equilibrio llevado a cabo desde la reconciliación por él y en él.

    "La persona que se alimenta de esta vida entregada y de esta comida sólida que es el cuerpo y la sangre de Cristo, adquiere conciencia de estar enraizada en Cristo. Este despertar constituye el centro de todas las posibilidades del ser humano -que, revestido con una luz nueva, constituye la identidad de la persona 'conformada a la Imagen del Hijo'.

    "La persona desarrolla un poder luminoso en el cosmos objeto de esta vida entregada tomando progresivamente su morada en él.

    "Entregando humildemente sus energías a esta presencia eucarística, la persona colabora en el trabajo inmenso y maravilloso de Dios para lograr la unidad de todos."10
  • El Papa Juan Pablo II nos recuerda que la Eucaristía construye la Iglesia: "Es una verdad esencial, no sólo de doctrina sino también de vida, que la Eucaristía construye la Iglesia, edificándola como la auténtica comunidad del Pueblo de Dios, como la asamblea de los creyentes, llevando la misma marca de unidad que fue compartida por los Apóstoles y los primeros discípulos del Señor. La Eucaristía edifica siempre de manera nueva esta comunidad y unidad, construyéndola y regenerándola siempre en las premisas del Sacrificio de Cristo ya que conmemora su muerte en la Cruz, el precio por el que nos redimió. Así, en la Eucaristía entramos en contacto con el verdadero misterio del Cuerpo y Sangre del Señor, como es afirmado por las mismas palabras usadas en su institución, las palabras con las que constantemente celebran la Eucaristía los que son llamados a este ministerio en la Iglesia."11

   

Pensamientos sobre el Sacerdocio

  • Ya sea la cabeza de la parroquia o sea lo que sea, el sacerdote tiene que tener como su único deseo amar a Dios con todo su ser y amar a su prójimo como a sí mismo. No es el poder ni el ser considerado lo que busca el sacerdote, sino más bien ser uno con Cristo y actuar en su nombre. Lo mismo que Cristo actuó antes que él, el sacerdote tiene que actuar por el amor y la gloria del Padre, no por el poder, el dinero, el reconocimiento, o un título. El sacerdote actúa en nombre de Cristo. Como hizo Jesús antes que él, el sacerdote debe concentrarse en servir no en ser servido. Como hizo Jesús antes que él, el sacerdote tiene que actuar siempre por amor.
  • El Padre Robert Schwartz comenta: "Ya que la Eucaristía es el fundamento, la fuerza dinámica y el objetivo del ministerio sacerdotal, los sacerdotes simultáneamente son alimentados ahí del Cristo servidor y ofrecen este mismo alimento a los demás como el más excelente servicio que les pueden prestar. Además, en tanto en cuanto todo servicio eclesial implica participación en la vida y misión del mismo Jesús, el liderazgo-servicio que es lo más característico del ministerio presbiteral es también eucarístico en su origen al igual que en su expresión. La respuesta de la asamblea al ministerio eucarístico de los sacerdotes puede ser una profunda invitación a la unión con Cristo, mientras la gente evoca y afirma la identidad sacerdotal de sus ministros."12
  • El Padre Jean Galot, S.J. nos da estas intuitivas palabras sobre el sacerdocio: "Cristo exige de los Doce una consagración más plena, más semejante a la suya. El los llama para que lo dejen todo y le sigan y así los asocia más íntimamente a su propia Encarnación

    "La consagración, también, establece una unión especial entre los sacerdotes y el misterio redentor de Cristo. Ya que Jesús lleva su propia consagración a plenitud a través del sacrificio, esos a los que él reviste de su poder pastoral son llamados a llevar a cabo en ellos mismos la definición del buen pastor que da su vida por su rebaño. Los sacerdotes no pueden limitar su ofrenda sacrificial a la celebración ritual de la Eucaristía. Los sacerdotes están llamados a comprometerse ellos mismos de una manera total haciendo esa ofrenda completa de sí mismos que la Eucaristía implica para sus propias vidas personales. Su entrega al sacrificio no es simplemente la propuesta a todo cristiano en virtud del sacerdocio universal sino la exigida de ellos por una consagración que es específicamente la propia del sacerdote.

    "En lo que toca a la misión del sacerdote, es totalmente una expresión de la Encarnación redentora en su aspecto pastoral. La Encarnación es revelada en esta misión porque los poderes otorgados a los sacerdotes para ser ejercidos en nombre de Cristo son poderes divinos: el poder de transmitir con autoridad la verdad revelada, el poder de ofrecer el propio sacrificio de Cristo en la Eucaristía, el poder de perdonar los pecados y de ser mediador de la santidad de Cristo, el poder de guiar la comunidad y animar el desarrollo de un reino que es el propio reino de Dios. Así, el sacerdote se manifiesta como el hombre de Dios, el hombre en quien Dios actúa con un poder especial.

    "El ministerio sacerdotal también lleva la redención a plenitud debido al lazo indisoluble que Cristo establece entre servicio y sacrificio. El Hijo del Hombre ha venido a servir y a entregar su vida como rescate por la humanidad. El prolongar este servicio del Hijo del Hombre y el hacerlo disponible a todos en cada época y lugar significa prolongar al mismo tiempo el sacrificio que comunica libertad. Todos los aspectos del ministerio sacerdotal llevan la marca distintiva del sacrificio. El sacerdote no puede transmitir la verdad y la vida de Cristo, ni vivir su amor pastoral, sin una profunda entrega al camino de la cruz."13

   

Reflexiones sobre la Escritura

  • La Felicidad ahora. "Alégrense en el Señor en todo tiempo. Les repito: alégrense, y den a todos muestras de un espíritu muy comprensivo. El Señor está cerca, no se inquieten por nada, En cualquier circunstancia recurran a la oración y a la súplica, junto a la acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que es mucho mayor de lo que se puede imaginar, les guardará su corazón y sus pensamientos en Cristo Jesús." (Fil. 4,4-7).

    Algunas personas miran a la religión como una forma de esclavitud. La religión, arguyen estas gentes, pone trabas a los deseos que uno tiene de vida plena, de placer, y de felicidad. La religión, continúan, hace a uno temeroso, fuerza a uno a introducirse en un molde rígido de un haz-esto o no-hagas-esto que limita e incluso asfixia el esfuerzo de la persona por conseguir el desarrollo de una personalidad plena. Cualesquiera que sean las causas que hacen llegar a este punto de vista, una actitud de este estilo falsifica por completo la naturaleza de la auténtica religión.

    Jesús ha venido a hacernos felices, no a hacernos participar en un religión que destruye la dimensión de la alegría de la vida humana. Jesús ha venido a incrementar nuestra capacidad de plenitud auténtica, no a limitarnos con una religión que mientras estimula un encerrarse en sí mismo morboso, destruye las posibilidades del propio crecimiento saludable. Jesús ha venido a mostrarnos el camino del gozo auténtico, no a presentarnos una religión que parezca sospechosa o escéptica en todo esto. Y la felicidad y plenitud que Jesús ha venido a darnos se entienden que son para esta vida y no sólo para la vida eterna. El cristianismo es una religión que da una felicidad en el aquí-y-ahora que se desarrolla en el futuro y una felicidad eterna que satisface nuestros más profundos deseos de vivir en plenitud.

    Jesús no nos ha dicho que el proceso de conseguir la felicidad sea sin dolor y sufrimiento. Jesús fue el hombre más feliz que haya jamás caminado por la tierra. Y fue también quien primero que nadie sufrió lo indecible. Observando la vida del mismo Jesús, pues, nos enfrentamos con esta innegable verdad cristiana: el sufrimiento, incluso el sufrimiento profundo, no es incompatible con una felicidad intensa. Por el contrario, ya experimentemos sufrimiento o cualquier otra cosa, tales experiencias son medios supuesto que estamos viviendo en Cristo Jesús.

    El Cristiano que no es fundamentalmente feliz presenta, pues, una contradicción. El o ella afirman ser seguidores de Jesús que nos ha prometido una vida más abundante y la felicidad. Para eliminar esta contradicción, un cristiano así tiene que mirarse un poco a sí mismo, él o ella no necesitan una felicidad básica porque algo es incompleto en el mensaje de Jesús. La persona necesita felicidad porque le está faltando algo en ella misma. De una manera u otra, por una razón u otra, la persona ha fallado en la adecuada asimilación del mensaje del evangelio. El evangelio es la buena noticia. Jesús nos invita a escuchar a su evangelio, a responder a él, a vivirlo cada vez más plena y dinámicamente. Jesús nos dice que si hacemos así, experimentaremos una paz y felicidad más allá de lo que nuestra capacidad puede abarcar. Nosotros sabemos que Jesús no miente, que Jesús no engaña, que Jesús no despierta cruelmente las esperanzas de sus seguidores y luego los desilusiona en el cumplimiento de su realización. De nuevo, pues, si un cristiano no es feliz él o ella tienen que mirarse a sí mismos y preguntarse por qué. La persona no debiera hacerse esta pregunta en soledad, sino más bien en compañía de Jesús. Y Jesús ayudará a esta persona a encontrar la respuesta. Jesús le ayudará a remediar la situación.
  • La delicada preocupación de Dios. En Isaías leemos:

"Pero, ¿puede una mujer olvidarse del niño que cría,
o dejar de querer al hijo de sus entrañas?
Pues bien, aunque alguna lo olvidase,
¡yo nunca me olvidaría de tí!"
(Is 49:15)

Una de las experiencias humanas más maravillosas y gratificantes es sentirse amado y querido por otro. La pareja en el matrimonio, los padres y los hijos, los amigos -todas estas personas experimentan la ternura de una relación personal, una relación amorosa que cala hondo y hace a la persona amada sentirse en un estado de vida confortable. La persona que es amada, consiguientemente, siente una sensación de euforia de que su singularidad es en realidad atractiva para otro. La persona se siente inspirada a desarrollar su singularidad, a ser y llegar a ser todo lo que está en el maravilloso designio de Dios. El amor de Dios por cada uno de nosotros, obviamente, sobrepasa con creces toda capacidad de la persona humana en mostrarnos el cuidado que tiene de nosotros. El amor de todas las madres por sus hijos, el amor que se expresan uno al otro todos los maridos y esposas del mundo, el amor de amistad que ha unido a personas de todas las edades y todas las culturas a lo largo de todos los siglos -toda esta inmensa y acumulada belleza y dinamismo del amor humano no iguala el amor de Dios por cada uno de nosotros. Supuesto que esto es cierto, ¿por qué no nos sentimos más plenamente vivos, más asombrados de la belleza de la vida, más entusiastas por llevar a cabo las muchas posibilidades que Dios nos ofrece de ser y hacernos cristianos de manera más plena? Si Dios nos ama tan profunda y tiernamente, ¿por qué deberíamos estar preocupados o ansiosos? Si Dios nos ama tanto, ¿por qué permitimos que la tristeza arruine nuestros días? Si Dios todo-poderoso nos quiere tan íntimamente, ¿qué problema, o tentación, o dificultad va a ser tan grande que pueda vencernos? Si el amor maravilloso de Dios nos impulsa a un mayor crecimiento, ¿por qué a veces respondemos con tanta flojera? En pocas palabras, ¿por qué a veces nos encerramos en nosotros mismos de tantas formas y nos negamos a abrirnos a los toques del amor amistoso, delicado, compasivo y cuidadoso de Dios?

  

María y el Espíritu Santo

El último Arzobispo de Méjico Luis M. Martínez habla con un fuerza extraordinaria de la esperada cooperación de María con el Espíritu Santo en lo que se refiere a la imitación de Jesús en nosotros: "la vida cristiana es la imitación de Jesús en las almas

"Ahora, ¿cómo será llevada a cabo esta imitación mística en las almas? De la misma manera en que Jesús vino al mundo, porque Dios imprime una maravillosa marca de unidad a todos sus trabajos. Los actos divinos tienen tal riqueza de variedad porque son el trabajo de la omnipotencia; por otra parte, brilla en ellos la más perfecta unidad porque son el fruto de la sabiduría; y este contraste divino de unidad y variedad sella los trabajos de Dios con una belleza tan sublime que es imposible de describir.

"En su nacimiento milagroso, Jesús fue el fruto del cielo y de la tierra... el Espíritu Santo ofreció la fecundidad del Padre a María, y las entrañas virginales nos proporcionaron de manera inefable nuestro más tierno Salvador, la Semilla divina, como le llamaron los profetas

"Esta es la forma cómo El es imitado en las almas. El es siempre el fruto del cielo

y de la tierra.

"Dos artífices tiene que colaborar en el trabajo que es a la vez la perfección de Dios y el más excelente logro de la humanidad: el Espíritu Santo y la santísima Virgen María. Las almas necesitan dos santificadores, el Espíritu Santo y la Virgen María, porque ellos son los únicos que pueden reproducir a Cristo en nosotros.

"Indudablemente, el Espíritu Santo y la Virgen María nos santifican de modo diverso. El primero es el Santificador por esencia; porque él es Dios que es santidad infinita; porque él es Amor personal que completa, por así decirlo, la santidad de Dios, llevando a consumación su vida y su unidad, y pertenece a El el comunicar a las almas el misterio de esa santidad. La Virgen María, por su parte, es la cooperadora, el instrumento indispensable en y por el designio de Dios. De la relación maternal de María al cuerpo humano de Cristo se deriva su relación a su Cuerpo Místico, que se está formando a través de todos los siglos hasta el final de los tiempos cuando sea levantado a los cielos, bello, espléndido, completo y glorioso.

"Así pues, el Espíritu Santo y María, son los dos artífices indispensables de Jesús, los santificadores indispensables de las almas. Cualquier santo en el cielo puede cooperar en la santificación de un alma, pero su cooperación no es necesaria, ni profunda, ni constante: mientras que la cooperación de estos dos artífices de Jesús, de los que justamente hemos estado hablando, es tan necesaria que sin ella las almas no son santificadas (y esto por el designio auténtico de la Providencia) y tan íntima que alcanza las profundidades más escondidas de nuestra alma. Porque el Espíritu Santo derrama el amor en nuestro corazón, hace su morada en nuestra alma, y dirige nuestra vida espiritual por medio de sus dones. La Virgen María tiene la influencia eficaz de Mediadora en lo más profundo y delicado de las actuaciones de la gracia en nuestras almas. Y, finalmente, la acción del Espíritu Santo y la cooperación de la Virgen María son constantes; sin ellas, ni un simple rasgo de Jesús sería impreso en nuestras almas, ni crecería ninguna virtud, ni se desarrollaría ningún don, ni aumentaría la gracia, ni se fortalecerían los lazos de unión con Dios en el rico florecimiento de la vida espiritual.

"Estos son los puestos que el Espíritu Santo y la Virgen María tienen en la obra de la santificación. Por tanto, la piedad cristiana debiera poner a estos artífices de Cristo en su auténtico lugar, haciendo que la devoción que los debemos sea una actividad necesaria, profunda y constante."14

  

Ser libre

Si vamos a seguir la guía del Espíritu Santo como deberíamos, tenemos que poseer una libertad espiritual lúcida. Con esto queremos significar que tenemos que ser suficientemente libres en lo que se refiere a personas, a lugares, a ocupaciones -a todo- para que podamos oir la voz del Espíritu y responder como deberíamos. Puesto de otra manera, tenemos que estar continuamente esforzándonos por relacionarnos con las cosas de acuerdo a la voluntad de Dios. Obrar así es ya seguir la guía del Espíritu; obrar así es también hacernos a nosotros mismos más libres, más sensibles a las orientaciones del Espíritu.

Algunos poseen suficiente libertad (con su proporcionada consciencia) para oir lo que el Espíritu está diciendo; pero no son suficientemente libres para hacer lo que el Espíritu Santo les pide aquí y ahora. Puede ser cuestión de clarificarse y liberarse uno mismo de un hábito personal, o de iniciar cierta forma de actuar. La persona, sin embargo, no es suficientemente libre para responder a la insinuación del Espíritu.

Por la forma en que estamos usando la frase "libertad espiritual," no queremos insinuar que la persona no es responsable cuando esta libertad no es operativa. Simplemente queremos decir que dado los afectos desordenados, la persona no usa adecuadamente su voluntad libre en lo que se refiere a las insinuaciones del Espíritu Santo.

A veces las cadenas de nuestra cautividad poseen tal fuerza que sólo con un esfuerzo extraordinario conseguimos liberarnos de ellas. Una vez libres, nos sentimos asombrados por la vitalidad de un sentido nuevo de espiritualidad. Decidimos proteger a toda costa nuestra libertad nuevamente encontrada.

Esos que se han visto privados de libertad política u otros tipos de libertad estiman profundamente estas libertades una vez conseguidas o reconquistadas. La libertad de la que estamos hablando, la libertad para hacer lo que Dios nos pida, es la libertad que nos invita al gozo más profundo, porque poseyendo esta libertad estamos logrando el objetivo de nuestra existencia. ¿No es éste un motivo para alegrarnos desde lo más profundo de nuestro corazón?

  

Las limitaciones

Nosotros somos creaturas finitas. Por este mismo echo tenemos un sin número de limitaciones y deficiencias. Tenemos que distinguir, sin embargo, entre las falsas limitaciones -esas que no debieran existir- y esas que legítimamente emergen de nuestra finitud.

Falsas limitaciones son esas que por razones muy diversas, nosotros mismos nos imponemos equivocadamente. Consideremos algunas de éstas. Está la limitación que nos pone en desventaja cuando perdemos el tiempo y nos comparamos nosotros mismos a otros. Decimos que si poseyéramos los talentos de esta o de esa persona, con seguridad que podríamos lograr grandes objetivos. Todo esto mientras de alguna manera desaprovechamos los dones que poseemos. Dejamos pasar numerosas oportunidades de servir a Dios y a los otros porque tontamente perdemos el tiempo y la atención lamentando el echo de que nos falta esta o esa otra cualidad.

También innecesariamente limitamos nuestras posibilidades para realizar algo cuando somos negligentes en ocasionar la adecuada motivación que permitiría un razonable desarrollo y afianzamiento de nuestros dones. El motivarnos a nosotros mismos de manera adecuada es algo por lo que tenemos que esforzarnos constantemente. La clase de motivación que nos introduce en determinado escenario de nuestras vidas y en una determinada situación de circunstancias puede bien no ser el exacto factor motivante que necesitamos en otros momentos del recorrido de la vida.

Hay muchas limitaciones que no tienen que existir. Hay también limitaciones que son inevitables. Hay, por ejemplo, situaciones que nos limitan el uso de los talentos que realmente poseemos, y poco o nada podemos hacer para cambiar las circunstancias. Otras veces cuando tenemos la oportunidad de poner por obra nuestros talentos nos damos cuenta, a veces con doloroso discernimiento, que se necesita mucho tiempo y mucha energía. Nos damos cuenta que tenemos que dejar mucho por hacer debido a tales impedimentos. Existen también esas situaciones en que, a pesar de nuestra buena voluntad, nos sentimos limitados en lo que podemos realizar a causa de la falta de interés e incluso oposición de esos a los que tratamos de servir.

Oremos para conseguir la gracia de distinguir las limitaciones que no necesariamente tienen que existir y esas que son inevitables. Oremos pidiendo la fuerza para eliminar esas limitaciones que no tienen que existir. Finalmente, pidamos valentía para afrontar esas circunstancias que van más allá de nuestra capacidad de cambiarlas.

  

Oh Dios, ayúdanos, por favor

La hermana María Rosa McGeady, presidenta de "Covenant House," (=La Casa de la Alianza) nos dice: "si tú te sentaras silenciosamente en la parte de atrás de nuestra capilla en "Covenant House" podrías notar un par de cosas.

"Primero advertirías que nuestra capilla es uno de los pocos lugares tranquilos en "Covenant House." Dado que es el mayor refugio de emergencia para niños sin hogar en todo el continente, "Covenant House" es un lugar bastante loco. Ayudamos a 1,200 niños por noche -niños encontrados en cualquier sendero de la vida y en cualquier parte del país. La mayoría de las noches hay ruido, montones de ruido que vienen de montones de dolor, de montones de alegría, de montones de desesperación y de montones de esperanza.

"Pero si te fueras a sentar en la capilla, escaparías a la mayor parte de ese ambiente.

"Lo que verías, sin embargo, es a un niño que, de vez en cuando, entraría respetuosamente, caminaría hasta el frente de la capilla y dejaría un trozo de papel en una caja especial -nuestra caja de oración.

"En estas tiras de papel, mis niños escriben sus observaciones a Dios...

"Esta mañana cuando fui a la caja el primer trozo de papel que tomé contenía esta conmovedora súplica: "¡Dios, ayúdame, por favor!"

"Me quedé inmóvil pegada al suelo... Como presidenta de "Covenant House", he encontrado miles de niños sin hogar. De alguna manera, todo lo que conozco de estos niños, todo lo que he llegado a amar y respetar de ellos estaba resumido en esa súplica de cuatro palabras:

"¡Dios, ayúdame, por favor!"

"Cada día encuentro cientos de niños que han sufrido todos los horrores imaginables (y algunos que ni te puedes imaginar) en sus casas y en la calle. Sus vidas son una historia de abuso tras otra, de degradación y de abandono.

"Y así, después de todo eso, se asombran si realmente alguien sabe que están sufriendo, o se preocupa de ellos.

"¡Dios, ayúdame, por favor!"

"Vienen a nosotros agotados, hambrientos, llenos de frío, desesperados -sin ninguna de las cosas básicas de la vida que todo niño tiene derecho a esperar. No es difícil entender por qué ellos gritan esta súplica...

"¡Dios, ayúdame, por favor!"

"Y así, consiguen todo lo que ellos pueden conseguir. Una de las experiencias más conmovedoras de mi vida ha sido escuchar estas súplicas tan especiales como parte de nuestros círculos de oración. A no ser que tú mismo hayas estado ahí, es casi imposible entender lo conmovedores que son esos momentos, oir a los niños leer las Escrituras y orar desde el fondo de sus corazones al Dios que permanece su amigo cuando han sido capaces de confiar en algún otro. En estos momentos que siempre valoraré como un tesoro, puedo casi oir sus corazones rotos que están siendo restablecidos y confortados mientras ellos oran:

"¡Dios, ayúdame, por favor!"15

No sólo los niños desamparados que vienen a "Covenant House" son los que tienen los corazones rotos. Todos nosotros tenemos los corazones heridos en un grado o en otro. No lo neguemos. No neguemos nuestra necesidad de ser sanados por el médico divino, Jesús, Nuestro Salvador y Señor. Y así, cada día cuando vengamos a la oración, vayamos al Corazón de Jesús. Descansando ahí, sintiéndonos amados y seguros, pidamos a Nuestro Señor que nos sane más y más para que seamos cada día más capaces de llevar a cabo la extraordinaria misión que El ha confiado a cada uno de nosotros.

¡Señor Jesús, ayúdanos, por favor!

  

San Juan de la Cruz

El padre Wilfred McGreal, O. Carm., nos da este pensamiento en lo que concierne a la enseñanza de San Juan de la Cruz:

"Juan no pidió que esos que él estaba guiando dieran la espalda a la vida. Lo que estaba diciendo era que Dios es todo: la naturaleza y la gente en sí mismos, son (como) nada. El modo como llegamos a amar a la gente y valorar nuestro planeta es verlos como Dios los ve en un amoroso, y atento cuidado. Juan no quiere que la gente pierda su identidad, porque después de todo es a la persona singular a la que Dios ama y está llamando a una relación de amistad. A lo que Juan es contrario es a poner algo antes que a Dios. Quiere que todos sean libres para que puedan volar con alas de águila, aunque un hilo de seda puede derribar a un águila. "Nada" es la auténtica libertad que significa separarnos de todo lo que es negativo en nuestras vidas y, sobre todo, liberarnos de la alienación."16

 

Acto de consagración

Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu Corazón, traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia, la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta. Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. ¡Corazón de Jesús yo pongo en Ti mi confianza!

Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal. Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo. Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al Padre en el Espíritu Santo.

  

Cartas

Querido P. Carter,

Quiero darle las gracias por haberme enviado el primer ejemplar de Pastores de Cristo de 1998.

He encontrado su publicación para los sacerdotes inspiradora de pensamientos y espiritualmente enriquecedora. He mandado cuatro de las cinco copias que me envió a los dos Rectores de nuestro Seminario Menor y Seminario de Filosofía, a los sacerdotes que están en contacto con nuestros sacerdote más jóvenes y con las vocaciones, y a nuestro convento en el Carmelo. Estoy seguro que lo apreciarán tanto como yo.

Le estaré inmensamente agradecido si pudiera enviarme 75 copias. Puede estar seguro que serán leídas ávidamente y con un enorme aprecio. También, le estaré enormemente agradecido si me envía tres copias de los doce primeros ejemplares que han aparecido en forma de libro.

Felicidades por este excelente apostolado. Continúe con este buen trabajo que está haciendo. Que María, nuestra santísima Madre, bendiga este su apostolado espiritual. He admirado y estimado mucho las citas que usted incluía del P. Angelo Amato, S.D.B. y del Cardenal Newman concernientes a nuestra Madre bendita.

Gracias de nuevo,
En el amor de Cristo
Armando Trinidad
Arzobispo de Lahore, Pakistan


Querido Padre,

Me ha pedido su Excelencia el Obispo Frances Gerard Brooks, D.D., que le dé las gracias por su reciente publicación.

En la última conferencia diocesana nuestro obispo informó a los sacerdotes de su reciente publicación, carta a los sacerdotes, y les ofreció para su examen las muestras que usted nos envió. La respuesta fue muy positiva, y muchos sacerdotes mostraron su deseo de recibir su carta con regularidad.

Su Excelencia me ha pedido que decida con usted la posibilidad de pedirle 60 copias de esta carta. Esto nos permitirá dar una copia a cada sacerdote, diácono y seminarista de la diócesis. Ello nos facilitará también ejemplares para distribuir en otros campos.

Rev. Niall Sheehan
Presbiterio de la Catedral
Newry, Northern Irelandd

  

NOTAS:

  1. Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).
  2. El Papa Juan Pablo II, Dominum et Vivificantem. Carta Encíclica, tomado de Las Encíclicas de Juan Pablo II, J. Michael Miller, C.S.B., editor, Our Sunday Visitor Publishing Division, Núm. 65.
  3. David Steindi-Rast, O.S.B., Un Corazón que Escucha, Crossroad, pp. 9-10.
  4. Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, Loyola University Press, pág. xvii.
  5. El Papa Juan XXIII, El Cura de Ars y el Sacerdocio, Carta Encíclica, Paulist Press, pág. 16.
  6. Henri Nouwen, El Curandero Herido, Doubleday, pág. 90.
  7. El Papa Pablo VI, La Devoción a la Santísima Virgen María, Carta Encíclica, United States Catholic Conference, Núm. 46-47.
  8. Hans Urs Von Balthasar, La Oración, Sheed and Ward, pág. 53.
  9. Thomas Merton, Un Lector de Thomas Merton, Thomas P. McDonnell, editor, Doubleday, pág. 325.
  10. David Turaldo, La Revelación del Amor, Pauline Books and Media, pág. 133.
  11. El Papa Juan Pablo II, Meditaciones de cada día, Editions Paulines, pág. 198.
  12. Robert M. Schwartz, Maestros al servicio del Pueblo de Dios, Paulist Press, pág. 145.
  13. Jean Galot, S.J., Teología del Sacerdocio, Ignatius Press, pp. 124-125.
  14. Arzobispo Luis M. Martínez, El Santificador, traducido por la Hermana M. Aquinas, O.S.U., Pauline Books and Media, pp. 5-7.
  15. Hermana María Rosa McGeady, Dios, ayúdame, por favor, Covenant House, pp. 5-7.
  16. Wilfred Mc.Greal, O. Carm., Juan de la Cruz, Triumph, pág. 59.

 

 

 

 

Pastores de Cristo

UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES

 

1998 - Ejemplar 3

El Pastor Principal del Rebaño

Cristo y el Mundo

"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.

Sí, el Buen Pastor ha entregado su vida por nosotros. Por medio de su muerte cruel y su gloriosa resurrección, Jesús nos ha dado una nueva vida. De hecho ha establecido un nuevo orden del mundo. El ha atraído todas las cosas a Sí mismo. San Pablo habla elocuentemente, en lo que a esto concierne, en su carta a los Colosenses:

El es la imagen del Dios que no se puede ver,
el Primogénito de toda la creación,
ya que en él fueron hechas todas las cosas;
las del cielo y las de la tierra;
lo visible y también lo invisible.
Gobiernos, Autoridades, Poderes y Fuerzas sobrenaturales.
Todo fue hecho por medio de él y para él.
El existe antes que todas las cosas y todo se mantiene en él.
Y él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, la Iglesia,
El es el principio,
y renació antes que nadie de entre los muertos
para tener en todo el primer lugar,
porque así quiso Dios que la Plenitud permaneciera en él.
Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe,
y por él, por su sangre derramada en la cruz,
Dios establece la paz
tanto sobre la tierra como en el cielo
(Col. 1,15-20).

Sí, Cristo al hacerse carne ha unido todo a El mismo, no sólo la familia humana, sino todo el orden del mundo. La actitud cristiana hacia los valores auténticamente humanos debiera ser por tanto obvia. El o ella debieran amar el mundo redimido por Cristo más de lo que le ama el no-creyente. El cristiano debiera ser el primero en amar todos los auténticos valores humanos. El cristiano debiera ser el primero en promover estos valores. Obviamente, el progreso auténtico de estos valores sólo puede existir de acuerdo al designio de Cristo, por más oculto que a veces parezca estar.

Sí, el cristiano debiera ser el primero en estar deseando sufrir por el progreso auténtico de la raza humana y del orden total del mundo. Y, ¿por qué? Volvemos a insistir Ðporque todo pertenece a Cristo.

El cristiano debería lamentar el que no todo es bueno en el orden temporal. El o ella deberían estar altamente disconformes de que haya tanta violencia, asesinatos, injusticia social, pasión de poder, venta de drogas, búsqueda del hedonismo, ruptura afectiva con Dios. Estos y otros males oscurecen tristemente el nombre y la imagen de Jesús, esa imagen que El imprimió en el mundo a través de su vida, muerte, y resurrección. El cristiano debería lamentar que el rostro cósmico de Cristo es así tan a menudo cubierto por el lastre pecaminoso de la vida diaria.

Sin embargo, en la vida diaria, en el orden temporal, no todo es malo. Más bien, es básicamente bueno procedente de la bondad creadora de Dios. Esta básica bondad y belleza han sido intensificadas por el esplendor del esfuerzo redentor de Jesús. Hay muchas cosas buenas en muchos corazones humanos, y esta bondad se manifiesta a sí misma en infinidad de formas.

El cristiano, lamentando el mal del mundo, pero alegrándose por su bondad y posibilidad de un mayor bien, tiene que sentirse inspirado a la acción. El o ella debieran amar profundamente al mundo porque pertenece a Cristo. El o ella debieran amar profundamente a la gente que habita este mundo, porque han sido redimidos por la Sangre sagrada de Jesús, y son tan valiosos y queridos a los ojos de nuestro Salvador, y hasta tal grado que nunca podremos llegar a comprender totalmente.

El amor del cristiano por la familia humana y el mundo que la rodea tiene que ser un amor operativo y eficaz. Impregnado con este amor, una persona tiene que estar deseando, llevarlo a cabo, y casos límites, morir por la causa de Cristo. Cualquiera que sea el estado de vida de uno -bien sea un activista social o un contemplativo enclaustrado- este es el privilegio y la responsabilidad del cristiano. El cristiano no puede estar entregado al amor de Jesús sin estarlo simultáneamente al amor de su prójimo y al entero orden del mundo dado por Dios.

Si el cristiano está para promover el bien del orden del mundo, uno debe sentirse libre para ello. Cuanto más libre se sienta, más puede ayudar a promover el progreso crístico del mundo. Debemos ser tan libres como para usar, o no usar, las cosas de este mundo, dependiendo de lo que la voluntad de Dios nos invita a hacer. En realidad, aquel que se involucra en los asuntos del mundo de acuerdo a la voluntad de Dios es quien ayuda a promover el auténtico progreso del mundo.

Aquí siguen varios pensamientos referidos a Cristo, el cristiano, y el mundo.

  • El rostro nos mira desde la página de una revista. Es el rostro de una niña pequeña, una huérfana de guerra. Hambre, soledad, miedo, sufrimiento físico -todo esto se nos revela en muy pequeños rasgos.

    La niña no ha colocado estas tribulaciones sobre ella misma. No, fuerzas sobre las que ella no tiene control han puesto estos pesados sufrimientos sobre sus pequeños hombros.

    Mientras miramos a la fotografía, ¿cuál es nuestra reacción? ¿Damos rápidamente vuelta a la página para encontrar un material más agradable? ¿Permanecemos en el fondo insensibles a lo que vemos? ¿Decimos que otros son los responsables, y por lo tanto, nosotros no tenemos responsabilidad sobre esos niños? O más bien, ¿estamos profundamente impresionados? ¿Tratamos de hacernos conscientes de que tenemos la responsabilidad de hacer algo para que el número de estos niños desolados decrezca en lugar de aumentar?

    La fotografía de la niña está ahí para que todos la veamos. ¿Qué imagen de nosotros mismos aparece después de nuestro particular tipo de reacción?
  • El Vaticano II nos recuerda que Cristo por su misterio pascual ha entrado en la historia del mundo, ha tomado esta historia y la ha recapitulado en sí mismo:

    "El Verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas, hecho El mismo carne y habitante en la tierra, entró como hombre perfecto en la historia del mundo, y la asumió y recapituló en sí mismo. El es quien nos revela que Dios es amor (1Jn.4,8), a la vez que nos enseña que la ley fundamental de la perfección humana, y por tanto de la transformación del mundo, es el mandamiento nuevo del amor.

    "Así pues a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inútiles. Al mismo tiempo advierte que esta caridad no hay que buscarla únicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria.

    "El, al sufrir la muerte por todos nosotros pecadores, nos enseña con su ejemplo a llevar la cruz que la carne y el mundo echan sobre los hombros de los que buscan la paz y la justicia. Constituido Señor por su resurrección, Cristo, al que ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra, obra ya por la virtud de su Espíritu en el corazón del hombre, no sólo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robusteciendo también, con ese deseo, aquellos generosos propósitos con los que la familia humana intenta hacer más llevadera su propia vida y someter la tierra a este fin.

    "Mas los dones del Espíritu Santo son diversos: si a unos llama a dar, con el anhelo de la morada celeste, testimonio manifiesto y a mantenerlo vivo en la familia humana, a otros les llama para que se entreguen al servicio temporal de los hombres y así preparen el material del reino de los cielos. Pero a todos les libera para que, con abnegación propia y el empleo de todas las energías terrenas en pro de la vida humana, se proyecten hacia las realidades futuras cuando la propia humanidad se convertirá en oblación acepta a Dios.

    "El Señor dejó a los suyos prenda de tal esperanza y alimento para el camino en aquel sacramento de la fe en el que los elementos de la naturaleza, cultivados por el hombre, se convierten en el cuerpo y sangre gloriosos, con la cena de la comunión fraterna y la degustación del banquete celestial."2

 

Nuestra vida en Cristo

  • El Papa Pablo VI nos habla de nuestra vida en Cristo: "Uno podría bien contemplar la 'marca distintiva' impresa en el cristiano; es un sello sobreañadido a la imagen divina ya naturalmente diseñada en el alma del hombre racional, ofreciéndole el rostro de Cristo con una claridad hasta ahora nunca conocida en que la faz del cristiano se convierte cuando es estampada con esta imagen mística.

    "Es una maravillosa antropología, a menudo muy poco entendida por el pensamiento del hombre que se hace cristiano. En realidad, la tendencia actual a la secularización o a descuidar los valores y deberes religiosos, nos lleva a no poner atención a la fisonomía cristiana forjada por el carácter sacramental, de tal manera que a menudo se enmascara (ya que no se puede borrar) con una apariencia profana.

    Esto se convierte casi por completo en un retorno a lo puramente natural o incluso actitud pagana, el hecho de olvidar que la apelación de 'cristiano' no es simplemente nominal sino real, implicando una aceptación de la vida de Cristo, un acto decisivo para quien le sigue, entregándose a El incondicionalmente Ð si no quiere traicionar la dignidad de su título- para ser fiel, aceptar las inseguridades y dar testimonio (He.11,26; 1Pe. 4,16).3
  • Aquí mostramos algunos versos de un poema de Santa Teresa de Lisieux, que ha sido recientemente declarada doctora de la Iglesia por el Papa Juan Pablo II:

Estoy unida sólo a Ti, Jesús.
A tus brazos corro y en ellos me escondo.
Quiero amarte como un niño pequeño.
Quiero luchar como un valiente gladiador.
Como un niño rebosante de pequeñas atenciones,
Señor, quiero llenarte de caricias y besos,
Y en la ocupación de mi apostolado,
Me entrego a mí misma a la lucha como un gladiador! ...
Tu corazón que conserva y reaviva la inocencia
No traicionará mi confianza!
En Ti, Señor, descansa mi esperanza.
Después de este destierro iré a verte al Cielo...
Cuando se levanta la tormenta en mi corazón,
Elevo mi mirada a Ti, Jesús.
En tu mirada compasiva,
Leo: "Hija, para ti he hecho los Cielos".
Sé muy bien, que mis gritos y mis lágrimas
Están ante ti, todos radiantes de fascinación,
Los serafines en el Cielo forman tu corte,
Y aún así todavía ansías mi amor!...
Tú quieres mi corazón, Jesús, y yo te lo doy.
Someto todos mis deseos a ti,
Y a todos los que amo, oh Esposo mío, Rey mío,
Desde ahora en adelante sólo quiero amarles a través de tí.4

  • Aquí está un retazo de un diario espiritual: "Y abrí mi corazón, pero esperé y me sentí suspendida en medio del aire porque mi único deseo era abrazarle y sentía como que El no venía. Yo sufría y sufría y sólo quería experimentarle con esta sobreabundancia de su gracia. Luego, su gracia cubrió mi alma fatigada y El habitó en mí de una forma realmente maravillosa. El Esposo se me dio a conocer y luego se sentía como si esta intensidad se había ido, pero la memoria constante de ese momento cuando El íntimamente se unió a mí estaba enraizada firmemente y para siempre, mientras yo me siento y espero ese día en el que experimentaré la plenitud de mí misma existiendo sólo en El. Ansío tener la unidad e indivisibilidad con el Divino Maestro, el Novio de mi alma. Te amo Jesús, ven a mí, para que te conozca más íntimamente. Abraza mi alma y lléname de tus dones. Deseo experimentar la más profunda unión contigo, mi Novio, Jesucristo, Salvador del mundo, Cordero de Dios. A través de mi unión contigo, Jesús mío, deseo experimentar la más profunda unión con el Padre en el Espíritu Santo."

    Y, "descansé mi cabeza en el pecho atravesado de mi Salvador. Sentí su presencia y puse mi cabeza sobre la herida abierta. Veo su costado y experimento la herida en mi propio corazón. Su Corazón fue herido por nuestros pecados, y descanso sobre esta herida.

    Se abre la herida y me introduzco en su corazón ardiente. Contemplo la herida abriéndose y entro en el inmenso abismo rojo de su ferviente amor. Entro en la llaga.

    "Su cuerpo glorificado tiene esta llaga. Es desde su corazón atravesado que brota nuestra vida.

    "Las llagas glorificadas de Cristo son mi gozo. El llevó la cruz. El soportó el dolor. Fue traspasado para que pudiéramos vivir en El!"

    El Padre Edward Leen, C.S. Sp., nos recuerda: "Es sólo si aceptamos nuestras cruces de cada día, esto es, si afrontamos nuestra tarea diaria con ánimo, si intentamos hacerlo bien y con corrección, esforzándonos por conseguirlo, pero no poniendo el éxito como condición de nuestros esfuerzos sino haciéndolo porque es una invitación y exigencia de Dios, y no porque nos ofrece una posibilidad de jerarquía a nuestro egoísmo -es sólo bajo esta condición como nuestra vida producirá su efecto transformador sobre nosotros y nos hará semejantes a Jesucristo..."5

 

La voluntad de Dios es la fortaleza de nuestras voluntades

Santa Catalina de Siena, doctora de la Iglesia, nos da estas inspiradoras palabras sobre la voluntad humana:

Sé muy bien, Dios eterno;
Sé muy bien, Dios eterno, altísima eterna Trinidad,
que tú me ves y me conoces.
He visto esto con tu iluminación...
Veo también
que tú veías en nosotros esa ley perversa
que siempre está a punto de rebelarse contra tu voluntad,
y veíasque muy a menudo nosotros seguiríamos esa ley (cf. Rom. 7,22-23).
Veo en verdad
que tú veías la debilidad de esta nuestra naturaleza humana,
cuán débil y frágil y pobre es.
Por eso,
proveedor supremo
que has provisto para tu criatura de todo,
y el mejor de los guías
que nos has dado ayuda en cada necesidad
-por eso es por lo que tú nos das
la robusta fortificación de nuestra voluntad
como un socio de apoyo para esta debilidad de nuestra carne.
Porque nuestra voluntad es tan fuerte
que ni el demonio ni otra criatura alguna
pueden conquistarla
a no ser que nosotros lo elijamos así
-salvo por elección libre,
en cuya mano esta fortaleza ha sido puesta,
consienta en ello.
Oh bondad infinita!
¿Dónde está la fuente de tal fuerza
en la voluntad de tu criatura?
En ti,
fuerza suprema y eterna!
Así veo
que nuestra voluntad comparte la fuerza de la tuya,
porque procedente de tu voluntad
tú nos das la nuestra.6

  

El Espíritu Santo en nuestras vidas

El Arzobispo Luis M. Martínez nos dice: El Director auténtico de las almas, el Maestro íntimo, el alma de la vida espiritual, es el Espíritu Santo. Sin El, como hemos dicho, no hay santidad. La perfección del alma es medida por su docilidad al movimiento del Espíritu, por la prontitud y fidelidad con que sus cuerdas produzcan las notas divinas de la canción de amor. Un alma es perfectamente santa cuando el Espíritu de amor ha tomado total posesión de ella, cuando el Artista divino no encuentra resistencia o disonancia en las cuerdas de esa lira viva, sino sólo fuerza celestial que viene de ella, transparente, entusiasta, y deliciosamente armonizada."7

 

María y el sacerdote

El Padre Arthur Culkins, un contemporáneo estudioso de María, nos ofrece estas palabras sobre María y el sacerdote: "Si cada cristiano debiera verse a sí mismo en el Apóstol San Juan, confiado a María como su hijo o hija, mucho más debieran los sacerdotes reconocerse a sí mismos como hijos de María, como el sujeto de un 'doble' compromiso porque ellos son sucesores de Juan por título doble: como discípulos y como sacerdotes. Esto es bellamente dicho con candidez por nuestro Santo Padre en su 'Carta a los Sacerdotes en el Jueves Santo' de 1988: 'Si Juan al pie de la cruz representa de alguna manera a todo hombre y mujer a quien se ha extendido espiritualmente la maternidad de la Madre de Dios, mucho más esto se refiere a cada uno de nosotros, que somos llamados sacramentalmente al ministerio sacerdotal de la Eucaristía en la Iglesia!'...

"Aunque Jesús ya había confiado a cada sacerdote a su Madre desde lo alto de la cruz y el Papa lo ha hecho incluso cientos de veces, es todavía necesario para el sacerdote que lo haga él mismo al experimentar auténticamente el poder y la protección de la Madre de Dios como su Hijo divino lo pretende. Los sacerdotes que han hecho así conocen la diferencia que ha marcado en ellos."8

 

La Eucaristía

  • El Padre David Turoldo comenta: "El pan es la imagen del darse gratuitamente. Su aromática presencia en nuestros hogares nos recuerda el deseo de unidad, el sabor de la ternura, la vida que nos gustaría experimentar cada día. El partir del pan revela la alegría del compartir y una interna certeza que nos impulsa a vencer lo difícil de nuestras internas y externas relaciones de amistad. El hecho de ser capaz de partir el pan cada día esperamos que exista no como una substancia efímera, sino como la substancia auténtica que hace nuestra experiencia de vida internamente libre y externamente creyente. Introducir en nuestra vida el espíritu de la Eucaristía que ha sido celebrada, significa colocar en el centro de nuestro ser el misterio que la Eucaristía encierra, como energía generando una auténtica respuesta en nuestra forma de vida. 'Eucaristía' significa 'acción de gracias.' Nuestro peregrinaje diario asume, por tanto, una continuidad de alabanza en todo lo que somos, hacemos y experimentamos, incluso en los sufrimientos y constradicciones."9
  • El Directorio sobre el Ministerio y la Vida de los Sacerdotes nos dice: "Es necesario recordar el valor irremplazable que la celebración diaria de la Santa Misa tiene para el sacerdote... Debe vivirla como el momento central de su vida y de su ministerio cotidiano, fruto de un deseo sincero y una ocasión de profundo y efectivo encuentro con Cristo, y tiene que tomarse el mayor cuidado para celebrarla con una participación intensa de mente y corazón."10

 

Reflexión sobre la Escritura

La Necesidad de la Humildad.

Humíllense delante del Señor y él los levantará (Stgo. 4,10).

Humildad es llegar a entender que soy una criatura de Dios, y tratar de vivir esta verdad en la existencia diaria.

Humildad no es un proceso de desvalorización personal. No es un decirme a mí mismo que valgo poco y tengo poco que aportar. La humildad me invita a mirar a mis cosas buenas y a mis cosas malas. La humildad me invita también a responder con actitudes y acciones apropiadas.

Ya que la humildad se basa en la verdad, nunca puede exigir que yo niegue mis dones personales. Si no los reconozco adecuadamente, no se los agradeceré a Dios adecuadamente, y no me sentiré en la posición más ventajosa para el uso y desarrollo adecuado de mis talentos. Debería, pues, reconocer todo lo bueno de mí mismo, y darme cuenta al mismo tiempo de la fuente de todo bien, Dios mismo.

Si soy humilde, miraré también a lo que hay en mí de malo. Admitiré mis actitudes y acciones no cristianas. Y muy importante, tomaré también las medidas necesarias para mejorar la situación.

La humildad también me capacitará para mirar realísticamente la vida en la condición humana. Ser humilde -entendiendo mi ser de criatura- significa que me doy cuenta que precisamente porque soy humano experimentaré el sufrimiento. Precisamente porque estoy expuesto a la condición humana no sólo en sus aspectos agradables, sino también en su dimensión de pecado, sufrimiento, y angustia, sufriré y algunas veces a causa del mal de otros. La humildad me permite aceptar esto sin amargura, la humildad me permite reaccionar adecuadamente.

La humildad también me ayuda a entender y a subrayar el hecho de que soy una criatura social -persona puesta por Dios para ayudar a los demás, y en respuesta, persona puesta para ayudarme a mí misma. Si soy orgulloso, tiendo a valorarme por mí mismo, tiendo a estar encerrado en mis propias preocupaciones, y no atento a las necesidades de mis hermanos y hermanas en la familia humana. Tiendo a estar cerrado en mí mismo, bloqueado a la sensibilidad y ayuda que otros pudieran ofrecerme, pensando que soy lo suficientemente fuerte, y por otra parte suficientemente capaz para tener cuidado de mí mismo.

La humildad me ayuda también a aceptar mi ser fundamental. Dios me ha creado con ciertos talentos, con un temperamento básico. La humildad me urge a aceptar lo que el mismo Dios ha pretendido, mientras, por supuesto, me encuentro luchando por desarrollarme, por mejorarme y madurar.

La humildad igualmente me ayuda a aceptar la situación de mi vida presente -hasta el punto de que puedo determinar que éste es el designio de Dios aquí-y-ahora. Si no soy profundamente humilde, puedo calladamente y de manera imperceptible resistirme a la realidad presente. Insatisfecho con mi situación presente, eludo responder adecuadamente, desaprovechando las oportunidades presentes, mientras incansablemente me quejo de que la situación presente no está cambiando lo suficiente, de que está impidiendo actuar a una persona en potencia siendo desaprovechada en la realización de acciones tan prosaicas.

No creo que consideremos la humildad con toda verdad y de manera constante en sus varios aspectos. Este hecho, sin embargo, no nos dispensa de su necesidad. Simplemente nos adelanta que tenemos que esforzarnos por ser más conscientes del papel de la humildad en la vida cristiana. De otra manera nunca llegaremos a ser cristianos suficientemente maduros y convencidos, cristianos seguros con la fuerza de Dios precisamente porque somos humildes. En nuestro esfuerzo por crecer en humildad, fijemos nuestra mirada en Jesús: "Carguen con mi yugo y aprendan de mí que soy paciente de corazón y humilde, y encontrarán alivio. Pues mi yugo es bueno y mi carga liviana" (Mt.11,29)

 

La oración

El Padre Juan Wright, S.J., nos dice: "Se dice con frecuencia que la oración de los principiantes es más activa y que a medida que el tiempo avanza y la oración madura se hace más pasiva. Pero me parece que tenemos que distinguir aquí nuestras actitudes y conocimiento de nuestras actuales actividades y procesos. Inicialmente, nuestra actitud es más activa que pasiva. Somos más conscientes del hacer y actuar que del recibir. Estamos más atentos a lo que hacemos por el camino de respuesta que por lo que Dios hace en su iniciativa. Esto cambia gradualmente, de manera que nos hacemos más y más conscientes de su acción en nosotros, iluminando, inspirando, fortaleciendo, animando y,... etc...etc... Esto significa, por supuesto, que nuestra actitud se hace más pasiva. Pero nuestra real actividad no disminuye. Hay en realidad una mayor dependencia de la acción de Dios, y lo que hacemos es hecho de manera más libre, más simple, más intensa y espontanea. Nuestra atención, pues, está más en Dios que en nosotros mismos, pero en realidad somos más activos en el sentido auténtico. Porque vemos más claramente, creemos más profundamente, amamos más limpiamente, nos regocijamos más desinteresadamente..."11

  • Ninguna persona realista espera poder evadir en totalidad el dolor y la adversidad que conllevan los acontecimientos del transcurrir humano. Tiempos de adversidad son obviamente un inevitable aspecto de nuestra condición humana en este mundo. Son tan ciertos como el sol del verano, la nieve del invierno y la lluvia de la primavera. La cuestión, pues, no es si la vida humana encontrará penas. La cuestión es más bien, cuán a menudo, hasta qué grado, qué forma tomarán las dificultades, cuál será la reacción de la persona.

    Todos constantemente experimentamos las más pequeñas adversidades de cada día. La variada exhibición de diminutas molestias, el agonizantemente lento paso en el que nuestros esfuerzos deben proceder para llevar a cabo lo bueno, el no ser comprendidos, el pasar inadvertidos, el soportar con indiferencia, el experimentar los momentos de la depresión ordinaria, el soportar la ordinaria variedad de dolores físicos y enfermedades -estos son algunos de los más constantes y ordinarios contratiempos que nos afligen a cada uno sin excepción.

    En más aislados momentos de la vida, la adversidad puede tomar dimensiones mayores. Nos sentimos sobrecargados, derrotados, quizá tentados a la desesperación. Tan grande es nuestra aflicción que cada momento parece una hora, cada hora parece un día, cada día como una eternidad. Cualquiera que sea la causa de la adversidad, produce un sentimiento común que, aunque el problema sea algo reciente en nuestra vida, parece como si hubiéramos estado una larga vida con él.

    Ya sean nuestra dificultades moderadas o arduas, Dios nos invita a orar -no sólo entonces, pero principalmente en esos momentos. Nuestra oración puede ser muy variada. Podemos orar pidiendo paciencia para sobrellevar los problemas más ordinarios de cada día. Podemos orar pidiendo todo el valor necesario para soportar este tipo de sufrimiento agonizante que nos hace llorar. Podemos orar pidiendo luz para entender el sentido del sufrimiento, y fuerza para aceptarlo en nuestra vida. Podemos orar para pedir a Dios que nos quite el sufrimiento si tal es de su agrado, y para que nos de una amorosa conformidad a su voluntad si él permite que las dificultades continúen. La oración, entonces, es un variado remedio a todas las necesidades. El poder de todo lo que nos atormenta es grande. Pero el poder de la oración, que nos da la capacidad de afrontarlo adecuadamente, es mucho más grande.
  • Nuestra oración está dirigida por Cristo -esto es simplemente una función de la verdad fundamental de que Jesús es el mediador en todos los asuntos entre el Padre y nosotros. Nuestra oración, pues, debiera estar enraizada en Cristo. Es importante que nos demos cuenta que, por muy variado que nuestro tipo de oración pueda ser, nosotros siempre nos acercamos al Padre por medio de Jesús y con Jesús, en el Espíritu Santo.

 

La psicoterapia y el amor compasivo de Dios

Patrick J. McDonald, M.S.W, un psicoterapeuta, nos habla de cómo él ha descubierto el valor terapéutico del amor compasivo de Dios: "Yo he estado relacionado con la profesión de la salud mental durante treinta años. Mis intensos esfuerzos para sanar se han orientado hacia encuentros sinceros y directos con la gente, y eso mantiene mi trabajo tan lleno de actividad y animado como cuando comencé la primera vez.

"En mi primera etapa, gasté una cantidad enorme de tiempo estudiando a los maestros en la materia en un esfuerzo por absorber sus casi mágicas técnicas de curar. Parecían poseer una especial cualidad que promovía resultados espectaculares donde una persona menos experimentada no conseguiría nada. A causa de su carisma personal, sus explicaciones de lo que sucedía en el encuentro terapéutico eran convincentes. Era fácil simpatizar con su poder, presencia y competencia.

"Después de emplear años explorando la rica variedad de técnicas en el cada vez más extendido campo de la psicoterapia, comencé a darme cuenta de que los maestros hacían su trabajo técnico principalmente porque ellos creen en su eficacia. Su técnica reflejaba lo que son sus personas, valores, preferencias, y sus puntos desconocidos así como su carisma. La estructura, la evidencia teórica, y el marco de trabajo conceptual de sus técnicas se convirtieron en modos convincentes para explicar lo que tomó forma en su trabajo con sus clientes. Incluso entonces, algunas explicaciones permanecieron en el nivel de la pura mitología.

"La fascinación por las técnicas comenzó a evaporarse muy rápidamente a medida que yo pasaba por varias etapas de mi propia vida. Mi edad intermedia me llevó a una más honesta posición conmigo mismo. La muerte de mis dos padres engendró una compasión por las pérdidas de los demás. Una espiritualidad profunda de cara a la pérdida me llevó a encontrarme cara a cara con el Dios compasivo. Cada uno de estos laboriosos asuntos me empujó al duro trabajo de tener que enfrentarme a mí mismo, una tarea inherentemente menos deseable que absorber las técnicas de los demás.

"Ahora conservo las técnicas en el lugar de la preparación y el entrenamiento al que pertenecen. Tienen su valor, por su puesto, pero sólo como parte del disciplinado esfuerzo para poner al cliente en contacto con el mismo amor misericordioso de Dios que me mueve a mí. En la mejor de las circunstancias, mi persona se convierte en un signo concreto de la realidad del amor de Dios para esos que están listos para explorarlo.

"Una firme creencia de que Dios es el sanador en todas las circunstancias me ha invitado a entrar a tomar control de la energía que revela el poder de la sanación divina. La sanación ha consistido casi por completo en un trabajo de amor sin esfuerzo. Por consiguiente, mi práctica de la psicoterapia es ahora mucho más reconfortante que cuando al principio comencé los estudios profundos del desarrollo humano."12

  

La necesidad de ser amado

Jean Vanier, fundador de las comunidades 'El Arca', nos dice: "Por veinticinco años he tenido el privilegio de vivir con hombres y mujeres con incapacidades. He descubierto que aunque una persona pueda tener serios daños en su cerebro, eso no es la fuente de dolor más grande. El dolor mayor viene del rechazo, el sentimiento que realmente nadie quiere 'tal como es'. El sentimiento que tú has visto como feo, sucio, pesado, sin valor. Ese es el dolor que yo he descubierto en los corazones de nuestra gente...

"Mi experiencia ha mostrado que cuando aceptamos a la gente de este mundo de angustia, desesperación y depresión, y cuando gradualmente descubren que son queridos y amados tal como son, y que tienen un lugar, entonces somos testigos de una transformación real -incluso diría 'resurrección'. Su cuerpo tenso, enojado, temeroso, deprimido, gradualmente se convierte en cuerpo relajado, pacífico y confiado. Esto se ve a través de la expresión de la cara y a través de todo su porte exterior. Cuando descubran un sentido de pertenencia, que ellos son parte de una familia, entonces comenzará a resurgir el deseo de vivir."13

  

La experiencia del fracaso

Uno de los sufrimientos más dolorosos que experimentamos en la condición humana es el fracaso. El sufrimiento es a menudo exagerado porque lo identificamos con la situación. Hemos unido exageradamente nuestro ser con la acción o cualquier otra cosa que ha provocado el fracaso. Tendemos a pensar, por ejemplo, que porque nosotros hemos fallado en un trabajo particular, hemos fallado como seres humanos. Sin embargo, por más que nos podamos haber envuelto nosotros mismos en el trabajo, nosotros no somos el trabajo mismo. Esto no es decir que siempre estemos sin culpa. Puede que seamos considerablemente culpables en lo que al fracaso se refiere. Por otra parte, puede que básicamente estemos sin culpabilidad. Cualquiera que sea el caso, tenemos que luchar para no identificarnos con la situación. Ello sólo aumenta el dolor, y de manera innecesaria.

Aunque escapemos de los sufrimientos innecesarios de habernos identificado con el fracaso, hay otros sufrimientos involucrados. Es muy obvio que existe la pena misma del fracaso. Existe el dolor de reagruparse, de comenzar de nuevo, de enfrentarse al resto de la vida. Esto no es fácil. Pero la pena a la que nos referimos es menor que esa que resulta de permanecer enfangado en el fracaso, permitiéndole arrebatarnos parte de la alegría que debiera ser nuestra. Ha habido, hay, y habrá fallos de muy diferentes clases y grados en nuestras vidas. En compañía de nuestro amigo, Jesús, el gran consolador, aceptemos el sufrimiento que conllevan, aprendamos de ello, y continuemos el viaje espiritual como seres humanos un poco más inteligentes.

  

Acto de consagración

Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu Corazón, traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia, la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta. Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. Corazón de Jesús yo pongo en Ti mi confianza!

Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal. Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo. Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al Padre en el Espíritu Santo.

 

Una oración por los sacerdotes Cartas

Muchos laicos rezan por nosotros, y de manera organizada. ¿No es justo que también nosotros recemos por todos nuestros hermanos en el sacerdocio, y de manera regular? Aquí sigue una oración que nos puede ayudar en este intento.

"Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño, te rogamos que por el inmenso amor y misericordia de tu Sagrado Corazón, atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes, pastores del mundo entero. Te pedimos que retomes en tu Corazón todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino, que enciendas de nuevo el deseo de santidad en los corazones de aquellos sacerdotes que han caído en la tibieza, y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes el deseo de una mayor santidad. Unidos a tu Corazón y el Corazón de María, te pedimos que envíes esta petición a tu Padre celestial, en la unidad del Espíritu Santo. Amén."

Esta oración ha sido tomada del Manual de Oraciones de los Asociados de Pastores de Cristo, una rama de los Ministerios de Pastores de Cristo. Los asociados son miembros de los grupos de oración que se reúnen regularmente a orar por las necesidades de toda la familia humana, pero especialmente por los sacerdotes. Si le interesa una o varias copias de este manual de oración, y más aún, si le gustaría recibir información de cómo comenzar un grupo de Pastores de Cristo, póngase en contacto con nosotros en la siguiente dirección:

Shepherds of Christ, P.O. Box 627, China, Indiana 47250
Teléfono (llamada gratis): 1-800-211-3041
Fax: 1-812-273-3182

 

 

Cartas

Querido P. Carter:
Un sacerdote amigo mío me ha presentado su excelente publicación de Pastores de Cristo.
Me encantaría que me incluyese en su lista de direcciones para recibirla por Correo.
Con una bendición para cada uno de sus especializados trabajos,

Sinceramente suyo,
Rvdo. Daniel Barr
Lifford, Ireland


Querido P. Carter:
Conseguí su publicación, Pastores de Cristo, a través de un amigo Jesuíta en Kampala. Ha sido una fuente de inspiración no sólo para mí, sino también para esos con quien la he compartido. Apreciaría mucho si Vd. pudiera proporcionarme algunos de los ejemplares publicados.

Que Dios le bendiga,
Suyo,
P. Michael Canuroma Opoki
Awasa, Ethiopia


Querido P. Carter:
Que el Señor le bendiga por su amabilidad en enviarme el ejemplar n¡ 2 de su publicación para sacerdotes.
Me encanta recibir esas copias de su carta. Los sacerdotes a quienes se las distribuyo quieren agradecérselo también ya que encuentran en sus cartas una útil guía espiritual. Incluso los seminaristas están agradecidos a su amabilidad. Todos tenemos que agradecérselo con nuestra oración, especialmente en misa.
Por favor, nuestro agradecimiento también a los Asociados de Pastores de Cristo por sus oraciones y por su buen trabajo. Voy a ofrecer una misa por todas sus intenciones, Que el Señor les bendiga a todos.

Sinceramente en Cristo,
Rvdo. Joseph, M. Galdes, S.J.
Victoria, Gozo-Malta

 

NOTAS:

  1. Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).
  2. Los Documentos del Vaticano II, "La Constitución Pastoral sobre la Iglesia y el Mundo Moderno", America Press Edition, Núm. 38.
  3. La Enseñanzas del Papa Pablo VI, Libreria Editrice Vaticana, pág. 125.
  4. Santa Teresa de Lisieux, Poema 36, tomado de La Vida Espiritual, Spring 1998.
  5. Edward Leen, C.S.Sp., A semejanza de Cristo, Sheed and Ward, pág. 240.
  6. De las Oraciones de Santa Catalina de Siena, traducidas por Suzanne Noffke, Paulist Press, tal como se encontraron en Catalina de Siena, editadas por Mary O' Driscoll, O.P., New City Press, Oración 14, pp. 74-76.
  7. Arzobispo Luis M. Martínez, El Santificador, traducido por la Hermana M. Aquinas, O.S.U., Pauline Books and Media, pág. 18.
  8. Arthur Culkins, Soul Magazine, Enero - Febrero, 1995, pág. 30.
  9. David Turaldo, La Revelación del Amor, Pauline Books and Media, pág. 109.
  10. Directorio sobre el Ministerio y Vida de los Sacerdotes, tomado de El Vaticano por dentro, Nov., 1994, Suplemento Especial, Núm. 49.
  11. John Wright, S.J., Una Teología de la Oración Cristiana, Pueblo Pub., pág. 101.
  12. Patrick J. Mc Donald, M.S.W., "El Poder del Amor misericordioso", Human Development, Vol. 19, Núm. 1, 1998, pp. 23-24.
  13. Jean Vanier, De la Ruptura a la Comunidad, Paulist Press, pp. 13 y 15.

 

 

 

Pastores de Cristo

UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES

 

1998 - Ejemplar 4

El Pastor Principal del Rebaño

La Paz del Señor

"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.

Sí, el Buen Pastor entregó su vida por nosotros a través de su cruel agonía y muerte en la cruz y resucitó gloriosamente de la muerte para que nosotros pudiéramos tener vida abundante en El.

Uno de los más importantes aspectos que Jesús vino a darnos es la paz. Tenemos este relato de Jesús cuando se aparece a los discípulos después de su resurrección:

"La tarde de ese mismo día, el primero de la semana, los discípulos estaban a puertas cerradas por medio a los judíos. Jesús se hizo presente allí, de pie en medio de ellos. Les dijo: 'La paz sea con ustedes.' Después de saludarlos así, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de gozo al ver al Señor. El les volvió a decir: 'La paz esté con ustedes.'" (Jn 20,19-21).

  • El Mundo necesita paz. Cada nación por separado necesita paz y las familias necesitan paz. La Iglesia necesita paz. Cada uno de nosotros individualmente necesitamos paz. Debemos trabajar por la paz a través de la oración, del ayuno, y siguiendo el ejemplo de Cristo.

    Y, ¿qué queremos significar por la paz? San Agustín dice que paz es la tranquilidad del orden. Dios ha puesto orden en su creación y este orden debe ser respetado y promovido si queremos que la paz exista. En la medida que la familia humana vive de acuerdo a la voluntad de Dios -vive de acuerdo al orden o plan que Dios ha establecido para la creación- en esa medida la paz existe en los diversos sectores de la sociedad humana. En la medida que hay transgresiones del plan de Dios, de su voluntad, en esa medida la paz está ausente.

    Si vamos a ser instrumentos de paz, nosotros mismos tenemos que estar en paz. Nuestra paz personal es esa tranquilidad del orden que resulta de hacer la voluntad de Dios. Cuanto más unidos estamos al amor de Dios haciendo su voluntad, más paz experimentamos.

    A veces el sentido de paz que experimentamos es tan fuerte que podemos sentirlo en el ritmo de nuestra existencia. Estos son periodos de los que podemos traer la experiencia de una paz extraordinaria. Este tipo de paz no es un acontecimiento diario.

    La mayor parte del tiempo vivimos inmersos en una clase de paz simple que resulta de nuestros intentos diarios por hacer la voluntad de Dios con Amor. Es esta paz la que es una acogida y una compañía que nos apoya mientras recorremos el sendero de la vida diaria con su familiar mezcla de alegrías y frustraciones, éxitos y fracasos, risas y lágrimas.

    Ocasionalmente, puede que lleguen a nuestras vidas sufrimientos agudos. Durante esos períodos es cuando necesitamos una tenacidad especial para que perseveremos en una paz de espíritu básica a pesar del crítico dolor. Uno se puede preguntar cómo una persona puede estar en paz en medio de la experiencia de un intenso sufrimiento. San Francisco de Sales en unos de sus escritos -y no he sido capaz de localizar el lugar exacto- nos ofrece una analogía que pienso es muy provechosa. El nos pide que imaginemos toda la masa de agua de un océano en el momento de una violenta tormenta. La superficie del agua se pone extremadamente agitada. Francisco nos pide, que a medida que usamos nuestra imaginación, descendamos bajo la superficie del agua hasta su profundidad. ¿Qué encontramos? Cuanto más profundo descendemos el agua aparece más calmada. De la misma manera, dice el santo y doctor de la Iglesia, debiera suceder en nosotros durante los tiempos de profundo sufrimiento. Aunque el exterior pueda estar muy agitado, uno puede todavía mantener la paz del espíritu básica yendo a lo profundo de nuestro centro donde Dios es experimentado más directamente. Aquí la persona experimenta una calma, una paz básica aunque permanezca el sufrimiento.

    Si estamos intentado hacer la voluntad de Dios con amor, Dios tiene como objetivo que estemos en paz. Cuanto más nos acomodamos a la voluntad de Dios, más estamos viviendo de acuerdo al orden que él pretende para nosotros. En respuesta, cuanto más en armonía están nuestras vidas con el orden establecido por Dios, más paz experimentamos -paz que es tranquilidad del orden. Cuanto más vivimos de esta manera, más nos convertimos en instrumentos útiles para promover el orden de Dios y por consiguiente la paz que se sigue a través de los diversos sectores de la sociedad.
  • Santo Domingo fue un prominente testigo de la paz del Señor: "Domingo tenía una virtud tan grande y estaba tan fuertemente motivado por el amor divino, que sin duda aceptó ser un heraldo del honor y de la gracia. Era un hombre de enorme ecuanimidad, excepto cuando se sentía movido por la compasión y la misericordia. Y ya que un corazón alegre anima el rostro, mostraba la compostura pacífica de un hombre espiritual en la amabilidad que él manifestaba externamente y en lo animado de su expresión."2
  • Poco antes de que muriese de cáncer, José Cardenal Bernardin nos dejó estas inspiradoras palabras sobre la paz: "Es el primero de noviembre, y el otoño está dejando paso al invierno. Pronto los árboles perderán los colores brillantes de sus hojas y la nieve cubrirá el suelo de los campos. La tierra palidecerá, y la gente se apresurará a ir de un lugar a otro arropados para conservar el calor. Los inviernos de Chicago son duros. Es tiempo de morir.

    "Pero sabemos que la primavera pronto vendrá con toda su nueva vida y esplendor.

    "Es bastante patente que yo no estaré vivo para la primavera. Pero pronto experimentaré una vida nueva en un estilo diferente...

    "Lo que me gustaría dejar tras de mí es una oración sencilla para que cada uno de ustedes pueda encontrar lo que yo he encontrado -el regalo especial de Dios para todos y cada uno de nosotros: el regalo de la paz. Cuando estamos en paz, encontramos la libertad para ser más plenamente lo que somos, incluso en los momentos más difíciles. Dejamos que escape lo superficial y nos abrazamos a lo permanente. Nos vaciamos de nosotros mismos para que Dios pueda trabajar en nosotros de manera más plena. Y nos convertimos en instrumentos en las manos del Señor."3
  • Aquí está la hermosísima oración de San Francisco de Asís:

Señor, hazme instrumento de tu paz.
Donde haya odio, siembre yo amor.
Donde haya ofensa, perdón .
Donde haya duda, fe.
Donde haya desesperación, vida.
Donde haya oscuridad, luz.
Donde haya tristeza, alegría.
Oh Maestro divino, concédeme que
no busque más
ser consolado, que consolar;
ser entendido, que entender;
ser amado, que amar;
porque es dando como recibimos,
es perdonando como somos perdonados.
Es muriendo como nacemos para la vida eterna.

  • San Pablo nos habla de la paz del Señor: "Alégrense en el Señor en todo tiempo. Les repito: alégrense. Y sea tal la perfección de su vida que toda la gente lo pueda notar. El Señor está cerca: no se inquieten por nada. En cualquier circunstancia recurran a la oración y a la súplica, junto a la acción de gracias, para presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que es mucho mayor de lo que se puede imaginar, les guardará su corazón y sus pensamientos en Cristo Jesús." (Fil. 4,4-7)

 

El Sacrificio Eucarístico

  • Hablando de la participación eucarística, el Vaticano II nos dice: "Por tanto la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él; se perfeccionen día a día por Cristo Mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos."4

    Las palabras de arriba nos recuerdan que el sacerdocio universal da al creyente poder sacerdotal real para ofrecer el sacrificio eucarístico. Esta capacidad de ofrecer, por su puesto, difiere del poder de ofrecer que el sacerdote recibe a través de la ordenación. Sin embargo, todos nosotros participamos de Jesús sacerdote y víctima, que en la misa es el sacerdote principal y la víctima.
  • El Papa Juan Pablo II, en uno de sus escritos antes de ser Papa, apunta que la verdad de nuestro compartir en el sacerdocio de Cristo es central para toda la enseñanza del Vaticano II: "...la actitud que deriva del sacerdocio de Cristo es vista como una actitud que contiene de una manera especial toda la riqueza de la fe, ya sea en lo que se refiere al contenido y en lo que se refiere a la responsabilidad personal. La enseñanza Conciliar, que pone tanto énfasis en esta actitud, también nos muestra su propio lugar en la vida interior de cada cristiano y en la vida de cada comunidad cristiana, en la que toda la riqueza de la fe tiene que ser aceptada y desarrollada. Puede ser dicho en cierto sentido que la doctrina concerniente al sacerdocio de Cristo y la participación del hombre en él está en el corazón de la enseñanza del Vaticano II y contiene en cierta forma todo lo que el Concilio desea decir sobre la Iglesia, la raza humana y el mundo.

    "Sólo en contraste con el marco de la verdad concerniente al sacerdocio de Cristo, en el que todo el Pueblo de Dios comparte, el Concilio describe la mutua 'subordinación' entre el sacerdocio de los fieles y el sacerdocio jerárquico."5
  • Las palabras que siguen del Padre M. Raymond, O.C.S.O., están estrechamente unidas a los pensamientos expuestos arriba. Sus palabras subrayan la enorme importancia que tienen en lo que concierne a la santidad personal y a la participación en la Misa. "La Misa, considerando que es el ofrecimiento de Cristo, no sólo es en todo tiempo aceptable a Dios, sino que es también de infinito valor. Pero, porque es tu ofrenda y la mía, y la de cada miembro del Cuerpo Místico... podemos limitar la eficacia del inmenso Acto de Amor de Dios; nosotros seres finitos podemos poner barreras al verdadero desbordamiento del Dios-vida hecho posible por la infinitud del Hijo del Padre eterno."6
  • Sí, la eficacia de cada Misa, que hace sacramentalmente presente el sacrificio del Calvario, depende en parte de la santidad de toda la Iglesia junta como un cuerpo ofreciéndolo con Cristo al Padre en el Espíritu Santo, incluyendo la santidad personal del sacerdote que ofrece la misa y la santidad de toda la asamblea participante."

    El Padre Maurice de la Taille, S.J., con anterioridad profesor de teología de la Universidad Pontificia Gregoriana, y autoridad universalmente reconocida en lo que a la misa se refiere, nos señala la enorme importancia de la santidad personal de la Iglesia de cara a la eficacia del Sacrificio Eucarístico: "Es, pues, de enorme importancia que hubiera en la Iglesia muchas, pero que muchas personas santas. Gente devota , hombres y mujeres, que se sintieran urgidos por todos los medios a una mayor santidad, para que a través de ellos el valor de nuestras misas pueda aumentar y la incesante voz de la Sangre de Cristo, gritando desde la tierra, pueda llegar con más claridad e insistencia a los oídos de Dios. Su Sangre grita en los altares de la Iglesia, pero, como grita a través nuestro, se deduce que cuanta más ternura en el corazón, y más pureza en los labios, más claro su grito va a ser oído en el Trono de Dios.

    ¿Te gustaría saber por qué por muchos años después del primer Pentecostés el Evangelio se propagó tan maravillosamente; por qué había tanta santidad entre la comunidad cristiana; por qué esa pureza de corazón y mente tan singular y ese amor tan especial, compendio de todas las perfecciones? Encontrarás la respuesta cuando recuerdes que en esos momentos la Madre de Dios estaba todavía en la tierra aportando su preciosa ayuda en todas las misas celebradas por la Iglesia, y dejarás de maravillarte de que ya nunca más desde entonces haya habido una tal expansión de la Cristiandad, y un progreso espiritual semejante."7

    Si todos, pues, tenemos la responsabilidad de crecer en santidad para que se haga la misa más eficaz, el sacerdote debe sentir una especial obligación. Su objetivo tiene que ser siempre el de crecer en santidad Ðcrecer en unión con Cristo sacerdote, este Cristo que nos lleva al Padre en Espíritu Santo con María a nuestro lado.
  • Continuemos construyendo sobre el pensamiento del Padre de la Taille. El afirma que las misas que tuvieron lugar mientras nuestra Madre Bendita estaba todavía en la tierra fueron extraordinariamente eficaces debido a su superabundante santidad.

    Podemos, por tanto, hacer nuestra personal participación en el Sacrificio de la Eucaristía mucho más eficaz intentando desarrollar en nosotros esas disposiciones de María que ella llevaba a su participación personal en el sacrificio de la Eucaristía mientras ella estaba en la tierra.

    Pidamos a María que nos ayude a participar en el sacrificio eucarístico con la mayor perfección posible. Ella es el modelo perfecto para nosotros en la manera de aceptar al Cristo crucificado y al Cristo glorificado. A María le ha sido dada una profunda intuición de cómo participar cada vez más en el misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo, este misterio pascual que se hace sacramentalmente presente en nuestros altares durante el sacrificio eucarístico. María es la Madre apenada que ha llorado. Ella ha sido también plenamente adornada con la victoria ya que ella resiste de pie sobre el altar del sacrificio. María es la Señora de la Victoria, la Señora de la Paz y la Alegría, la Señora Vestida del Sol. A través de su Corazón Inmaculado trae a una mayor claridad a los hijos de Eva que lloran para que la gracia fluya en desbordados torrentes desde los alteres del sacrificio.

    Oremos para que nosotros mismos contribuyamos a que cada vez más las aguas de la salvación broten sobreabundantemente de nuestros altares para nuestra tierra sedienta.

    Como hemos indicado, el fruto de cada Misa depende enormemente de la santidad del sacerdote que ofrece el sacrificio eucarístico. Un aspecto de la santidad del sacerdote es su forma de venir al altar con esa presencia que le permite tener el reconocimiento más grandioso del acontecimiento extraordinario que va a tener lugar. El sacerdote alcanza la adecuada presencia en la misa de manera proporcionada a su unidad con Cristo. Por otra parte, su unidad con Cristo existe en proporción a su unión con María. Pues a María le ha sido dada por Dios el papel de cooperar con el Espíritu Santo en llevar a una mayor profundidad en nosotros lo que es la imagen de Jesús. Consiguientemente, cuanto más uno está unido a María, la esposa del Espíritu Santo, más este Espíritu Santo nos forma a semejanza de Cristo.

    Además de tener una obligación de crecer en gratitud por la grandeza de la misa, el sacerdote tiene el gran privilegio y responsabilidad de enseñar a los creyentes cómo participar más fructuosamente en la Misa. Muchos parecen llegar a la misa sabiendo muy poco de lo grande que es el acontecimiento que va a tener lugar. Muchos parecen venir al altar faltos de ese adecuado conocimiento y de esa adecuada disposición que les permitiría una participación apropiada en el sacrificio eucarístico.

    Con confianza de niños, pidamos al Padre que nos conceda a través de Cristo y en el Espíritu Santo con la asistencia de María nuestra madre, un mayor conocimiento y amor por la Eucaristía: "Por aquel tiempo exclamó Jesús: 'Padre, Señor del cielo y de la tierra, yo te alabo porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a la gente sencilla. Sí, Padre, así te pareció bien. El Padre puso todas la cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquellos a los que el Hijo quiere dárselo a conocer." (Mt. 11,25-27)

  

La Oración

  • No todos están de acuerdo con todo lo que el Cardenal Bernardin decía y hacía mientras desempeñó su cargo de cabeza de la Archidiócesis de Chicago. Pienso que todos, sin embargo, están de acuerdo que dio un sobresaliente testimonio en cómo un cristiano debería afrontar y aceptar la muerte. Durante sus últimos meses como paciente de cáncer fue un estímulo e iluminación para millones. Hay otro aspecto de la vida del Cardenal que también pienso todos expresarían su opinión con acuerdo Ðes el echo de que el Cardenal, como Arzobispo de una de las Archidiócesis más grandes de la Iglesia, era un hombre enormemente ocupado. A pesar de ello, nos dice, en uno de su últimos comentarios antes de su muerte, que dedicaba una hora diaria a la oración, y que apreciaba grandemente ese tiempo primero de la mañana con el Señor. "Aprendí hace muchos años que la única forma en la que yo podía ofrecer un tiempo cualificado para orar era levantándome temprano (tengo que añadir entre paréntesis que no sentía un gran deseo de levantarme tan temprano Ðhabitualmente trataba de permanecer en cama hasta lo más tarde que podía.) Las primeras horas de la mañana, antes de que los teléfonos y las puertas comiencen a sonar, antes de que llegara el correo, me parecieron ser las mejores para dedicar un tiempo expresamente seleccionado para Señor. Así que prometí a Dios y a mí mismo que dedicaría a la oración la primera hora del día. Aunque entonces no sabía si sería capaz de guardar la promesa, me siento contento de decir que la he guardado por casi unos veinte años. Esto no significa que he aprendido cómo orar a la perfección. Ello no significa que no haya experimentado las luchas que otras gentes han enfrentado. Más bien al contrario. Pero enseguida, tomé otra decisión. Me dije, 'Señor, yo sé que gasto cierta cantidad del tiempo de oración diaria soñando, resolviendo problemas, y no estoy seguro de que pueda interrumpir todo esto. Lo intentaré, pero lo más importante es que, no voy a dar este tiempo a ningún otro que a ti. Así, pues, aunque no llegue a unirme a ti tanto como debiera, ningún otro va a conseguir de mí este tiempo'.

    "Lo que yo he encontrado a medida que ha pasado el tiempo es que el efecto de esa primera hora no termina cuando se acaba la hora. Esa hora con toda seguridad me une con el Señor en el primer momento del día, pero me conserva en contacto con él durante el resto del día también. A menudo, cuando me enfrento a mis asuntos diarios, ya sea positivos o negativos, pienso en mi relación de amistad con el Señor y le pido ayuda. Así que estos son dos puntos importantes, al menos para mí. En otras palabras, aunque no sea usado a la perfección, no debieras dar ese tiempo a nadie más; debieras continuar intentándolo. Y segundo, si tú das el tiempo, poco a poco te vas a ir uniendo al Señor a través de tu vida, lo cual es verdaderamente importante.

    "¿Qué hago durante mi oración de la mañana? Rezo algunas de las Horas Litúrgicas. Para mí, es una oración muy importante. Es la oración de la Iglesia, y me siento conectado con toda la gente, especialmente clérigos y religiosos, que están recitando y orando la Liturgia de la Horas a lo ancho y largo de todo el mundo. Y ello me da no sólo el sentimiento sino también la convicción de que soy parte de algo que es más grande. Y, en segundo lugar, la mayor parte de las oraciones de las diversas horas están tomadas de los Salmos. He encontrado que los Salmos son algo muy especial porque relatan de un modo muy directo, el camino humano, las alegrías y las tristezas de la vida, las virtudes, los pecados. Los Salmos encierran el mensaje de que al final el bien vence. Y mientras ves las personas que se mencionan en los salmos luchando por unirse al Señor, eso te proporciona una buena cantidad de ánimo al saber que incluso hace miles de años estaban sucediendo las mismas cosas.

    "También rezo el Rosario porque me trae en imágenes vivas algunos de los puntos más relevantes de la vida y ministerio del Señor así como de su Bendita Madre. Todo ello me ayuda. Algunas gentes piensan que el Rosario es muy repetitivo, y en cierto sentido lo es. Pero te conserva fijo en los misterios del Señor, los Misterios de Gozo, los Misterios de Dolor, los Misterios de Gloria.

    "Y después gasto parte de mi tiempo en oración mental, reflexión. Trato de enriquecerla cuanto puedo reflexionando devotamente sobre las Escrituras y otros libros espirituales buenos... Sin la oración, no puedes estar conectado o no puedes permanecer unido al Señor. Es absolutamente esencial."8
  • Tomas Merton nos ha dejado estas palabras concernientes a la oración y al propio conocimiento: "La sinceridad de toda oración, ya sea litúrgica o privada, depende del conocimiento básico de nuestro auténtico estado espiritual. Tenemos que tener cierta consciencia de lo que supuestamente debiéramos ser, de lo que no somos, y de lo que somos. El primer paso hacia la libertad que es el don libre de la gracia de Dios, es el conocimiento libre de nuestra propia necesidad de su gracia. O, en otras palabras, si nuestra libertad aspira a una unión con la libertad suprema del Espíritu que es la Libertad misma, tiene que comenzar por aceptar libremente la verdad sobre nosotros mismos. Porque sin verdad no podemos ver para hacer decisiones, y si la libertad no puede ver para escoger, no es completamente libre. Tenemos que ver y aceptar el misterio del amor de Dios en nuestras aparentemente irrelevantes vidas."9

 

El Sacerdocio

  • El Vaticano II nos dice: "La santidad misma de los presbíteros contribuye en gran manera al ejercicio fructuoso del propio ministerio; pues si es cierto que la gracia de Dios puede llevar a cabo la obra de salud aun por medio de ministros indignos, de ley ordinaria, sin embargo, Dios prefiere mostrar sus maravillas por obra de quienes son más dóciles al impulso e inspiración del Espíritu Santo."10
  • El sacerdote es obvio que puede aplicar apropiadamente a sí mismo lo que el Vaticano II dice concerniente a la formación espiritual de los seminaristas: "La formación espiritual está estrechamente unida a la doctrina y pastoral, y con la colaboración sobre todo del director espiritual, debe darse de tal forma que los alumnos aprendan a vivir en trato familiar y asiduo con el Padre por su Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo. Habiendo de configurarse a Cristo Sacerdote por la sagrada ordenación, habitúense a unirse a El, como amigos, con el consorcio interno de toda su vida. Vivan el misterio pascual de tal manera que sepan iniciar en él al pueblo que ha de encomendárseles.

    "Enséñeseles a buscar a Cristo en la fiel meditación de la palabra de Dios, en la activa comunicación con los sacrosantos misterios de la Iglesia, sobre todo en la Eucaristía y el Oficio divino; en el obispo, que los envía, y en los hombres a quienes son enviados, principalmente los pobres, los niños, los enfermos, los pecadores y los incrédulos. Amen y veneren con filial confianza a la Santísima Virgen María, a la que Cristo, muriendo en la cruz, entregó como madre al discípulo."11
  • El Directorio sobre el Ministerio y la Vida de los Sacerdotes nos dice: "Los sacerdotes, como colaboradores del Orden Episcopal, forman con el obispo un solo presbiterio y participan, en un grado subordinado, en el único sacerdocio de Cristo. Al igual que el obispo, participan en esa dimensión desposoria en relación a la Iglesia que está tan bellamente expresada en el Rito de la ordenación episcopal cuando se les confía el anillo...

    "Por esta comunión con Cristo el Esposo, el sacerdocio ministerial es también fundado -por Cristo, con Cristo y en Cristo- en el misterio del amor transcendente y sobrenatural del que el matrimonio entre los cristianos es una imagen y una participación.

    "Llamado al acto de amor sobrenatural, absolutamente gratuito, el sacerdote debiera amar a la Iglesia como Cristo la ha amado, consagrando a ella todas sus energías y dándose a sí mismo en amor pastoral hasta consumirse de generosidad."12

 

Este amigo llamado Jesús

La amistad es un proceso de autoliberación. Mientras me doy a otro en amistad, soy ayudado en el proceso de escapar de mi falso yo. Soy ayudado en el proceso de crecer en mi auténtica identidad. La fachada que el falso yo ha levantado en torno al auténtico yo se desmorona gradualmente por medio de la amistad auténtica. ¿Este eres tú? Cuando alguien me recibe en amistad, esa persona me recibe como yo soy. El amigo me quiere en mis mejores momentos, me quiere a pesar de mis aspectos negativos. En la ternura de este amor receptivo me siento animado a llegar a ser mi yo auténtico. No tengo que proyectar un yo falso con la esperanza de que una imagen así pueda ser más aceptable. Soy animado a tomar el riesgo de ser mi auténtico yo, ya que sé que el otro no me rechazará. De hecho, mi auténtico yo es más atractivo al amigo y los demás precisamente porque es mi auténtico yo -el yo que Dios me destina a ser. La amistad, pues, desarrolla mi libertad -la libertad de ser mi yo real. Cuanto más íntima es la amistad, más animado me siento por el amor del otro a ser y llegar a ser, a ejercitar mis talentos y llevarlos por el amor de Dios y del prójimo a una maduración nunca tenida antes en tal grado.

Si las posibilidades de crecer de acuerdo a mi auténtico yo son intensificadas en la medida que me doy a mí mismo a un amigo persona-humana, estas posibilidades van a ser mucho más intensificadas en la medida que me doy en amistad a Jesús. Cuanto más consciente soy del inmenso y personal amor de Cristo por mí, más seguro me siento para desarrollar mi auténtico yo. Al ser aceptado por Jesús como un amigo íntimo debería verdaderamente cambiar mi vida -como cambió la vida de San Pablo y de muchos otros. Lo mismo que Cristo se me ha dado por completo, así debería yo darme por entero a El. Esta amistad profunda e intensa lleva a cabo mi continua transformación, mi continua conversión. Este amigo Jesús, a través de la firmeza y ternura de su amor, me saca gradualmente de mi egoísmo, me hace gradualmente más libre para ser en autenticidad, me permite que mi ser crístico gradualmente divinizado emerja cada vez con más expresiones de amor a Dios y al prójimo.

El compartir estas experiencias placenteras de la vida con este amigo Jesús intensifican su alegría. Siendo amado y aceptado por otros, disfrutando el reto y el éxito del trabajo, experimentando las alegrías sencillas lo mismo que la felicidad más desbordada, bebiendo sin respirar las bellezas de la naturaleza, estas y las demás experiencias de este estilo toman un mayor significado en la medida que yo las comparto. Su presencia, lejos de disminuir nuestra alegría, la aumenta, y nos hace querer agradecer a Dios todo cuanto podemos por las bellezas, las maravillas, la grandeza, y la ternura de la vida.

El compartir con Jesús los aspectos difíciles de la vida en la condición humana aligera su carga. Si Jesús es mi amigo, ¿debería un sentido de fracaso apagar alguna vez nuestra determinación de esforzarnos? Si Jesús es mi amigo, ¿debería el miedo paralizarme? Si Jesús es mi amigo, ¿existe alguna cruz que yo pueda asegurar que es demasiado pesada? Si Jesús es mi amigo, ¿puedo permitir que el sufrimiento me amargue?

Este amigo Jesús siempre quiere estar muy cerca. El es fuerte, tierno, comprensivo, amable, cariñoso. El simpatiza, anima, urge, e inspira. El guía, pero no fuerza. Nos aconseja cuando nos equivocamos, pero no nos rechaza. El se regocija con toda obra buena, y amable pero firmemente nos recuerda que hay muchas cosas más que hacer y llevar a cabo. Este amigo Jesús es el amigo perfecto. El es tu amigo, y mi amigo.

 

El amor del Padre por nosotros

El Papa Juan Pablo II nos dice: "Cuanto más centrada está la misión de la Iglesia sobre el hombre -más es, por así decirlo antropocéntrica- más tiene que ser confirmada y actualizada desde una dimensión divina, es decir, tiene que ser dirigida en Jesucristo al Padre... Hoy deseo decir que la apertura a Cristo, que como redentor del mundo 'se revela a sí mismo a la humanidad' de una manera total, sólo puede ser alcanzada a través de una relación más madura con el Padre y su amor... Haciendo al Padre presente como amor y compasión es, en la propia consciencia de Cristo, el criterio fundamental de su misión de ser el Mesías..."13

 

La devoción al Espíritu Santo

El Arzobispo Luis M. Martínez nos alecciona: "La consagración al Espíritu Santo tiene que ser total: nada tiene que separarnos de su posesión amorosa. Indudablemente las vacilaciones y deficiencias son parte de nuestra imperfección, pero aun así, nuestro amor no se puede apagar. Antes bien, tiene que levantar su llama divina hacia el amor infinito en medio de las vicisitudes humanas.

"La devoción real al Espíritu Santo, por tanto, no es algo superficial y temporal, sino algo profundo y constante, como la vida cristiana en sí misma; es el amor del alma que trata de corresponder al amor de Dios, es el don de la criatura que trata de ser agradecida al don divino, la cooperación humana que recibe la acción amorosa y eficaz de Dios. Así como el amor divino es eterno, su misericordia sin medida y su acción constante, nos corresponde a nosotros tener nuestro corazón siempre abierto a su amor, listo a recibir el don indescriptible, y conservar todos nuestros talentos dóciles al movimiento divino."14

  

Reflexión sobre la Escritura

San Pablo nos dice: "Sinceramente, para mí, Cristo es mi vida, y morir es una ventaja. Pero si la vida en este cuerpo me permite aún un trabajo provechoso ya no sé qué escoger. Estoy apretado por los dos lados. Por una parte desearía partir y estar con Cristo, lo que sería sin duda mucho mejor. Pero a ustedes les es más provechoso que yo permanezca en esta vida." (Fil. 1,21-24)

Deberíamos todos sentirnos inspirados por estas palabras de Pablo para reavivar nuestro amor y entusiasmo personal por Cristo. Después de todo, para nosotros nuestra vida debiera ser Cristo. ¿Qué más significa la palabra cristiano? Si reflexionamos en el significado de la palabra cristiano, llegamos a descubrir que idealmente significa un seguidor de Cristo, uno que se ha entregado totalmente a Cristo, uno para quien la vida no tiene sentido auténtico sin Cristo, uno que está deseando vivir y morir por Jesús y su causa. ¿Por qué a veces no dejamos a Jesús que influencie nuestras vidas como El debiera? ¿Por qué a veces tendemos a colocarle en el último lugar de nuestros pensamientos y caminamos en direcciones muy distintas que nos absorben en nosotros mismos? ¿Por qué, aparentemente, muchos cristianos se entusiasman con toda clase de proyectos, y sin embargo tienen un entusiasmo tan desesperanzado por el proyecto más importante que es el trabajo de Jesús? Como cristianos comprometidos, debiéramos usar los medios adecuados que nos prevengan de sucumbir en una actitud de este estilo.

Tenemos el privilegio y la responsabilidad de permitir a Jesús que viva a través nuestro. Jesús quiere vivir en nosotros. El quiere que le ayudemos a continuar su misión redentora en nosotros y a través de nosotros. Hace 2000 años Jesús recorrió a pie la tierra enseñando, curando los enfermos, perdonando pecados, derramando su amor y misericordia, escogiendo a los Apóstoles, formando su Iglesia. Con todo esto El estaba realizando lo que los teólogos llaman redención objetiva. Nosotros no teníamos parte en esto. Sin embargo, ahora estamos en el marco de la redención subjetiva -la aplicación de los frutos de la redención objetiva a los sujetos o personas individuales. En esta fase de la redención, Jesús pide ayuda. Pide que le prestemos nuestras manos, nuestras palabras, nuestra mente, nuestras voluntades, nuestros corazones.

En este trabajo de la inminente y esperada redención cada uno de nosotros tiene una misión especial, un papel especial que llevar a cabo. Nadie puede realizar la misión de otro. Cada uno de nosotros, siendo personas únicas, tiene una misión singular que desempeñar. Juan Cardenal Newman nos recuerda: "...todo ser viviente, alto o bajo, sabio o ignorante, joven o viejo, hombre o mujer, tiene una misión, tiene una tarea encomendada. No somos enviados a este mundo sin sentido; no hemos nacido por casualidad... Dios nos contempla a cada uno; El crea cada alma, El la hospeda en el cuerpo, una por una, con una finalidad. El necesita, se rebaja a sí mismo para necesitar, de cada uno de nosotros. Tiene un plan para cada uno de nosotros; somos todos iguales ante sus ojos, somos colocados en nuestros niveles y situaciones diferentes, no para que saquemos provecho para nosotros mismos, sino para trabajar en ellos para El. Como Cristo tiene su trabajo, nosotros también tenemos el nuestro; lo mismo que El está encantado de hacer su trabajo, nosotros tenemos que estar contentos de hacer el nuestro también."15

Llevamos a término nuestra misión en, con, por, y para Cristo. El está con nosotros mostrándonos el camino, enseñándonos amablemente cómo vivir de acuerdo al modelo de su propia vida. Nos anima en los días difíciles y oscuros. Constantemente nos recuerda su amor delicado y tierno por cada uno de nosotros. Nos inspira y anima a cosas mejores. Nos dice que nos quiere, que nos necesita, que piensa mucho en nosotros, que valora enormemente todo aquello con lo que cada uno de nosotros tiene que contribuir. Este es el Jesús al que seguimos. Vivir es Cristo.

  

El Cristiano y el Orden Social

El Vaticano II afirma: "Descendiendo a consecuencias prácticas de máxima urgencia, el Concilio inculca el respeto al hombre, de manera que cada uno, sin excepción de nadie, debe considerar al prójimo como a 'otro yo', cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente, no sea que imitemos a aquel rico que se despreocupó totalmente del pobre Lázaro.

"En nuestra época principalmente, urge la obligación de acercarnos a todos y de servirlos con eficacia cuando llegue el caso, ya se trate de ese anciano abandonado de todos, o de ese trabajador extranjero despreciado injustamente, o de ese desterrado, o de ese hijo ilegítimo que debe aguantar sin razón el pecado que él no cometió, o de ese hambriento...

"No sólo esto. Cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado-, cuanto viola la integridad de la persona humana, como por ejemplo, las mutilaciones, las torturas morales o físicas, los conatos sistemáticos para dominar la mente ajena; cuanto ofende a la dignidad humana, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes, que reducen al operario al rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana; todas estas prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador."16

  

Una Oración por por los Sacerdotes

Muchos laicos rezan por nosotros, y de manera organizada. ¿No es justo que también nosotros recemos por todos nuestros hermanos en el sacerdocio, y de manera regular? Aquí sigue una oración que nos puede ayudar en este intento.

"Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño, te rogamos que por el inmenso amor y misericordia de tu Sagrado Corazón, atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes, pastores del mundo entero. Te pedimos que retomes en tu Corazón todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino, que enciendas de nuevo el deseo de santidad en los corazones de aquellos sacerdotes que han caído en la tibieza, y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes el deseo de una mayor santidad. Unidos a tu Corazón y el Corazón de María, te pedimos que envíes esta petición a tu Padre celestial, en la unidad del Espíritu Santo. Amén."

Esta oración ha sido tomada del Manual de Oraciones de los Asociados de Pastores de Cristo, una rama de los Ministerios de Pastores de Cristo. Los asociados son miembros de los grupos de oración que se reúnen regularmente a orar por las necesidades de toda la familia humana, pero especialmente por los sacerdotes. Si le interesa una o varias copias de este manual de oración, y más aún, si le gustaría recibir información de cómo comenzar un grupo de Pastores de Cristo, póngase en contacto con nosotros en la siguiente dirección:

Shepherds of Christ, P.O. Box 627, China, Indiana 47250
Teléfono (llamada gratis): 1-800-211-3041
Fax: 1-812-273-3182

 

San Luis de Montfort y la Consagración a Jesús y María

J. Patrick Gaffney, S.M.M., escribe sobre San Luis de Montfort: "La devoción profunda de Montfort a María es claramente Cristocéntrica. Así lo recalca firmemente el santo hasta el punto de que insistentemente enseña que si la devoción a María nos separa de Cristo debe ser rechazada como una tentación diabólica...Con María entramos en una unión más intensa y más inmediata con la Sabiduría Encarnada. Distanciar a María de la historia de la salvación y por tanto de la vida cristiana es, para Montfort, rechazar el plan de salvación establecido por el Padre.

"La aceptación de la realidad de nuestra fe vivida en plenitud es lo que Montfort llama 'La Consagración a la Sabiduría Eterna y Encarnada.' Este sometimiento amoroso y libre al plan de Dios nos renueva en el espíritu de tal manera que podamos 'llevar a cabo acciones importantes para Dios y para la salvación de las almas' (cf. La Devoción Auténtica, 214)...y todo tiene que ser hecho en la esfera de la influencia maternal de María para que podamos, como ella, ser templos del Espíritu Santo y de esta manera se renueve la faz de la tierra."17

Aquí tenemos unas palabras del mismo San Luis: "Cuanto más uno está consagrado a María, más consagrado está a Jesús."18

 

Acto de Consagración

Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu Corazón, traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia, la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta. Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. Corazón de Jesús yo pongo en Ti mi confianza!

Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal. Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo. Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al Padre en el Espíritu Santo.

  

Cartas

Aquí están algunas de las muchas cartas que hemos estado recibiendo, buen número de ellas y de manera creciente vienen de otros países distintos a USA. Esto es un indicativo de cómo se está extendiendo internacionalmente la circulación de esta Carta.


Querido Padre:

En este día llegaron dos copias de su publicación católica a la mesa de mi estudio. Puse la demás correspondencia aparte y leí su publicación.

Se hizo propaganda por sí misma. Así pues, le suplicaría 60 copias para que puedan ser distribuidas entre nuestros sacerdotes, hermanos, hermanas, diáconos y catequistas.

Estoy seguro que apreciarán lo que usted les envía.

Mis bendiciones y mejores deseos.

Su servidor en Cristo,
Cardenal Pío Taofinu'u
Arzobispo de Samoa-Apia


Querido Padre Eduardo:

Gracias por su carta Pastores de Cristo. Está poniendo en manos de nuestros sacerdotes materiales muy adecuados para la lectura espiritual y para charlas y homilías. Yo mismo encontraré este material muy provechoso para mi apostolado de dirigir reconciliaciones y retiros a seminaristas y sacerdotes.

Me agradaría tener 60 copias de cada ejemplar de esta Carta comenzando desde su próxima publicación.

Permítame extender a usted y a sus compañeros en el apostolado mi aprecio y gratitud por ampliar su ayuda a sus compañeros sacerdotes en su ejercicio ministerial. El Señor le bendiga.

Sinceramente suyo,
Angel N. Lagdameo
Obispo de Dumaguete, Filipinas


Querido Padre Carter:

Acabo de leer el ejemplar número 2, 1998, de Pastores de Cristo.

Lo he disfrutado. Tiene auténtica profundidad espiritual. De manera especial sabrosamente degusté los trozos sobre la Libertad Espiritual de S. Juan de la Cruz. Realmente todos los fragmentos merecen la pena. Me gustó la mezcla de los fragmentos tradicionales (las dos oraciones de consagración y Anima Christi) y sus citas de escritores contemporáneos como Henri Nouwen y Robert Schwartz.

Fue un acto del Espíritu Santo -intervención divina- que yo leyera esta carta. Como todos los sacerdotes, recibo demasiada correspondencia no deseada que automáticamente tiro un montón de ella sin mirarla. No sé cómo eché una mirada a su carta el 21 de Mayo, día de mi cumpleaños. Su carta fue mi mejor regalo de cumpleaños. Continúe con este buen trabajo.

En Cristo,
Padre Eamon Tobin, Cocoa Beach, Florida


Querido Padre Carter:

Gracias por su carta de espiritualidad sacerdotal, "Pastores de Cristo". Es una publicación a la vez informativa e inspiradora.

En la paz de Cristo,
Padre Austin Green, O.P. Universidad de Dallas

   

NOTAS:

  1. Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).
  2. "De los Escritos Diversos de la Historia de la Orden de Predicadores", tal como aparecen en La Liturgia de las Horas, Catholic Book Publishing Co., Vol IV, p. 1302.
  3. José Cardenal Bernardin, El don de la Paz, Loyola University Press, pp. 151-153.
  4. Los Documentos del Vaticano II, "Constitución sobre Sagrada Liturgia", Librería Parroquial de Clavaría, S.A. de C.V. México, Núm. 48.
  5. Juan Pablo II, Fuentes de Renovación: La Puesta a Punto del Vaticano II, traducido por P.S. Falla, Harper & Row, p. 225
  6. M. Raymond, O.C.S.O., Esto es Amor, Bruce, p. 106.
  7. Maurice de la Taille, S.J., El Misterio de la Fe: Libro 2, "El Sacrificio de la Iglesia", traducido por José Carroll y P.J. Dalton, Sheed & Ward, p. 240.
  8. José Cardenal Bernardin, El don de la Paz, Loyola Press, University Press, pp. 96-100.
  9. Tomás Merton, El Hombre Nuevo, Farrar, Straus y Cudaby, p. 231.
  10. Los Documentos del Vaticano II, op. cit., "Decreto sobre el Ministerio y la Vida de los Presbíteros", Núm. 12
  11. Ibid, "Decreto sobre la Formación Sacerdotal", Núm. 8
  12. Directorio sobre el Ministerio y la Vida de los Sacerdotes tal como aparece en El Interior del Vaticano, Suplemento Especial, Nov., 1994, Núm. 13.
  13. Juan Pablo II, Sumérgete en la Misericordia, tal como aparece en Las Encíclicas de Juan Pablo II, publicado con introducciones de J. Michael Miller, C.S.R., Our Sunday Visitor Publishing Division, Núm. 1.4 y 3.4.
  14. Arzobispo Luis M. Martínez, El Santificador, Pauline Books y Media, p. 48
  15. Juan Cardenal Newman, Discursos Dirigidos a Asambleas Mixtas, Longmans, Green, y Co., p. 111-112.
  16. Los Documentos del Vaticano II, op. cit., "Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual". Núm. 27
  17. Dios Solo, La Colección de Trabajos de S. Luis de Montfort, p. XV.
  18. San Luis de Montfort, La Devoción Auténtica, tal como aparece en Dios Solo, op. cit., p.327.

 

 

 

Pastores de Cristo

UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES

 

1999 - Ejemplar 5

El Pastor Principal del Rebaño

La Madre a nuestro lado

"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.

Sí, el Buen Pastor ha entregado su vida por nosotros. Ya próximo a la muerte, un episodio sorprendente sucedió en la obra de la redención: Junto a la cruz de Jesús estaba su madre y la hermana de su madre, y también María, esposa de Cleofás, y María de Magdala. Jesús, al ver a la Madre y junto a ella al discípulo más querido dijo a la Madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo." Después dijo al discípulo: "Ahí tienes a tu madre." Desde ese momento el discípulo se la llevó a su casa. (Jn 19,25-27).

Hablando de María, el Vaticano II nos dice: "Cooperó en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad, en restauración de la vida sobrenatural de las almas. Por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia."2

María es la Madre de Jesús. Es también nuestra madre. Así nos lo confirman las palabras anteriores que acabamos de leer de la Escritura y del Vaticano II.

Sí, Jesús nos ha dado a María como nuestra madre espiritual. Mientras colgaba de la cruz, Jesús dijo a Juan que tomara a María como madre, en Juan estábamos representados todos nosotros. En el momento de su angustia y sufrimiento más profundos, Jesús estaba pensando en nosotros. Mientras un dolor físico imposible de describir desgarraba su cuerpo desde la coronilla a la punta del pie, mientras la misteriosa angustia espiritual penetraba las profundidades de su extraordinario corazón, Jesús estaba pensando en nosotros. Si permitimos que esta escena empape nuestros corazones, si nos tomamos tiempo suficiente para contemplar la profundidad del amor de Jesús y María por nosotros a la vez que sus corazones estaban atravesados de dolor, nos sentimos desbordados por la inmensa grandeza, angustia y ternura de la escena.

El hecho de que María sea nuestra madre, el hecho de que tenga tan poderoso papel que desempeñar en nuestra salvación de ninguna manera disminuye o desacredita la función mediadora de Cristo afirma el Vaticano II: "Pero la misión maternal de María hacia los hombres de ninguna manera obscurece ni disminuye esta única mediación de Cristo, sino más bien muestra su eficacia. Porque todo el influjo salvífico de la Bienaventurada Virgen en favor de los hombres no es exigido por ninguna ley, sino que nace del divino beneplácito y de la superabundancia de los méritos de Cristo, se apoya en su mediación y de ella depende totalmente y de la misma saca toda su virtud; y lejos de impedirla, fomenta la unión inmediata de los creyentes con Cristo."3

Por su papel amoroso, maternal, María coopera con el Espíritu Santo para formar a Cristo en nosotros. El Papa Juan Pablo II nos dice: "La Iglesia sabe que ‘todas las influencias salvíficas de la Santísima Virgen sobre la humanidad tienen su origen… en la complacencia divina…’ Esta influencia salvífica es sostenida por el Espíritu Santo, que, lo mismo que cubrió con su sombra a la Virgen María cuando él comenzó en ella la maternidad divina, de igual modo sostiene sin interrupción su acción de abogada por los hermanos y hermanas de su Hijo."4

María, nuestra Madre, está siempre con nosotros, guiándonos, enseñándonos, cuidando de nosotros, protegiéndonos, amándonos. Con su asistencia maternal vamos al Padre a través de Cristo y con Cristo en el Espíritu Santo.

María fomenta nuestro crecimiento en Cristo con un amor muy tierno y especial por cada uno de nosotros. Nos mira a cada uno como una persona valiosa y única. Juan Pablo II nos habla de nuevo: "De la esencia de la maternidad se concluye que se refiere a la persona. La maternidad siempre establece una relación única e irrepetible entre dos personas: entre madre e hijo y entre hijo y madre. Aun cuando la misma mujer sea la madre de muchos hijos, su relación personal con cada uno de ellos es la auténtica esencia de la maternidad. Porque cada hijo es engendrado de una forma única e irrepetible, y esto es cierto lo mismo para la madre como para el hijo."5

El Santo Padre pues aplica estas ideas a María y nosotros: "Puede decirse que la maternidad ‘en el orden de la gracia’ conserva la analogía con lo que ‘en el orden de la naturaleza’ caracteriza la unión entre madre e hijo. A la luz de este hecho se hace más fácil entender por qué en el testamento de Cristo en el Gólgota la nueva maternidad de su Madre es expresada en singular, en referencia a un hombre."6

Esta es la impresionante y consoladora verdad –tú y yo somos muy valiosos para María. Ella nos muestra su corazón como un símbolo de su vida de amor, incluyendo el más especial y singular amor que tiene por cada uno de nosotros individualmente. Sí, nos ama a cada uno de nosotros más de lo que nosotros jamás podamos imaginar. Es un enorme privilegio y responsabilidad nuestra corresponder a este amor. Ella pide este amor, ella pide nuestra confianza, nos invita a venir a su maternal e Inmaculado Corazón, para que nos pueda guiar cada vez más cerca al Corazón de su Hijo, Jesús.

¿Estamos tristes, inquietos, preocupados? Vayamos a María nuestra madre y pidámosla consuelo. Pidámosla la gracia de saber lidiar adecuadamente con nuestras penas, nuestra inquietudes, nuestros problemas –de acuerdo a la voluntad de Dios. De esta manera nuestro sufrimiento nos llevará más cerca de Cristo a la vez que simultáneamente nos permite contribuir a la cristianización del mundo.

¿Estamos especialmente alegres, felices, recibiendo el deslumbre de un objetivo exitosamente conseguido? Vayamos a María y pidámosle que nos ayude a utilizar nuestra alegría, nuestra felicidad, nuestro éxito como Dios pretende. Pidámosla que no permita que nuestra alegría nos haga olvidarnos de Dios, nuestro Dios que es la fuente de toda auténtica alegría, éxito y felicidad.

Sí, María nos invita a venir a ella en toda circunstancia –bien sea en la alegría o en la pena, en el éxito o en el fracaso, en la risa o en las lágrimas. María quiere que compartamos en su sabiduría maternal para que podamos entender cómo utilizar las diversas experiencias para acercarnos cada vez más a Dios en Cristo. Compartiendo nuestras vidas con María de este modo, y de una manera constante, exige que la amemos, que confiemos en ella, que nos sometamos a su amor maternal.

Ayúdanos, María Madre, a intentar penetrar cada vez más profundamente en las intimidades de tu amor por nosotros. Ayúdanos a entender más y más que ser amados por ti es experimentar una suavidad, un calor, una ternura, una serenidad, una seguridad, que nos hace gritar, "¡Oh Madre, que buena y amorosa eres!"

  

La Eucaristía

  • El Papa Juan Pablo II nos recuerda: "La Eucaristía es por encima de todo un sacrificio. Es el sacrificio de la Redención y también el sacrificio de la Nueva Alianza…

"Es por tanto muy oportuno y necesario continuar y actualizar una educación nueva e intensa en orden a descubrir toda la riqueza contenida en la nueva liturgia. En realidad, la renovación litúrgica que ha tenido lugar desde el Concilio Vaticano II ha dado, por así decir, una mayor visibilidad al Sacrificio Eucarístico. Un elemento que contribuye a esto es que las palabras de la Plegaria Eucarística son dichas en voz alta por el celebrante, particularmente las palabras de la consagración, con la aclamación de la asamblea inmediatamente después de la elevación.

"Todo esto debiera llenarnos de alegría, pero debiéramos también recordar que estos cambios exigen una madurez y un despertar de una nueva espiritualidad, ambos por parte del celebrante -especialmente ahora que él celebra ‘de cara al pueblo’- y por parte de los creyentes. El culto eucarístico madura y crece cuando las palabras de la Plegaria Eucarística, especialmente las palabras de la consagración, son pronunciadas con gran humildad y simplicidad, de manera digna y apropiada, que las hace inteligibles y en continua relación con su santidad; cuando es desarrollado este acto esencial de la Liturgia Eucarística sin precipitación; y cuando nos lleva a un tal recogimiento y devoción que los participantes llegan a ser conscientes de la grandeza del misterio que se está llevando a cabo y lo muestran por su actitud."7

  • ¡El entregó su último aliento, entregó el último latido de su corazón por el amor que nos tenía a cada uno de nosotros! ¿Cómo podemos rechazar a Jesús que extendió sus brazos en la cruz y dio su vida por ti y por mí? ¿Cómo podemos no confiarle cuando nos amó tanto que permitió que le desgarraran su carne, que le coronaran de punzantes espinas y finalmente que le colgaran en la cruz? Soportó todo esto por nuestro amor y ese mismo amor le ha movido todavía a quedarse con nosotros en su presencia eucarística en la misa y en el sagrario. ¡Y podemos a veces tomar su presencia eucarística tan a la ligera!

La muerte no tiene poder sobre nuestro salvador. Sepultado en la tumba, resucitó al tercer día como él había predicho. Ha venido a darnos vida. Nos da el sacramento del bautismo que nos inicia en su vida. Esta vida que él nos da está centrada en el amor –amor a Dios y al prójimo. Vino a mostrarnos el camino y su camino es amor. ¡Murió por amor a nosotros y resucitó por amor a nosotros! Cada día nos invita personalmente a ser sus íntimos amigos, a caminar en un mundo que en gran medida ha olvidado a Dios, que ha olvidado cómo amar. Es una lucha vivir en el mundo, pero la batalla está ganada con corazones que están llenos de su amor, corazones que están robustecidos por la gracia que El derrama en la Eucaristía. ¡El nos invita a venir al sacrificio eucarístico y a alimentarnos con su auténtico cuerpo y sangre! Nos invita a conversar con él mientras rezamos ante el sagrario. La eucaristía es nuestra mejor fuente de alimento espiritual. Jesús es un extraordinario regalo para nosotros –el don de sí mismo. Este es el amor que él da. Este es el amor que él nos pide compartir.

Sí, el Cristo eucarístico nos invita siempre de manera sumamente amable con su voz tierna y con su corazón ardiente. Nos llama y nos dice, venid a mí, todos vosotros los que trabajáis y os sentís sobrecargados, y yo os daré un respiro. (Mt 11,28). Pero en nuestra ceguera podemos darnos la vuelta, y olvidarnos de apreciar el auténtico tesoro existente en medio de nosotros. Jesús permanece con nosotros hoy en la eucaristía, realmente presente, cuerpo y sangre, alma y divinidad, tan realmente presente como lo era cuando caminaba en la tierra. Y nos llama con voz suave, con corazón ardiente, "Mis queridos amigos, ansío vuestro amor. Ábranme sus corazones. ¡Soy el Hijo de Dios! ¡Tengo todo el poder! ¡Tú no puedes hacer nada sin mí!"

  • El Padre Roberto M. Schwartz, teólogo y antiguo presidente de la Organización Nacional de los Estados Unidos para la Educación Continua del Clero Católico Romano, nos dice: "La eucaristía es el momento privilegiado en que el Cristo escatológico apresura y guía el viaje peregrino de la Iglesia. Esta celebración nutre valores transcendentes, profundiza en la intimidad de la identidad actual de la comunidad, y dirige su atención hacia su meta futura; por tanto, es con autenticidad la fuente de conversión a la vida del reino, cambiando las vidas y anhelos de los que participan en ella. Ahí, el mismo Jesús se ofrece a la comunidad reunida en culto como un anticipo de la futura existencia eclesial: comunión perfecta de vida y amor en Cristo. Esta presencia dinámica de Jesús expresa la gracia de su vida, muerte y resurrección, dando poder y eficacia al ministerio. Ya que la eucaristía devuelve a Jesús presente tanto como siervo crucificado que como Señor escatológico, ella es la fuente de la caridad pastoral y el modelo de la espiritualidad ministerial. Ya que el servicio es el signo del reino y el camino que conduce a su consumación, el Cristo eucarístico une en sí mismo el presente y el futuro nutriendo a la comunidad al darse en amor como sacerdote mesiánico."8

  

Nuestra unión con Cristo resucitado

La Iglesia nos invita a compartir en profundidad en la pasión de Cristo, en la cruz de Cristo. Lo hace así para que podamos participar en la vida de su resurrección –ahora y en el futuro. Nuestra última meta aquí abajo no es la cruz, sino la resurrección -la novedad a la que la cruz nos guía- aquí abajo lo mismo que en la eternidad.

Queremos decir compartir en todos los misterios de Cristo aquí abajo –pretendemos revivirlos en nuestras propias vidas. Y todos estos misterios son dirigidos al misterio cumbre de Jesús, su resurrección: "Así como la Iglesia se está siempre rehaciendo, en todas las edades, la historia de la vida de su Esposa Divina –sufriendo en el Cuerpo Místico lo que él sufrió en su Cuerpo Natural, así tiene que ser también, en alguna medida, para cada persona cristiana que vive en unión real con Cristo. Así fue como los santos entendieron la vida del divino maestro. Ellos no sólo la contemplaban, la vivían. Esta era la fuente de la inmensa atracción que fueron capaces de experimentar por El en sus diferentes circunstancias. Sentían en cierta medida lo que El sentía, y lo que es cierto de la vida de Nuestro Señor considerada como un todo tiene que ser cierto en una manera perfecta e ilimitada de lo que era el misterio supremo y cumbre en esta vida –a saber, la Resurrección. Esto tiene que ser, no meramente un hecho en la vida cristiana, sino una fase de la vida cristiana… Nosotros no percibimos eso fácilmente, y en el plan de Dios, no sólo la cruz, sino la vida resucitada que la siguió, está llamada a ser parte de nuestra existencia terrena. Cristo no pasó directamente de la cruz al cielo. El cristiano no está llamado a hacer así tampoco. En el caso de Jesús la cruz precedió, preparó y anunció una vida resucitada en la tierra. En el caso del cristiano la cruz está llamada a jugar un papel algo parecido –esto es, ser el preludio de una vida resucitada, incluso aquí abajo.

"La cruz no puede ser completamente entendida a no ser que sea vista a la plena luz de la resurrección. Es el último, no el primero, el que es el misterio supremo para nosotros… La cruz es un instrumento, no un fin; encuentra su explicación sólo en la tumba vacía; es una entrada a la vida, no una manera de muerte. Toda muerte que entra en el plan de Dios tiene que generar necesariamente en vida. Si El nos insiste en la necesidad de morir es para que podamos vivir…Para que podamos vivir como debiéramos, nuestra naturaleza rebelde tiene que ser crucificada. La crucifixión siempre permanece como la única manera de salvación.

"Dios nos manda pruebas y cruces simplemente para amortiguar en nosotros la actividad de las fuerzas que se dirigen al deterioro de la vida espiritual, para que esa vida espiritual pueda desarrollarse y expandirse sin impedimento. Si la vida de la naturaleza pervertida disminuye en nosotros el deseo de unir nuestra cruz con la de Cristo, la vida divina que Dios ha colocado en todos los que ha llamado comienza a hacerse más manifiesta y a extender su creciente vigor y vitalidad… Es a esa resurrección, esa vida en muerte, que Dios dirige todas las circunstancias de nuestra vida –es el objetivo que El se propone en su trato con nosotros."9

En las palabras que acabamos de mencionar del Padre Edward Leen, C.S.Sp., nos habla de un episodio especial de nuestra participación en la Resurrección de Jesús. Habla de nuestro Cristo-vida, nuestra vida de la gracia, en el estado altamente desarrollado. Todos debiéramos afanarnos por conseguir este estado. Tenemos que darnos cuenta, sin embargo, que todos los que viven en estado de gracia, están, de una manera clave, viviendo la vida de la resurrección. Están vivos en Cristo Jesús. San Pablo nos dice: ¿O acaso no se han dado cuenta que los que fuimos sumergidos por el bautismo en Cristo Jesús, fuimos sumergidos con El para participar de su muerte? Pues al ser bautizados fuimos sepultados junto con Cristo para compartir su muerte a fin de que, al igual que Cristo, quien fue resucitado de entre los muertos para Gloria del Padre, también nosotros caminemos en una vida nueva. (Rom 6,3-4).

  

El amor compasivo del Padre

El Papa Juan Pablo II nos enseña así: "La Iglesia, como una comunidad reconciliada e instrumento de reconciliación, no puede olvidar que en el origen de su don y su misión de reconciliación está la iniciativa, llena de amor compasivo y misericordioso, de ese Dios que es amor (ver 1Jn 4,8) y que por amor creó a los seres humanos (ver Sabiduría 11,23-26; Génesis 1,27; Salmos 8,4-8)…Los creó de manera que pudieran vivir en amistad con El y en comunión de unos con otros.

"Dios es fiel a su plan eterno incluso cuando el hombre, bajo el impulso del maligno (ver Sabiduría 2,24) y llevado fuera de sí por su propio orgullo, abusa de la libertad que se le ha dado para que ame y busque generosamente lo que es bueno, y rehusa obedecer a su Señor y Padre. Dios es fiel incluso cuando el hombre, en lugar de responder con amor al amor de Dios, se opone y lo trata como un rival, engañándose a sí mismo y confiando en su propio poder, teniendo por resultado la ruptura de amistad con aquel que lo creó. A pesar de esta desobediencia por parte del hombre, Dios permanece fiel en el amor.

"Es auténticamente cierto que el relato del Jardín del Edén nos hace pensar sobre las trágicas consecuencias de rechazar al Padre, lo que se convierte en evidente y exclusivo desorden del hombre y en la ruptura de la armonía entre el hombre y la mujer; entre hermano y hermano (ver Génesis 3,12; 4,1-16). También es significante en el Evangelio la parábola de los dos hermanos (la parábola del Hijo Pródigo; ver Lc 15,11-32) que, de formas distintas, se distancian de su padre y causan una ruptura en su propia relación de amistad. El rechazo del amor paternal de Dios y los dones expresión de su amor siempre están a la raíz de las divisiones de la humanidad.

"Pero sabemos que Dios…como el padre en la parábola (del hijo pródigo) no cierra su corazón a ninguno de sus hijos. Los espera, los busca, va a su encuentro a los lugares donde el rechazo de vivir en comunión los aprisiona en aislamiento y división. Los llama a reunirse en su mesa con la alegría de la fiesta del perdón y la reconciliación.

"Esta iniciativa de parte de Dios se hizo concreta y manifiesta en la obra redentora de Cristo, que se irradia por el mundo por medio del ministerio de la Iglesia."10

   

La acción del Espíritu Santo

El Arzobispo Luis Martínez nos habla del Espíritu Santo en nosotros: "El amor al Espíritu Santo también tiene su carácter especial, que debiéramos estudiar para que entendamos por completo la devoción que le tenemos. Hemos explicado cuánto nos ama el Espíritu Santo, cómo nos mueve como un aliento divino que nos lleva al seno de Dios, como un fuego sagrado que nos transforma en fuego, como un artista divino que modela a Jesús en nosotros. Con toda seguridad, pues, nuestro amor por el Espíritu Santo debería estar marcado por una amorosa docilidad, por un sometimiento completo, y por una fidelidad constante que nos permite ser movidos, dirigidos, transformados por su acción santificadora.

"Nuestro amor por el Padre, nos lleva a glorificarle; nuestro amor por el Hijo, nos lleva a transformarnos en El: nuestro amor por el Espíritu Santo, nos lleva a permitir que seamos poseídos y movidos por El."11

   

El Sacerdocio

  • Las palabras que siguen están tomadas de un escrito preparado por el Padre Stephen J. Rossetti para la Conferencia Nacional de los Estados Unidos del Comité de Obispos Católicos sobre la Vida y Ministerio Sacerdotal. El documento fue publicado más tarde en la revista trimestral Desarrollo Humano, de la que ahora hacemos esta cita. El Padre Rossetti es presidente y jefe oficial ejecutivo del Instituto de San Lucas en Silver, Maryland. En las palabras que siguen él habla del factor clave en lo que concierne a la relación de amistad formal del sacerdote con Jesús:

"Los sacerdotes católicos son hombres de palabra regularmente envueltos en charlas públicas. Pueden debatir ideas y conceptos abstractos con facilidad. De echo, estas cualidades son importantes para el éxito del ministerio de un sacerdote.

"Sin embargo, tener una relación personal con Jesús también significa orar desde el corazón, el lugar donde él habita. Todavía muchos hombres aunque estén en el sacerdocio no pueden encontrar el "corazón" porque están estancados en su "cabeza"…

"Desarrollar una relación personal con Dios, o con cualquier otro, implica la tarea importante de sacar nuestra oración y diálogo de la cabeza y llevarlos al corazón. En este caso, el término corazón, usado en sentido metafórico, no se refiere sólo a la vida afectiva de uno; primeramente, indica ‘el lugar de las fuerza vitales’ de una persona, según cita de Xavier Jean-Dufour en el Diccionario del Nuevo Testamento. Es el ‘lugar más íntimo’ de uno mismo, el lugar donde ‘habita el espíritu del Hijo’.

"Dejar la cabeza y dirigirse por el corazón puede ser muy difícil para un hombre que pueda tener poca idea de cómo lidiar con su aspecto afectivo, y mucho menos las dimensiones más profundas de sí mismo. Al tocar lo más íntimo de su corazón, se hace a sí mismo vulnerable a Dios y a los otros. Esto puede presentarle una perspectiva terrorífica.

"Sin embargo es enormemente importante abrirnos nosotros mismos al otro. Tenemos un inmenso deseo de ser conocidos y de ser amados. Y es en el corazón donde experimentamos estas dos realidades…

"Es importante advertir que el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. Orar desde el corazón significa ser vulnerable ante Dios. Significa orar desde nuestra desnudez. Esto es difícil. Es suficientemente duro para nosotros aceptar que estamos destrozados, pero mucho más orar desde nuestro anonadamiento. Para tener una relación personal auténtica con Dios, tenemos que aprender a aceptar nuestros propios fallos y a orar desde el corazón."12

  • El teólogo, Jean Galot, S.J., nos dice que es la calidad del pastor lo que mejor resume las funciones sacerdotales: "Mirando hacia atrás nuestros pasos en el origen del ministerio sacerdotal, podemos encontrar en la mismas palabras de Cristo un principio de unidad por referencia a cómo todas las funciones sacerdotales pueden ser entendidas como una unidad. Esta es la cualidad del pastor. Jesús se define a sí mismo como un pastor, sugiriendo así que constituye el ministerio de su propio sacerdocio. Ya que su sacerdocio es una nueva y original creación, y más alto que el sacerdocio judío, es la calidad del pastor la que mejor resume las funciones pastorales.

"Cristo, el pastor, guía el rebaño con la palabra que él predica y garantiza la verdad de su enseñanza por el supremo testimonio que es la entrega de sí mismo. Se ofrece a sí mismo en sacrificio para comunicar a sus ovejas una vida abundante, especialmente a través de la eucaristía. Las tres funciones -predicación, culto, y liderazgo- se convierten en la expresión del amor del pastor, y de ese amor sacan su inspiración."13

   

El Cristiano y el Orden Social

El Obispo John Kinney de St. Cloud, Minnesota, U.S.A., publicó una carta pastoral sobre la justicia social, el 20 de Agosto de 1998. Aquí están algunos extractos de la carta: "Todo ser humano es creado por Dios, redimido por Jesucristo y llamado a la comunión con Dios. Por esta razón cada persona tiene una dignidad sagrada –cada uno de nosotros es tan amado por Dios que la única respuesta posible que podemos ofrecer es amar a Dios en respuesta y amar y respetar todo lo que Dios ha creado.

"En esta dignidad sagrada todos los humanos son iguales –La dignidad de la persona humana significa que toda vida es sagrada. Los cristianos respetan las vidas de todos los humanos y extienden este respeto a toda la creación. La vida es un don amoroso del Creador. Nuestra respuesta –siempre y en todas partes- tiene que ser mostrar un respeto cariñoso por ese don. La dignidad de la persona humana es el fundamento de la enseñanza de la Iglesia a cerca de las personas y acerca de cómo organizar nuestra sociedad.

"Hoy se escucha hablar de los derechos individuales como algo muy importante. Muchos de nosotros estamos prontos a exigir los derechos personales ante los derechos de los otros, a veces en contra del bien de la comunidad. La enseñanza social católica ofrece una equilibrada visión de los derechos individuales. Los derechos humanos brotan de la dignidad de nuestro Dios que se da. Pertenecen a nosotros precisamente como humanos, y pertenecen a toda la gente… Son parte de lo que significa ser persona humana. Los derechos humanos envuelven y protegen la dignidad de cada persona.

"El derecho humano más fundamental que podemos nombrar es el derecho a la vida. Desde su concepción a su muerte natural, la gente tiene el derecho a vivir sus vidas tan plenamente como puedan. La enseñanza católica condena el aborto, la eutanasia, y el suicidio asistido como un pecado grave contra el Creador de toda la vida. La Iglesia se manifiesta cada vez más clara en su condenación del mal de la pena de muerte. Otro derecho humano fundamental es tener los medios necesarios para vivir nuestras vidas con dignidad. El derecho a la vida significa que todos y cada uno en este planeta tiene el derecho a compartir de los bienes terrenos de manera suficiente para uno mismo y su familia. Cada persona tiene el derecho a comida suficiente, a vestido adecuado, a casa, a cuidado médico, a educación, a empleo y a un medio ambiente seguro. No es suficiente hablar de derecho a la vida sin reconocer el derecho a vivir esa vida en la dignidad reflejada en las criaturas hechas a imagen de Dios."14

   

Silencio de Oración

Aquí tenemos unas inspiradoras y perspicaces palabras de Tomás Merton sobre la necesidad de silencio de oración en nuestras vidas.

"El silencio no existe meramente por sí mismo en nuestras vidas. Está ordenado a algo más. El silencio es la madre de todo discurso. Toda una vida de silencio está ordenada a una declaración final, que puede ser en palabras, una declaración del sentido de todo aquello por lo que hemos vivido.

"Vida y muerte, palabras y silencio, se nos han dado a través de Cristo –en El morimos para la ilusión y vivimos para la verdad. Hablamos para confesarle, permanecemos callados para meditar en El y entrar más profundamente en su silencio, que es a la vez el silencio de muerte y de vida eterna -el silencio del Viernes Santo y la paz de la mañana de Pascua.

"Recibimos el silencio de Cristo en nuestros corazones cuando en primer lugar hablamos la palabra de fe desde nuestro corazón. Elaboramos nuestra salvación en silencio y en esperanza. El silencio es la fuerza de nuestra vida interior. El silencio entra en lo más íntimo de nuestro ser moral, de tal manera que si no tenemos silencio no tenemos moralidad. El silencio entra misteriosamente en la composición de todas las virtudes, y el silencio las preserva de corrupción.

"Si llenamos nuestra vidas de silencio, estamos pues viviendo en esperanza, y Cristo vive en nosotros y da mucho más contenido a nuestras virtudes. Luego, cuando llegue el tiempo, le confesamos abiertamente –y nuestra confesión tiene mucho significado porque está enraizada en un silencio profundo. Despierta el silencio de Cristo en los corazones de los que nos oyen, de tal manera que ellos mismos aceptan el silencio y comienzan a asombrarse y escuchar. Porque ellos han comenzado a descubrirse a sí mismos en autenticidad."15

  

Pensamientos de una monja

  • La madre María Francis, P.C.C., una monja de las Pobres de Santa Clara, ofrece estas profundas reflexiones: "El amor de la mujer religiosa por Cristo resucitado tiene que ser el centro, la raíz, el sentido de su vida. Si no es así, ¿qué razón habría para no dejar a un lado un role de servicio en favor de algo más atractivo personalmente, más "moderno", más original, más del agrado personal? Y en las horas de ese viaje íntimo del espíritu, del corazón, que tiene que llegar a todos y del que las mujeres consagradas en la vida religiosa están con seguridad no excluidas o excusadas, y que conservaría a las religiosas fieles a su consagración conservando un profundo y tierno amor por el Esposo Divino. El esposo de ellas.

"La vida religiosa tiene que ser una vida de servicio con un alto grado de autenticidad. El servicio a la humanidad, el servicio a la Iglesia, el servicio a nuestra propia comunidad. Pero eso es su expresión, no es su núcleo. El núcleo más íntimo está en el amor desposorio con Cristo. No celebrar a Cristo como Esposo del alma, y del corazón, dejará al religioso inevitablemente antes o más tarde vacío intentando hacer sus gustos y siempre fallando de manera desastrosa…

"Las mujeres, por largo tiempo o en la actualidad oprimidas, exigiendo respeto y reconocimiento, son ya en esa acción figuras de poder en el más profundo sentido de la palabra. El poder es ser reconocidos no sólo en las revindicaciones de los derechos y asunción de ciertas primacías, por deseadas y muy dignas de alabanza que sean, sino también y más radicalmente en cada nueva expresión de triunfo del amor y del sufrimiento sobre lo erróneo y lo malo. El Dios todopoderoso estuvo triunfante en la cruz. Necesitamos investigar el significado de las cosas.

"¿Quienes son figuras más destacadas en la Pasión de Cristo? En el tiempo de la vida terrena de Jesús era muy difícil para ver una posición de mujer guiando naciones o ocupando oficinas de gobierno. Sin embargo, entonces como ahora, las mujeres han sido figuras de poder. Tenemos el ejemplo de una joven campesina que acaudilló todas las fuerzas francesas hacia una victoria haciendo posible la coronación de Duhghin en Reims, o de nuevo cuando una joven de Siena se impuso al Papa para que se comprometiese a volver a su propia casa y trono en Roma cuando ninguna fuerza de hombre había sido capaz de persuadirle o forzarle en esa dirección.

"De hecho, la mujer tiene que ejercitar sus poderes, pero necesita saber cuales son. Tiene el derecho y la obligación de su feminidad de descubrir y señalar la belleza, de confesar la verdad a cerca de sí misma, primero a ella misma y luego a todos los demás, de perseverar en la bondad bajo cualquier dificultad. Y la tenemos también en la actualidad del sufrimiento que afronta el mismo Dios. Las lágrimas son el mejor grito de batalla. No es un juego de palabras.

"Vemos la compañía llena de amor de la mujer siguiendo tras Jesús. Las encontramos saliendo sin miedo de entre la multitud que gritaba y amenazaba para abrirse paso a través del cordón de soldados y llegar al pie de un Jesús desmayado por el dolor. Ninguno, parece, tuvo el valor de detenerlas. O, evidentemente, ni lo pensaron. Y, ¿para qué? ¿Para gritar una protesta? ¿Para gritar por una justicia? No, simplemente para llorar por aquel a quien amaban. Arriesgaron sus vidas y las vidas de los niños que llevaban en sus brazos justamente para dejar claro a Jesús que le amaban más que a sus propias vidas. Ahí estuvo la Verónica, que… sin miedo manifestó un amor poderoso y tan grande que pudo abrirse paso entre los soldados y rufianes que rodeaban a Jesús por el camino de la cruz y llegar a ofrecerle consuelo a aquel que ella amaba más profundamente que a la misma vida. De nuevo -para hacer ¿qué? Sólo para limpiar el sudor y la sangre de su cara. Al pie de la cruz, el hombre fue sobre pasado en número por la mujer. Dos figuras de poder femenino permanecieron allí con amor tan fuerte que ningún soldado tuvo el valor de removerlas o despacharlas lejos. Dos mujeres: La Madre Inmaculada de Dios y una mujer convertida de la calle."16

  

Pensamientos varios

  • Aquí tenemos palabras de un diario espiritual: "No hay más que una cosa que yo busco -el deseo de mi alma de vivir en la verdad. Mientras vivo en El, su verdad vive en mi, y actúo en su verdad. No hay más que una verdad y es su verdad. El es el Camino, la Verdad, y la Vida. El vive en nosotros y nosotros vivimos en su verdad.

"Veo a los mártires, esos que estaban deseando dar sus vidas por El, por esta verdad. Muchos pasaron por una muerte terrible en total aislamiento, amando únicamente a su Dios. En el alma está este anhelo intenso por Dios que no puede ser satisfecho por ninguna persona terrena, lugar, o cosa. En el alma está esta sed que nos guía a esta unión intensa con Dios. Es una fuerza impulsiva que guía al alma, como a un mártir, a escogerle antes que a la propia vida en la tierra. Puede ser que Dios no nos llame al martirio, pero viviendo en este mundo que es tan tolerante con el secularismo, tenemos muchas ocasiones cada día para sufrir pequeños martirios mientras nos afanamos por vivir en su Verdad. Estos pequeños encuentros con la muerte, como me gusta llamarlos, nos acercan más a El que es la Verdad. Cada vez que escogemos morir a esa parte del mundo que no es verdad y vivimos para El, experimentamos una nueva forma de participar en su resurrección.

"Muchos hoy piensan que el sufrimiento es algo de lo que tenemos que liberarnos. Cierto, podemos utilizar las formas de aliviar el sufrimiento que están de acuerdo a la voluntad de Dios. Pero en esta vida el sufrimiento es inevitable. Un estudio de la vida de nuestro Salvador nos lo muestra. En su verdad nos enseña que el sufrimiento aceptado de acuerdo a la voluntad del Padre lleva de manera auténtica a mejor vida.

"Tengo que hablar más de la verdad, pues es lo que quiero clarificar. No hay sino una verdad y se encuentra en Cristo. Ese centro de la verdad se encuentra en todos nosotros. Pero estamos afectados por lo que nos rodea y la información que permitimos que nos llegue. Podemos conservar este centro de la verdad conectado en grado óptimo a El que es la verdad absoluta: seleccionando con limpieza el material de nuestra lectura, filtrando adecuadamente todo lo que vemos y las cosas en que nos envolvemos.

"La verdad se encuentra al vivir en el plan de Dios. En cada momento el Padre quiere que vivamos de acuerdo a su plan con Cristo, en el Espíritu Santo, ayudados por la intercesión maternal de María. Viviendo de esta manera, ayudamos a hacer que llegue el reino del Corazón de Jesús y el triunfo del Corazón de María"

  • San Juan de la Cruz, doctor de la Iglesia, nos enseña: "Afánate por conservar tu corazón en paz y no permitas que ningún acontecimiento de este mundo te perturbe. Piensa que todo tiene que llegar a una meta."17
  • Santa Teresa de Lisieux, recientemente nombrada doctora de la Iglesia por el Papa Juan Pablo II, nos ha dejado estas inspiradoras palabras: "Ni deseo más el sufrimiento ni la muerte, y todavía amo a ambos; de cualquier manera, es solamente el amor el que me atrae. Los deseé por mucho tiempo; me poseyó el sufrimiento y creía que había tocado el borde del cielo, que la pequeña flor sería recogida en la primavera de su vida. Ahora, sólo el abandono me guía. ¡No tengo otra brújula! No puedo pedir por más tiempo nada con fervor sino el cumplimiento de la voluntad de Dios en mi alma sin que ninguna criatura sea capaz de ponerme obstáculos en el camino."18
  • El Padre Avery Dulles, S.J., dice: "La Iglesia es… un signo. Tiene que significar de una manera históricamente tangible la gracia redentora de Cristo que es dada ostentosamente… en cada edad, raza, familia, y situación. Por esta razón, la Iglesia tiene que encarnarse ella misma en cada cultura humana."19

   

Reflexión sobre la Escritura

Después de tres días lo hallaron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Todos los que lo oían quedaban asombrados de su inteligencia y de sus respuestas. Al encontrarlo, se emocionaron mucho y su madre le dijo: "Hijo, ¿porqué te has portado así? Tu padre y yo te buscábamos muy preocupados." El les contestó: "Y, ¿ porqué me buscaban? ¿No saben que tengo que preocuparme de los asuntos de mi Padre?"

Pero ellos no comprendieron lo que les acababa de decir. (Lc 2,46-50).

El relato que acabamos de leer describe cómo María y José encontraron a Jesús en el templo después de haber estado separados de él. De vuelta a casa después de la celebración de la Pascua, al final se dieron cuenta de que Jesús no estaba con ellos, y se volvieron a Jerusalén en su búsqueda. La escena muestra varias lecciones para nosotros en lo que a la voluntad de Dios se refiere.

La escena nos recuerda el principio guía de la vida de Jesús –la amorosa conformidad a la voluntad del padre. De alguna manera Jesús sabía que él debía permanecer en el templo en ese momento concreto aunque María y José estaban de vuelta a casa. Su forma de actuar no era diferente en este ejemplo del que había sido en el pasado y sería en el futuro. La voluntad de su Padre se hacía manifiesta y él obedecía. Su Padre le mostraba el camino y él lo seguía. Los caminos del Padre eran siempre los caminos de Jesús, todo el día, cada día, y en todos los momentos. Como seguidores de Jesús, su principio guía tiene que ser también el nuestro.

Este acontecimiento de la vida de Cristo también demuestra que la conformidad a la voluntad de Dios en determinadas ocasiones hiere a los que queremos. Jesús sabía que este quedarse atrás en su vuelta a casa causaría sufrimiento a María y José –podemos imaginar su angustia. Jesús sintió que esto tuviera que suceder. Ciertamente él no era insensible a los sentimientos de María y José, sin embargo tenía que dejar que todo sucediera. Puede haber situaciones similares en nuestras vidas. Precisamente porque estamos luchando por encontrar y hacer la voluntad de Dios, sabemos que estamos causando dolor a los que queremos. Sin embargo sabemos que no hay otra forma de actuar, si queremos estar abiertos a los designios de Dios y ser auténticos con nosotros mismos.

El encuentro del niño Jesús en el templo nos interpreta todavía otro punto en lo que concierne a la conformidad con la voluntad de Dios. María y José sabían que de algún modo eso era la voluntad de Dios, el que Jesús permaneciera en Jerusalén mientras estaban de vuelta a Nazaret. Sin embargo no comprendieron por qué sucedía todo esto. Reconocían la voluntad de Dios, pero no la entendían. Sin embargo aceptaban la voluntad de Dios junto con el sufrimiento que les ocasionaba en sus vidas. La aplicación de esta lección a nuestras vidas es vivamente clara. A menudo ocurre un acontecimiento que no entendemos. Nos damos cuenta que de algún modo eso es la voluntad de Dios, al menos su voluntad permisiva. Sin embargo no entendemos, y la falta de comprensión es parte de nuestro sufrimiento.

Es obvio por todo lo dicho arriba que la conformidad a la voluntad de Dios en amor es el único camino, aunque no siempre es un camino fácil. A veces uno se puede ver tentado a ser agresivo y rebelde cuando encuentra resistencia con la forma de abrazar la voluntad de Dios. Este enfado y rebelión, si son consentidos, se convierten en una calle sin salida, un sendero que lleva a la amargura y a la tristeza. Sabemos eso. Sabemos que la única guía segura que tenemos en la búsqueda por la felicidad es la voluntad de Dios. Sabemos, además, que nuestros sentimientos nos invitan a actuar, que el único camino para la auténtica felicidad es el camino de Dios. Sabemos que Dios quiere nuestra felicidad más que nosotros mismos. Sabemos que él permite que el sufrimiento cruce nuestros caminos al hacer su voluntad, y de la misma manera él nos concede la gracia de aceptar adecuada y provechosamente el sufrimiento como un camino hacia una mayor santidad cristiana. Sabemos, pues, en lo profundo y centro de nuestra existencia, que la voluntad de Dios es nuestra felicidad.

   

Una Oración por los Sacerdotes

Muchos laicos rezan por nosotros, y de manera organizada. ¿No es justo que también nosotros recemos por todos nuestros hermanos en el sacerdocio, y de manera regular? Aquí sigue una oración que nos puede ayudar en este intento.

"Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño, te rogamos que por el inmenso amor y misericordia de tu Sagrado Corazón, atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes, pastores del mundo entero. Te pedimos que retomes en tu Corazón todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino, que enciendas de nuevo el deseo de santidad en los corazones de aquellos sacerdotes que han caído en la tibieza, y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes el deseo de una mayor santidad. Unidos a tu Corazón y el Corazón de María, te pedimos que envíes esta petición a tu Padre celestial, en la unidad del Espíritu Santo. Amén."

Esta oración ha sido tomada del Manual de Oraciones de los Asociados de Pastores de Cristo, una rama de los Ministerios de Pastores de Cristo. Los asociados son miembros de los grupos de oración que se reúnen regularmente a orar por las necesidades de toda la familia humana, pero especialmente por los sacerdotes. Si le interesa una o varias copias de este manual de oración, y más aún, si le gustaría recibir información de cómo comenzar un grupo de Pastores de Cristo, póngase en contacto con nosotros en la siguiente dirección:

Shepherds of Christ, P.O. Box 627, China, Indiana 47250
Teléfono (llamada gratis): 1-800-211-3041
Fax: 1-812-273-3182

 

  

Acto de Consagración

Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu Corazón, traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia, la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta. Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. Corazón de Jesús yo pongo en Ti mi confianza!

Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal. Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo. Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al Padre en el Espíritu Santo.

   

Cartas

Querido Padre:

Ayer recibí sus cartas y el libro, Cartas de Espiritualidad.

Estoy encantado porque llegando tanto material a mi mesa del estudio es imposible leerlo todo. Sin embargo, su regalo me parece como que va a llenar a una gran necesidad para nosotros aquí. Simplemente no tenemos tiempo para leer mucho y hemos pensado a menudo que sería una buena cosa si uno de nosotros pudiera asimilar una buena cantidad de los escritos que recibimos, resumirlos y enviarlos al resto de nosotros. Sin embargo, también encontramos eso poco práctico. Y más bien pienso que lo que usted nos ha enviado es justamente lo que necesitamos, y ya que es en espiritualidad servirá de la mejor ayuda e inspiración. Tengo que comunicarle que todos los sacerdotes de aquí son unos enormes trabajadores, todos ellos trabajan muchas horas manualmente viajando en bote, cuidando plantaciones ligeras, cuidando las máquinas de los botes, levantando edificios, etc… simplemente para mantener sus residencias, (la mayoría de ellos en islas aisladas) así que tienen poco dinero para comprar buenos libros, y muy poco tiempo para leerlos si los consiguen. Lo que usted envió parece que puede llenar nuestras necesidades. Parece a primera vista ser la esencia de la gran necesidad que nosotros tenemos para el desarrollo de la misma espiritualidad sacerdotal.

Muchas gracias. Estoy muy agradecido.

Muy sincera y fraternalmente suyo en el Señor.

Obispo D.C. Morre
Diócesis de Alotau
Papua, Nueva Guinea


Querido P. Carter:

Estoy buscando como recibir la publicación de Pastores de Cristo. Cada ejemplar es una experiencia enriquecedora.

¿Sería posible tomar algunos artículos de su publicación para incluirlos en el boletín de mi parroquia? Me gustaría compartir esta inspiradora información con mis parroquianos.

Sinceramente en Cristo,
Rev. W. Paysse
Slidell, Louisiana

   

NOTAS:

  1. Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).
  2. Los documentos del Vaticano II, "Constitución Dogmática sobre la Iglesia" Núm. 61
  3. Ibid., Núm. 60
  4. El Papa Juan Pablo II, Carta Encíclica, "La Madre del Redentor", United States Catholic Conference, Núm. 38.
  5. Ibid., Núm. 45
  6. Ibid., Núm. 45
  7. El Papa Juan Pablo II, carta, "El Misterio y el Culto de la Eucaristía", Pauline Books and Media, Núm. 9
  8. Robert M. Schwartz, "Líderes servidores del Pueblo de Dios", Paulist, p. 154.
  9. Edward Leen, "A la Semejanza de Cristo", Sheep and Word, pp. 290-300.
  10. El Papa Juan Pablo II, en "¡Celebren el año 2000!", Servant Publications, pp. 140-141 11.
  11. Arzobispo Luis Martínez, "El Santificador", Pauline Books and Media, p. 68.
  12. Stephen J. Rossetti, "Espiritualidad del Sacerdocio", tomado de Human Development Vol 18, Núm. 1, Spring, 1997, pp 26-32
  13. Jean Galot, S.J. "Teología del Sacerdocio", Ignatius Press, p. 137
  14. Obispo John Kinney, tomado de "Los Orígenes", CNS Documentary Service, Sept. 10, 1998, Vol. 28, Núm. 13
  15. Un Lector de Thomas Merton, Thomas Mr Donnell, editor, Doubleday, p. 459.
  16. Madre Mary Frances, P.C.C. Forth and Abroad, Ignatius Press pp. 180-184.
  17. "Los Trabajos Coleccionados de San Juan de la Cruz", O.C.D., y Otilio Rodríguez, O.C.D., "Máximas y Consejos", Double day and Co., Núm. 75. p. 679
  18. "Historia de un Alma", La Autobiografía de Santa Teresa de Lisieux", ICS Publications, p.280.
  19. Avery Dulles, "Modelos de la Iglesia", Doubleday, p. 63.

 

 

 

Pastores de Cristo

UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES

 

1999 - Ejemplar 1

El Pastor Principal del Rebaño

El Sacerdocio

"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.

Sí, el Buen Pastor ha dado todo por nosotros. Ha conquistado una vida nueva para nosotros con su propia vida, con su sufrimiento brutal y agonizante y con su muerte en la cruz, y con su gloriosa resurrección. A través del sacramento de las Ordenes Sagradas, Jesús ha provisto a su Iglesia de sacerdotes que desempeñan un papel clave en la distribución de esta vida que Jesús ha venido a darnos cada vez más abundantemente. Aquí siguen algunos pensamientos sobre el sacerdocio.

  • El Papa Juan Pablo II afirma: "Es dentro del misterio de la Iglesia, como un misterio de la comunión trinitaria en tensión misionera, donde es revelada la identidad cristiana, y del mismo modo la identidad específica del sacerdote y su ministerio. De echo, el sacerdote, por virtud de la consagración que recibe en el Sacramento del Orden, es enviado por el Padre, a través de la mediación de Jesucristo, al que se configura de un modo especial como cabeza y pastor de su pueblo, para vivir y trabajar con el poder del Espíritu Santo en servicio de la Iglesia y para la salvación del mundo."2
  • El Santo Padre insiste de nuevo: "El sacerdote encuentra su plena identidad al ser una derivación, una participación específica y una continuación del mismo Cristo, el único sumo sacerdote de la alianza nueva y eterna. El sacerdote es una imagen viviente y transparente de Cristo sacerdote."3
  • El Padre Richard Nahman, O.S.A., habla de la relación de amistad del sacerdote con Cristo.

"Muy a menudo conocemos cosas a cerca del entorno de Cristo –puede ser mejor conocido que el entorno de Napoleón, de Alejandro Magno, de J. F. Kennedy– pero únicamente conocemos cosas de él y él no es conocido. Se pueden decir muchas cosas y podemos valorarlas mucho y puede surgir un compromiso grande de dedicación a partir del conocimiento de la vida de alguien. Pero una relación de amistad personal no puede ser construida sobre el mero conocimiento del otro. Conocimiento a cerca de una persona y conocer a una persona difieren no sólo en el orden del conocimiento sino en el orden de la experiencia. Uno puede haber estudiado toda expresión posible y pensable de la realidad "amistad", y puede conocer tanto cuanto hay para conocer sobre la amistad, pero si esta persona nunca ha tenido un amigo, entonces tenemos que decir que no conoce la amistad.

"Puede ser de provecho hacernos aquí la pregunta: ¿Enfatiza hoy la formación sacerdotal, si no en teoría al menos en práctica, el conocimiento a cerca de Cristo o el conocimiento de Cristo?

"Un sacerdote es un hombre al que Cristo se ofrece como al otro en respuesta para que encuentre su propia identidad. Un sacerdote está llamado a conocer a Cristo, y éste crucificado. Y este conocimiento lleva al amor, y este amor a la unión y esta unión a la identificación…

La crisis de identidad en la hermandad del sacerdote sólo se puede afrontar estableciendo la base de la identidad individual con convicción intelectual plena en la identidad de Cristo. Esta es la paradoja cristiana –perderse a sí mismo para encontrarse- de la que el sacerdote es testigo, no por lo que hace, sino por lo que es. Es el completo abandono en manos de la fe. Pero muy a menudo la reacción de una persona es la de un hombre ahogándose, agarrándose desesperadamente al cuello del que sería su salvador. Cuanto más fuertemente se agarra a lo que tiene más inmediato a mano, más cierta se presenta su propia destrucción.

"Para el sacerdote, la dinámica de ser él mismo, logrando y llegando a entender su propia identidad, descansa en la profundidad y la intensidad de su relación de amistad personal con Cristo como una persona cuya dinámica, su presencia real y vital es ‘experimentada’ y ‘entendida’ en su vida diaria."4

  • El sacerdote puede obviamente aplicar a sí mismo de forma acomodada lo que el Vaticano II dice referente a la formación espiritual de los seminaristas: "La formación espiritual está estrechamente unida a la doctrinal y pastoral y, con la colaboración sobre todo del director espiritual debe darse de tal forma que los alumnos aprendan a vivir en trato familiar y asiduo con el Padre por su Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo. Habiendo de configurarse a Cristo Sacerdote por la sagrada ordenación, habitúense a unirse a El, como amigos, con el consorcio interno de toda su vida. Vivan el misterio pascual de Cristo de tal manera que sepan inciar en él al pueblo que ha de encomendárseles. Enséñeseles a buscar a Cristo en la fiel meditación de la Palabra de Dios, en la activa comunicación con los sacrosantos misterios de la Iglesia, sobre todo en la Eucaristía y el Oficio Divino; en el obispo, que los envía, y en los hombres a quienes son enviados, principalmente los pobres, los niños, los enfermos, los pecadores y los incrédulos. Amen y veneren con filial confianza a la Santísima Virgen María, a la que Cristo, muriendo en la cruz, entregó como madre al discípulo"5
  • El teólogo, Jean Galot, S.J., tiene unos ilustradores pensamientos sobre el sacerdote como pastor: "Como mediador, el sacerdote es un pastor en el nombre de Dios, o con más precisión en el nombre de Cristo, por medio de Cristo, en el nombre del Padre. En el sacerdote se lleva a cabo el role profético de Ezequiel en el que Yahvé promete ser el Pastor de su pueblo (Ez. 34).

"Tenemos que subrayar algunas implicaciones de este principio. El sacerdote no saca la inspiración para su celo pastoral de sus propios sentimientos, de su deseo personal de crear un mundo mejor. El es pastor por la fuerza de la intención pastoral de Dios y específicamente representa a Cristo el pastor. Consiguientemente, es llamado a completar su misión pastoral de acuerdo no a sus propias ideas y sus personales ambiciones, sino de acuerdo al plan de Dios y al designio de salvación diseñado por el Padre y llevado a cabo por Cristo. Como el mismo Jesús, el sacerdote está al servicio del Padre."6

  • El Directorio sobre el Ministerio y la Vida de los Sacerdotes recuerda a los sacerdotes que la Eucaristía tiene que estar en el centro de sus vidas: "Es necesario recordar el irremplazable valor que la celebración diaria de la Santa Misa tiene para el sacerdote. . . Tiene que vivirla como el momento central de su día y de su ministerio diario, fruto de un sincero deseo y una ocasión para un profundo y efectivo encuentro con Cristo, y tiene que tener un enorme cuidado para celebrarla con participación íntima de mente y corazón.

"En una sociedad que nunca antes ha sido tan sensible a la comunicación por medio de signos e imágenes, el sacerdote tiene que prestar cuidadosa atención a todo lo que puede resaltar el decoro y la santidad de la celebración eucarística. Es importante que en este tipo de celebración se le preste la debida atención a la limpieza y a lo adecuado del lugar, a la estructura del altar y del sagrario, a la dignidad de los vasos sagrados, los ornamentos, los himnos, la música, el silencio necesario, etc. Todos estos son elementos que pueden contribuir a una mejor participación en el Sacrificio Eucarístico. De hecho, una falta de atención a los aspectos simbólicos de la liturgia, incluso más, el descuido y la frialdad, la superficialidad y el desorden… debilitan el proceso para robustecer la fe. Esos que celebran inadecuadamente la misa revelan falta de fe y un descuido por educar a los demás en la fe. Sin embargo, la celebración de la Eucaristía con dignidad, constituye la más cualificada catequesis sobre el Sacrificio…

"El centro de la Eucaristía debería ser claro no sólo en la celebración digna del Sacrificio, sino también en la adoración adecuada del Sacramento, para que el sacerdote pueda ser el modelo para los creyentes también en la atención devota y en la meditación diligente… donde sea posible hacerla ante la presencia de nuestro Señor en el tabernáculo. Es de esperar que los sacerdotes a los que se les ha confiado la guía de comunidades dediquen largos períodos de tiempo para la adoración en común y presten gran atención y honor al Santísimo Sacramento del altar, también fuera de la Santa Misa, por encima de todos los demás ritos y manifestaciones. ‘La fe y el amor por la Eucaristía no permitirán que Cristo quede solo en su presencia en el sagrario.’ "7

  • El mismo Directorio insiste en el inmenso amor que los sacerdotes deberían mostrar a la Iglesia: "Los sacerdotes, como colaboradores del Orden Episcopal, forman con su obispo un único presbiterio y participan, en un grado subordinado, en el único sacerdocio de Cristo. Del mismo modo que el obispo, participan de esa dimensión desposoria con relación a la Iglesia y que es bien expresada en el Rito de ordenación episcopal cuando se les entrega el anillo…

"A través de esta comunión con Cristo el Esposo, el sacerdocio ministerial ha sido también fundado -‘por Cristo, con Cristo, y en Cristo’- en ese misterio del amor transcendente del que el matrimonio entre cristianos es una imagen y participación.

"Llamados al acto de amor sobrenatural, absolutamente gratuito, el sacerdote debiera amar a la Iglesia como Cristo la ha amado, consagrando a ella todas sus energías y dándose a sí mismo con amor pastoral en un acto continuo de generosidad."8

  • Hablando del libro del Padre Benedicto Groeschel Un sacerdote para siempre, tenemos aquí unas inspiradoras palabras del Padre Eugene Hamilton, que fue ordenado sacerdote muy poco antes de que muriera de cáncer. Las palabras que siguen fueron escritas cuando estaba comenzando a escribir su libro, Siervo, Víctima, Hermano, Confidente, Amigo:

"Estas reflexiones formarán la base para el resto de mi visión de la enfermedad, la vida, la muerte, el sacerdocio, y los otros. Cualquiera podría decir que estos son los lentes a través de los que yo miro el cáncer y toda la experiencia que lo rodea.

"Mi esperanza es que todos los afectados por esta enfermedad –pacientes, familias, amigos, y los que están a su cuidado, lleguen a un cierto punto de paz en su propia situación particular. Yo he encontrado esa paz en la voluntad del Padre. Ahí es donde el seminarista y el futuro sacerdote encontrará también él mismo la paz. El Cardenal Cooke se dio cuenta de esto y escogió Fíat Voluntas Tua ("Hágase tu voluntad") como su eslogan episcopal. Para esos abandonados por un tiempo, mi oración es también por vuestra paz."9

  

Jesús, el amigo

Aquí están las reflexiones de un autor sobre la amistad de Jesús con San Juan. Esto nos brinda la ocasión de reflexionar sobre nuestra propia amistad con Jesús. El Padre Jean Galot, S.J. dice refiriéndose a Jesús y a Juan:

"La amistad de Jesús adopta formas diferentes. Su amor por Pedro y Juan parece haber sido notorio en el caso de sus discípulos, pero él los amaba de forma diferente. Su amor por Juan es más tierno, y Juan sería conocido ‘como el discípulo a quien Jesús amaba.’ Todos los discípulos, por supuesto, eran amados por Jesús, pero las palabras nos muestran que tenía un amor particularmente tierno por Juan, un amor correspondiendo a la natural sensibilidad de Juan. Juan es atraído por Cristo desde el primer momento que le encuentra. Hasta entonces, aparentemente, él había sido un seguidor de Juan el Bautista en su búsqueda por una forma ideal de vida y por un maestro espiritual. No es difícil de entender que tienen que haber sido las maneras amables de Jesús las que inmediatamente le impresionaron de él en contraste con el duro ascetismo del Bautista. Por tanto abandona al profeta austero que amenaza a la gente con la ira divina para seguir al ‘Cordero de Dios’ que ha venido a borrar los pecados del mundo. El siente una especial necesidad de afecto y se entrega a un Maestro cuya predicación está manifiestamente inspirada en la compasión por las muchedumbres y cuyas curaciones milagrosas muestran que él es constantemente guiado por la bondad. Consiguientemente Juan es el discípulo que se hace el más íntimo de los seguidores de Jesús, en el sentido de que él es el más cercano y más sensible a todas las manifestaciones de su amistad. Junto con Pedro y Santiago él es testigo de la Transfiguración en el Tabor y de la agonía en el huerto de Getsemaní. Pero sobre todo él tuvo la inmensa fortuna de reclinar su cabeza sobre el pecho de Cristo en la Ultima Cena. El corazón físico de Jesús tiene un significado muy especial para él, y se abandona completamente a él para poderle hablar. Esta acción marca la culminación de su amistad y expresa la medida plena de su amor; está también destinado a permanecer como constante símbolo de su amor, por lo que Juan será llamado ‘el discípulo que se reclinó sobre el pecho del Señor.’ En el Calvario toma su lugar al pie de la cruz junto con la mujer, la madre de Jesús, y Cristo se la confía a él como a la persona más querida en este mundo. Da al discípulo más querido el don más tierno. La amistad que Juan ha formado con el Hijo estaba destinada a ser continuada con su madre en la misma atmósfera de afecto tierno. En el Calvario Juan también está destinado a ser testigo de algo que va marcarle con una profunda impresión, él presencia cómo el costado de Jesús es atravesado por la lanza del soldado. La lanza por supuesto sólo atraviesa un cuerpo ya muerto, pero alcanza el corazón humano sobre el que el apóstol amado había estado reclinado en una comunicación de amor hacía menos de veinticuatro horas. Lo mismo que el don de su corazón en la noche anterior había sido el símbolo de su mayor amistad por él, ahora el costado atravesado aparece a Juan como el símbolo de un amor que ha sufrido hasta el amargo final. Este espectáculo sirve para unirle a Cristo más que nunca y pone el sello, por así decirlo, a su amistad.

Juan es el primero de los apóstoles en llegar a la tumba en la mañana de Pascua. El también es el primero en reconocer al Señor en la orilla del mar de Tiberíades, porque su amor es más tierno y más intuitivo. Finalmente, Cristo promete a Juan que su cabeza será una prolongación de su amistad. El cabeza de los apóstoles está destinado a sufrir el martirio, pero Juan sólo tendrá que permanecer aquí hasta que el Señor vuelva. Su muerte recordará su íntima amistad en la Última Cena; Cristo simplemente llegará y permitirá que la cabeza del apóstol descanse sobre su pecho. Esta es la expresión bella usada a menudo para describir una muerte cristiana, "ir a dormir en el Señor", y es especialmente aplicable en el caso de Juan, ya que él aprendió muy bien a conocer el significado de ese descanso."10

 

El amor compasivo del Padre

El Papa Juan Pablo II nos dice: "La Iglesia profesa la compasión de Dios, la Iglesia lo vive a través de toda su amplia experiencia de fe y también en su enseñanza, contemplando constantemente a Cristo, concentrándose en él, en su vida y en su Evangelio, en su cruz y resurrección, en todo su misterio. Todo lo que forma la ‘visión’ de Cristo en la vivencia de fe de la Iglesia y en su enseñanza nos acerca más a la ‘visión del Padre’ en la santidad de su misericordia. La Iglesia parece profesar de una manera especial la misericordia de Dios y venerarla cuando se dirige a sí misma al corazón de Cristo. De hecho, es precisamente acercándose a Cristo en el misterio de su corazón como nos hacemos capaces de llegar a este punto –un punto en sentido central y también más accesible al nivel humano- de la revelación del amor misericordioso del Padre, una revelación que constituía el contenido central de la misión mesiánica del Hijo del Hombre"11

  

El Espíritu vive en nosotros

Cristo Resucitado ha enviado el Espíritu Santo para santificar el mundo:

En verdad, les conviene que yo me vaya,
porque si no me voy,
el Defensor no vendrá a ustedes.
Pero si me voy se lo mandaré. (Jn 16,7)

La tarea del Espíritu Santo es imprimir el misterio de Cristo con intensidad nueva en toda la creación. El Espíritu nos guía a la plena comunión con el Padre a través de Cristo.

Mientras se desarrolla este proceso, el Espíritu Santo concentra su acción en la Iglesia.

La Iglesia se desarrolla asimilando progresivamente y cada vez con más perfección el misterio de Cristo. El Espíritu Santo es quien guía este proceso. El es el alma de la Iglesia. El constantemente trabaja para unificar los diversos elementos de la Iglesia para que así esté constantemente formándose más de acuerdo a la Imagen de Cristo.

El Espíritu Santo como Santificador no sólo guía la Iglesia entera, sino que también guía a cada miembro de la Iglesia. Se afana por profundizar la imagen de Cristo que ha sido indeleblemente impresa en el cristiano a través del Bautismo y la Confirmación. Trabaja para guiar al cristiano de tal manera que su actividad se asemeje cada vez más a la de Cristo. A este respecto advertimos la distinción bíblica entre lo que es vivir de acuerdo al Espíritu y lo que es vivir de acuerdo a la carne. Vivir de acuerdo a la carne no se refiere sólo a los pecados contra la castidad, se refiere a todo lo que en la vida de una persona no está conforme al Espíritu. Por tanto, someterse al orgullo intelectual, algo ‘espiritual,’ sería vivir de acuerdo a la carne.

Por otra parte, vivir de acuerdo al Espíritu puede incluir la más intensa preocupación por la creación material. Esto es actuar a semejanza de Cristo siempre que se esté siguiendo la orientación del Espíritu Santo.

En resumen, el Espíritu Santo anima el proceso de nuestro crecimiento como hijos e hijas del Padre en Cristo: "Pues todos aquellos a los que conduce el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Ustedes no recibieron un espíritu de esclavos para volver al temor, sino que recibieron el Espíritu que los hace hijos adoptivos, y que los mueve a exclamar: ‘¡Abba, Padre!’ El mismo Espíritu le asegura a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos. Nuestra será la herencia de Dios, y la compartiremos con Cristo; pues si ahora sufrimos con él, con él recibiremos la gloria. (Rom 8,14-17).

  

La presencia de María

El Padre René Laurentin, uno de los más destacados Mariólogos, nos habla de la presencia de María en la vida de Cristo: "María está presente a través de la vida de Cristo -Ella lo introdujo en la familia humana, desarrolló su humanidad, lo acompañó a través de su vida oculta hasta que llegó a la edad de treinta años. Ella llegó a implicarse en su ministerio sugiriendo el milagro de Caná (Jn. 2, 1-22). Durante los tres años de separación, su comunión espiritual se profundizó mucho más. Ella era uno con El física y moralmente durante su sufrimiento y muerte en el Calvario, a través de la compasión en su pasión. Se preparó y acompañó, con su oración, al nacimiento de la Iglesia (He. 1,14). Finalmente, se unió a su hijo en la gloria de la Asunción."

Laurentin también habla de la presencia de María en la vida de la Iglesia: "La presencia discreta y universal de María continúa a través de la vida de la Iglesia: visible e invisible, en la historia, en las Iglesias con su nombre, en el arte religioso. La llamada a su intercesión aparece a través de la historia dogmática de los Concilios y de las múltiples luchas en el interior de la Iglesia, que durante la época Carolingia, inspiró la famosa antífona: ‘Tú has derrotado todas las herejías en el mundo.’

"Ella fue la inspiración de las iniciativas y victorias de la Iglesia. Y fueron instituidas muchas fiestas para conmemorar su asistencia eficaz. Desde los primeros siglos, las iglesias más antiguas fueron dedicadas a ella ya que ella fue el primer templo de Dios y continúa como modelo de todos los demás. María, modelo de la Iglesia, es también modelo de las Iglesias donde es renovada la presencia eucarística del Señor y donde con continuidad tiene lugar la oración."

Presente para la Iglesia universal, María se hace también presente al cristiano particular. Laurentin nos incluye citas de escritos de numerosos hombres y mujeres santos que dan testimonio en lo que se refiere a esta presencia personal de María. Aquí siguen algunas citas de Laurentin concernientes a este testimonio.

El se refiere a San Antonio de Padua: "Y San Antonio de Padua, Doctor de la Iglesia, cuya canonización batió todos los récords de la Iglesia, pues tuvo lugar antes de dos años después de haber muerto, concluía una de sus principales homilías con esta oración: ‘Te imploramos, Señora nuestra, esperanza nuestra, resplandor que ilumina mientras pasamos las tormentas. Tú Estrella del Mar, rayo luminoso, dirígenos hacia puerto seguro, asiste nuestro caminar con la protección de tu presencia.’ (Sermón 3 en Alabanza de la Virgen, op. 1, pág. 163)."

Laurentin también cita a Jean Jacques Olier, fundador de los Sulpicianos, y una de las más prominentes figuras de la Escuela Francesa de Espiritualidad. Son palabras de Olier: "Un sábado María se me hizo interiormente presente a mi alma -ella me recordó que su querido hijo me había dicho que él sólo viviría en mi a través de ella- como si ella fuera un sacramento por el que él deseara comunicarme su vida." (Brettonvillers, L’esprit de Monsieur Olier, t. 1, 1, 9 pp. 396-397).

Y no es sorprendente que Laurentin, en su discusión de la presencia de María en nuestras vidas, se refiera a San Luis de Montfort, uno de los más grandes apóstoles de la devoción a María. Laurentin dice: "No necesitamos más que colectar de los pétalos de su archivo (Laurentin se refiere a la lista de alusiones que él ha hecho sobre la presencia de María en nosotros) que se ha extendido a lo largo de los siglos y que parece justificar la predicción de Montfort en su Tratado sobre La Devoción Auténtica (núm. 46): ‘Al final del mundo, los santos más destacados serán los que se han dedicado más a rezar a la Santísima Virgen, y los que la han tenido siempre presente…en orden… a tenerla como su poderosa intercesora en sus momentos de necesidad. ’ "12

Recordémonos a nosotros mismos, echando una mirada a San Luis de Montfort, que su devoción Mariana es profundamente Cristocéntrica. J. Patrick Gaffney, S.S.M., nos dice: "La devoción a María tan intensa de Montfort es claramente Cristocéntrica. Tan aferradamente insiste el santo sobre este punto que con toda su fortaleza enseña que si la devoción a María nos alejara de Jesús, debiera ser rechazada como una tentación diabólica -con María entramos en una unión más intensa y más cercana con la Sabiduría Encarnada. Sacar a María de la historia de la salvación y por tanto de la vida cristiana es, para Montfort, rechazar el plan de salvación tal como fue determinado por el Padre."13

  

La Eucaristía

  • "Nuestro Salvador, en la Última Cena, la noche que le traicionaban instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera"14
  • "Por tanto la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él; se perfeccionen día a día por Cristo Mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos."15
  • "A través del Sacrificio Eucarístico Cristo el Señor deseaba poner ante nosotros de una forma muy especial esta unión excepcional donde estamos unidos uno a otro y con la Cabeza divina, una unión que no hay palabras de elogio para expresarla suficientemente. Por este sacrificio los ministros sagrados actúan no sólo como representantes de nuestro Salvador, sino también como los representantes de todo el Cuerpo Místico y de cada uno de los fieles. De nuevo, en este acto de sacrificio, los creyentes en Cristo, unidos por el lazo común de la devoción y la oración, se ofrecen al Padre eterno a través de las manos del sacerdote, por cuya única plegaria él se ha hecho presente en el altar, el Cordero Inmaculado, la víctima de alabanza y propiciación más aceptable por las necesidades universales de la Iglesia. Además, como Redentor divino, mientras moría en la Cruz, se ofreció a sí mismo al Padre eterno como Cabeza de toda la raza humana, para que ahora, ‘en esta oblación pura’ él no sólo se ofrezca a sí mismo como Cabeza de la Iglesia a su Padre celestial sino que ofrezca en sí mismo también a todos los miembros místicos. El abraza a todos, sí, incluso a los más débiles y enfermos, con el más profundo amor de su Corazón.16
  • El Padre Bruno Forte nos dice: "Si la Eucaristía forma a la Iglesia, es también cierto que la Iglesia modela la Eucaristía. La Palabra no es proclamada si no hay alguien que la anuncie; el memorial no es celebrado si no hay alguien que lo haga obedeciendo el mandato del Señor. La Palabra y los Sacramentos, por tanto, requieren el ministerio de la Iglesia, el servicio de la proclamación, de la celebración del sacrificio, y de la convocación de la familia humana a la unidad de un pueblo santo de Dios. La Iglesia eucarística es totalmente ministerial: totalmente dedicada a esta triple función: profética, sacerdotal y real. Cada bautizado es formado por el Espíritu Santo a semejanza de Cristo, Sacerdote, Profeta, y Rey, y consiguientemente, en comunión con todos los demás, dedicados a proclamar la Palabra de Dios con su vida, a celebrar la memoria de la Pascua para traer la justicia del Reino de Dios a la historia."17.
  • Estas palabras a cerca de la Misa se nos han dado de un diario espiritual: "Te quiero, Jesús, te quiero. Te quiero con el más profundo amor que puedo experimentar al unirme al Sacrificio de la Misa. Que canten nuestros corazones con el amor de Dios mientras nosotros nos transformamos cada vez más en criaturas que se parecen a lo que el Padre pretende que seamos. En este inmenso misterio del amor abrasador de Dios por sus criaturas, nos unimos en unión íntima con nuestro adorado Salvador. En la Santa Eucaristía, él se nos da, y nos hacemos uno con el Padre a través de Jesús, y en el Espíritu Santo. Jesús nos hace compartir en su vida y nos alimenta esta vida con su propio cuerpo y sangre. Nos convertimos uno en El, y estamos mucho más profundamente unidos unos a otros. Somos un cuerpo en El."

  

La Trinidad y la Iglesia

  • El Padre Bruno Forte, un profesor de la Pontificia Facultad de Teología de Italia, nos dice: "La Iglesia procede de la Trinidad, refleja en sí misma la comunión trinitaria -una en la diversidad- y peregrina hacia la Trinidad, hasta la entrega final de todas las cosas a Cristo, para que él pueda entregarlas al Padre, y Dios pueda ser todo en todos. Como "un pueblo congregado en la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo," la Iglesia es la Iglesia del Padre. En su plan salvífico universal, Dios ha querido que sea un signo e instrumento de la unidad del pueblo entre ellos mismos y con El. Es la Iglesia del Hijo, que a través de su encarnación y el misterio pascual la ha colocado en la historia como su Cuerpo. Es la Iglesia del Espíritu, que hace a Cristo Resucitado presente en la historia humana y enriquece al pueblo de Dios con carismas y ministerios, y lo guía hacia la meta futura prometida."18

  

Tres destacados maestros de la oración

San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Avila, y San Ignacio de Loyola todos ellos han hablado de la oración con una visión espiritual extraordinaria. El Padre Tomás McKenna, C.M., ofrece algunas observaciones inteligentes en lo que se refiere a su doctrina espiritual: "Confesando que el acercamiento a Dios sucede sólo según las premisas de Dios, Teresa sin embargo pintaba el camino con unos colores entusiastas y de una gama muy variada. Su diario del recorrido a través de una serie de habitaciones (moradas) sucesivamente cerradas es clásico entre las descripciones del sendero místico. Iluminando con imágenes de mariposas que se levantan y pozos artesanos que fluyen a borbotones, nos dibuja su movimiento de contemplación activa a contemplación pasiva. Lejos de ser una personalidad pasiva, Teresa inició una monumental reforma en las Carmelitas y esto también dio testimonio de la unión e intercambio entre la vida interior genuina y la acción apostólica efectiva."

"Si Teresa diseñó momentos de descanso a lo largo de su ascenso espiritual, su maestro, Juan de la Cruz, fijó su mirada en la cumbre. En su compacta poesía pero también en su iluminadora prosa, Juan detalló el derretimiento y remodelación del deseo humano a medida que se acerca al divino. Suyo es el vago pasaje a través de la oscuridad de los sentidos y del espíritu, una intensa noche oscura, y llevado a la luz del día con un rayo luminoso de la luz divina. En el curso de esa noche, la oscuridad que cegaba al viajero es revelada como el resplandor de Dios, que no podía ser reconocido como tal…

"Ignacio de Loyola asumió una redefinición diferente cuando encontró la intimidad con Dios en la urgencia del servicio activo. Mientras él se relacionaba con su tiempo y sus circunstancias, descubrió ciertos designios de dirección divina enraizados en su experiencia y consiguientemente todo ello diseñó en su imaginación un iluminador método para ayudar a otros a descubrir sus propios designios divinos. En el centro de su lógica estaba una convicción de que el Espíritu de Jesús está ‘caminando en el universo,’ particularmente en cada individuo, y que por tanto la persona llena de espíritu es capaz de conocer simultáneamente por signos interiores y signos exteriores qué actividades son los auténticos trabajos de Cristo. Una tal percepción mística del mundo establece una unión con lazos muy íntimos entre la oración y el ministerio, preparando al apóstol para ver todas las actividades en relación con su base divina, y por otra parte encontrar esa fuente en todas las cosas."19

  

Días especiales

Hay ciertos días que nos hacen sentirnos especialmente felices de estar vivos. A veces -pero no siempre- el tiempo está en consonancia con nuestros sentimientos interiores. Si acontece que es otoño (estoy hablando como residente del Medio-Oeste en los EEUU), el viento te golpea cortante, impulsado por el frescor de Octubre. Las hojas nos fascinan con sus ricos y variados colores: de colores oros, de colores rojos, de colores marrones. El cielo es otoño azul, azul claro, coronado con un sol dorado. O, si acontece ser primavera un intenso y fresco verdor parece cubrir todo, respirando señales nuevas de esperanza para el mundo. Una brisa suave junto con la temperatura agradable del sol forma una mezcla perfecta que nos invita ansiosamente a salir y permanecer en el exterior.

A parte de lo que suceda con el tiempo, los días especiales, tal como en la actualidad usamos la palabra especial, nos abren los ojos de una manera singular en lo que concierne a la belleza de la vida. Sentimos un brillo interior. La vida tiene una misteriosa frescura en estos días, haciéndonos especialmente conscientes de su grandeza, de su ternura, de su inmensidad, de su capacidad para invitarnos a lo excelente. En esos días el drama enorme de la vida nos atrae profundamente, nos toca en esas profundidades interiores donde nos sentimos más vivos, donde somos más nosotros mismos.

Necesitamos estos días en que nos sentimos intensamente vivos. Si días de esos no nos refrescan periódicamente con su gratificante llegada, pronto el aspecto aburrido y monótono del vivir diario, el trabajo de la vida, se nos harían demasiado para nosotros. Lo mismo que el niño pequeño necesita ser especialmente impresionado en ocasiones por el regalo sorpresa de unos dulces o un juguete, así todos nosotros necesitamos excursiones periódicas al interior maravilloso de esta clase de días especiales. Ellos son a menudo, también, agradables sorpresas, pues comúnmente no podemos predecir su llegada con ninguna clase de precisión.

Debiéramos vivir al máximo estos días especiales. Son preciosos regalos que Dios cariñosamente nos ofrece. A través de ellos Dios reanima la consciencia de nuestras vidas, y nos da el deseo de renovar lo que se puede haber convertido en alguna medida en un tipo de existencia apática. Podemos caer en el bache de desperdiciar muchas de las oportunidades que se nos presentan cada día. Nuestra condición indolente puede causarnos desaprovechar muchos de los momentos preciosos de la vida. Tenemos que permitir que la belleza de cada clase de día especial que hemos estado describiendo ilumine de nuevo una vez más nuestra apreciación y reconocimiento del valor de la vida. Tenemos que tomar la determinación de no desaprovechar la existencia, sino beber de su esplendidez desde las profundidades de nuestro ser en Cristo Jesús, Nuestro Señor, que nos conduce al Padre, en el Espíritu Santo, con María nuestra Madre a nuestro lado.

  

Palabras de Teresa

Santa Teresa de Lisieux, declarada recientemente doctora de la Iglesia, recibió una visión especial de Dios en sus asuntos espirituales. Aquí están algunos extractos de sus escritos:

  • "Este año, el 9 de Junio, la fiesta de la Santísima Trinidad, yo recibí la gracia de entender como nunca había entendido antes cuánto desea Jesús ser amado."20
  • "Entiendo muy bien que es sólo el amor lo que nos hace aceptables a Dios, y que este amor es la única meta que yo ambiciono. Jesús dígnate mostrarme el camino que guía al Horno Divino, y el camino es el sometimiento como el del niño pequeño que duerme sin temor en los brazos del Padre."21
  • "Oh, si todos las almas débiles e imperfectas sintieran lo que siente la más pequeña de las almas, y esta es el alma de tu pequeña Teresa, ninguno de ustedes desesperaría de alcanzar la cumbre del amor. Jesús no pide grandes acciones de nosotros sino simplemente sometimiento y gratitud.22
  • "… El (Jesús) encuentra pocos corazones que se sometan a El sin condiciones, que entiendan la ternura auténtica de su amor infinito.23

  

Pensamientos varios

  • Aquí tenemos una selección de un diario espiritual: "Yo adivino el rostro apenado de la Madre hermosa. Puedo ver su cara, inmensamente apenada -las palabras no pueden expresar el dolor. Esta es la cara que Jesús vio de camino al Calvario. ¡Cómo podría uno describir el rostro que Cristo vio mientras María caminaba por el sendero del horror!

"Siento que estoy sufriendo, quiero un alivio. Observa el rostro de María de camino al Calvario. Contempla el rostro de Cristo cuando María le miraba. ¡Fortaleza! Su rostro estaba cubierto de sangre y heridas. Esta era la cara de María, esta era la cara de Jesús. Su camino es el camino de la cruz -y la cruz lleva a la resurrección. Jesús y María fueron confortados, en todos los sufrimientos, cuando se miraban intensamente el uno al otro a los ojos. Dejémonos envolver en el amor de estos dos Corazones. El amor puro los une con puro amor y nosotros somos tomados en ese abrazo. Este amor lo encontramos al morar en los corazones de Jesús y de María. Somos confortados por su amor, incluso en el dolor, e incluso en el más grande de los sufrimientos."

  • Aquí está un extracto referente a Edith Stein, recientemente canonizada por el Papa Juan Pablo II. La descripción se refiere a su vida en el convento del Carmelo. "Edith encontró algunas dificultades en adaptarse a la vida de comunidad. Su ineptitud para el trabajo manual fue su cruz particular. Ella le habló a Frau Conrad-Martius lo difícil que le era acostumbrase a ‘todos los pequeños detalles de la vida religiosa’. Pero incluso estas dificultades formaron parte de su alegría; fueron como el ‘pequeño cambio’ del tesoro inmenso que ella ofrece al Señor y que él bendijo con alegría. Lo que contaba era la esencia de esta vida por tanto tiempo deseada, ansiada y esperada -la total oblación de sí misma a él, al que amaba, una permanente presencia con él, una total absorción en él y por tanto, siempre una mayor cercanía a él. ¿Cómo podría Edith ayudar si no fuera alegre? Y cuando las noticias venían de fuera, ¿cómo podría ella no ofrecer estas angustias como una promesa de su amor por su Amado? 24

  

El Cristiano y el Orden Social.

El Papa Juan Pablo II nos instruye así: "En orden a vencer la mentalidad individualista tan extendida hoy, lo que se requiere es un compromiso concreto de solidaridad y caridad, comenzando en la familia con el mutuo apoyo de marido y mujer y la atención que las diferentes generaciones se dan la una a la otra. En este sentido la familia también puede ser llamada una comunidad de trabajo y solidaridad. Puede suceder que cuando una familia decide vivir en plenitud su vocación, se encuentra sin el necesario apoyo del Estado y sin los recursos suficientes. Es urgente por tanto promover no sólo la ordenación familiar, sino también esas determinaciones sociales que tengan a la familia como su objetivo principal, determinaciones que asistan a la familia proporcionando recursos adecuados y medios eficientes de apoyo, tanto para criar a los hijos como para cuidar de los mayores, para de este modo evitar el distanciamiento de los segundos de la unidad familiar y en orden a fortalecer las relaciones entre generaciones.

"Además de la familia, otras comunidades intermedias ejercen funciones primarias y dan vida a específicos canales de solidaridad. Estos desarrollan las comunidades reales de personas y robustecen la trama social, previniendo a la sociedad de convertirse en masa anónima e impersonal, como desafortunadamente sucede muy a menudo hoy. Es en las interrelaciones en muy diversos niveles donde vive la persona y es ahí donde la sociedad se hace más ‘personalizada.’ El individuo hoy a menudo se encuentra sofocado entre dos polos representados por el Estado y la sociedad de consumo. A veces parece como si el individuo existiera sólo como productor y consumidor de bienes, o como un objeto de la administración del Estado. La gente pierde la visión del hecho de que la vida en sociedad no tiene el mercado ni el Estado como su aspiración final, sino que la vida en sí tiene un valor singular al que el Estado y el mercado tienen que servir. El hombre permanece sobre todo como un ser que busca la verdad y lucha por vivir en esa verdad, profundizando en su conocimiento a través de un diálogo que abarca el pasado y el futuro."25

  

Una Oración por los Sacerdotes

Muchos laicos rezan por nosotros, y de manera organizada. ¿No es justo que también nosotros recemos por todos nuestros hermanos en el sacerdocio, y de manera regular? Aquí sigue una oración que nos puede ayudar en este intento.

"Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, te pedimos que en el gran amor y misericordia de tu Corazón atiendas las necesidades de tus pastores sacerdotes a través de todo el mundo. Te pedimos que atraigas de nuevo a tu Corazón a todos los sacerdotes que se han separado seriamente de tu sendero, que vuelvas a encender el deseo de santidad en los corazones de esos sacerdotes que han perdido el entusiasmo, y que continúes dando a los sacerdotes fervientes el deseo de una santidad cada vez más alta. Unidos a tu Corazón y al Corazón de María, te pedimos que presentes esta petición a tu Padre celestial en la unidad del Espíritu Santo. Amen".

Esta oración ha sido tomada del Manual de Oraciones de los Asociados de Pastores de Cristo, una rama de los Ministerios de Pastores de Cristo. Los asociados son miembros de los grupos de oración que se reúnen regularmente a orar por las necesidades de toda la familia humana, pero especialmente por los sacerdotes. Si le interesa una o varias copias de este manual de oración, y más aún, si le gustase recibir información de cómo comenzar un grupo de Pastores de Cristo, póngase en contacto con nosotros en la siguiente dirección:

Shepherds of Christ, P.O. Box 627, China, Indiana 47250
Teléfono (llamada gratis): 1-800-211-3041
Fax: 1-812-273-3182

  

Acto de Consagración

Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu Corazón, traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia, la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta. Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. Corazón de Jesús yo pongo en Ti mi confianza!

Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal. Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo. Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al Padre en el Espíritu Santo.

  

Cartas

Querido Ed:

Gracias por enviarme Pastores de Cristo que aprecio y leo como lectura espiritual. Contiene un gran volumen de recomendaciones prácticas.

Oremos el uno por el otro…
Rev. Msgr. James J. Rugel
Oak Ridge, New Jersey


Querido Padre Edward:

Que la paz del Señor esté siempre con usted. Recientemente recibí su carta, Pastores de Cristo, por medio de mi obispo. Es muy interesante para mi y los sacerdotes que están trabajando conmigo en esta parroquia.

Me gustaría pedirle los cassettes (esta publicación en cassette).

Podría proporcionarme los cassettes, que serán de enorme ayuda para los sacerdotes y los treinta catequistas trabajando en la misma parroquia.

Muchas gracias por su cooperación.
Suyo en Cristo
Padre Hilario Abela
Mpiketoni
Kenya

  

NOTAS:

  1. Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).
  2. El Papa Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Post-Sinodal, Os daré Pastores, St. Paul Books & Media, Núm. 12.
  3. Ibid., Núm. 12.
  4. P. Richard Nahman, O.S.A., "Yo soy un sacerdote -¿Qué soy yo?" Anális Homilético y Pastoral, Enero, 1971, pp. 272-273.
  5. Los Documentos del Vaticano II, "Decreto sobre la formación sacerdotal", American Press edition, Núm. 8.
  6. Jean Galot, S.J., Teología del Sacerdocio, Ignatius Press, pág. 144.
  7. Directorio del Ministerio y la Vida de los Sacerdotes de acuerdo al Vaticano por dentro, Noviembre 1994, Suplemento especial. Para anotaciones en los extractos, ver C.I.C. can. 929; Missale Romanum, Instituto generalis, núm. 81; 298; S. Congregación para el Culto Divino, Instruction Liturgical instaurationes (5 Septiembre 1970, 8 c: AAS62 (1970), 701).
  8. Ibid, Núm. 13.
  9. P. Benedicto J. Groeschel, C.F.R., Un Sacerdote para siempre, Our Sunday Visitor Pub., pp 106-107
  10. Jean Galot, S.J., El Corazón de Cristo, Newman Press. pp. 137-139.
  11. El Papa Juan Pablo II, Carta Encíclica, Rico en Misericordia, United States Catholic Conference, Núm. 13.
  12. P. René Laurentin, Un año de Gracia con María, traducido por Monseñor Michael J. Wrenn, Veritas, pp l13-l19.
  13. Dios solo, Los trabajos coleccionados de San Luis de Montfort, Montfort Publication, pág. xv.
  14. Los Documentos del Vaticano II, "Constitución sobre la Sagrada Liturgia", American Press edition, Núm. 47.
  15. Ibid., Núm. 48.
  16. El Papa Pío XII, Carta Encíclica, Del Cuerpo Místico, AAS, XXXV, pp 232-233.
  17. P. Bruno Forte, El les amó hasta el final, St. Paul Books & Media, pág. 97.
  18. Ibid., pp. 74-75.
  19. P. Tomás McKenna, C.M., conforme al Nuevo Directorio de Espiritualidad Católica, The Liturgical Press, pág. 662
  20. La Historia de un Alma, La Autobiografía de Santa Teresa de Lisieux, ICS Publications, pág. 180.
  21. Ibid.., pág. 188.
  22. Ibid.., pág. 188.
  23. Ibid.., pág. 189.
  24. Jean de Fabrégues, Edith Stein, St. Paul Books and Media, pág. 72.
  25. El Papa Juan Pablo II, Carta Encíclica, En el 100 Aniversario de la "Rerum Novarum". St. Paul Books and Media, Núm. 49

 

 

 

Pastores de Cristo

UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES

 

1999 - Ejemplar 2

El Pastor Principal del Rebaño

Su Cuerpo, la Iglesia

"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.

Sí, el Buen Pastor ha entregado su vida por nosotros. Dio su vida para que nosotros pudiéramos tener vida en El. Esta vida que gloriosamente poseemos en Cristo, la vivimos en la Iglesia. La Iglesia misma surgió del costado atravesado de Jesús. El Vaticano II nos dice: "Pues del costado de Cristo dormido en la cruz nació el sacramento admirable de la Iglesia entera"2

Aquí siguen unos pensamientos a cerca de la Iglesia:

  • San Pablo nos habla refiriéndose a la Iglesia como El Cuerpo de Cristo: "Del mismo modo que el cuerpo es uno y tiene muchas partes y todas las partes del cuerpo aun siendo muchas, forman un solo cuerpo, así también Cristo. Todos nosotros ya seamos judíos o griegos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo espíritu, para formar un único cuerpo. Y a todos se nos ha dado a beber del único espíritu (1Cor 12, 12-13)

    "Ustedes son el Cuerpo de Cristo, y cada uno en particular es parte de él" (1Cor 12, 27)
  • La Iglesia considerada como el Cuerpo de Cristo ciertamente emfatiza el sentido de corporación que debiera invadir la identidad de los miembros de la Iglesia. Tenemos que pensar simultáneamente qué es bueno para la Iglesia entera y, a través de esta Iglesia, qué es bueno para toda la comunidad humana. Incluso cuando no estamos de acuerdo entre nosotros mismo, lo hacemos no porque queramos la gloria de llevar la palma más alta, sino porque creemos que el no estar de acuerdo aquí y ahora es necesario para que la verdad pueda despertarse para el bien de la comunidad. San Pablo nos habla de este sentido de corporación: "Si dan algún valor a las advertencias que hago en nombre de Cristo, si pueden oír la voz del amor, y quieren hacer caso de la comunión que existe entre nosotros por el Espíritu Santo, si hay en ustedes alguna compasión y ternura, 'les pido algo que me llenará de alegría. Tengan un mismo amor, un mismo espíritu, un único sentir' y no hagan nada por rivalidad por orgullo. Al contrario, que cada uno, humildemente, estime a los otros como superiores a sí mismo. No busque nadie sus propios intereses, sino más bien el beneficio de los demás." (Filp 2, 1-4)

    En nuestro sentido de corporación, esto es, motivados por un objetivo común y un bien común, debiéramos aprender a alegrarnos en los dones y logros de los demás. Estos no son dones y logros aislados. Más bien, redundan para el bien de todo el cuerpo. Probablemente todos conocemos numerosos ejemplos de celos y falso sentido de competición que han herido el trabajo de la Iglesia. Si el trabajo de Cristo está siendo realizado y si yo me estoy afanando por hacer mi parte, ¿es, en realidad, importante si soy yo o si es otra persona la responsable por un particular logro? ¿Es realmente importante si este o ese grupo u organización reciben el crédito del trabajo?

    San Pablo de nuevo tiene unas palabras para nosotros: "En realidad, ¿qué es Apolo?, ¿qué es Pablo?. Son servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a la fe, pero cada uno según Dios se lo concedió. Yo planté, Apolo regó, pero Dios hizo crecer" (1 Cor 3:5-6)
  • La Iglesia continúa el trabajo de la Encarnación. Con Cristo como Cabeza de su Cuerpo. La Iglesia, continúa la vida y el trabajo de Jesús de acuerdo al modelo y características del mismo Cristo… Como la existencia de Cristo estuvo centrada en la muerte-resurrección, así también la existencia de la Iglesia está centrada en la muerte-resurrección.
  • El Padre Avery Dulles, S.J., nos dice: "La Iglesia, por tanto, es un signo. Puede significar históricamente de forma tangible la gracia redentora de Cristo. Ello significa que la gracia se da de manera relevante a toda persona de toda edad, raza, clase, y condición."3

    Dios en su amor fue de manera prominente manifestado por la Encarnación de Jesús.

    El Papa Juan Pablo II dice: "Hacer al Padre presente como amor y misericordia es, en la propia consciencia de Cristo, el punto fundamental de su misión como Mesías…"4

    Ya que la Iglesia continúa la misión de Jesús, también ella de manera sobresaliente tiene que significar o ofrecer testimonio de amor. La Iglesia debe dar testimonio del amor misericordioso que Dios nos tiene y de nuestra respuesta de amor, una respuesta que incluye el amor de Dios, el amor al prójimo y el amor a nosotros mismos.
  • El Vaticano II nos señala: "… la liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza. Pues los trabajos apostólicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y el bautismo, todos se reúnan, alaben a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman la cena del Señor"5
  • La comunidad de la Iglesia es el reflejo terreno de la absoluta y perfecta comunidad -La Santísima Trinidad. La Comunidad Trinitaria es una comunidad de relaciones íntimas. Puesto que la Iglesia refleja la comunidad Trinitaria, nosotros, sus miembros, estamos determinados a tener relaciones no sólo con las personas de la Trinidad, sino también de unos con otros. Las auténticas relaciones interpersonales no sólo unen en un conocimiento y amor más profundo de las personas directamente involucradas. También hacen a la persona más capaz de amar a los otros de manera más profunda y, por tanto, más capaz de ayudar a profundizar en los compromisos de comunidad.
  • Henri de Lubac nos dice al hablarnos del papel material que desempeña la Iglesia: "Ya sea una cuestión de toda la historia de la raza humana o de cada una de nuestras vidas individuales, nunca se puede decir que Cristo está completo en ninguno de nosotros. En consecuencia, la acción maternal que la Iglesia tiene con nosotros nunca cesa… Su misión de dar a luz es continua. No cesamos de obtener vida de ella…

    "Una consecuencia muy importante resulta de aquí. Sabemos que San Pablo enseña que desde la llegada de la plenitud de los tiempos nosotros ya no somos niños, esclavizados por los elementos del mundo o encerrados bajo la custodia de la ley. El tiempo de ser instruidos ha pasado. De acuerdo a la lógica de la fe tenemos que ser ya adultos en Cristo. Y por otra parte, Jesús dijo: "Les aseguro que si no cambian y vuelven a ser como niños, no pueden entrar en el Reino de los Cielos" (Mt 18:3). A primera vista, estas dos instrucciones pudieran parecer contradictorias. Pero no lo son en absoluto. Ni tampoco diremos simplemente que son irreconciliables el que el Cristiano pueda llegar a ser un adulto y aún conserve un espíritu de inocencia. Tal forma de hablar sería completamente inadecuada. En realidad, tenemos que hablar no de reconciliación sino de correlación. Cuanto más un cristiano se hace adulto en Cristo, tal como S. Pablo lo entiende, también más abunda el espíritu de inocencia en él, tal como Cristo lo entiende. O, si se prefiere, es profundizando en este espíritu de niño que el cristiano más se adentra en su adultez, profundizando cada vez más, si es que pudiéramos decirlo de esta manera, en el vientre de su madre."6
  • El Padre Gerald Vann, O.P., habla emocionadamente de nuestra vida en la Iglesia:

    "Si vives en la Iglesia e intentas usar el poder de la Iglesia para incrementar la vida de la Iglesia, como consecuencia, el poder de la Iglesia te llevará a plenitud; en tu plenitud ayudarás a construir tu familia y a construir tu mundo. Pero estarás construyendo algo más que la felicidad terrena porque estarás construyendo la ciudad que es eterna. Aquí construyes en la oscuridad, construyes para un futuro que es invisible, y así sólo puedes construir en esperanza. Y a menudo tus planes serán destruidos y tus sueños vienen a reventar tus oídos, y necesitarás la fuerza de la Roca que es Cristo y que es la que da paciencia y fortaleza…

    "…Y cuando te llegue la muerte…la Iglesia te bendecirá por la vida que le has aportado, y habrá hombres para prestarte atención mejor de lo que lo hacían cuando tú estabas aquí…

    "Pero tú, por tu parte, ya no estarás más en la oscuridad sino en la gloria de la Luz inaccesible; estarás en la Ciudad que es tuya porque tú ayudaste a construirla; al final le verás a El tal como El es, y estarás de manera definitiva con El; y no tendrás ya más llanto o lágrimas o otro tipo de pena, porque todas estas cosas pasadas habrán sido transformadas en felicidad y paz, y caminarás con El -junto con todos esos a los que has ayudado a llegar a El, hasta el final de los tiempos- y pasearás con El en una felicidad sin fin, en el frescor agradable de la tarde eterna."7

   

La Unión con Cristo

La vida espiritual está centrada en la unión con Jesús. Aquí tenemos unas palabras que nos ofrecen una visión de nuestra vida en Cristo: "Ninguna osadía humana llevada incluso hasta el más alto grado podría levantarse con toda la fuerza del alma que se necesita para llevar a la práctica los principios de vida sobre los que el Hombre-Dios actuaba. La mera convicción de que su orientación y su estilo de vida son los más excelentes y los más dignos de imitación no es suficiente para nosotros. Es más descorazonador que inspirador tener que aprobar y luego ser incapaces de imitar. Y admiración que no conduce a la imitación es algo estéril. El cristiano por su misma vocación está llamado a expresar a Cristo en su propia vida. Hacer esto exige una fuerza divina. Esta fuerza está, de manera misteriosa, latente en los misterios en la vida del Salvador en la tierra. Estos misterios tienen un carácter quasisacramental. Cada uno es una manifestación de lo divino. Es eso y algo más. Para los que por la fe se entregan a Cristo en una voluntad de unirse a El, el misterio posee un poder divinizador. Puede entrar en contacto con las experiencias ordinarias de la vida del cristiano e impartirles un valor y dignidad sobrehumanas.

"Los misterios de la vida de Jesús no son inertes, estáticos, … Son vivos y dinámicos. Han sido vividos por los miembros de Cristo. Todos los momentos por los que el Salvador atravesó, todas las experiencias humanas por las que él deseó pasar, tienen como objetivo la santificación de todo lo que entra a formar parte de manera deliberada en la vida de un hombre. Estos misterios de su amor acumularon amplias reservas de mérito en orden a comunicar esta cualidad humano-divina a todo el quehacer del cristiano y sus sufrimientos.

"Para que este proceso divinizador tome lugar, se requiere un ansiado contacto entre la persona y Cristo. Este contacto se lleva a cabo por la actividad de la virtud de la fe. Se perfecciona por simpatía y amor. El cristiano que quiere tener la vida de Cristo que se desarrolla en él mismo, tiene que probar una mente, imaginación y corazón agudos… acerca de la vocación terrena de Jesús. Tiene que aspirar a una sintonía con el Salvador en todo lo que él atravesó. Tiene que afanarse en identificarse él mismo con el divino Maestro, en pensar como El, sentir como El, juzgar como El, ver con sus ojos y hablar con su lengua. Tiene que querer ser como era el Salvador en todas estas circunstancias…

"El Hijo del Hombre está siempre al servicio para bien de sus hermanos y hermanas. La transformación de sus almas es la preocupación principal, aunque no es indiferente a su salud corporal. Es cierto, pues, que si un alma apuesta por El en fe, y confía recibir un flujo de la vida divina a través de ese contacto, sus esperanzas se verán cumplidas. El mismo Cristo nos dijo que vino a dar vida. Por vida él entendía la vida sobrenatural de la gracia divina.

"Los misterios de Cristo pertenecen a todos los miembros de Cristo. Para asegurar las ventajas que se derivan de su privilegiada condición los miembros de Cristo tienen que proponerse deliberadamente armonizar los pensamientos, los afectos y las aspiraciones con los del Señor. Tienen que intentar ser, de hecho, un espíritu con El. Es esta 'Singularidad' de ideal espiritual la que libera los torrentes de vida acumulados a través de los méritos de Cristo y los permite extenderse por el alma…

"Los acontecimientos de los treintaitrés años no tienen que ser una obligación impuesta por el cristiano en el sentido de que tiene que experimentar exactamente unas situaciones similares. Es el espíritu de estas experiencias lo que importa. Y es al poner ese espíritu en sus propios encuentros con las circunstancias donde el cristiano asume la condición que posibilita a la virtud y a los méritos de Cristo trasformar sus acciones en algo de valor divino. Se puede actualizar una excelente imitación del Señor sin exigir nada de extraordinario en lo que se refiere a pobreza, sufrimientos, juicios o persecuciones."8

   

La Eucaristía

  • Nuestro Salvador, en la Ultima Cena, la noche que le traicionaban, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera. (Vaticano II, Constitución sobre la Sagrada Liturgia, Núm. 47)9
  • Por tanto, la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo a través de los ritos y las oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él; se perfeccionen día a día por Cristo Mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos. (Constitución sobre la Sagrada Liturgia, Núm. 48)10
  • A través del Sacrificio Eucarístico, Cristo el Señor deseaba poner ante nosotros de una manera muy especial esta unión extraordinaria con la que estamos unidos unos con otros y con la Cabeza divina, una unión que no puede quedar suficientemente expresada con ninguna palabra elogiosa. Porque en este sacrificio los ministros sagrados actúan no sólo como representantes de nuestro Salvador, sino como los representantes de todo el Cuerpo Místico y de cada uno de los creyentes. De nuevo, en este acto de sacrificio, los creyentes en Cristo, unidos por el lazo común de la devoción y la oración, se ofrecen al Padre eterno a través de las manos del sacerdote, cuya oración hecha por él mismo ha hecho presente en el altar al Cordero Inmaculado, a la víctima más aceptable de alabanza y propiciación por las necesidades universales de la Iglesia. Además, lo mismo que el Redentor divino, mientras moría en la cruz, se ofrecía a sí mismo como Cabeza de toda la raza humana, así ahora, 'en esta oblación pura' no sólo se ofrece a sí mismo como Cabeza de la Iglesia sino a sus mismos miembros místicos también. El nos abraza a todos, sí, incluso a los miembros más débiles y más enfermos, con el amor más profundo de su corazón." (El Papa Pío XII, Mystici Corporis AAS, XXXV, 232-233)11
  • El Padre Slavko Barbaric, O.F.M., recalca: "El espíritu de la Eucaristía implica la voluntad de ofrecernos nosotros mismos a los demás. Significa una oposición total al espíritu de orgullo y egoísmo que no desarrolla la paz sino la guerra, la destrucción, la violencia y la muerte… Todo lo que estregamos a través del amor eucarístico se transforma en algo bello y nuevo, y crea una relación de amistad nueva."12
  • El Papa Juan Pablo II afirma: "Este culto dado a la Trinidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, sobre todo acompaña y permite la celebración de la Liturgia Eucarística. Pero tiene que llenar también nuestras Iglesias en otros momentos que no sean los horarios de las Misas. En realidad, ya que el misterio eucarístico fue instituido como expresión de amor, y hace a Cristo sacramentalmente presente, merece nuestro agradecimiento y culto. Y este culto tiene que ser notorio en todos nuestros encuentros con el Santísimo Sacramento, tanto cuando visitamos nuestras iglesias como cuando las Sagradas Especies son llevadas y administradas a los enfermos.

    "La adoración de Cristo en este sacramento de amor tiene también que encontrar su expresión en formas muy diversas de devoción eucarística: la Devoción Personal ante el Santísimo Sacramento, las Horas de Adoración, los períodos de Exposición -corta, prolongada y anual (cuarenta horas), la Bendición Eucarística, las Procesiones eucarísticas, los Congresos eucarísticos. Una mención muy particular debiera ser hecha en este punto con la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo como acto público de culto rendido a Cristo presente en la eucaristía, una fiesta instituida por mi predecesor Urbano IV en memoria de la institución de este sublime Misterio.

    "Todo esto, por tanto, corresponde a los principios generales y a las normas particulares ya existentes por largo tiempo, pero formuladas nuevamente durante y después del Concilio Vaticano II.

    "…La Iglesia y el mundo tienen una enorme necesidad del culto eucarístico. Jesús nos espera en el sacramento del amor. Seamos generosos con nuestro tiempo yendo a su encuentro en adoración y en contemplación que es una expresión plena de fe y que nos dispone a hacer reparación por las grandes faltas y crímenes del mundo. Que no cese nunca nuestra adoración."13

   

El Espíritu Santo Y María

El último Arzobispo de Méjico, Luis M. Martínez, habla con enorme énfasis de la continua cooperación de María con el Espíritu Santo en lo que se refiere a la reproducción de Jesús en nosotros: "La vida cristiana es la reproducción de Jesús en las almas…

"Ahora, ¿cómo se va a llevar a cabo esta reproducción mística en las almas? De la misma manera en que Jesús vino al mundo porque Dios da una maravillosa marca de unidad a todos sus trabajos. Los actos divinos tienen una riqueza de variedad porque son el trabajo del omnipotente; sin embargo, en ellos brilla la más perfecta unidad porque son el fruto de la sabiduría; y este contraste divino de unidad y variedad estampan los trabajos de Dios con una belleza sublime e indescriptible.

" En su nacimiento milagroso, Jesús fue el fruto del cielo y de la tierra... El Espíritu Santo extendió la fecundidad divina del Padre a María, y este alma virginal trajo de una manera inefable a nuestro más ansiado Salvador, Semilla Divina, como los profetas lo llamaron…

"Esa es la forma como El es reproducido en las almas. El es siempre el fruto del cielo y de la tierra.

"Dos artesanos tienen que colaborar en el trabajo que es a la vez la pieza maestra de Dios y el fruto más excelente de la humanidad: el Espíritu Santo y la Santísima Virgen María. Las almas necesitan dos santificadores, el Espíritu Santo y la Virgen María, porque ellos son los únicos que pueden reproducir a Cristo.

"Indudablemente el Espíritu Santo y la Virgen María santifican de forma distinta. El primero es el santificador por esencia: porque es Dios, que es santidad infinita; porque El es el amor personal que completa, y así comunica, la santidad de Dios, consumando su vida y su unidad, y pertenece a El comunicar a las almas el misterio de la santidad. La Virgen María por su parte es, la cooperadora, el instrumento indispensable en y por designio de Dios. De la relación maternal de María al cuerpo humano de Cristo se deriva su relación a su Cuerpo Místico que se está formando a través de todos los siglos hasta el final de los tiempos, cuando será elevado a los cielos, bello, espléndido, completo y glorioso.

"Los dos, pues, el Espíritu Santo y María, son los santificadores indispensables de las almas. Cualquier santo en el cielo puede cooperar en la santificación de un alma, pero su cooperación no es necesaria, ni profunda, ni constante; mientras que la cooperación de estos dos artesanos de Jesús, de los que hemos estado hablando, es tan necesaria que sin ella las almas no son santificadas (y esto por el designio actual de la Providencia), y tan íntima es que alcanza a lo más profundo de nuestra alma. Como el Espíritu Santo derrama caridad en nuestro corazón, hace una morada de nuestra alma, y dirige nuestra vida espiritual por medio de sus dones. La Virgen María lleva a cabo la influencia eficaz de mediadora, el más profundo y delicado trabajo de la gracia en nuestras almas. Y, finalmente, la acción del Espíritu Santo y la cooperación de la Santísima Virgen son constantes; sin ellos ni un simple rasgo de Jesús podría ser impreso en nuestras almas, ni podría crecer la virtud, ni podría desarrollarse ningún don, ni aumentaría la gracia, ni se fortalecerían los lazos de unión con Dios en el rico florecer de la vida espiritual.

"Tal es el lugar que el Espíritu Santo y la Virgen María tienen en el orden de la santificación. Por tanto, la piedad cristiana debería poner a estos dos artesanos de Cristo en su puesto auténtico, haciendo que la devoción a ellos sea necesaria, profunda, y constante."14

   

El Sacerdocio

  • El Padre Richard Nahman, O.S.A., habla con exigencia en lo que concierne a la unión del sacerdote con Jesús: "El sacerdote también debiera aceptar a Cristo, tener un profundo afecto por él, estimarle como el más ansiado Salvador, Redentor, Señor, etc., pero si no ha desarrollado un profundo conocimiento de Cristo a través de una atenta comprensión, puede que ya no sea capaz de aceptarle como el singular, el único con quien uniéndose podrá alcanzar su plena identidad como persona. Y así surge un conflicto… una búsqueda por la identidad…

    "Un sacerdote se enfrenta continuamente al hecho de que sólo con una apreciación absoluta de la verdad que él mismo encuentra, únicamente por un completo sometimiento de sí mismo a Cristo, y que 'tiene que crecer por mi anonadamiento', puede alcanzar … el significado de su vida."15
  • La vida del P.Eugene Hamilton fue realmente singular. Entre otras cosas él fue ordenado sacerdote justamente tres horas antes de que muriera de cáncer. El había conseguido una dispensa especial de Roma para ser ordenado a pesar de no haber terminado los estudios requeridos para la ordenación. La notificación de dispensa incluía una bendición del Papa Juan Pablo.

    El P. Hamilton ansiaba realmente ser un sacerdote y se le concedió su deseo. No se le concedió una vida sacerdotal adornada de muchos años de ministerio. Pero de los comentarios de esos que lo conocían bien, uno pudo decir que, si hubiera tenido una larga vida sacerdotal, lo más probable es que habría vivido sus días de ministerio de la forma más fructuosa. Todo esto nos da a los que somos sacerdotes una oportunidad para reflexionar en cómo es nuestro sentido de agradecimiento por el gran regalo del sacerdocio y en cómo estamos usando este regalo en nuestra existencia diaria.

    Aquí siguen algunos comentarios que el hermano del P. Hamilton, Tom, hace refiriéndose a los últimos momentos de la vida de su hermano sacerdote. Estos comentarios fueron encontrados en el libro del P. Benedicto Groeschel, Un Sacerdote para siempre, La vida del P. Eugene Hamilton: "A las 5:00pm mi padre llegaba a casa…apretó la mano de Gene y no dijo nada. ¡No tenía por qué! Gene sabía que estaba allí. En cierto momento Gene decía a su madre, 'me voy a marchar ahora.' Mi madre continuaba diciéndole que todos nosotros estaríamos bien y que él podría ir con Jesús. Mi madre continuaba repitiendo, '¡Jesús, Jesús, Jesús!' Gene también balbuceaba el nombre de Jesús una y otra vez. Cuando ya no salía voz de sus labios, vi como su lengua se movía contra sus dientes y balbuceaba Jesús junto con mi madre. Durante la última hora vi una o dos lágrimas rodar por su cara. No parecían ser lágrimas de dolor o sufrimiento. Su ansiedad y miedo terminaron cuando mi padre llegó. ¡El sabía que había sido ordenado sacerdote para siempre! Las lágrimas caían por sus mejillas cuanto más se acercaba la muerte. Durante la última media hora antes de su muerte, el respirar de Gene se hizo lento. Su respiración era cada vez más corta. A las 7:04pm el P. Gene Hamilton descansaba en paz. Fue un alivio el ver que finalmente su sufrimiento había terminado."16
  • El Padre Nicolás Cachia nos habla del sacerdote como pastor: "El sacerdote es siempre consciente de que el rebaño no le pertenece a él sino a Cristo que derramó su sangre por el rebaño. Al sacerdote se le confió algo muy querido por Cristo y, así, necesita preocuparse por el rebaño con un amor y una dedicación inmensos. Los pastores que están íntimamente asociados con Cristo, el Buen Pastor, necesitan rendirle cuentas de su ministerio a El que es el Pastor Principal del rebaño. El enjuiciamiento será de acuerdo a la conformidad que hayan tenido o no al ejemplo establecido por el mismo Jesús…

    "...Constantemente abiertos a la presencia del Espíritu Santo en ellos, tienen que crecer en comunión con Jesús, como su Buen Pastor, y aprender de El 'el arte de las artes' para guiar, animar, instruir y proteger a su rebaño…"17

   

La Oración

Estando Jesús en una de esas ciudades, se presentó un hombre cubierto de lepra. Apenas vio a Jesús, se postró con la cara en tierra y le hizo esta súplica: "Señor, si quieres puedes limpiarme." Jesús extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Lo quiero, queda limpio" Al instante sanó de la lepra. Pero Jesús le mandó que no lo dijera a nadie. "Anda más bien a presentarte al sacerdote y lleva la ofrenda tal como lo mandó Moisés cuando un leproso sana. Con esto serán testigos de su curación."

Su fama crecía más y más, y muchas personas acudían a oírlo, y para que los sanara de sus enfermedades."(Lc 5, 12-15)

En más de una ocasión nos hemos dicho a nosotros mismos que estabamos muy ocupados para poder orar. Estamos hablando de establecer tiempos específicos de oración. No estamos hablando de la oración incluida en la acción, o de esa actitud de oración que debiera impregnar nuestra actividad diaria. Esa actitud de oración en la acción nos permite llegar a una más profunda consciencia cristiana de lo que estamos haciendo y porqué lo hacemos.

No podemos decir de nosotros mismos que estamos más ocupados que Jesús, que tenemos que realizar un trabajo más importante que el suyo. Sin embargo, como se deduce del pasaje anterior de la Escritura, Jesús se asignaba tiempos especiales de oración. Muchos hombres y mujeres, cristianos santos de todos los estados de vida han encontrado siempre de la misma manera tiempo para orar. Sin embargo, eran más eficaces en su trabajo precisamente porque oraban.

La oración sirve a muy diversos fines. Una de sus funciones es moldearnos para ser trabajadores más efectivos en la viña del Padre. La oración nos ayuda a controlar preocupaciones y ansiedades. La preocupación y la ansiedad, obviamente, pueden hacer que nuestro trabajo sea menos eficaz. No podemos esperar que la oración remueva toda ansiedad de nuestra vida. Pero la oración aporta una contribución significativa para hacernos cristianos que están básicamente impregnados de la paz de Cristo. Si somos personas de oración, crecemos en el conocimiento de lo que significa ser amados por Jesús, y, consiguientemente estamos en posición de controlar toda preocupación y ansiedad. La oración también nos ayuda en nuestro trabajo dándonos la motivación para hacer lo correcto en el momento preciso. A veces fallamos al hacer el trabajo del Señor porque no estamos suficientemente motivados. La oración puede también ayudarnos a hacer nuestro trabajo con una calidad cristiana mayor --la oración puede ayudar a impregnar nuestro trabajo con una fe, esperanza y amor más profundos.

Estas son algunas de las formas como la oración nos ayuda a realizar nuestro trabajo con mayor efectividad. Cuando hagamos una pausa para analizar la situación, entonces, tendremos que admitir que realmente no estamos tan ocupados como para no orar.

   

Una Palabras de Henri Nouwen

Henri Nouwen ha sido uno de los escritores de espiritualidad más fecundos y bien conocidos en nuestro tiempo. Aquí siguen algunos extractos de sus escritos.

  • Nouwen nos habla de un encuentro con la Madre Teresa: "Una vez, hace varios años, tuve la oportunidad de estar con la Madre Teresa de Calcuta. En ese momento yo estaba luchando con muchas dificultades y decidí utilizar la ocasión para pedir a la Madre Teresa un consejo. Tan pronto como me senté comencé a explicarle todos mis problemas y dificultades --tratando de convencerle de cuán complicado era todo ello. Cuando, después de diez minutos de elaborada explicación, yo finalmente me quedé en silencio, la Madre Teresa me miró con calma y me dijo: '¡Bien, cuando usted emplee una hora al día adorando a su Señor y no haga nunca aquello que sabe que es malo… usted se sentirá bien!'

    "Cuando ella me dijo esto, entendí, de repente, que ella me había desinflado el globo de mis complejas quejas y me apuntaba más allá de mí mismo a un lugar de sanación real. De hecho, yo estaba tan perplejo por su contestación que no sentía deseo o necesidad de continuar la conversación.

    "La mucha gente que estaba esperando fuera de la habitación para verla podría probablemente usar su tiempo mejor que yo. Le di las gracias y la dejé. Sus breves palabras se hicieron indelebles en mi corazón y en mi mente y todavía permanecen hasta el día de hoy. De ninguna manera estaba yo esperando estas palabras, pero su inmediatez y simplicidad, penetraron hasta lo más íntimo de mi ser. Yo sabía que ella había dicho la verdad y que yo tenía el resto de mi vida para vivirla.

    "Reflexionando sobre el breve pero decisivo encuentro, me doy cuenta que yo había puesto una pregunta desde abajo y que ella me había dado una respuesta desde arriba. Al principio su respuesta parecía que no se ajustaba a mi pregunta, pero luego comencé a ver que su contestación venía de Dios y no de mis quejas. La mayoría de las veces respondemos a preguntas de abajo con respuesta de abajo. El resultado es más preguntas y más respuestas, y a menudo más confusión.

    "La contestación de la Madre Teresa fue como un ‘flash’ de luz en mi oscuridad. De repente llegué a conocer la verdad de mí mismo" 18
  • "Para conocer a Dios en el mundo requiere conocerle a través del corazón. Conocer a Dios desde el corazón es el objetivo de la disciplina contemplativa. Es una disciplina muy dura, especialmente para todos los que somos gente de cabeza dura. Pero si somos serios a cerca de la labor de nuestro ministerio, tenemos que estar deseando envolvernos en esa difícil y a menudo agonizante lucha para irrumpir a través de nuestras defensas mentales y conocer a Dios de corazón.

    "No minusvaloremos la intensidad de esta lucha. Rodeados de libros, de papeles y profesores, e inundados de conferencias, charlas, presentaciones, y pequeñas conversaciones, estamos constantemente en el peligro de hacer que la Palabra de Dios se convierta en algo atrapado en la red de nuestras inteligentes distinciones, elaborados argumentos, y pura palabrería. Como ministros de la Palabra de Dios nosotros necesitamos con urgencia una disciplina de oración contemplativa…
  • "Una oración contemplativa requiere que escuchemos, que le permitamos a Dios que nos hable cuando él quiera y de la forma que él quiera. Esto es difícil para nosotros precisamente porque significa permitir a Dios que diga lo que nosotros puede ser que no queramos oír. Pero si escuchamos por tiempo y con atención profunda, Dios se nos revelará a sí mismo como una brisa suave o como una voz tranquila y pacífica; se nos ofrecerá a sí mismo con un amor sumamente tierno."19
  • Los cristianos están llamados a ser testigos de la verdad de que Dios a reunido a toda la gente en una sola familia.

    Y donde quiera que miremos vemos el miedo devastador que la gente se tiene unos a otros. Miedo entre razas, religiones, naciones, continentes. Miedo entre ricos y pobres, entre Norte y Sur, entre Este y Oeste. Dondequiera que este miedo manda, la división genera un camino hacia el odio, la violencia, la destrucción y la guerra…

    "Necesitamos unos ojos nuevos para ver y unos oídos nuevos par oír la verdad de nuestra unidad, una unidad que no puede ser percibida por nuestros corazones divididos, pecadores y llenos de ansiedad. Sólo un corazón lleno de amor perfecto puede percibir la unidad de la humanidad. Esto requiere una visión divina. Dios ve a su pueblo como uno, como perteneciendo a la misma familia y viviendo en la misma casa. Dios quiere compartir esta visión divina con nosotros. Enviándonos a su único hijo amado para vivir y morir por todos nosotros, Dios quiere abrir nuestros ojos para que podamos ver que estamos llamados todos a un abrazo de amor perfecto con Dios.

    "Viviendo en la intimidad de la casa de Dios, descubrimos poco a poco la verdad misteriosa de que Dios que nos ama con un amor perfecto e incluye a toda la gente en ese amor sin disminuir en absoluto el singular afecto de Dios por cada persona individual."
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Pensamientos Varios

  • Leemos en un diario espiritual: "No podemos tener una profunda intimidad con Jesús si sólo nos damos a él en parte. Pensamos que tenemos las cosas que necesitamos cuando en realidad estamos bloqueando lo que nosotros más profundamente deseamos en nuestros corazones –una unión profunda con Jesús. Sólo hay una forma de conseguir esta unión. Tenemos que dar a Jesús lo que él quiere. En esto reposa nuestra paz auténtica, en esto y sólo en esto reposa nuestra paz auténtica."

  • El aislamiento hace que una persona permanezca cerrada en sus imperfecciones. Relacionándonos con otros de acuerdo a la voluntad de Dios nos ayuda a crecer y ser más semejantes a Cristo. Podemos encontrar que es verdaderamente difícil a veces relacionarse con otros porque la relación nos está llamando a morir a unos modos de conducta vieja que se interfieren con nuestra relación con los otros tal como debiéramos. Es a través de la oración y el amor, a través de la gracia de Dios actuando en nosotros, que, muriendo cada vez más a nuestras imperfecciones, nosotros creceremos en una mayor unidad.

    Dios intenta que caminemos de su mano, relacionándonos, y dependiendo unos de otros. Cuando somos heridos y estamos sangrando a causa de nuestra relación con los demás muchas veces deseamos cerrar nuestros brazos y cerrar la puerta a los demás. En esos momentos miremos a Jesús en la cruz, sus brazos extendidos. El continuaba amando incluso a los que le crucificaron. El no cerró sus brazos. Estaba colgado, con los brazos abiertos hasta el máximo.

    Tenemos que conservar nuestros ojos mirando en la meta, tenemos que conservar nuestros brazos extendidos en sometimiento amoroso a Jesús. Muchas veces estamos tentados a no actuar así. En una comunicación amorosa con los demás, nuestros hermanos y hermanas nos ayudan a mantener nuestros brazos extendidos.

    Cuando comenzamos a pensar, "no os necesito, es cosa entre Jesús y yo, puedo hacerlo solo," estamos cerrando nuestros brazos. Obviamente que necesitamos de Dios para llevar a cabo nuestro destino dado por Dios, pero no es a Dios sólo al que tenemos que amar. En una progresión normal de amor, tiene que haber una sana comunicación con los demás. Esa es la forma de actuar de Jesús. Amándonos nos ayudamos unos a otros a vivir de acuerdo al plan del Padre, nos ayudamos unos a otros a mantener nuestros brazos abiertos. A medida que aprendemos a amar crecemos más y más en las formas de actuar de Cristo. Cuanto más morimos a nuestros modos imperfectos de amar, más nos integramos en la unidad con todos en Cristo Jesús, nuestro Señor y Maestro.

   

Confía en el Señor

S. Claude La Colombière, uno de los mayores apóstoles del Corazón de Jesús, habla elocuentemente en lo que concierne al abandono y confianza en Dios. La confianza en Dios es uno de los mayores frutos de la devoción al Corazón de Jesús. Claude dice: "Dios mío, estoy tan convencido de que tú vigilas y cuidas de los que esperan en ti y que no podemos desear otra cosa cuando buscamos todo en ti, que estoy resuelto en el futuro a vivir libre de toda preocupación y orientar hacia ti todas mis ansiedades…

"El hombre puede privarme de las posesiones y el honor, la enfermedad puede despojarme de la fuerza y de los medios para servirte… pero yo nunca perderé mi esperanza. La conservaré hasta el último momento de mi vida; y en ese momento todos los demonios del infierno se afanarán en vano por arrancármela…

"Algunos pueden buscar la felicidad en su riqueza o talentos; otros se reconfortan en la inocencia de su vida o en la austeridad de su penitencia, o en la cantidad de sus limosnas, o en el fervor de sus oraciones. Mientras que para mí, Señor, toda mi confianza es la confianza misma. Esta confianza no ha decepcionado nunca a nadie. Ninguno, ninguno que haya confiado en el Señor ha sido confundido.

"Yo sé, lo único que sé es, que yo también soy débil e inestable. Sé lo que la tentación puede hacer en contra de la virtud más robusta. He visto caer las estrellas del cielo y los pilares del firmamento, pero eso no llega asustarme. Por todo el tiempo que yo espere me veré libre de toda desgracia; y estoy seguro de esperar siempre, ya que espero por esta esperanza incambiable.

"Finalmente, estoy seguro que no puedo esperar demasiado en ti y que no puedo recibir menos de lo que esperé de ti. Así, espero que me conserves fuerte en las pendientes más empinadas, que me mantengas firme ante los asaltos más furiosos, y que hagas triunfar mi debilidad sobre los enemigos más devastadores. Espero que me quieras siempre, y que yo también te quiera sin interrupción. Para llevar mi esperanza de una vez por todas hasta el máximo, espero de ti poseerte, oh mi Creador, en esta vida y en la eternidad. Amen."21

   

El cristiano y el orden social

El Papa Juan Pablo II afirma: "La experiencia histórica del Oeste, por su parte, nos muestra que aunque el análisis marxista y sus principios de alienación son falsos, sin embargo la alienación -y la pérdida del auténtico significado de la vida- es también una realidad en las sociedades del Oeste. Esto sucede con el consumismo, cuando la gente ha sido enredada en una red de gratificaciones falsas y superficiales más que ayudados a experimentar su personalidad de una forma auténtica y concreta. La alienación se encuentra también en el trabajo, cuando el trabajo es organizado de tal manera que asegure al máximo la inversión y los beneficios sin preocuparse si el trabajador, a través de su propio esfuerzo, crece o disminuye como persona…

"El concepto de alienación necesita ser devuelto a la visión cristiana de la realidad, reconociendo en la alienación una inversión de los medios y fines. Cuando el hombre no reconoce en sí mismo y en los demás el valor y la grandeza de la persona, de hecho se está privando él mismo de la posibilidad de beneficiarse de su humanidad y de entrar en esa relación de solidaridad y comunión con los otros para la que Dios le ha creado. En realidad, es a través de la donación personal libre de uno mismo como uno llega a encontrarse auténticamente a sí mismo. Esta entrega se hace posible por la esencial 'capacidad de transcendencia' de la persona humana. Uno no se puede dar a sí mismo en realidad, en toda su pureza, a un plan humano, a un ideal abstracto o a una utopía falsa. Como persona, uno puede darse a sí mismo a otra persona o a otras personas y definitivamente a Dios que es el autor de nuestro ser y quien únicamente puede aceptar en plenitud nuestra ofrenda. Una persona se aliena a sí misma si rehusa transcenderse a sí misma y si rehusa vivir la experiencia de la propia donación y de la formación de una comunidad auténticamente humana orientada hacia su destino final que Dios. Una sociedad está alienada si sus formas de organización social, de producción y de consumo le hacen más difícil ofrecer el don de sí y establecer esta solidaridad entre la gente."22

   

Una Oración pos los Sacerdotes

Muchos laicos rezan por nosotros, y de manera organizada. ¿No es justo que también nosotros recemos por todos nuestros hermanos en el sacerdocio, y de manera regular? Aquí sigue una oración que nos puede ayudar en este intento.

"Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño, te rogamos que por el inmenso amor y misericordia de tu Sagrado Corazón, atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes, pastores del mundo entero. Te pedimos que retomes en tu Corazón todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino, que enciendas de nuevo el deseo de santidad en los corazones de aquellos sacerdotes que han caído en la tibieza, y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes el deseo de una mayor santidad. Unidos a tu Corazón y el Corazón de María, te pedimos que envíes esta petición a tu Padre celestial, en la unidad del Espíritu Santo. Amén."

Esta oración ha sido tomada del Manual de Oraciones de los Asociados de Pastores de Cristo, una rama de los Ministerios de Pastores de Cristo. Los asociados son miembros de los grupos de oración que se reúnen regularmente a orar por las necesidades de toda la familia humana, pero especialmente por los sacerdotes. Si le interesa una o varias copias de este manual de oración, y más aún, si le gustaría recibir información de cómo comenzar un grupo de Pastores de Cristo, póngase en contacto con nosotros en la siguiente dirección:

Shepherds of Christ, P.O. Box 627, China, Indiana 47250
Teléfono (llamada gratis): 1-800-211-3041
Fax: 1-812-273-3182

  

Acto de Consagración

Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu Corazón, traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia, la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta. Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. ¡Corazón de Jesús yo pongo en Ti mi confianza!

Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal. Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo. Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al Padre en el Espíritu Santo.

   

Cartas

  • Querido Padre Carter:

Nosotros los sacerdotes recibimos cantidad de correo para la parroquia y para los diversos ministerios y responsabilidades. Estaba dudoso de que hubiera algo para el párroco, y qué cosa tan fenomenal es, "¡Pastores de Cristo!" Es como conseguir un mini-retiro por correo. ¡Qué bueno que haga esto para nosotros! Que el Señor le bendiga.

Sinceramente en Cristo y su Madre Bendita,

P. Guilbert Manaric
Skidmore, Texas


  • Querido Padre Carter:

Gracias. Acabo de recibir su carta Pastores de Cristo, el número 5, publicado en 1998. Estaba ansiosamente esperándola para distribuir este material entre nuestro clero y seminaristas. Cada ejemplar es una preciosa y pequeña mina de reflexión que nos ayuda a los sacerdotes, siempre en camino, a detenernos y dar lugar al Espíritu.

Sinceramente en Cristo, el Buen Pastor

P. Joseph M. Galdes, S.J.
Victoria, Gozo - Malta

  

NOTAS:

  1. Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).
  2. Los Documentos del Vaticano II, "Constitución sobre la Sagrada Liturgia" America Press Edition, núm. 5.
  3. Avery Dulles, S.J. Modelos de la Iglesia, Doubleday & Co., P. 63.
  4. El Papa Juan Pablo II, Carta Encíclica, Rico en Misericordia, United States Catholic Conference, núm. 3.
  5. Los Documentos del Vaticano II, "Constitución sobre la Sagrada Liturgia" America Press Edition, núm. 10
  6. Henri de Lubac, La Maternidad de la Iglesia, Ignatius Press, pp. 71-72.
  7. Gerald Vann, O.P., El Corazón del Hombre, Longmans, Green and Co. , pp. 151-152.
  8. Edward Jean, C.S. Sp., La Vid verdadera y los Sarmientos, Kenedy, pp. 24-28.
  9. Los Documentos del Vaticano II, "Constitución sobre la Sagrada Liturgia" America Press Edition, núm. 47
  10. Ibid, núm. 48.
  11. El Papa Pio XII, Carta Encíclica, El Cuerpo Místico, AAS XXXV, pp. 232-233.
  12. Slavko Barbaric, O.F.M., Celebra la Misa en tu corazón, Faith Publishing, pág. 109.
  13. Carta de Juan Pablo II, El Misterio y Culto de la Eucaristía, Pauline Books and Media, núm. 3.
  14. Arzobispo Luis M. Martinez, El Santificador, traducido por Sr. M. Aquinas, O.S.U., Pauline Books and Media, pp. 5-7.
  15. Richard Nahman, O.S.A., "Soy Sacerdote - ¿Qué soy yo?, Revisión Pastoral y Homilética, Enero 1971, pág. 276.
  16. Benedicto J. Groeschel, C.F.R., Un Sacerdote para siempre, Our Sunday Visitor Pub., pág.162.
  17. Nicolás Cachia, La Imagen del Buen Pastor como fuente de espiritualidad para el Sacerdocio Ministerial, Editrice Pontificia Universita Gregoriana, pág. 328.
  18. Henri Nouwen, Aquí y Ahora, Crossroads, pp. 88-89.
  19. Henri Nouwen, Clowning in Rome, Christian Classics, pp. 105-106.
  20. Henri Nouwen, Los Signos de los tiempos. Doubleday, pp. 45-46.
  21. S. Claude La Colombière, "Un Acto de Confianza en Dios", Apostleship of Prayer, Chicago Regional Office.
  22. El Papa Juan Pablo II, Carta Encíclica, En el Centenario de la 'Rerum Novarum', St. Paul Books and media, núm. 41.

 

 

 

Pastores de Cristo

UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES

 

1999 - Ejemplar 3

El Pastor Principal del Rebaño

La Singularidad Personal

"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.

Sí, el Buen Pastor ha entregado su vida por nosotros. Y lo hizo así siendo consciente de lo muy especial que cada uno de nosotros es para él. José Chorpenning, O.S.F., al comentar la espiritualidad de San Francisco de Sales, doctor de la Iglesia, dice en una de sus observaciones, "En las relaciones humanas se busca despertar en los otros una conciencia de su dignidad divina por el respeto y estima que uno muestra por su persona, individualidad, y libertad. En el pensamiento Salesiano cada persona es única e irrepetible. Por ejemplo, Francisco afirma que cuando Jesús llevó a cabo nuestra redención en el día de su pasión y muerte, 'nos conocía a todos por nuestro nombre y apellido'. (Tratado sobre el Amor de Dios, 2 vols. , Tan Books. Vol. 2, p. 280)2"

Este reconocimiento de cuán valiosos somos para Jesús, como personas únicas especiales, debería ser profundamente introducido en nuestra conciencia. Mucho de nuestro crecimiento en la vida espiritual depende de esta comprensión. San Francisco de Sales no es el único maestro espiritual que subraya la singularidad de cada persona. Hay otros, incluyendo John Henry Cardinal Newman: "...Newman percibió la urgencia de una teología y filosofía de la persona individual. Hemos visto individuos anulados por gobiernos totalitarios, y hemos conocido educadores que nos sacarían del campo de la responsabilidad personal a la esfera de la psicología de masa. El Materialismo, el conductismo, el totalitarismo, el Marxismo --estos son algunos de los 'ismos' que han estado atacando la personalidad humana en nuestro tiempo. No es sorprendente que haya habido una cosecha de filosofías y teologías personalistas y existencialistas; y no es extraño que estos aspectos hayan sido tan apreciados y estudiados en Newman...

"Poniéndonos en la clase de definición que nos gusta, la contribución de Newman al pensamiento la podríamos considerar como una teología y una filosofía de la individualidad humana. La mayoría de los aspectos de su mensaje podrían ser incluidos probablemente bajo estos términos. A veces se sentía satisfecho de subrayar la importancia humana y divina del individuo y el significado personal de las circunstancias concretas en las que pasó su vida. El hecho de que cada individuo esté tan ligado a unos padres particulares, y pertenezca a determinada ciudad o pueblo, en un país concreto, es parte del designio amoroso de una Providencia que ordena la vida de cada uno de manera especial con su propósito propio y para nuestra particular felicidad…"3 Dada la preocupación de Newman por lo individual, no es sorprendente que fuera atraído por la persona de San Juan Crisóstomo. Dice Newman: "Considero a San Crisóstomo fascinado por existir en íntima simpatía y compasión con todo el mundo, no sólo cuando se siente fuerte, sino cuando se siente débil; con el respeto vivo con que él ve todo lo que viene antes que él, tomado en lo específico, ya sea hecho por su propia amabilidad o recibido como regalo con una naturaleza más alta que la propia… (Esto es) el interés que él toma en todas las cosas, no sólo por la manera como Dios las ha hecho semejantes, sino también tal como El las ha hecho diferentes unas de otras. Hablo del distinguido afecto con que él acepta a todos por lo que hay de personal en cada uno y distinto de los demás. Hablo de su flexible apreciación de las personas, una por una, por causa de la bondad que encierran, ya sea más o menos, de un orden más bajo o de un orden más alto, lo que ha sido plantado de manera exclusiva en ellas."4

Dado el gran interés de Newman centrado en la persona individual, no es sorprendente que nos haya dejado las siguientes palabras: "Todo ser que vive, alto o bajo, educado e ignorante, joven y viejo, hombre y mujer, tiene una misión, tiene un trabajo. No hemos nacido por casualidad… Dios nos contempla a cada uno; crea a cada alma, la planta en un cuerpo, una por una, con una finalidad. Necesita, se rebaja hasta necesitar, a cada uno de nosotros."5

Dada la singularidad de la existencia de cada cristiano, él o ella se ofrece a Cristo con una oportunidad singular. Cada cristiano lleva consigo la vocación de ofrecerle a Cristo su humanidad para que Cristo pueda vivir en cada uno de la forma más especial. En la manera que el cristiano individual ofrezca su humanidad a Cristo, esa persona tiene una oportunidad única de ayudar a que continúe el trabajo de la redención -una oportunidad que nadie más puede llevar a cabo. Del mismo modo, en la manera que un individuo se descuida en ofrecer su humanidad a Cristo, Jesús pierde la oportunidad de continuar su trabajo redentor de acuerdo a la singularidad de la persona.

Cada uno de nosotros, consiguientemente, tiene el gran privilegio y la enorme responsabilidad de utilizar su vida de manera adecuada de acuerdo al designio de Dios en Cristo. Ninguna otra persona puede llevar a cabo tu misión particular, y, por otra parte, tampoco tú puedes llevar a cabo la misión particular de otro. A veces puede que nos sintamos con miedo y ansiosos en lo que se refiere a la tarea que Dios nos ha confiado a medida que nos damos más cuenta de todo lo que exige. Podemos sentir el mismo rechazo que el profeta Jeremías expresó cuando Yahvé lo llamó: "Entonces Yavé me dirigió su palabra: "Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones." Yo exclamé: "¡Ay!, Señor, Yavé, ¡cómo podría hablar yo, que soy un muchacho!" Me contestó Yavé: "No me digas que eres un muchacho. Irás a dondequiera que te envíe, proclamarás todo lo que yo te mande. No les tengas miedo, porque estaré contigo para protegerte -palabra de Yavé." (Jer 1,4-8)

Jeremías inicialmente se acobardó con la misión que Dios le estaba dando. Se lamentaba de que él no era capaz de llevarla a cabo. Dios le contestó, sin embargo, y le dijo a Jeremías que él era muy capaz de realizar el papel que se le asignaba, porque El, Yahvé, estaría con Jeremías. Dios trabajaría por medio de Jeremías, y Jeremías, por su parte, tenía que estar abierto a Dios, permitiendo que Yahvé trabajase por su medio, de acuerdo a la voluntad divina.

Nosotros, también, podemos ser culpables de reaccionar a la llamada de Dios en la forma que Jeremías originalmente reaccionó. Esto puede suceder cuando Dios llama a alguien a un estado fundamental de vida. Una vez que una persona está en una vocación fundamental, uno puede sentirse tentado a resistirse a la llamada de Dios, a metas más altas, a un desarrollo más completo de la propia misión, a una mayor madurez espiritual.

Cuando somos tentados de esta manera, tenemos que controlar nuestros miedos y con toda confianza entregarnos a la voluntad de Dios. Sólo entonces, llegaremos a convencernos por completo de que Dios nunca exige nada sin habernos concedido su gracia abundante para llevar a cabo su plan, y que responder a la llamada de Dios con la máxima fidelidad posible es el único camino auténtico para la paz, la felicidad, y la plena realización, a pesar del sufrimiento que necesariamente está implicado.

Así pues, la conciencia de la grandeza de nuestras misiones tiene que verse equilibrada con un reconocimiento de las limitaciones ligadas a esa grandeza. Somos criaturas finitas que arrastramos un sin número de limitaciones que emergen de nuestra finitud.

¿Cuáles son algunas de estas limitaciones? Primero, es importante darnos cuenta que hay limitaciones falsas -limitaciones que no necesitamos- como opuestas a las limitaciones que son inevitables, limitaciones que surgen del hecho de que somos criaturas finitas que estamos inmersas en la condición humana. Un ejemplo de limitación falsa se ve claramente en la persona que sucumbe a la tentación de querer ser otra persona diferente a sí misma. Esta persona mira a los demás, mira las cualidades físicas e intelectuales de otras personas, la personalidad agradable del otro, y así una y otra vez, se dice a sí mismo, si al menos yo estuviera adornado con tales cualidades, yo sería capaz de llevar a plenitud algo con mi propia vida. En otras palabras, una persona así se equivoca, no acierta a aceptarse a sí misma como la persona que Dios ha creado. La persona falla en aceptarse como la singularidad que Dios le dio y desperdicia un tiempo precioso mirando a lo que uno no tiene, más que apreciar lo que Dios le ha dado. Una persona así tiene que luchar por aceptarse a sí misma en su singularidad fundamental. Además, la persona tiene que desarrollar los dones, los puntos fuertes y las capacidades de su propia singularidad y luchar por controlar tanto como sea posible las debilidades que impiden el desarrollo de esta singularidad. La persona debiera darse cuenta que sólo aceptando la propia singularidad como viniendo del amor creativo de Dios y luchando constantemente por permitir que ese amor lleve a plenitud su propia singularidad, llevará a cumplimiento una paz y felicidad real.

Si hay limitaciones que no debieran existir, hay también limitaciones que son inevitables mientras una persona lucha por llevar a cabo en la vida su misión propia y singular. Poseemos ciertos talentos especiales, por ejemplo, pero las circunstancias reales no nos permiten poner en práctica estos talentos aquí y ahora. Incluso en esos momentos en que podemos ejercitar esos talentos, a menudo nos sentimos limitados porque nos damos cuenta que hay sólo un cierto número de oportunidades concretas y una cierta cantidad de tiempo para que nosotros usemos nuestros talentos especiales. En otros momentos nos sentimos limitados porque las personas reales a las que tratamos de servir se oponen a nuestros esfuerzos y se bloquean a sí mismas por lo que deseamos tan generosamente ofrecer.

Estos, por tanto, son algunos ejemplos de las limitaciones que podemos experimentar en nuestros esfuerzos por llevar a cabo nuestras misiones particulares. Tener un equilibrio entre la comprensión de la grandeza de nuestra llamada y entre la comprensión de que nos vamos a sentir limitados de muy variadas formas -a veces dolorosamente- en nuestro lucha por llevar a cabo nuestra misión en la vida es tan necesario como desafiante.

Un cristiano lleva a cabo su misión particular en proporción al conocimiento del inmenso y único amor que Cristo le tiene y en proporción al sometimiento que la persona muestre a este amoroso Jesús. Cuanto más una persona se somete a Jesús, tanto más Jesús vive a través de la singularidad de esa persona. Luchemos, pues, siempre por vivir de acuerdo a las palabras de S. Pablo: "Por mi parte, siguiendo la Ley, llegué a ser un muerto para la Ley a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo y ahora no soy yo el que vive, sino que es Cristo el que vive en mí. Sigo viviendo en la carne, pero vivo con fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí" (Gál. 2, 19-20)

  

Jesús

  • Romano Guardini observa: "La gente tiene que haber sentido que había algo muy especial en este Hombre. Su atención estaba como alertada. Estaban cautivados. Estaban agitados, disgustados, profundamente impresionados. Lo valoraban, y lo reverenciaban. Se sentían también irritados, desconfiados, hostiles, hasta el punto de llegar a odiarlo.

"Todo esto tiene un enorme significado -sobre todo porque ninguna de las posiciones que la gente tomó en lo que a El se refiere se originaron sólo en la inteligencia, sino que todas procedían de un movimiento directo del corazón. Había algo particular en torno a El que captaba a la gente, algo que El mismo irradiaba, una fuerza que en sí misma se hacía sentir donde El estaba. Esto significó que todos los que lo vieron fueron involucrados de alguna forma especial, apasionadamente movidos a amar con un amor muy especial o movidos a odiar con un odio acendrado… En aquel tiempo los escribas eran gente muy instruida. Pensaban mucho, y trabajaban con intensa dedicación. Sus enseñanzas eran eruditas hasta el último detalle. Pero sus palabras eran frías, difíciles, intransigentes, déspotas. Y eh aquí que se levantó Uno que sus palabras eran cálidas, llenas de poder. Este poder salía de lo que El decía, de la profundidad y de la verdad de la palabra pronunciada -pero no sólo de ahí. Sobre todo, venía de la vitalidad comunicada en sus discursos, de la energía vital de quien hablaba. Su mensaje era auténtico, convincente, y venía directo de la mente y del corazón. Era sincero, calificado como verdadero, ofrecía esplendor, contenía un principio eficaz de vida. Llamaba la atención, electrizaba, levantaba el animo, limpiaba la mente, y se apoderaba del corazón. Y ofrecía garantía, una promesa de salvación."6

  • Walter Farrell, O.P., habla de nuestro Salvador: "En la tranquilidad de una tarde, Jesús dejó Cafarnaún, se encaminó a un monte cercano; y allí, nos dice S. Lucas, pasó la noche en oración. Su alma llena de gracia, sin pecado, necesitaba conversar con su Creador, como el alma de todo hombre necesita; en este momento, particularmente, nos dio ejemplo de hombre fuerte dirigiéndose a tomar elecciones cruciales y verdades convincentes, pero no lo hizo solo. Cuando se hizo de día, vio que sus discípulos le habían seguido. Invitándoles a que se acercasen, escogió a doce a quienes llamó apóstoles; estos fueron elegidos para estar con El, para darles poder de predicar, de expulsar demonios, de curar a los enfermos."7

  • En el evangelio de San Juan leemos que Jesús decía: Yo soy el camino, la verdad, y la vida…(Jn 14:6)

Todo el esfuerzo, pues, del que ha sido admitido en la trayectoria espiritual, es reproducir a Cristo cada vez más. Todos los esfuerzos auténticos en la vida espiritual tienen como objetivo la manifestación de una semejanza con Cristo. Estamos llamados a crecer en conocimiento y amor, a imitación de Jesucristo. Nuestra tarea es que nos hagamos compañeros cada vez más cercanos de Jesús, este Jesús que con María nuestra madre a nuestro lado nos lleva al Padre en el Espíritu Santo.

El viaje espiritual, pues, consiste en permitir a Jesús que cada vez más asuma nuestro control -en permitirle que viva cada vez más en nosotros y a través nuestro. El permitir a Jesús que entre en nuestras vidas tiene tremendas implicaciones. Confiándonos a Jesús no sólo conseguimos nuestra salvación, sino que también ayudamos a la salvación de los otros.

Hace unos 2000 años Jesús caminó por esta tierra enseñando, curando a los enfermos, ofreciendo su compasión y amor, instituyendo la Iglesia. Estas y todas las demás acciones de Cristo forman parte de la actividad que los teólogos llaman redención objetiva. Nosotros no tuvimos parte en este esfuerzo redentor de Cristo.

Ahora estamos en la fase que es llamada redención subjetiva, una fase en la que los frutos de la redención objetiva de Cristo son distribuidos por toda la faz de la tierra. Cada persona individual es llamada a la salvación. Esta salvación se realiza en Cristo; y es la única que existe; y para llevarla a cabo Cristo vivió, murió y resucitó de la muerte.

De acuerdo al plan de Dios, estamos llamados a ayudar en los trabajos de la redención subjetiva. De acuerdo a este plan, Jesús todavía camina por esta tierra enseñando, curando a los enfermos, administrando los sacramentos, ofreciendo su compasión, su amor, su interés por nosotros. El camina todavía por esta tierra como signo constante de salvación, como un signo inmutable de que Dios ama al mundo poderosamente y por toda la eternidad. Sí, Jesús todavía camina por la tierra llevando a cabo su labor redentora; pero ahora su actual presencia no es a través de su propia humanidad, sino a través de nuestros propios conocimientos. Aquí está, pues, nuestro gran privilegio y nuestra enorme responsabilidad. Jesús nos pide nuestros conocimientos, nos pide nuestras vidas humanas. De modo que en cierto sentido, él pueda reencarnarse en nosotros y a través nuestro. Por supuesto es ese tipo de reencarnación la que mantiene la identidad de Jesús lo mismo que la nuestra. De hecho, cuanto más permitimos a Jesús que viva en nosotros y a través nuestro, más llegamos a ser nosotros mismos. La esperada cristianización de nuestras personas incluye el desarrollo intenso de nuestra singularidad. Podemos responde a las exigencias de Jesús permitiéndole continuar su labor redentora en nosotros de maneras muy variadas. Por ejemplo, podemos responder con bajo entusiasmo y vivir unas existencias cristianas mediocres. Podemos responder de una manera fogosa y decir a Jesús que somos completamente suyos, que puede hacer con nosotros lo que desee. Esta última respuesta es la que debiéramos esperar de nosotros mismos -y sabemos que esto está en el fondo de lo que realmente vivimos. El que nos demos completamente a Jesús es lo que El merece, este Jesús que se dio a sí mismo por nosotros -incluso se entregó a una muerte brutal en la cruz. Debiéramos afanarnos continuamente por vivir de acuerdo a las palabras de San Pablo: Estoy crucificado con Cristo y ahora no soy yo el que vive, sino que es Cristo el que vive en mí. Sigo viviendo en la carne, pero vivo con fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí" (Gál. 2, 19-20)

   

La Iglesia y el Padre

El Papa Juan Pablo II nos dice: "Al continuar la enorme tarea de poner en práctica el Concilio Vaticano II, en el que justamente podemos ver una nueva fase de la propia actualización de la Iglesia -manteniéndonos en la época en la que nos ha tocado vivir-, la Iglesia en sí tiene que ser constantemente guiada por la plena conciencia de que en su tarea no le es admisible, por ninguna razón, volverse atrás sobre sí misma. La razón de su existencia es, de hecho, manifestar a Dios, ese Padre que nos permite 'verle' en Cristo. (Jn. 14,9) No importa lo fuerte que pueda ser la resistencia de la historia humana, no importa lo marcada que pueda ser la diversidad de la civilización contemporánea, no importa lo grande que pueda ser la negación de Dios en el mundo humano, tanto y mucho más grande tiene que ser la proximidad de la Iglesia a ese misterio que, escondido por los siglos en Dios, fue más tarde plenamente compartido con el hombre, en el tiempo, por medio de Jesucristo."8

   

El Espíritu Santo y nuestras vidas

El Arzobispo Luis M. Martínez nos dice: "El Director auténtico de las almas, el Maestro más íntimamente amigo, el alma de la vida espiritual, es el Espíritu Santo. Sin El, como ya hemos dicho, no hay santidad. La perfección de un alma se mide por su docilidad al movimiento del Espíritu, por la diligencia y docilidad con que sus cuerdas reproducen las notas divinas de la canción de amor. Un alma es perfectamente santa cuando el Espíritu de amor ha tomado plena posesión de ella, cuando el Artista divino no encuentra resistencia o desarmonía en las cuerdas de esa lira viviente, sino sólo melodías celestiales que vienen de ella, limpia, constante, y deliciosamente armonizadas."9

   

El Tributo de San Bernardo a la Virgen María

San Bernardo, doctor de la Iglesia e insaciablemente devoto de María, nos ofrece estas inspiradoras palabras: "Si no estás sumergido por tempestades, no alejes tus ojos del resplandor de esta estrella. Si las tormentas de la tentación crecen, si chocas estrepitosamente contra las rocas de la tribulación, mira a la estrella, invoca a María. Si te encuentras agitado sobre las olas del orgullo, de la ambición, de la calumnia, de la antipatía, mira la estrella, invoca a María. Si el enojo o la avaricia o las seducciones de la carne molestan el barco de tu mente, mira a María. Si tu paz está rota por la inmensidad de tus crímenes… Si comienzas a ser tragado por el abismo de la depresión y la desesperación, ¡piensa en María! En el peligro, en las ansiedades, en la duda, piensa en María, invoca a María. No permitas que su nombre se aleje de tus labios, ni de tu corazón, y hasta que recibas la ayuda de su oración no ceses de seguir el ejemplo de su conducta… Si ella te sostiene, no caerás, si ella te protege, no tienes que temer."10

   

La Eucaristía

  • Nuestro Salvador, en la última cena, la noche que le traicionaban, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera. (Concilio Vaticano II, Constitución sobre la Liturgia, núm. 47)11

  • Por tanto, la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruídos con la palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él; se perfeccionen día a día por Cristo Mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos. (Concilio Vaticano II, Constitución sobre la Liturgia, núm. 48)12

  • A través del Sacrificio Eucarístico, Cristo, el Señor, deseaba poner ante nosotros de una manera muy especial esta unión extraordinaria por la que estamos unidos unos con otros y con nuestra Cabeza divina, una unión que ninguna palabra de elogio podría nunca expresar suficientemente. Por tanto, en este sacrificio los ministros sagrados actúan no sólo como representantes de nuestro Salvador, sino como los representantes de todo el Cuerpo Místico y de cada uno de los creyentes. De nuevo, en este acto de sacrificio, el creyente en Cristo, unido por el vínculo común de la devoción y la oración, se ofrece al Padre eterno por manos del sacerdote, cuya oración lo ha hecho presente en el altar, el Cordero Inmaculado, la víctima más aceptable de alabanza y propiciación por las necesidades de la Iglesia universal. Además, al igual que el divino Redentor, mientras moría en la Cruz, se ofrecía a sí mismo al Padre eterno como Cabeza de toda la raza humana, así ahora, 'en esta oblación pura' él no sólo se ofrece a sí mismo como Cabeza de la Iglesia a su Padre celestial, sino también a sus miembros místicos. Les abraza a todos, sí, incluso a los miembros más débiles, y más enfermos, con el más profundo amor de su Corazón. (El Papa Pío XII, Mystici Corporis AAS. XXXV, 232-233)13

  • El Padre Benedicto Groeschel, C.F.R., nos ofrece estos pensamientos referidos a la revitalización de la devoción eucarística: "Las devociones eucarísticas de todo tipo están de vuelta. Y es justo que nos preguntemos el por qué… Hay, pienso yo, una razón histórica que necesita ser considerada especialmente por los interesados en la vida pastoral de la Iglesia. Vivimos muy aislados en este tiempo…

"No debería ser una sorpresa, pues, que la presencia misteriosa y real de Cristo debiera tener un reclamo humano profundo. No necesitamos tener miedo alguno de que esta devoción pudiera llevarnos a cualquier clase de aislamiento espiritual, en la medida que cuidadosamente conservamos la Presencia Eucarística unida al Misterio Pascual que incluye a todos los hombres y mujeres, mientras la conservemos unida a la Santa Comunión, que mantiene relacionados y unidos a todos los discípulos creyentes en Cristo."14

  • La Madre Teresa de Calcuta comparte con nosotros estos pensamientos: "Hago una hora santa cada día ante la presencia de Jesús en el Santísimo Sacramento. Todas mis hermanas, las Misioneras de la Caridad, hacen una hora santa al día también, porque encontramos que a través de nuestra hora santa diaria nuestro amor Jesús se hace más íntimo, nuestro amor de unos por otros más comprensivo, y nuestro amor por los pobres más tierno. Nuestra hora santa es nuestra oración en familia donde nos juntamos y rezamos el Rosario ante el Santísimo Sacramento durante la primera media hora, y en la segunda mitad oramos en silencio. Nuestras oraciones han duplicado nuestras vocaciones. En 1963 estábamos haciendo sólo una hora semanal juntas, y no fue sino en 1973 cuando comenzamos nuestra hora santa diaria y así nuestra comunidad comenzó a crecer y florecer"15

  • San Pedro Julián Eymard, fundador de los Padres del Santísimo Sacramento, nos dice: "La Eucaristía, manifiesta el tesoro del cristiano, su alegría en la tierra. Ya que Jesús está en la Eucaristía personalmente, toda la vida del cristiano debiera ser un acercamiento a ella como un imán a su centro"16

  • Aquí ofrecemos una oración eucarística: "¡Señor Jesús! ¡Te amo muchísimo! Ayúdame a crecer en tu amor. Ayúdame a crecer en la comprensión del inmenso amor con que tu Corazón late por mí en el Calvario. Hazme entender, con un conocimiento más profundo que tu Corazón fue traspasado en el Calvario por la lanza de un soldado únicamente por el amor que me tienes. Llévame, Jesús, cada vez más cerca a tu corazón eucarístico, atravesado, y glorificado. Y ahí, deja guiar mi fe por este horno ardiente de caridad. Así, fortalecido, refrescado, y animado, permíteme que continúe viviendo la Misa todo el día, y todos los días."

   

El Sacerdocio

  • El teólogo, Jean Galot, S.J. le recuerda al sacerdote de su especial semejanza a Cristo: "Lo que distingue el carácter sacerdotal de los caracteres impresos por el bautismo y la confirmación es el que el ser del hombre se asemeja a Cristo el Pastor. La imagen del buen pastor es impresa en el alma de la persona ordenada como un principio y un diagrama básico del ministerio que va a llevarse a cabo.

"En consecuencia, de ahí, del carácter sacerdotal emerge la capacidad de hacer presente al Señor. Si el sacerdote es 'otro Cristo', en una forma especial, no es debido a una delegación meramente jurídica, sino a la presencia de Cristo Sacerdote y Pastor en el alma…

"La semejanza básica impresa por el carácter sacramental requiere del sacerdote un esfuerzo por imitar a Cristo el Pastor. El carácter por sí mismo, junto con la semejanza que implica, es una realidad del ordenamiento objetivo. Tiene su existencia independientemente de las disposiciones subjetivas de las personas involucradas. pero lucha por promover en las disposiciones del sujeto una semejanza a la personalidad del propio Salvador. Ya que es impresa en el ser de uno, la 'presencia' de Cristo espera ser revelada por sí misma en todo lo que el sacerdote hace.

"Esto significa que, más aún que el cristiano ordinario, el sacerdote está llamado a tomar a Cristo como modelo en toda su conducta. El carácter sacerdotal es el evangelio impreso en el ser personal, el evangelio luchando por llevar a cabo la revelación de sí mismo. El sacerdote no puede actuar continuamente como lo que es a no ser que él mismo se impregne cada vez más intensamente del espíritu del evangelio. Tiene que llevar en sí mismo los rasgos genuinos del Salvador, y tiene que permitirlos que brillen e iluminen."17

  • Christopher O'Donnell, O. Carm. , comenta esta preocupación de Santa Teresa de Lisieux: "Dada la profunda estima de Teresa por la vocación sacerdotal, la dolía intensamente ver a sacerdotes que no buscaban a Dios incondicionalmente, con un amor único… Su ministerio de oración de intercesión estaba centrado sobre todo en los sacerdotes. Teresa ha compartido muy profundamente un carisma específicamente carmelitano de la oración por los sacerdotes (y teólogos), que tiene su origen en Santa Teresa de Avila."18

   

Sobre la Oración

Henri Nouwen observa: "Porque un hombre de oración es, en su análisis final, el hombre que es capaz de reconocer en los otros el rostro del Mesías y hacer visible lo que estaba escondido, hacer tangible lo que era inalcanzable. El hombre de oración es un líder porque precisamente a través de la proclamación del trabajo de Dios en sí mismo puede guiar a otros a salir de la confusión a la claridad; a través de su ternura puede sacarlos del circuito cerrado de sus propios grupos al mundo abierto de la humanidad, y a través de su contemplación crítica puede convertir su corrosiva maldad en trabajo creativo para el mundo nuevo que está por llegar."19

   

El Cristiano y el Orden Social

En su encíclica, Sobre la Preocupación Social, que conmemora la encíclica de Pablo VI sobre "El Progreso de los Pueblos" (Populorum Progressio), el Papa Juan Pablo II nos dice: "La doctrina social de la Iglesia no es un 'tercer camino' entre el capitalismo liberal y el Marxismo colectivista, ni siquiera la alternativa a otras soluciones que pueden ser menos radicalmente opuestas entre sí: más bien constituye una categoría en sí misma. No es una ideología, sino más bien la formulación precisa de los resultados de una reflexión cuidadosa sobre las realidades complejas de la existencia humana, en la sociedad y en el orden internacional, a la luz de la fe y de la tradición de la Iglesia. Su principal propósito es interpretar estas realidades, determinando su conformidad o divergencia de acuerdo a las líneas de las enseñanzas evangélicas sobre el hombre y su vocación, una vocación que es a la vez terrena y transcendente; su propósito es pues orientar el comportamiento cristiano. Esto, por tanto, corresponde al campo no de la ideología, sino al de la teología y particularmente al campo de la teología moral.

"La enseñanza y propagación de su doctrina social son parte de la misión evangelizadora de la Iglesia. Y ya que es una doctrina enfocada a guiar el comportamiento de la gente, tiene por resultado asumir un 'compromiso por la justicia', de acuerdo al role, a la vocación, y a las circunstancias de cada individuo.

"La denuncia de los males e injusticias es también parte de ese ministerio de evangelización en el campo social que es un aspecto del role profético de la Iglesia. Pero debiéramos tener claro que la proclamación es siempre más importante que la condenación, y esta segunda no puede ignorar a la primera, que la da solidez auténtica y la fuerza de una motivación mucho más alta.

"Hoy más que nunca en el pasado, la doctrina social de la Iglesia tiene que estar abierta a un acercamiento internacional, en línea con el Concilio Vaticano II, las últimas encíclicas, y en particular en línea con la Encíclica a la que estamos rindiendo tributo. No está de más por tanto reexaminar y más aún clarificar bajo esta luz los temas característicos y las líneas maestras que se han llevado a cabo por el Magisterio en los últimos años.

"Aquí me gustaría indicar una de ellas: La opción o amor preferente por los pobres. Es ésta una opción o forma especial de prioridad en el ejercicio de la caridad cristiana, de la que la Iglesia da testimonio a lo largo de toda su tradición. Afecta a la vida de cada cristiano, ya que él o ella busca imitar la vida de Cristo, pero concierne igualmente a nuestras responsabilidades sociales y consiguientemente a nuestras maneras de vivir, y a las decisiones lógicas que se han de tomar en lo que se refiere a la propiedad y al uso de las riquezas.

"Hoy, además, dada la dimensión universal que la cuestión social ha adquirido, este amor preferencial por los pobres, y las decisiones que inspira en nosotros, no puede menos de abrazar las multitudes inmensas de hambrientos, de necesitados, de gente sin techo, de los que no tienen protección médica, y sobre todo todos esos sin esperanza de un futuro mejor. Es imposible pasar por alto la existencia de estas realidades. Ignorarlas significaría actuar como el 'hombre rico' que simulaba no saber que el pobre Lázaro estaba allí tendido a su puerta. (cf. Lc. 16,19-31)...

"Es necesario afirmar una vez más el principio característico de la doctrina social cristiana: Las riquezas de este mundo están originalmente designadas para todos. El derecho a la propiedad privada es válido y necesario, pero ello no anula el valor de este principio. La propiedad privada, de hecho, está bajo un 'préstamo social', que significa que intrínsecamente tiene una función social, precisamente basada en y justificada por el principio del destino universal de las riquezas. Además, en esta preocupación por los pobres uno no tiene que menospreciar esa forma especial de pobreza que consiste en verse privado de los derechos humanos fundamentales…"20

   

Pensamientos varios

  • Estas son unas palabras de un diario espiritual: "El tiempo es propicio todavía y contemplo a mi Señor. Su reino no es de este mundo. Miro al Hijo de Dios, realmente presente en medio de nosotros. Reconocemos su presencia en el silencio. Cuanto más cerca consigo estar de El, más me hago uno con El y más se hace El uno conmigo. ¡Oh, que armonía más singular, estar unido a Dios de este modo! ¿Hay algo más importante que ser uno con Dios? Jesús, hazme uno contigo y déjame conocer a tu Padre, mi Padre, por esta unión de amor contigo.

"¡Qué bendecidos somos con esta vida de amor divino! ¡Qué bendecidos somos por el amor que María nos tiene! Mi corazón ansia este amor de Dios. Que podamos lograr una tal unión con Dios, que podamos ser uno en El y El uno con nosotros. Es en verdad una realidad maravillosa. Así es como compartimos en amor unos con otros. Cuando amamos a Jesús de todo corazón hay una armonía especial entre nosotros. Nos sentimos cercanos a los demás precisamente porque su amor está en nosotros. Cuanto más amamos a Dios, más podemos amarnos unos a otros."

  • Una monja de las Pobres Claras nos ofrece unas sabias palabras: "El deseo interior del corazón humano por ese inmenso y final anhelo total de eternidad encuentra satisfacción en la tierra por un lado, y por otro lado desagrado. Así de gratificante es la tierra en su pluralidad de belleza y así de descorazonadora en su incapacidad de calmar la magnitud de la anxiedad del espíritu humano por esa casa permanente que nunca hemos visto pero por la que sufrimos una nostalgia infinita. La tierra es una mejor morada cuanto más cercana se siente a la eternidad. Es una extraña paradoja el que sean los que más aprecian y se asombran de las bellezas de la tierra los que se encuentren menos enraizados en ella, los que estén justamente 'pasando sobre ella'. Es sólo cuando nos afanamos por establecer una ciudad permanente en la tierra cuando comenzamos a exigir a la tierra lo que ella no puede dar, cuando nos hacemos hostiles a la tierra por su incapacidad de proporcionarnos la alegría duradera de ser una ciudad permanente. Uno piensa en San Francisco de Asís cantando su 'Cántico de las Criaturas' en agradecido asombro por su madre la tierra, su hermana la luna, su hermano el viento, y todo lo demás, mientras se consumía su pequeña persona en deseo por la eternidad."21

   

El Corazón traspasado de Cristo

El P. Pedro Arrupe, S.J., que fue Superior General de los Jesuitas, habla del Corazón de Jesús traspasado: "La imagen del Crucificado sobre la tierra, con su costado ampliamente abierto, tiene sus raíces en el Antiguo Testamento y es un compendio, por así decirlo, de la teología del Evangelio de San Juan. Podría decirse que es un compendio de toda la Cristiandad. Más que ningún otro símbolo, este es un signo en San Juan de la fecundidad redentora de la muerte de Cristo. Su costado abierto, de donde brotó sangre y agua, responde a un símbolo Semítico: la herida, un signo de muerte (el cordero degollado); y la sangre y el agua, un signo de vida y fecundidad. Así el corazón traspasado es el símbolo del Cordero Pascual de la Nueva Alianza."22

El Padre Arrupe también nos ofrece estas ideas referidas al amor del Corazón de Cristo: "…otra herida que angustia al mundo hoy es la inestabilidad… En Europa y fuera de Europa, en el Este y en el Oeste, inestabilidad es la plaga de muchos gobiernos y partidos políticos; fluctuación es la ley del mercado y del cambio de moneda. El ritmo de la oferta y la demanda es variable.

"Pero eso no es todo. El mundo hoy tiene miedo de la inestabilidad de sus propias ideas y creencias. Mucha gente que está en el timón de las actividades y direcciones humanas se siente insegura de la validez de los principios, de los derechos y obligaciones, particularmente en el campo de la justicia social. Incluso la estructura filosófica del pensamiento se está deteriorando y se hace escéptica y agnóstica. Las repercusiones de esta inestabilidad se están sintiendo también en el campo católico donde se puede percibir mucha vacilación e inseguridad en la vida privada y profesional…

"¿No es esto un signo de que necesitamos hoy a Jesús más que en ningún otro tiempo del pasado? Sólo él permanece, indestructible sobre la roca, mientras todo alrededor de él se tambalea en continuo descontento. Nuestro Salvador ha permanecido siempre constante en sus afirmaciones de sí o no. A través de Pedro continúa hoy impartiendo un sentimiento de seguridad a las pobres mentes humanas, una pequeña barca lanzada en el océano tormentoso. Tenemos que dar a nuestras mentes un criterio seguro. Necesitamos una fuente de conocimiento que sea siempre fresca y joven, hoy y mañana, como lo era en los días de San Pablo -la ciencia del amor de Cristo.

"Pablo quería comunicar a sus cristianos una certeza que restableciera la confianza, de manera que nunca perdieran de vista la perspectiva del amor de Jesús por nosotros. Algunos de los creyentes en la Iglesia de Efeso fueron magnetizados por algunas ideas extrañas y conceptos misteriosos. Pablo los habla enérgicamente de que hay una sabiduría que transciende todas las demás -la sabiduría del amor de Cristo, de la que depende la estabilidad del pensamiento humano. "Este es un amor sin barreras, porque el amor del Corazón de Cristo es infinito en profundidad, en altura y en amplitud; no hay fronteras de tiempo o lugar, o limitación de personas.

"Esto es, mis hermanos, a donde les invito a fijar sus mentes y especialmente nuestros corazones; en el amor de Cristo encontraremos estabilidad en la vida, la felicidad de sentirnos amados, la seguridad en el camino. Por seguro que estas bendiciones serán nuestras si en el seguimiento de Jesús somos liderados por la que es la Madre de la Sabiduría eterna, la Hija del amor y la Señora del Camino."23

   

Una Oración por los Sacerdotes

Muchos laicos rezan por nosotros, y de manera organizada. ¿No es justo que también nosotros recemos por todos nuestros hermanos en el sacerdocio, y de manera regular? Aquí sigue una oración que nos puede ayudar en este intento.

"Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, te pedimos que en el gran amor y misericordia de tu Corazón atiendas las necesidades de tus pastores sacerdotes a través de todo el mundo. Te pedimos que atraigas de nuevo a tu Corazón a todos los sacerdotes que se han separado seriamente de tu sendero, que vuelvas a encender el deseo de santidad en los corazones de esos sacerdotes que han perdido el entusiasmo, y que continúes dando a los sacerdotes fervientes el deseo de una santidad cada vez más alta. Unidos a tu Corazón y al Corazón de María, te pedimos que presentes esta petición a tu Padre celestial en la unidad del Espíritu Santo. AMEN".

Esta oración ha sido tomada del Manual de Oraciones de los Asociados de Pastores de Cristo, una rama de los Ministerios de Pastores de Cristo. Los asociados son miembros de los grupos de oración que se reúnen regularmente a orar por las necesidades de toda la familia humana, pero especialmente por los sacerdotes. Si le interesa una o varias copias de este manual de oración, y más aún, si le gustase recibir información de cómo comenzar un grupo de Pastores de Cristo, póngase en contacto con nosotros en la siguiente dirección:

Shepherds of Christ, P.O. Box 627, China, Indiana 47250
Teléfono (llamada gratis): 1-800-211-3041
Fax: 1-812-273-3182

   

Acto de Consagración

Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu Corazón, traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia, la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta. Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. ¡Corazón de Jesús yo pongo en Ti mi confianza!

Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal. Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo. Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al Padre en el Espíritu Santo.

   

Cartas

Querido P. Carter:

Le estoy escribiendo para pedirle si por favor me envía diez ejemplares de la Carta de Espiritualidad para Sacerdotes, Pastores de Cristo, y una copia del libro que incluye los doce primeros ejemplares.

He recibido dos números del 1998, y los he encontrado muy útiles para intensificar nuestra progresiva formación sacerdotal, y deseo dar un ejemplar a cada uno de mis nueve sacerdotes diocesanos y conservar uno para mí.

        Sinceramente suyo en Cristo.

        Obispo Ambrosio Ravasi, IMC
        Diócesis de Marsabit, Kenya


Querido Ed:

Gracias por enviarnos copias de la Carta de Pastores de Cristo. Estimamos mucho sus enormes esfuerzos por apoyar a las vocaciones sacerdotales --es un apostolado excelente, especialmente en estos días tan "difíciles" para el clero. Continúe con este fenomenal trabajo.

        Sinceramente.

        Tomás Radloff, S.J.
        Colegio Norte Americano, Roma


Querido Padre:

¡La Paz de Cristo esté con usted! Hace poco que un compañero colocó una copia de su carta sobre mi mesa de estudio para que pueda participar de su riqueza. Me encantaron los muchos y variados artículos. En ocasiones me encuentro a mí mismo buscando por el tipo de artículo que reclame mi atención, algo suficientemente corto que no exija mucho tiempo. Tengo que decirle con mucho agrado que su carta es un recurso muy bueno que se ajusta a mis esquemas. Si por favor me coloca en su lista de correo, se lo agradecería muchísimo.

        En Cristo.

        P. Mark A. Mc Anally
        Seminario y Universidad de Santa María.
        Baltimore, Maryland

   

NOTAS:

  1. Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).

  2. José Chorpenning, O.S.F.S., del Nuevo Diccionario de Espiritualidad Católica, Michael Donney, editor, The Liturgical Press, pág. 853.

  3. El Corazón de Newman, Una síntesis arreglada por Erich Przwara, S.J., Ignatius Press. pp. 11-14.

  4. Ibid, pp. 276-277.

  5. John Henry Cardinal Newman, Discursos dirigidos a las Congregaciones Mixtas, Longmans, Green and Co. , pp. 111-112.

  6. Romano Guardini, Jesucristo, Henry Regnery Publ. , tal como apareció en Lecturas Diarias en los Clásicos Cristianos, ed., Randy Meyers, Ignatius Press, pág. 83.

  7. Walter Farrell, O.P., El Hijo Único, Sheed & Ward, tal como apareció en Lecturas Diarias en los Clásicos Cristianos, ed., Randy Meyers, Ignatius Press, pág. 81.

  8. El Papa Juan Pablo II, Carta Encíclica, Rico en Misericordia, United States Catholic Conference, Núm. 15.

  9. Arzobispo Luis M. Martínez, El Santificador, Pauline Books and Media, pág. 18.

  10. San Bernardo, tal como apareció en Hilda Graef, María: Una Historia de Doctrina y Devoción. , Christian Classics, Vol. I, pág. 237.

  11. Los Documentos del Vaticano II, Constitución sobre la Sagrada Liturgia, America Press Edition, Núm. 47.

  12. Ibid. , Núm. 48.

  13. El Papa Pío XII, Carta Encíclica, El Cuerpo Místico, AAS, XXXV, pp. 232-233.

  14. Benedicto Groeschel, C.F.R., En la Presencia de Nuestro Señor, tal como apareció en Viviendo la Fe, Creative Communications for the Parish, April-May-June, 1999.

  15. Madre Teresa, Meditaciones del Rosario de la Madre Teresa, contactar con Misioneros del Santísimo Sacramento, PO Box 1701, Plattsburgh, New York.

  16. San Pedro Julián Eymard, Manual Eucarístico, Emmanuel Publications, tal como apareció en Adoration, Ignatius Press, p.97.

  17. Jean Galot, S.J., Teología del Sacerdocio, Ignatius Press, pág. 207.

  18. Christopher O'Donnell, O. Carm., El Amor en el Corazón de la Iglesia, Veritas, pág. 129.

  19. Henri Nouwen, El Sanador Herido, Doubleday, pág. 47.

  20. El Papa Juan Pablo II, Carta Encíclica, La Preocupación Social, St. Paul Books and Media, Núms. 41-42.

  21. La Madre Mary Frances, P.C.C., A lo Largo y Ancho, Ignatius Press, pág. 113.

  22. Pedro Arrupe, S.J., Sólo en El está nuestra Esperanza, The Institute of Jesuit Sources, pág. 120.

  23. Ibid., pp. 116-117.

 

 

 

Pastores de Cristo

UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES

 

1999 - Ejemplar 4

El Pastor Principal del Rebaño

Dios con nosotros

"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.

El Hijo de Dios se hizo Hombre por nuestra salvación. El se encarnó. Tomó en sí mismo una naturaleza humana real. Como Jesús poseía una naturaleza humana real pudo morir por nosotros como el Buen Pastor, él ha entregado su vida por nosotros, su rebaño.

Muchos pensamientos vienen a la mente cuando reflexionamos sobre la verdad de que el Hijo de Dios tomó en sí mismo una naturaleza humana y moró entre nosotros.

  • San Juan lo pone con toda simplicidad en su Evangelio: La Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros…(Jn 1,14) Sí, Juan lo afirma con brevedad, aunque estas palabras contienen una riqueza inmensa de significado. No debiéramos esperar nada más, desde el momento en que esta breve afirmación del cuarto evangelio nos señala el acontecimiento central de toda la historia humana. Estas palabras compendian la actividad creadora y redentora de Dios. Compendian el proceso por el que Dios se nos comunica a sí mismo.
  • El nacimiento de Cristo fue así. Su madre María estaba comprometida con José. Pero antes de vivieran juntos, quedó esperando por obra del Espíritu Santo. José su esposo, era un hombre excelente y no queriendo desacreditarla pensó firmarle en secreto un acta de divorcio. Estaba pensando en esto, cuando el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo. ‘José, descendiente de David no temas llevar a tu casa a María, tu esposa, porque la criatura que espera es obra del Espíritu Santo. Y dará a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto ha pasado para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del profeta Isaías... Sepan que una virgen concebirá y dará a luz un hijo y los hombres lo llamarán Emanuel." (Mt 1,18-23)

Sí, Jesús es el Emanuel: "Dios con nosotros." Dios se ha hecho tan tremendamente cercano a nosotros porque tenemos a Jesús. Cuanto más se centra la mente en el significado de la Encarnación, más nos vemos envueltos en el asombro de este incomprensible misterio de amor.

  • El Vaticano II nos habla de la presencia de Cristo en su Iglesia. …Para realizar una obra tan grande Cristo está siempre presente en su Iglesia sobre todo en la acción litúrgica. Está presente en el sacrificio de la misa, sea en la persona del ministro, ‘ofreciéndose ahora por el ministerio de los sacerdotes el que entonces se ofreció en la cruz." Sea sobre todo bajo las especies eucarísticas. Está presente con su virtud en los sacramentos, de modo que cuando alguien bautiza es Cristo mismo quien bautiza. Está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla. Está presente, por ultimo, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, …"2
  • El papa Pablo VI nos dice: "Todas las cosas, toda la historia converge en Cristo. El hombre de dolor y esperanza nos conoce y nos ama. Permanece como nuestro amigo cerca de nosotros a través de nuestras vidas; al final de los tiempos vendrá para ser nuestro juez; pero también sabemos que él será la plenitud completa de nuestras vidas y nuestra mayor felicidad por toda la eternidad.

"No puedo dejar de hablar de Cristo porque él es nuestra verdad y nuestra luz; él es el camino, la verdad y la vida. El es nuestro pan, nuestra fuente de agua viva que mitiga nuestra hambre y satisface nuestra sed. El es nuestro pastor, nuestro guía, nuestro ideal, nuestro amigo y nuestro hermano.

"Es como nosotros pero más perfectamente humano, sencillo, pobre, humilde, y todavía aunque cargado de fatigas, es más paciente. El habló en favor nuestro; él hizo milagros; y fundó un nuevo reino: en él los pobres son felices; la paz es el cimiento de una vida en común… los hambrientos encuentran justicia, los pecadores son perdonados; y todos descubren que son hermanos unos de otros.

"La imagen que les presento es la imagen de Jesucristo. Como cristianos ustedes comparten este nombre… Así, de nuevo les repito su nombre a ustedes cristianos y lo proclamo a toda la gente: Jesucristo es el comienzo y el fin, el alfa y la omega, señor del universo nuevo, la llave clave escondida de la historia humana y de la parte que en ella desempeñamos nosotros. El es mediador --el puente, podemos decir-- entre el cielo y la tierra…. Él es el Hijo del Hombre, más perfecto que ningún hombre, siendo a la vez el Hijo de Dios, eterno e infinito. El es el hijo de María, su madre en la tierra, la más bendecida entre todas las mujeres. Ella es también nuestra madre en la comunión espiritual del cuerpo místico.

Recuerda: Es este Jesucristo al que predico día tras día. Yo veía su nombre sonando y resonando por siempre incluso hasta el fin del mundo."3

  • Y vemos una columna apuntando al cielo oscuro. Vemos a Jesús apuntando al cielo oscurecido y a la mujer a sus pies, y la escena del grito sale de la tierra, "No mi voluntad, sino que se haga la tuya", no como palabras habladas que se lleva el viento sino que es la escena viva del Nuevo Adán, la columna de luz, y la Nueva Eva quien dice esto. ¿Qué es lo que ves al mirar a este escenario del Nuevo Adán y de la Nueva Eva, el Nuevo Adán colgando del árbol de la cruz en el jardín?

¿No ves las palabras "hágase tu voluntad" como si estuvieran escritas a través del cielo? Mírala al pie de la cruz mientras lo sostiene en sus rodillas. Sus brazos caen muertos. Y las palabras cruzan los cielos de nuevo, "que se haga no mi voluntad, que se haga la tuya". Pues él hizo la voluntad del Padre hasta su muerte en la cruz. El es colocado en la tumba mientras ella llora fuera. Contempla a la más apenada Madre. En su corazón está una aceptación de los misterios divinos que sobrepasa con mucho a la de cualquier otra persona humana. En su dolor, en sus lágrimas, ella conoció de manera profunda el inmenso regalo que Dios nos enviaba - Jesucristo, el Emanuel, el Salvador del mundo. Sabía que su hijo tenía que sufrir todo esto para así poder entrar en la gloria de la resurrección.

En el día de su resurrección, las lágrimas de María fueron en ese momento lágrimas de alegría. Se había llevado a cabo la victoria de su hijo, y esta victoria será para siempre. Y en esa primera mañana de Pascua, María también supo que todos nosotros, sus hijos, estamos llamados a compartir en la victoria de su hijo -en su resurrección- ahora, y especialmente en la vida eterna. Ella está siempre intercediendo para que con la ayuda de la gracia de Dios podamos hacer todo lo necesario para compartir tan plenamente como sea posible en la vida de la Resurrección -aquí y en el más allá.

Quiere que el Emanuel esté con nosotros en el mayor grado posible, ahora y en la vida eterna.

  • El Padre Arrupe, S.J., nos dice: "Cristo es Dios entre los hombres, y el Hijo del Hombre ante Dios. El es el puente que se extiende a través de todos los vacíos y así es el único mediador. Es el sacramento de Dios en el mundo y así él es nuestra justificación. Es la Palabra que viene del Padre y retorna a El, y de esta manera es la llave clave de toda la creación. Su encarnación y su revelación han hecho posible para nosotros el dar respuesta a la pregunta "¿Quién dice la gente que soy yo? Pero es necesario aceptar y vivir su palabra si es que va a crecer en nosotros, reproduciendo el amor trinitario que confunde toda lógica: Milagro de amor que es escándalo para los Judíos, locura para los Gentiles y un sin fin de cosas para los no creyentes de nuestro tiempo."4
  • John Henry Cardenal Newman observa: "Esto es lo que va a ser cada uno de los más pequeños de Cristo… ser poseído por su presencia como nuestra vida, nuestra fuerza, nuestro mérito, nuestra esperanza, nuestra corona; para convertirnos de manera maravillosa en miembros suyos, los instrumentos o forma visible, o signo sacramental, del invisible y siempre presente Hijo de Dios, repitiendo místicamente en cada uno de nosotros todo el actuar de su vida terrena, su nacimiento, su consagración, su ayuno, su tentación, sus conflictos, sus victorias, sus sufrimientos, su agonía, su pasión, su muerte, su resurrección, y su ascensión…"5
  • Jesús está con nosotros. Nos da multitud de señales de su amor. Nos mira cómo crecemos en fe y confianza. Está con nosotros mientras sufrimos, sabiendo que el sufrimiento abrazado según la voluntad del Padre, nos guía a una mayor cercanía a El.

Jesús nos contempla en nuestro sometimiento, nos contempla orientando cada vez más nuestras voluntades hacia El. Nos ve y nos permite que nos alejemos de lo que El no quiere en nuestras vidas. Cuanto más morimos a nuestro yo falso, más nos lleva cerca de El. El está con nosotros en la medida que crece nuestro amor por El, y su alegría llega a plenitud a medida que este amor nos hace más cercanos a su corazón.

Jesús está con nosotros cuando soportamos pruebas que a veces parecen como si nunca van a terminar. Sabe que estas pruebas, adecuadamente detectadas, nos llevan a una mayor unión con El. Está con nosotros en cada pena y en cada alegría, amándonos en el silencio, lo tenemos siempre más cercano de lo que nosotros podamos apreciar.

Desde el día en que nacimos, Jesús nos ha contemplado. Está para siempre a nuestro lado, protegiéndonos, amándonos, conociendo los más secretos deseos de nuestros corazones mejor que nosotros mismos. Conoce el plan que el Padre tiene reservado para nosotros. Conoce el amor que el Padre nos tiene. Conoce los trabajos íntimos del Espíritu Santo y, de una forma subordinada a él, de María sobre nosotros para moldearnos más y más de acuerdo a su imagen.

Jesús está con nosotros así de esta manera tan íntima. Nos ayuda a crecer en el conocimiento de que él ha venido a darnos vida abundante. Nos ayuda a despertar nuestro conocimiento de que a través de su Corazón, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo moran de una manera muy especial en todos los que están en estado de gracia.

  • Jesús es el Emanuel: "Dios con nosotros". Está con nosotros para acercarnos cada vez más al Padre, en el Espíritu Santo, con María nuestra Madre a nuestro lado.

   

El amor Misericordioso del Padre

  • El Papa Juan Pablo II observa: "Jesucristo fue enviado por el Padre como la revelación de la misericordia de Dios (ver Juan 3,16-18) Cristo vino no a condenar sino a perdonar, a mostrar misericordia (ver Mateo 9,13)…. Ningún pecado humano puede eliminar la misericordia de Dios, o impedirle manifestar todo su poder triunfante, con tal de que se lo pidamos. En realidad, el pecado en sí mismo hace más resplandeciente el amor del Padre que, en orden a liberar un esclavo, sacrificó a su Hijo: La misericordia que nos tiene es redención. Esta misericordia alcanza su plenitud en el don del espíritu que otorga nueva vida y nos exige que sea vivida.

"No importa cuán numerosos y enormes sean los obstáculos puestos en su camino por la fragilidad humana y el pecado, el Espíritu, que renueva la faz de la tierra (ver Salmo 104,30) hace visible el milagro de la realización perfecta del bien. Esta renovación que otorga la habilidad de hacer lo que es bueno, noble, bello, agradable a Dios, y de acuerdo a su voluntad, es el florecimiento del don de la misericordia, que nos ofrece la liberación de la esclavitud del pecado y nos da la fuerza para ya no pecar más. Por el don de la vida nueva, Jesús nos hace compartir en su amor y nos conduce al Padre en el Espíritu."6

   

El Espíritu Santo

Estas son unas palabras de Juan Pablo II: "El Espíritu Santo, en su vínculo misterioso de comunión divina con el Redentor del hombre, es el que lleva a cabo la continuidad de su trabajo; toma de Cristo y se transmite a todos, entrando incesantemente en la historia del mundo a través del corazón del hombre… se convierte en el ‘suave huésped del alma’, al que la Iglesia incesantemente saluda en el pórtico del santuario más íntimo de cada ser humano. Porque él trae 'descanso y alivio' en medio del esfuerzo, en medio del trabajo de las manos y mentes humanas, él trae ‘descanso’ y ‘confort’ en medio del calor del día, en medio de las ansiedades, luchas y peligros de cada edad; el trae 'consuelo' cuando el corazón humano sufre y se siente tentado por la desesperación… Así pues, él limpia de todo lo que 'desfigura' al hombre, de lo ‘que es sucio’; él sana incluso las heridas más profundas de la existencia humana; él cambia la sequedad interior de las almas, transformándolas en campos fértiles de gracia y santidad.

"Lo que es ‘difícil él lo hace fácil,’ lo que ‘está helado lo hace cálido,’ lo que es ‘incorregible él lo hace nuevo’ en los senderos de la salvación."7

   

María

San Luis de Montfort ha sido uno de los mayores apóstoles de la devoción a María. Aquí están algunos de sus pensamientos:

"Lo mismo que en el proceso natural y del cuerpo hay un padre y una madre, de la misma manera en el orden sobrenatural y del espíritu hay un padre que es Dios y una madre que es María.

"…El Hijo de Dios desea formarse él mismo, y, por así decirlo, encarnarse cada día en sus miembros por medio de su queridísima Madre.

"…Además, Jesús es aún mucho más que nunca el fruto de María, tal como cielos y tierra repiten miles de veces al día, ‘Bendito el fruto de tu vientre, Jesús’. Por lo tanto, es cierto que Jesús es el fruto y don de María para cada persona particular que lo posee, lo mismo que lo es cierto para toda la humanidad. Consiguientemente, si cualquiera de los creyentes tiene a Jesús formado en su corazón puede orgullosamente afirmar, ‘que es gracias a María por quien yo poseo a Jesús, su fruto, y sin ella yo no lo tendría.’

"…Cuando el Espíritu Santo, su esposo, encuentra a María en un alma, se derrama y entra plenamente en ella. El mismo se da generosamente a esa alma conforme al lugar que el alma ha dado a su esposa. Una de la principales razones por las que el Espíritu Santo no actúa ahora con maravillas sorprendentes es porque no encuentra en las almas una unión suficientemente cercana con su ferviente e inseparable esposa."8

   

La Eucaristía

  • Nuestro Salvador, en la última cena, la noche que le traicionaban, instituyó el sacramento Eucarístico de su cuerpo y sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera. (Vaticano II, Constitución sobre la Sagrada Liturgia, Núm. 47)9
  • Por tanto, la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él; se perfeccionen día a día por Cristo Mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos. (Vaticano II, Constitución sobre la Sagrada Liturgia, Núm. 48)10
  • A través del sacrificio eucarístico, Cristo, el Señor deseaba establecer ante nosotros de una forma muy especial esta unión extraordinaria por la que estamos unidos unos a otros y con la Cabeza divina, una unión que no hay palabra de elogio que la pueda abarcar. Así, pues, en este sacrificio los ministros sagrados actúan no sólo como los representantes de nuestro Salvador, sino como representantes de todo el Cuerpo Místico y de cada uno de los creyentes. De nuevo, en este acto de sacrificio, el creyente en Cristo, unido por el vínculo común de la oración y la devoción, ofrece al Padre eterno en las manos del sacerdote, que por su acción lo hace presente en el altar, el Cordero Inmaculado, la víctima más aceptable de alabanza y propiciación por todas las necesidades de la Iglesia universal. Además, tal como el divino Redentor, mientras moría en la cruz, se ofrecía a sí mismo al Padre eterno como cabeza de toda la raza humana, así ahora, 'en la oblación pura' no sólo se ofrece a sí mismo a su Padre celestial como cabeza de la Iglesia sino a sus miembros místicos también. Sí, les abraza a todos incluso los más débiles y discriminados con el más profundo amor de su corazón. (El Papa Pío XII, Mystici Corporis AAS. XXXV, 232-233)11
  • El Papa Pablo VI en su encíclica, El Misterio de la Fe, nos instruye así: "La Iglesia Católica siempre ha guardado devotamente como tesoro más precioso el misterio de la fe, esto es, el don inefable de la Eucaristía que ella ha recibido de Cristo, su esposo, como promesa de su inmenso amor, y durante el Concilio Vaticano II en una nueva y solemne demostración profesó su fe y veneración por este misterio. En los trabajos de renovación de la Sagrada Liturgia, los Padres del Concilio, movidos por su preocupación pastoral por la Iglesia entera, consideraron de máxima importancia exhortar a los fieles a participar activamente con fe viva y con suma devoción en la celebración de lo que es el más Alto Misterio, para ofrecerlo a Dios junto con el sacerdote como sacrificio por la propia salvación y por la de todo el mundo, para encontrar en él alimento espiritual.

Porque si la sagrada liturgia ocupa el puesto primero de la vida de la Iglesia, el Misterio Eucarístico se encuentra en el corazón y centro de la liturgia, ya que es la fuente de vida por la que somos purificados y fortalecidos de modo que no vivamos para nosotros mismos sino para Dios, y de modo que estemos unidos unos con otros por el amor…

"Es de desear que los fieles, cada día y en gran número, participen activamente en el Sacrificio de la Misa, reciban la Santa Comunión con un corazón puro, y den gracias a Cristo Nuestro Señor por este gran regalo…

"En el transcurso del día los creyentes no debieran dejar de visitar el Santísimo Sacramento, que de acuerdo a las normas litúrgicas tiene que conservarse en las iglesias con suma reverencia en el lugar más digno. Estas visitas son una prueba de gratitud, una expresión de amor, un reconocimiento de la presencia del Señor.

"Nadie puede negar que la Divina Eucaristía confiere al pueblo cristiano una dignidad sin igual. No sólo cuando celebramos el sacrificio y recibimos el sacramento, sino que mientras la Eucaristía es conservada en nuestras iglesias y oratorios, Cristo es verdaderamente el Emanuel, es decir, ‘Dios-con-nosotros’. Día y noche está en medio de nosotros, vive con nosotros, lleno de gracia y verdad. Restaura la moralidad, alimenta las virtudes, consuela a los afligidos, fortalece a los débiles. Se propone a sí mismo como ejemplo a los que vienen a El para que todos aprendan a ser como El, pacientes y humildes de corazón y buscar no sus propios intereses sino los intereses de Dios.

"Todo el que se acerque a este augusto Sacramento con auténtica devoción y se afane en responder con amor generoso al infinito amor de Cristo, experimentará y entenderá plenamente -con gran alegría y provecho espiritual - lo precioso que es la vida escondida con Cristo en Dios… porque no hay nada que más consuele en la tierra, nada que sea más eficaz para el progreso en el camino de la santidad.

"Consiguientemente, ustedes se dan cuenta, estimados hermanos, que la Eucaristía es reservada en las iglesias y oratorios como el centro espiritual de la comunidad religiosa o de la parroquia, sí, de la iglesia universal y de toda la humanidad, ya que bajo la apariencia de las especies, se contiene, la Cabeza Invisible de la Iglesia, el Redentor del mundo, el centro de todos los corazones…

"De aquí se sigue que el culto dado a la Divina Eucaristía persuade poderosamente al alma para desarrollar un amor ‘social’… Consideremos como intereses propios los intereses de la comunidad, de la parroquia, de la Iglesia entera, extendiendo nuestra caridad a todo el mundo, porque sabemos que por todas partes hay miembros de Cristo."12

  • Tomado de un diario espiritual: "Vayamos al Sagrario. Jesús nos dará las respuestas. Está esperando por nosotros. Tenemos que ir y sentarnos en silencio y permitirle que trabaje en nuestros corazones. No tenemos que sentirnos cargados de miedo, debiéramos estar llenos de esperanza y de alegría. Tenemos que pedir al Espíritu Santo que nos dé su sabiduría para llegar a conocer la voluntad del Padre. María es nuestra Madre. Ella nos ayudará en todos nuestros intentos y todos nuestros esfuerzos. Tenemos que disciplinar nuestros pensamientos y acercarnos al Corazón de Jesús. Es a través de la Eucaristía como nos sentiremos fortalecidos para nuestras batallas.

"Puede que tengamos que afrontar muchos sufrimientos; no nos sentiremos traumados. Estamos siendo protegidos por nuestra Madre del cielo, ella extiende su manto sobre nosotros. Tenemos que someternos al Corazón de Jesús y al Corazón de María. Tenemos que estar profundamente unidos a sus Corazones. Tenemos que reflexionar a cerca de la presencia del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo en nosotros. Tenemos que orar para que logremos la gracia de conocer y amar más a Dios. Debiéramos suplicar al Padre, en unión con Jesús en el Santo Sacrificio de la Misa, en el Espíritu Santo, y a través de la poderosa intercesión de la virgen María."

   

El Sacerdocio

  • Estas son las palabras del Padre Nicolás Cachia para los sacerdotes: "El sentido de pertenencia del sacerdote a su comunidad es esencial tanto para su vida personal como para su trabajo pastoral. No es un extraño para esa comunidad. Esto es particularmente cierto referido a los sacerdotes diocesanos. Un grupo de sacerdotes diocesanos en Africa del Sur afirmaba así en un documento que publicaron sobre la espiritualidad del sacerdote diocesano: ‘En virtud de la vocación diocesana… el sacerdote diocesano pertenece en un sentido primordial, preciso, e inseparable a la gente de la diócesis, y a la parroquia a la que él es enviado.’

"Este existir con los demás y para los demás se concretiza a través del servicio. Jesús se presentó a sí mismo como el Hijo del Hombre que vino a servir (cf. Mateo 20,28; Marcos 10,45). Juan presenta a Jesús dejando a un lado su manto para lavar los pies de sus discípulos, pidiéndoles que siguiesen su ejemplo. (cf. Juan 13,4-16)… Como nos afirman los Obispos alemanes en un documento sobre el servicio sacerdotal: En todos estos y en otros muchos textos del Nuevo Testamento no hay vestigio ni de triunfalismo jerárquico ni de arrogancia autoritaria. Por el contrario, estos textos hablan de una misión especial de liderazgo dedicado y orientado a la unidad, y de un compromiso de servicio al evangelio.’

"La connotación de servicio corrige inmediatamente cualquier falta de entendimiento que pudiera estar conectado al aspecto de autoridad que el sacerdote recibe sobre su comunidad. Tenemos que distinguir entre autoridad y poder. Jesús enseñaba con autoridad. Pero sus enseñanzas como sus acciones estaban siempre orientadas a la liberación de las personas. Lo mismo debiera poderse decir del pastor cristiano. Recibe autoridad con su ministerio sacerdotal, pero, ‘esto es algo totalmente diferente de una credencial para ejercerla sobre los que tiene bajo su cuidado. Más bien esta autoridad existe siempre por motivo de servicio. Cristo nos ha dado el ejemplo: Su servicio máximo fue entregar su vida por sus amigos’ ."13

  • Aquí está un resumen de las reflexiones de un sacerdote referidas a su relación de amistad con Dios: "Mientras reflexiono en mi propia e inconstante relación de amistad con Dios, estoy profundamente convencido de que he amado mucho mejor cuando me he sentido más amado por Dios, y he estado más abierto a los otros cuando he estado más abierto a Dios. Por el contrario, he amado menos cuando me he aislado de Dios…

"Pero soy consciente siempre de que es Dios quien inició mi relación de amistad con El. Dios me inició en el camino Jesuita al agraciarme con una experiencia profunda e intensa de su presencia y amor. Luego, habiendo sentido esa experiencia, difícilmente podría resistir, y pronuncié mi ‘sí’ con todo mi corazón…

"Pero a medida que ha pasado el tiempo y se ha desarrollado esta relación de amistad, he descubierto una resistencia. He encontrado los límites de mi amor. Las ideologías y los principios no enfatizados por un amor constante no son fundamentos adecuados para la fidelidad. Y así, yo oro por una experiencia renovada de la presencia y amor de Dios."14

   

La Iglesia y la reconciliación

  • Esta es la enseñanza de Juan Pablo II: "El pecado es una herida ocasionada a la Iglesia. De hecho, cada pecado daña la santidad de la comunidad eclesial. Ya que todos los creyentes viven en solidaridad en la comunidad cristiana, no hay pecado que no afecte a toda la comunidad. Si es cierto que el bien hecho por una persona es de provecho y ayuda para todos los demás, desafortunadamente es igualmente cierto que el mal llevado a cabo por uno obstruye la perfección a la que todos estamos orientados…

"La reconciliación con Dios es reconciliación también con toda la Iglesia, y en cierto sentido con toda la creación, cuya armonía se encuentra atropellada por el pecado. La Iglesia es mediadora de esta reconciliación. Es un papel que le asignó su Fundador, que la dio la misión y el poder de perdonar los pecados. Así pues cada situación de reconciliación con Dios tiene lugar en una explícita o implícita, consciente o inconsciente relación de amistad con la Iglesia."15

   

Muriendo cada día por los demás

Jesús nos dice: "No hay amor más grande que este dar la vida por sus amigos." (Jn 15:13)

En momentos poco comunes de reflexión heroica, tal vez hemos soñado con modos y caminos sensacionales a través de los que puede que seamos llamados a entregar la vida por nuestros hermanos y hermanas en la familia humana. Para la mayoría de nosotros, sin embargo, esa oportunidad probablemente nunca se presente -y no debiéramos lamentarnos de ello. Nuestra valentía podría bien ser mucho menor en una situación real de lo que es en las proporciones exageradas de los pensamientos. La mayor parte de la gente actúa mejor en una atmósfera menos heroica de la rutina diaria. Así cada día, ordinariamente tan semejante al que sigue como al que precede, ofrece constantes oportunidades para la entrega de nuestras vidas por los otros. Si estas oportunidades diarias son menos sensacionales que las ocasiones más heroicas, sin embargo son mucho más numerosas, y, por tanto, mucho más presentes y de una manera continua como posibilidades para servir a los otros.

El morir a diario por los demás significa muchas cosas. Significa suprimir esas tendencias egoístas insistentes, que, si las dejamos al libre albedrío, gradualmente estrechan nuestra visión de tal manera que difícilmente pensamos en ningún otro que nosotros mismos. El morir a diario significa trabajar para ser amable y paciente—aparentemente cosas pequeñas pero inmensamente importantes para mantener un espíritu de armonía. El morir a diario por los demás significa ser fieles a nuestro trabajo, aunque esta fidelidad tiene que ser expresada en medio de sentimientos negativos tales como desesperación, pereza, aburrimiento y desinterés. El morir a diario por los demás significa estas y otras muchas cosas, algunas de las cuales todos compartimos en común, algunas de las cuales son peculiares a la singularidad de cada persona. Uno de estos elementos comunes es este: El morir por los otros a diario y de modo variado es una expresión de nuestra preocupación actual mientras al mismo tiempo aumenta nuestra capacidad para amar a los demás en el futuro.

   

La Oración

Ya que la vida cristiana en toda su amplitud no existe sin sus dificultades, igualmente la práctica de la oración no existe sin sus cruces. La oración acarrea sufrimientos y también alegrías. Cada acto cristiano lleva impreso en sí el sello de la muerte y resurrección de Cristo. Para experimentar la dimensión de resurrección de la oración exige una voluntad de abrazar el aspecto de muerte. Igualmente, el aspecto de muerte siempre tiene que ser visto con relación a la resurrección. El sufrimiento cristiano nunca es un fin en sí mismo, sino siempre un instrumento –y, es importante notar, un instrumento inevitable- para lograr una vida mejor. Es fácil que admitamos esto en teoría, pero en concreto, en la existencia diaria es demasiado fácil perder esta perspectiva.

¿Cuáles son algunas de las dificultades, algunos de los sufrimientos conectados con la oración? Para orar bien se exige una autodisciplina básica para ser usada durante y fuera de los períodos de oración. Si no tenemos un ascetismo, una disciplina personal fuera de la oración, difícilmente podemos espera ser adecuadamente disciplinados durante la oración. Para fijar un tiempo de oración todo nuestro ser tiene que estar impregnado de una sensata autodisciplina -el cuerpo, el intelecto, la voluntad, la memoria, las emociones, y todo lo demás. Esta autodisciplina nos cuesta; es de hecho una forma de morir con Cristo. Pero de nuevo, el morir es un instrumento para hacernos más enérgicos -cristianos más vigorosos y maduros.

Una dificultad que experimentamos con frecuencia durante la oración es que nos amontonamos con distracciones. Sólo en una oración mística más alta, cuando las gracias contemplativas están poderosamente en acción, desaparece toda distracción. Pero obviamente sólo un pequeño porcentaje de gente es bendecido con estas gracias especiales de una manera significativa. El objetivo de conseguir la madurez en la vida espiritual puede lograrse por todos los que siguen el camino más ordinario de la oración, pero de nuevo este camino está salpicado de distracciones. La tarea, pues, no es ansiar que se eliminen estas distracciones por completo, sino más bien afanarse por diminuirlas y controlarlas. La sequedad es otro sufrimiento que se experimenta durante la oración. Estamos abocados a tener muchas frustraciones si esperamos que a menudo nuestra oración se vea acompañada de altas emociones. Si las emociones son eficaces en traernos un consuelo evidente, durante la oración, nos sentimos muy agradecidos. Si nos falta este aspecto, sin embargo, no tenemos que desanimarnos. Más bien, tenemos que darnos cuenta que la esencia de la oración reside en la actividad agraciada de nuestros intelectos y voluntades –una actividad que no necesita ser acompañada por una consolación experimentada con especial intensidad. A veces sufrimos durante la oración porque Dios parece estar lejos. Anhelamos una unión mayor con Dios, pero sentimos como si hubiese un muro entre Dios y nosotros. Cuando sucede así, debiéramos examinarnos para ver si hay alguna deficiencia clara y significativa en nuestra actual vida cristiana. ¿Hay algo que estamos haciendo y no debiéramos hacer, o algo que debiéramos hacer y no lo estamos haciendo? Si esta reflexión no nos descubre ninguna deficiencia importante, podemos estar razonablemente seguros de que esta experiencia de Dios apareciendo distante es uno de los sufrimientos que podemos encontrar durante el desarrollo de la trayectoria de la oración. Tenemos que recordar también, como nos recuerdan las vidas de los místicos, que Dios puede estar verdaderamente muy cerca precisamente en esos momentos cuando parece estar lejos.

Hay un último dolor experimentado durante la transformación del proceso de la oración a medida que uno avanza cada vez más en un despertar del falso yo a un despertar del auténtico yo. Atravesar cortando las capas de orgullo, egoísmo, avaricia, pereza, hedonismo, y más por el estilo, que cubre y obscurece el auténtico ser de la prístina imagen de Cristo no es una tarea ausente de dolor. El hecho de no avergonzarse de la luminosidad de la oración que apunta a estas feas manifestaciones del falso yo, lleva consigo un proceso de dolor. Igualmente, el hecho de no avergonzarse de cooperar con la fuerza de la oración para corregir estas manifestaciones del falso yo, exige una voluntad de sufrir.

A medida que penetramos las capas del yo falso y descendemos más y más al reino vibrante y refrescante del yo auténtico, nos abrimos también al sufrimiento que acompaña a un cierto tipo de miedo. Durante la oración, a medida que nos hacemos más conscientes del yo auténtico, a semejanza del mismo Cristo, y lo que este yo auténtico exige, podemos sentir miedo. Sabemos que el yo auténtico ansía una mayor unión de amor con Dios, pero tenemos miedo de lo que él quiere de nosotros. Dudamos. Queremos decir un ‘sí’ completo al amor de Dios pero puede que lo encontremos difícil de llevar a cabo. Fluctuamos, estamos divididos entre el deseo de llegar a estar más cerca de Dios en Cristo y el enorme miedo de darnos cuenta del costo que ello implica. Este estado de suspense, puede, en realidad, ser muy doloroso. Tenemos que darnos cuenta que el dolor de la fluctuación, el dolor de esta forma de ser indecisa, es mayor que el sufrimiento que implica dar a Dios lo que El quiere.

Cualquiera que sea la dificultad, cualquiera que sea el dolor que tengamos que experimentar en la oración, vamos a permanecer en una paz de espíritu básica. A medida que se desarrolla la vida espiritual nos guía a una paz que nunca antes se ha experimentado tan profundamente a pesar del sufrimiento que acompaña al proceso de esta madurez espiritual. Este principio es también obviamente cierto para esa dimensión de la vida cristiana que es la vida de oración. Una vida de oración en desarrollo progresa hacia una mayor paz, y mientras, Jesús nos acerca cada vez más al Padre, en el Espíritu Santo, y con María a nuestro lado.

   

El Cristiano y el Mundo

Dios nos llama a compartir su amor por la Creación. Nos llama a participar en su trabajo creador y redentor. Nuestro celo y entusiasmo en aceptar esta invitación de asistir al movimiento evolutivo del mundo hacia Dios en Cristo depende obviamente del amor que tengamos a Cristo. Si el amor que le tenemos es débil y mediocre, tendremos poco celo para aguantar pacientemente las dificultades y privaciones que son inevitables para ayudar en el proceso de implantar más vigorosamente el nombre de Jesús en el universo. Cuanto más lleguemos a entender lo que significa ser amado por Cristo, mayor será el vínculo de amor entre Cristo y nosotros y más contribuiremos a la restauración de todas las cosas en Cristo. Tenemos que abrir constantemente nuestros corazones al calor del Espíritu para que la acción del Espíritu pueda crear de manera creciente en nosotros un entusiasmo por Cristo semejante al que El inspiró en San Pablo: "Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes espirituales, ni el presente, ni el futuro, ni las fuerzas del universo, sean de los cielos, sean de los abismos, ni creatura alguna, podrá apartarnos del amor de Dios, que encontramos en Cristo Jesús, nuestro Señor." (Rom. 8,38-39)

Nuestro celo por profundizar en la belleza del destino cristolólgico del mundo depende también del amor que tengamos por nuestros hermanos y hermanas en la familia humana. Contribuir adecuadamente al progreso de la cristianización del orden mundial conlleva un amor constante, vibrante y lleno de penalidades por los demás. De nuevo San Pablo es un ejemplo para nosotros: "Sinceramente, para mí, Cristo es mi vida y morir es una ventaja. Pero si la vida en este cuerpo me permite aún un trabajo provechoso, ya no sé qué escoger. Estoy apretado por los dos lados. Por una parte desearía partir y estar con Cristo, lo que sería sin duda mucho mejor. Pero a ustedes les es más provechoso que yo permanezca en esta vida." (Fil 1,21-24)

Nosotros debiéramos tener un amor más profundo que los no creyentes por el mundo que Dios hizo. Todo lo que es bueno y auténtico y bello, todo lo que alcanzamos en esperanza, todas las posibilidades de un progreso verdadero del mundo, todos los sueños dignos y entusiastas por un mundo mejor -sí, debiéramos ansiar todo esto más profundamente que los no creyentes. ¿Por qué? Porque sabemos que el mundo pertenece a Cristo. Sabemos que la búsqueda del corazón humano por lo auténtico, lo bueno y lo bello es en definitiva una búsqueda de Cristo. Sabemos que cualquier paso auténtico en el camino de conversión del mundo marca un profundizar de este proceso donde la familia humana y el orden del mundo entero se unen más al centro y corona del universo, el mismo Cristo. San Pablo nos habla de este centro que es Cristo:

"El es la imagen del Dios que no se puede ver,
el Primogénito de toda la creación,
ya que en él fueron hechas todas las cosas;
las del cielo y las de la tierra;
lo visible y también lo invisible.
Gobiernos, Autoridades, Poderes y Fuerzas sobrenaturales.
Todo fue hecho por medio de él y para él.
El existe antes que todas las cosas y todo se mantiene en él.
Y él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir la Iglesia.
" (Col 1,15-18)

   

Pedro Arrupe y el Corazón de Cristo

Continuamos nuestras series de reflexiones sobre el Corazón de Cristo tomadas de los escritos de Pedro Arrupe S.J., el Superior General número veintiocho de la Compañía de Jesús: "El mundo actual tiende a la unidad. Hay grupos y asociaciones de carácter nacional, europeo, intercontinental e incluso mundial. En 1964 en su Mensaje de Navidad al mundo, el Papa Pablo VI habló del mal del clasismo, tan rígido y opresor en nuestra sociedad contemporánea, habló también de la unidad espiritual y de la hostilidad que opone ideologías, métodos, intereses, y organizaciones en el entretejido de la comunidad. Por una parte, estos fenómenos sociales mixtos y vastos unen a los hombres que tienen intereses comunes; pero por otra parte, crean brechas y distancias inseparables entre las diferentes categorías. Convierten su oposición sistemática en una forma de vida que da un aspecto oscuro y cínico de discordia y antipatía a nuestra sociedad que está totalmente desarrollada desde el punto de vista técnico y económico.

"Todas estas aspiraciones de la humanidad de unirse a pesar de todas las barreras y muros de división ya que se siente ella misma una en su origen, naturaleza y derechos, son aspiraciones profundamente cristianas. Encuentran, sin embargo, y encontrarán siempre obstáculos insuperables, hasta que se logre el momento en que todos compartan de alguna manera ese elemento catalítico que es el amor de Cristo. Porque este amor impulsa a cada uno a darse a sí mismo a la comunidad como don fraternal, y asegura que cada uno reciba los dones de los otros. Sólo con la fuerza del corazón de Cristo cada uno de nosotros es capaz de controlar el egoísmo en favor de la comunidad"16

   

La Teología de la Consagración

A. Boussard da un excelente y conciso esquema de la teología de la consagración: "Con la Encarnación, en y por ella, la humanidad de Jesús es consagrada para que al hacerse Hombre, Jesús sea ipso facto constituido Salvador, Profeta, Rey, Sacerdote, Víctima del único sacrificio que iba a salvar el mundo. El es el "Ungido" por excelencia, el Cristo totalmente perteneciente a Dios, siendo su humanidad la de la Palabra animada por el Espíritu Santo. Cuando, por un acto libre de su voluntad humana, acepta lo que El es, para hacer lo que fue enviado a hacer, puede decir que se consagra a "sí mismo". En Cristo, por tanto, lo que pudiera ser llamada su consagración ‘subjetiva’ es una respuesta perfecta a la consagración ‘objetiva’ producida en su Humanidad a través de su Encarnación… Por el bautismo los cristianos son también consagrados y ‘ungidos’ por el poder del Espíritu. Participan, en su medida, de la consagración fundamental de Cristo, de su carácter de Sacerdote, Profeta, y Rey….

"Con Cristo y a través de Cristo son ordenados a la gloria de Dios y la salvación del mundo. No se pertenecen a sí mismos. Pertenecen a Cristo el Señor, que les comunica su propia vida….

"La vocación de los que han sido bautizados es ‘vivir’ esta consagración por una unión voluntaria -y lo más perfecta que sea posible- a lo que han quedado constituidos. Viviendo como ‘hijos de Dios’ llevan a cabo subjetivamente su consagración objetiva; como Jesús, se consagran a sí mismos. Este es el significado más profundo de los votos y promesas bautismales, junto con la forma de vida que les corresponde. La consagración bautismal es la fundamental, la constitutiva del cristiano. Todas las consagraciones que vengan después de ella la presuponen y están enraizadas en ella…"

   

Una Oración por los Sacerdotes

Muchos laicos rezan por nosotros, y de manera organizada. ¿No es justo que también nosotros recemos por todos nuestros hermanos en el sacerdocio, y de manera regular? Aquí sigue una oración que nos puede ayudar en este intento.

"Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, te pedimos que en el gran amor y misericordia de tu Corazón atiendas las necesidades de tus pastores sacerdotes a través de todo el mundo. Te pedimos que atraigas de nuevo a tu Corazón a todos los sacerdotes que se han separado seriamente de tu sendero, que vuelvas a encender el deseo de santidad en los corazones de esos sacerdotes que han perdido el entusiasmo, y que continúes dando a los sacerdotes fervientes el deseo de una santidad cada vez más alta. Unidos a tu Corazón y al Corazón de María, te pedimos que presentes esta petición a tu Padre celestial en la unidad del Espíritu Santo. AMEN".

Esta oración ha sido tomada del Manual de Oraciones de los Asociados de Pastores de Cristo, una rama de los Ministerios de Pastores de Cristo. Los asociados son miembros de los grupos de oración que se reúnen regularmente a orar por las necesidades de toda la familia humana, pero especialmente por los sacerdotes. Si le interesa una o varias copias de este manual de oración, y más aún, si le gustase recibir información de cómo comenzar un grupo de Pastores de Cristo, póngase en contacto con nosotros en la siguiente dirección:

Shepherds of Christ, P.O. Box 627, China, Indiana 47250
Teléfono (llamada gratis): 1-800-211-3041
Fax: 1-812-273-3182

 

  

Acto de Consagración

Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu Corazón, traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia, la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta. Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. ¡Corazón de Jesús yo pongo en Ti mi confianza!

Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal. Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo. Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al Padre en el Espíritu Santo.

  

Letters

Junio 30, 1999

Reverendo y querido Padre Carter:

Los más afectuosos saludos desde Plentong, Malasia.

Le escribo para agradecerle por su amabilidad y buen tino en enviarnos varias copias de su Carta de Espiritualidad para Sacerdotes. Hemos recibido los ejemplares uno y dos del año 1999.

No hay duda que nuestros sacerdotes se beneficiarán con los artículos de su Carta y tengo la esperanza de que los inspire y anime a buscar la santidad en su trabajo pastoral.

Con renovada gratitud y afectuoso respeto.

Sinceramente suyo en el Señor.
Obispo James Chan
Diócesis de Melaka-Johor


Querido Padre Edward J. Carter, S.J.:

¡Saludos y los mejores deseos en mi plegaria!

Estoy edificado, etc., por mis lecturas de Pastores de Cristo...

Felicidades por la publicación de esta excelente "joya de espiritualidad".

Oremus pro invicem.

Sinceramente, en Cristo nuestro Buen Pastor y Sumo Sacerdote…

Padre Bruce Riski, Capuchino
Appleton, Wisconsin


Querido Reverendo Padre Edward Carter:

Soy Am Nguyen, un sacerdote Salesiano. Soy estudiante a tiempo completo en el programa S.T.D. de la Escuela de Teología de los Jesuitas en Berkeley. Mi deseo es que después de completar los estudios yo pueda volver a Vietnam.

He recibido con asiduidad "Pastores de Cristo". Aprecio en mucho cuanto usted está haciendo al promover un nuevo despertar del don del sacerdocio.

Me pregunto si yo puedo recibir una copia gratis de las Cartas en cassette y coleccionadas en forma de libro. Encendido en celo por servir al Cuerpo de Cristo con más efectividad a través de una continua renovación espiritual, pienso que estas Cartas serán muy útiles. A la vez deseo poder compartirlas con mis otros compañeros sacerdotes en Vietnam.

Gracias por su atención. Que el Señor bendiga su ministerio y lo haga provechoso para gloria de su Iglesia.

Con inmensa gratitud y oraciones en Cristo el Señor.

Am Nguyen, S.D.B

  

NOTAS:

  1. Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).
  2. Los Documentos del Vaticano II, "Constitución sobre la Sagrada Liturgia", America Press Edition, Núm.7.
  3. La Liturgia de las Horas, Catholic Book Publishing Co., Vol. III, pp. 418-419.
  4. Pedro Arrupe, S.J., Sólo en El está nuestra Esperanza, Institute of Jesuit Sources, p. 88.
  5. El corazón de Newman: Una síntesis organizada por Eric Prywara, S.J., Ignatius Press, p. 174.
  6. El Papa Juan Pablo II, tal como aparece en ¡Celebrad el 2000!, Servant Publications, pp 158-159.
  7. El Papa Juan Pablo II, Carta Encíclica, Señor y Vivificador, Pauline Books and Media, Núm. 67.
  8. Sólo Dios: Colección de Escritos de San Luis de Montfort, Montfort Publications, pp. 298-299.
  9. Los Documentos del Vaticano II, "Constitución sobre la Sagrada Liturgia", America Press Edition, Núm. 17.
  10. Ibid. Núm. 48.
  11. El Papa Pío XII, Carta Encíclica, El Cuerpo Místico, AAS, XXXV, pp. 232-233.
  12. El Papa Pablo VI, Carta Encíclica, El Misterio de la Fe, St. Paul Books and Media, pp. 5, 25, 26.
  13. Nicholas Cachia, La Imagen del Buen Pastor como una Fuente de Espiritualidad del Sacerdocio Ministerial (última anotación en la anotación de J. O’Donnell - S. Rendina, Sacerdocio, p. 46), Pontificia Universita Gregoriana, pp. 312-313.
  14. Marcos Horack, S.J., Importunando a Dios, tal como aparece en National Jesuit News, June, 1999, p. 20.
  15. El Papa Juan Pablo II, tal como aparece en Habla el Papa, 37/5, 1992, 305, tal como aparece en ¡Celebrad el 2000!, Servant Publications, p. 149.
  16. Pedro Arrupe, S.J., Sólo en El está nuestra Esperanza, Institute of Jesuit Sources, p.113.
  17. A. Boussard, tal como aparece en Diccionario de María-, Catholic Book Publishing Co., pp. 54-55.

 

 

 

Pastores de Cristo

UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES

 

1999 - Ejemplar 5

El Pastor Principal del Rebaño

El Ministerio Sacerdotal y la Santidad Sacerdotal

"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.

Si, el Buen Pastor ha entregado Su vida por nosotros, Su rebaño. De Su lado traspasado la Iglesia nació. En el corazón de la vida de la Iglesia está el sacerdocio. La Iglesia, hasta semejante grado, depende de su sacerdocio ministerial. Verdaderamente, a los sacerdotes se les ha dado un gran privilegio y una gran responsabilidad. Incluido en la aceptación del sacerdote de la responsabilidad conectada con su papel en la Iglesia viene la obligación de luchar por una mayor santidad en Cristo. Como podemos ver por las escrituras que siguen, existe una conexión muy íntima entre la productividad del ministerio del sacerdote y su santidad personal.

  • El Vaticano II nos dice: "La Santidad personal a sí mismo contribuye grandemente a un desempeño productivo del ministerio sacerdotal. Es verdad que la gracia de Dios puede llevar a cabo el trabajo de la salvación aún a través de ministros indignos. A pesar de esto Dios ordinariamente desea manifestar Sus maravillas a través de aquellos que se han hecho particularmente dóciles a el impulso y dirección del Espíritu Santo..."

    "Este Sínodo santísimo desea lograr sus metas pastorales de renovación entre la Iglesia, de esparcimiento del Evangelio a través del mundo, y de diálogo con el mundo moderno. Por lo tanto exhorta fervientemente a todos los sacerdotes a que usen los métodos apropiados endosados por la Iglesia mientras ellos para siempre luchan por esa mayor santidad que los convertirá progresivamente en instrumentos en el servicio de todo el pueblo de Dios."2

    Lo que el Vaticano II coloca ante seminaristas respecto a la educación espiritual también puede ser obviamente implementado por sacerdotes: "La educación espiritual debería ser conectada cercanamente con el entrenamiento doctrinal y pastoral. Especialmente con la ayuda del director espiritual, tal educación debería ayudar a seminaristas aprender a vivir en una compañía familiar y constante con el Padre, a través de Jesucristo Su Hijo, en el Espíritu Santo. Por la ordenación sagrada ellos serán moldeados a la similitud de Cristo Sacerdote. Como amigos ya deben de estar acostumbrados a una asociación leal con El a través de una identificación profunda de sus vidas enteras con la de El. Ellos deben de vivir Su misterio pascual de tal forma que sabrán como iniciarla en las personas encargadas a ellos. Deben de ser enseñados a buscar a Cristo en muchos lugares: en la fiel meditación sobre la palabra de Dios, en la comunión activa con los misterios santísimos de la Iglesia, especialmente en la Eucaristía y en la Oficina divina, en el obispo que los manda, y en las personas a las cuales son mandados, especialmente los pobres, los jóvenes, los enfermos, los pecadores y los que no creen. Con la confianza de un hijo, ellos deben de amar y honrar a la Bendita Virgen María, que fue dada como una madre a Su discípulo por Jesucristo mientras El colgaba pereciendo en la cruz."3

  • El Papa Juan Pablo II edifica sobre la enseñanza del Vaticano II: "No hay ninguna duda que el ejercicio del ministerio sacerdotal, especialmente en la celebración de los sacramentos, recibe sus efectos de salvación de la acción de Cristo por sí mismo que se convierte presente en los sacramentos. Pero para enfatizar la naturaleza gratuita de la salvación que convierte a una persona "salvada" y un "salvador" -- siempre y solo en Cristo -- el plan de Dios a ordenado que la eficaz del ejercicio del ministerio sea también condicionada por una mayor o menor receptividad y participación humana. En particular, el grado mayor o menor de la santidad del ministro tiene un efecto real sobre la proclamación de la palabra, la celebración de los sacramentos y del liderazgo de la comunidad en caridad."4

  • Las palabras que siguen del Padre M. Raymond, O.C.S.O., están estrechamente unidas a los pensamientos expuestos arriba. Sus palabras subrayan la enorme importancia que tienen en lo que concierne a la santidad personal y a la participación en Misa. "La Misa, considerando que es el ofrecimiento de Cristo, no sólo es en todo tiempo aceptable a Dios, sino que es también de infinito valor.

    Pero, porque es tu ofrenda y la mía, y la de cada miembro del Cuerpo Místico...podemos limitar la eficacia del inmenso Acto de Amor de Dios; nosotros seres finitos podemos poner barreras al verdadero desbordamiento del Dios-vida hecho posible por la infinitud del Hijo del Padre eterno."5

    Si, la eficacia de cada Misa, que hace sacramentalmente presente el sacrificio del Calvario, depende en parte de la santidad de toda la Iglesia junta como un cuerpo ofreciéndolo con Cristo al Padre en el Espíritu Santo, incluyendo la santidad personal del sacerdote que ofrece la misa y la santidad de toda la asamblea participante."

  • El Padre Maurice de la Taille, S.J., con anterioridad profesor de teología de la Universidad Pontificia Gregoriana, y autoridad universalmente reconocida en lo que a la misa se refiere, nos señala la enorme importancia de la santidad personal de la Iglesia de cara a la eficacia del Sacrificio Eucarístico: "Es, pues, de enorme importancia que hubiera en la iglesia muchas, pero muchas personas santas. Gente devota, hombres y mujeres, que deben sentirse urgidos por todos los medios a una mayor santidad, para que a través de ellos el valor de nuestras misas pueda aumentar y la incesante voz de la Sangre de Cristo, gritando desde la tierra, pueda llegar con más claridad e insistencia a los oídos de Dios. Su Sangre grita en los altares de la Iglesia, pero, como grita a través de nosotros, se deduce que conforme halla más ternura en el corazón, y más pureza en los labios, más claro su grito va a ser escuchado en el Trono de Dios. ¿Te gustaría saber por qué por muchos años después del primer Pentecostés el Evangelio se propagó tan maravillosamente; por qué había tanta santidad entre la comunidad cristiana; por qué esa pureza de corazón y mente tan singular y ese amor tan especial, compendio de todas las perfecciones? Encontrarás la respuesta cuando recuerdes que en esos momentos la Madre de Dios estaba todavía en la tierra aportando su preciosa ayuda en todas las misas celebradas por la Iglesia, y dejarás de maravillarte de que ya nunca más desde entonces haya habido una tal expansión de la Cristianidad, y un progreso espiritual semejante."6

    Si todos, pues, tenemos la responsabilidad de crecer en santidad para rendir la misa más eficaz, el sacerdote tiene una obligación especial. Su objetivo tiene que ser siempre el de crecer en santidad - crecer en unión con Cristo Sacerdote, este Cristo que nos lleva al Padre en el Espíritu Santo con María a nuestro lado.

  • Como acabamos de afirmar, la vida de la santidad, la vida espiritual, se centra en la unión de amor de uno con Cristo. La Productividad del ministerio del sacerdote depende de su unión con Jesús. San Juan hermosamente y poderosamente afirma esta verdad: (Juan 15 1-5) Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Toda rama que no da fruto en mí la corta. Y toda rama que da fruto la limpia para que dé más fruto. Ustedes ya están limpios gracias a la palabra que les he anunciado, pero permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes. Una rama no puede producir fruto por sí misma si no permanece unida a la vid; tampoco ustedes pueden producir fruto si no permanecen en mí. Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en mi y yo en él, ése da mucho fruto, pero sin mí no pueden hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran y se seca; como a las ramas, que las amontonan, se echan al fuego y se queman.

  • Para crecer en la santidad, para avanzar en la vida espiritual, se requiere crecimiento en la entrega a Cristo. El crecimiento en la santidad significa aceptar que Jesús nos posea más y más. Conforme más nos posea, así El nos puede usar mayormente como instrumentos en el trabajo del reino. Conforme el Salvador nos posea más, así nuestro ministerio dará más fruto. La cumbre de la santidad para todos los Cristianos, y en una manera especial para el sacerdote que es configurado a Cristo de una manera única a través de el sacramento del Orden Sagrado, es concisamente y conmovedoramente declarado por San Pablo: "He sido crucificado con Cristo, y ahora no vivo yo, es Cristo quien vive en mí. Todo lo que vivo en lo humano lo vivo con la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí." (Ga 2:19-20)

   

Jesús

  • Henri Nouwen, quien enseño en algunas de las universidades más prestigiosas, y que ha sido uno de los escritores más prolíficos de nuestros tiempos, nos ha dejado estas palabras de uno de sus diarios espirituales publicados: "El Padre George Strohmeyer, el co-fundador de la Comunidad L'Arche en Erie, Pennsylvania, está de visita por algunas semanas. Esta mañana tuve la oportunidad de platicar con el sobre el ser un sacerdote para L'Arche.

    "El me dijo sobre su "conversión" cuando vino a Trosly por primera vez. Sus horas de adoración frente al Santísimo y sus contactos con Père Thomas fueron las dos causas mayores detrás de su giro más radical a Jesús. Mientras el relataba su historia, quedó claro que Jesús es el centro de su vida. Esto pareceria obvio para un sacerdote, pero no siempre es así. George ha llegado a conocer a Jesús de una manera que pocos sacerdotes han logrado. Cuando el pronuncia el nombre Jesús uno nota que lo pronuncia desde un encuentro íntimo y profundo. Su vida se ha convertido más sencilla, más recluida, más enraizada, con más confianza, más abierta, más evangélica, y más tranquila. Para George, el ser un sacerdote en L'Arche significa el dirigir a las personas -- los incapacitados y sus asistentes -- siempre más cercas a Jesús.

    "Ahora Yo estoy seguro que hay un camino largo y duro frente a mí. Es el camino de dejar todo atrás a favor de Jesús. Ahora sé que existe una manera de vivir, rezar, estar con la gente, ser compasivo, alimentarse, beber, dormir, leer, y escribir en el cual Jesús es verdaderamente el centro." 7

  • De un clásico espiritual leemos sobre Jesús: "El está aquí con nosotros en nuestras iglesias, al igual en mente y corazón como lo estuvo en esos días cuando pronunció las parábolas del Hijo Pródigo y del Buen Pastor. Así como El nunca mostró frialdad, desapego o desagrado hacia aquellos que se aproximaban a El, no importa que tan manchadas sus almas estuvieran con pecado, El tampoco lo hace ahora. Nuestra maldad no puede modificar su bondad, ni puede robarle Su interés por nosotros. El nos ve desde su Sagrario con ese mismo amor ansioso, esa misma expectación, esa misma esperanza que ningún rechazo de nuestra parte puede enfriar, así como El lo exhibió a todos aquellos que encontró mientras en la tierra...

    "...El momento llega cuando un sacrificio definitivo se ha pedido ... Puede que sea una nada, pero requiere una elección intencional. El destino espiritual del alma (no necesariamente su salvación) está en el equilibrio, y no se da cuenta. La amistad con Jesús demanda cierto renunciamiento y el alma se pausa, se tarda y luego -- rechaza. Razona que puede ser salvada sin privarse de esto -- no es pecado adherirse a ella. La consciencia aboga que aunque no es pecado sujetarse a lo deseado, las demandas delicadas de la amistad con el Señor exigen su renuncia. El alma responde -- que lo que es exigido por la gracia abandonar no puede ser de tanta consecuencia y el apegarse a ello no es positivamente prohibido por la ley de Dios. La decisión es tomada contra el Señor. Instantáneamente el ideal de la vida es reducido. Ya no es el amor a Jesús el principio de la inspiración, sino una determinación egoísta de asegurar la salvación con el menor costo a la naturaleza y a sí mismo. La deterioración gradual continua. Las faltas multiplican. Se busca cada gratificación que no es incompatible con la voluntad de Dios. Hay cada vez menos esfuerzo para luchar contra los pecados veniales intencionales. Las apariencias de una vida de devoción permanecen. No hay nada muy excepcional en la culpa -- pero la disposición habitual del alma es una de alejamiento a Dios. Las examinaciones de consciencia no descartan algo que esté seriamente incorrecto -- pero de todos modos, uno siente que todo está mal. Luego llega al alma un sentimiento de aislamiento, de soledad, de abandono, y de falta de fuerza para poder mover mano o pie para escapar de este punto miserable a la cual ha llegado. Sus esfuerzos para desatarse, así como los de las pobres ovejas atrapadas, solo sirven para enredarse más seguramente a las espinas y zarzas. El alma vive bajo el miedo que le persigue y es continuamente espinada por las espinas de el remordimiento.

    "En el estado de desamparo total no puede hacer nada más que llorar lastimosamente a su Maestro que ha abandonado. Sus llantos no caen sobre la sordera. El Buen Pastor no está lejos y Su acercamiento es guiado por el llamado débil de la pobre ovejita... Nuestro Señor desea que entendamos que nada puede oponer una barrera invencible a Su amor excepto una sola cosa -- que El nos a dado por Sí mismo, a la cual El no lastimara, ni siquiera por Su gracia -- nuestro libre albedrío. El busca ansiosamente esos primeros movimientos de esa voluntad, sus primeros intentos débiles para responder ... y mientras El los percibe, Su Corazón palpita con placer. El anhela nuestro amor, pero El es demasiado delicado para forzarlo. No tiene valor para El a menos que sea dado libremente...

    "...cuando se trata de la vida del alma -- su cercanía o lejanía de Dios, no hay limites que puedan obstaculizar la grandeza de Su ternura. Así pues es Su alegria casi extravagante cuando los pecadores o los tibios, entregándose a los asaltos de su gracia, su vuelven a El suplicantemente y se postran a Sus pies con una confesión sincera de su indefensividad y una súplica humilde de ayuda... Jesús es bueno. En eso descansa la explicación de Su actitud hacia los débiles, los que cometen errores, y los indefensos."8

   

La Voluntad del Padre

Santa Teresa de Avila, una de las tres doctoras de la Iglesia, nos dice como se puede resumir la vida espiritual en conformidad amorosa a la voluntad del Padre:

"Todo lo que el principiante en la oración tiene que hacer -- y no deben de olvidar esto, por que es muy importante -- es trabajar, estar decidido y prepararse con toda diligencia posible para llevar su voluntad en conformidad con la voluntad de Dios. Como lo diré después, uno puede estar seguro que esto abarca la perfección mayor que se puede lograr en el camino espiritual." 9

Y de nuevo declara: "...el amor consiste ... en la firmeza de nuestra determinación a agradar a Dios en todas las cosas." 10

   

El Espíritu Santo

Jesús nos dirige al Padre en el Espíritu Santo con María a nuestro lado. El Espíritu Santo desea modelarnos a una imagen siempre más parecida a Cristo de acuerdo con el patrón de la muerte y resurrección de Jesús. María nuestra madre coopera con el Espíritu, de quién ella es esposa, en este proceso. Obviamente, debemos de rezar a el Espíritu Santo cada día. Hay muchas maneras de hacer esto. Podemos hacer esto simplemente al dirigir nuestra atención a el Espíritu Santo varias veces en el transcurso del día mientras pedimos Su dirección. Este método puede ser complementado por recitar ciertas oraciones establecidas. Aquí hay una de ellas: "Te adoramos, oh Espíritu Santo. Danos fuerza, danos luz, consuélanos. Nos entregamos enteramente a Ti. Oh Espíritu de luz y gracia, solo queremos hacer la voluntad del Padre. Ilumínanos para que vivamos siempre en la voluntad del Padre.

"Espíritu Eterno llénanos con tu Divina Sabiduría para que comprendamos mas completamente Tus Divinos Misterios.

"Danos Luz, Oh Espíritu Santo para que conozcamos a Dios. Trabaja dentro del corazón, el vientre espiritual, de la Virgen María, para formarnos más y más hacia la imagen de Jesús."

   

Laurentin y María

  • El Padre René Laurentin, uno de los primeros Mariologos, nos ofrece estas palabras significativas concernientes a María: "Ella estuvo presente...a través de la vida de Cristo -- tanto por su amor maternal y por su compromiso a el...

    La presencia de María a su hijo es un modelo para nosotros, dado que, a través de su madre, Dios se convierte en nuestro hermano y nos la ha dado como madre para identificarnos con El... Somos hijos humildes de esta madre que nos ha adoptado tan profundamente en El... María tiene la misión de asistir en el trabajo de nuestra divinización en Jesucristo. Ella coopera con El en este trabajo de Dios."11

   

La Eucaristía

"Nuestro Salvador, en la Última Cena, la noche que le traicionaban instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y sangre. Lo hizo para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual en el cual se recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera" (Vaticano II, Constitución de la Sagrada Liturgia. No. 17)12

  • Por lo tanto la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiendo a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la Hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él; se perfeccionen día a día por Cristo Mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos." (Constitución de la Sagrada Liturgia. No. 48)13

  • A través del Sacrificio Eucarístico Cristo el Señor deseaba poner ante nosotros de una forma muy especial esta unión excepcional donde estamos unidos uno a otro y con la Cabeza divina, una unión que no hay palabras de elogio para expresarla suficientemente. Por este sacrificio los ministros sagrados actúan no sólo como representantes de nuestro Salvador, sino bien como representantes de todo el Cuerpo Místico y de cada uno de los fieles. De nuevo, en este acto de sacrificio, los creyentes en Cristo, unidos por el lazo común de la devoción y la oración, se ofrecen al Padre eterno a través de las manos del sacerdote, por cuya única plegaria él se ha hecho presente en el altar, el Cordero Inmaculado, la víctima de alabanza y propiciación más aceptable por las necesidades universales de la Iglesia. Además, como Redentor divino, mientras moría en la Cruz, se ofreció a sí mismo al Padre eterno como Cabeza de toda la raza humana, para que ahora, 'en esta oblación pura' El no sólo se ofrezca a sí mismo como Cabeza de la Iglesia a su Padre celestial sino que ofrezca en sí mismo también a todos los miembros místicos. El abraza a todos, sí, incluso a los más débiles y enfermos, con el más profundo amor de su Corazón. (Pope Pius XII, Mystici Corporis AAS, XXXV, 232-233)14

  • El Arzobispo Luis M. Martinez nos ofrece estas palabras edificantes: Si nos pudiéramos disponer por lo menos a pensar sobre lo que El sufrió por cada uno de nosotros! Nuestras almas son envueltas en Su ternura y en Su dolor. Nosotros somos el fruto de Su amor y de Su martirio. Nosotros progresivamente recibimos Sus regalos de todos tipos. Los recibimos tranquilamente, a veces gozosamente. Pero esos regalos están marcados con la sangre de Jesús, la sangre de Sus venas y de su Corazón. Para que podamos probar la menor de Sus consolaciones, Jesús tuvo que probar el hiel y el vinagre de la desolación interior...

    "Cada comunión que recibimos le costó a Jesús el sacrificio del Calvario... La Santa Comunión es un banquete del cielo preparado con la Sangre de Jesús y la amargura de Su Dolor."15

  • De un diario espiritual somos dados estas palabras: "Cuando un sacerdote está lleno con el amor de Jesús, el se une más profundamente con Cristo en el gran sacrificio que esta siendo ofrecido al Padre. Los fieles ven a Jesús más fácilmente, a través del Sacerdote, ofreciendo el sacrificio al Padre. Ellos experimentan más fácilmente, en este gran sacrificio, la presencia del Padre, Hijo y Espíritu Santo.

    "En la Misa nos unimos en la ofrenda del sacrificio al Padre. Todos nos unimos y nos entregamos en semejante unidad con Jesús, en tal amor hacia el Padre, en el Espíritu Santo. Deseamos morir a las cosas que no son de Dios y unirnos en este gran milagro que toma lugar. El Padre mira hacia abajo y ve el sacrificio de Su Hijo siendo ofrecido a través de Su sacerdote. El Cielo se une a la tierra. La Tierra grita en semejante júbilo por el gran regalo del Dios Todopoderoso, y nos unimos como criaturas entregándonos como un sacrificio a nuestro amado Creador. ¿Experimentamos la presencia de Dios mientras Su poder fluye a través de Su sacerdote, que toma pan y vino ordinario, y los cambia a el Cuerpo y Sangre de nuestro Señor? ¿Escuchamos a Jesús gritar, como lo hizo en la Ultima Cena, con la intensidad en Su voz reflejando el conocimiento de los próximos eventos de Su pasión y muerte?

    "¿Escuchamos a el sacerdote decir las palabras de consagración con la emoción de Jesús, que esta por dar Su vida por Sus amados? Y la tierra se queda inmóvil. En esos momentos, el sacrificio del Monte Calvario se hace sacramentalmente presente a través de las palabras del sacerdote. ¡Oh, que Dios haya amado tanto a el mundo que entrego a Su único Hijo como un sacrificio, y que Dios nos quiere en esta unidad profunda con El! Yo me entrego a ti, mi Salvador, mi amado Jesús, así como tu Te entregaste a mi en el Monte Calvario. Quiero morir y ascender más y más Contigo en el amor más profundo posible para Ti y aquellos por quienes Tu padeciste una muerte sangrienta y brutal en el Monte Calvario, y aquellos por quienes Tu ascendiste gloriosamente de entre los muertos!"

   

Pensamientos sobre la Iglesia

  • Las debilidades en la iglesia deben de ser atendidas adecuadamente. Cualquiera que sean los recursos usados para corregir lo que no debe de ser tienen que ser impregnados con un espíritu de compasión. El Padre Ladislas Orsy, S.J. dice: "Hubo, hay, y habrá debilidades en la Iglesia. ¿Cual debería de ser la respuesta de un Cristiano? No puede ser más que la respuesta cristiana que es la compasión. Las críticas amargas y las acusaciones agresivas no sanan las heridas. Si algo hacen, es empeorar la condición de los enfermos."16

  • El Papa San Clemente escribe a los Corintios: "Por que hay antagonismo, pasión, desunión y hasta guerra entre ustedes? ¿Que no poseemos el mismo Espíritu de gracia que fue dado a nosotros y el mismo llamado en Cristo? ¿Por que desgarramos y dividimos el cuerpo de Cristo? ¿Por que nos rebelamos contra nuestro propio cuerpo? ¿Por que llegamos hasta tal grado de demencia que nos olvidamos que somos miembros de los unos a los otros?...

    "Deberíamos darle el fin a esta división inmediatamente. Caigamos ante nuestro maestro e imploremos su misericordia con nuestras lágrimas. Luego el será reconciliado a nosotros y nos restaurará a la práctica del amor entre hermanos que es apropiado para nosotros... Una persona podra ser fiel; el podra tener el poder para pronunciar misterios disfrazados; puede discriminar en la evaluación de lo que es dicho y puro en sus acciones. Pero conforme más grande sea el, más humildemente debería actuar, y debería ser más fervoroso para el bien común y no para su propio interés."17

   

La Oración

Aquí están algunos pensamientos relativos a la naturaleza básica de la oración Cristiana:

"Como la vida Cristiana completa está centrada en la fe, la esperanza, y el amor, así también la vida de oración. En la fe, la esperanza y el amor, somos receptivos a la presencia de Dios en el interior del alma. Padre, Hijo, y Espíritu Santo están presentes íntimamente a nosotros, y nosotros a Ellos.

"Nuestra presencia ante Dios en la oración es una presencia receptiva. Tenemos que estar abiertos a Dios, tenemos que querer Escucharlo. Nuestra actitud debería de parecerse a la de Samuel: "Yavé entró y se paró, y llamó como las otras veces: "Samuel, Samuel." Este respondió: "Habla, Yavé, que tu siervo escucha." (1 Sam 3:10)

"El estar abierto, a Dios en la oración, el Escucharlo, el pedir lo que El quiere que hagamos, está basado en la verdad básica de que Dios es Aquel que toma la iniciativa en la vida Cristiana. Dios está concediendo Su gracia en abundancia. El peligro está en nosotros, con la posibilidad de que seamos sordos a Su llamado, que no escuchamos apropiadamente, que nuestro egoísmo manche nuestra apertura.

"El estar abierto a Dios en la oración significa hacernos receptivos a Su amor por nosotros. Significa nuestra buena disposición de permitir ese amor que dirija nuestras vidas. Significa, por lo tanto, un deseo de progresivamente conformar nuestras voluntades con la voluntad de Dios en amor.

"En la oración, entonces, Dios desea nuestra sinceridad. El quiere que escuchemos. El quiere que Le permitamos revelarse a si mismo a nosotros de una forma más profunda. El también desea que le permitamos revelarnos más y más sobre nosotros -- lo bueno y lo malo. El desea que le permitamos en Su amor por nosotros revelarnos esos rincones escondidos y no reconocidos de nuestro ser donde todavía Lo resistimos. El quiere grabar Su imagen sobre nosotros cada vez más profundamente. El desea poseernos más completamente para que podamos ser nosotros por completo. La posesión de nosotros en la gracia es orientada hacia él para llevar a nuestro ser a su realización completa. La gracia perfecciona a la naturaleza, la lleva a una madurez que sin ella no es posible. Nuestra singularidad, entonces, al lado de todos los otros aspectos de nuestras personas, encuentra su realización en la gracia. La oración, en la cual nos abrimos a ser poseídos más íntimamente por Dios, es verdaderamente una oportunidad para cumplir nuestra búsqueda por la autenticidad personal -- para convertirnos en mayor profundidad nuestro verdadero ser único.

"La presencia del amor en la oración, que une a el Cristiano con Dios, tiene su centro en Cristo. Esta verdad fluye de la intermediación de Jesús: El nos lleva al Padre en el Espíritu Santo.

"En la oración, el Padre, en el Espíritu Santo, nos habla a través de Jesús. A través de Su Hijo encarnado el Padre se ha revelado a Si mismo y Su plan para nuestra salvación. El Padre, bajo el contacto delicado del Espíritu Santo, nos ilumina en Cristo sobre el significado de la vida. El Cristiano puede entender su existencia solo en la luz de Cristo. Hans Urs Von Baltasar nos dice: ‘Aquellos que consideran la contemplación Cristiana algo desactualizado y voltean hacia los valores del mundo para darles una fuerza nueva son víctimas de la ilusión. Solo "en Cristo" las cosas alcanzan su significado y fin fundamental...’ 18

"Estamos sellados con una imagen Trinitaria, similar a Cristo. Cristo, a través de Su vida, muerte, y resurreccíon nos a enseñado como vivir una existencia Trinitaria similar a la de Dios. En el silencio de una oración el Padre nos pide que veamos a Su hijo y que asimilemos los misterios o eventos de Su vida, muerte, y resurreccíon más radicalmente hacia nuestras propias vidas. Estos misterios poseen una realidad perpetua, un dinamismo perpetuo. Mientras diversamente experimentemos a Cristo -- y la oración es una manera superior en la cual lo hacemos -- también experimentamos estos misterios. Nosotros hemos de incorporarlos más y más dinámicamente hacia nuestras vidas. Por la transcendencia fundamental de los misterios de Cristo, ellos son siempre extremadamente relevantes para cada Cristiano de cualquier edad. Poseen una vitalidad perpetua que enfrentan a todas las exigencias.

"Mientras contemplamos a Jesús, profundizamos el entendimiento hacia nuestras vidas en la luz de la vida de El. En la oración profundizamos la convicción de que Jesús tiene el significado de la vida. Llegamos a damos cuenta en las profundidades de nuestros corazones que sin El no existe una unidad consistente y significativa a todo nuestro trabajo y recreación, éxitos y fallas, felicidades y alegrías, dolores y tristezas. En la oración alcanzamos una relización más profunda de lo que Jesús quiso decir cuando nos dejo estas palabras: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mi. (Juan 14:6)19

   

Varios Pensamientos

  • La Madre María Francis, P.C.C., astutamente observa: "Hay una falta espantosa de razonamiento en nuestros tiempos hasta en el dominio teológico, donde las conclusiones más insólitas a veces son tomadas de los silogismos más torturados. Sin embargo, hay también algo que se puede describir simple y acertadamente como una falta de corazón. Cuando los poderes de la mente han dado todo lo que pueden dar y han concluido toda la verdad que abarca dentro de sus posibilidades, entonces esos poderes tienen que prestar atención humilde al corazón. Acaso no es una mente verdaderamente humilde cuando ha energéticamente agotado todas sus capacidades para poder reconocer sus limitaciones?

" ‘Todo lo que he escrito me parece como un trocito de paja,’ concluyo Santo Tomás de Aquinas hacia el fin de su vida. Su evaluación humilde de si mismo y de sus trabajos fue correcta. Porque acaso no es todo lo que la mente puede lograr solo ‘paja’ comparado a la grandeza de Dios y de sus diseños increíbles? El es un Dios, sin embargo, que es glorificado por nuestra acumulación de toda la ‘paja’ que podemos para su servicio y para la dirección de nuestras vidas de libre albedrío, mientras vigorosamente superando la tentación al entorpecimiento del intelecto.

"Si, una mente es para usarse. Sus conclusiones sólidas invitan a una reflexión muy seria. Y para que el corazón demande absoluta soberanía tanto sobre la misma vida o sobre las decisiones que construyen el modelo evolucionador de la vida es una suposición claramente injustificada y peligrosa. Sin embargo, para que la mente insista sobre su autoridad suprema en cuanto al tomar las decisiones, incluyendo la decisión de no prestar atención a la evidencia del corazón, es una insistencia que le da la contraria, si no siempre peligrosa, por lo menos con frecuentes y a veces serias perdidas a los propietarios de la mente y el corazón. Verdaderamente, es la mente quien entrega a la voluntad la evidencia sobre la cual la voluntad se pronuncia. Aún así, las conclusiones cerebrales necesitan encabezarse con solo lo que el corazón puede contribuir: el encuentro de amor que nunca, si el amor es real y verdadero, puede estar en enemistad con la mente pero que a veces desbanca las mejores decisiones justificadas de la mente o aún las tumba. La mente del padre del hijo prodigo en el Evangelio tuvo que haberle rendido conclusiones completamente justas: El hijo tiene que hacer penitencia. El tiene que hacer reparación. El tiene que ejercitarse en la contrición. El tiene que llegar a la realización de que es una persona perdida. Todo es para su propio bien, antes de que halla alguna expresión de perdón semejante rápida y demasiada fácil que pueda dejar a el chico para siempre inconsciente de las atrocidades de sus crímenes.

"El padre quizás tuvo en mente el dar la bienvenida, una vez que se le halla dado a conocer al hijo claramente el estado de su alma. Fue un modo de pensar bueno, y claro. Pero el corazón del Padre ganó a todas las conclusiones de la mente, aún las mas sólidas y razonables. El simplemente le abrió los brazos a su hijo renegado que había regresado. Y organizó una fiesta. Esta es la revelación de Jesús de como el Padre celestial perdona...

"Es una asociación maravillosa, aquella la de la mente y la del corazón." 20

  • Aquí están unas palabras de un diario espiritual: "Jesús estuvo frente al gentío cuando lo condenaron a muerte. El fue rodeado de la multitud odiosa, y se pusieron de acuerdo en que nuestro querido Jesús, Quién es amor, merecía ser crucificado. El no había dado nada más que dar amor, pero, por la dureza de sus corazones, ellos gritaban por Su crucifixión.

"Jesús conocía a todos aquellos que Lo perseguían, y El los amo. Jesús tiene una percepción constante de cada persona como la creación única del Padre, incluyendo a aquellos que Lo persiguieron. Y El los amo. Si, El los amo, hasta Su muerte brutal en la cruz.

"Yo tengo una percepción más y más de que Yo amo a mis hermanos y hermanas de la familia humana tanto porque los veo como una creación de mi Padre amoroso. El los ama tanto. El es uno con ellos. ¿Como no los voy a amar? Yo veo menos sus faltas y más su belleza como Su creación. Yo se que Jesús entrego la última gota de Su sangre por ellos. Como voy a odiar a alguien a quien El amá tanto! Amar a Jesús es amar a mi hermano. Yo no puedo amar a Jesús y luego odiar a mi hermano. Jesús es uno con él. Yo soy uno en El y El es uno en mi. Mi hermano es uno en El. Si yo soy uno con Jesús y yo amo a Jesús, entonces yo tengo que amar a mi hermano porque el es uno con Jesús y todos somos uno, unidos en Jesús nuestro Redentor Quien murió y resucitó para que vivamos, Quien murió y resucitó para que todos podamos ser profundamente uno en El y uno mutuamente."

  • San Juan de la Cruz llega hasta el centro de este asunto en estas palabras: "De que te sirve darle a Dios una cosa si El te pide otra? Considera que es lo que Dios quiere y luego hazlo." 21

   

Pensamientos de Thomas Merton

  • "El temor es quizás el enemigo más grande de la franqueza. Cuantos hombres temen seguir sus consciencias por que prefieren conformarse a la opinión de otros hombres en vez de la verdad que ellos conocen en sus almas. ¿Como puedo ser sincero si estoy constantemente cambiando mi mentalidad para adaptarme a la sombra de lo que pienso que los demás esperan de mi? Los demás no tienen derecho a demandar que Yo sea nada más que lo que debo de ser a los ojos de Dios." 22

  • "Yo vi el campo de una forma que usualmente no lo vemos: los rayos que se inclinaban a través del follaje de los arboles y iluminaban un campo de trigo nuevo contra la cortina obscura del bosque que estaba en sombra.

"Era tan hermoso. Una paz profunda. Ovejas sobre la cuesta detrás del establo. Las nuevas rejas en el jardín inclinándose sobre una colina de rosas. Un cardinal cantando improvisadamente en un árbol radiante, y montones de leños alrededor de un almacén de leña esperando ser cortados durante el mal tiempo.

"Yo veía todo esto con gran tranquilidad, con mi....espíritu tranquilo. Para mi, los paisajes suelen ser importantes para la contemplación. De cualquier manera, no tengo escrúpulos por amar eso. ¿Que no se escondía San Juan de la Cruz en un cuarto en la parte alta de una torre de la iglesia, donde había una ventanilla por la cual el podía ver hacia el campo?" 23

  • "Vivimos en una sociedad que trata de mantenernos encandilados en euforia con una nube de entusiasmo y un lema de vivir feliz. Pero nada es más vacío y más muerto, nada es más ofensivamente insincero y destructivo que las sonrisas rápidas de las carteleras y las ensenanzas idiotas en las revistas, que nos aseguran que ahora misma todos estamos en un estado de placidez. Yo se, por supuesto, que somos unos tontos, pero no pienso que algunos de nosotros seamos tan torpes para pensar que ya estamos en el cielo." 24

  • "El trabajo ocupa el cuerpo y la mente y es necesario para la salud del espíritu. El trabajo nos puede ayudar a rezar y a ser recogidos, si trabajamos apropiadamente. La agitación, sin embargo, destruye la utilidad espiritual del trabajo y hasta tiende frustrar su propósito físico y social. La agitación es la mala e inútil dirección del cuerpo. Expresa la confusión interna de una alma sin paz.

"El trabajo trae paz al alma que tiene una apariencia de orden y entendimiento espiritual. La agitación, que es una condición del espíritu que es considerablemente normal en el mundo de negocios -- es el fruto de tensión en un espíritu que está revoloteando aturdidamente de un estímulo a otro y tratando de reaccionar a quince llamados diferentes a la misma vez. Bajo la superficie de la agitación, y abasteciéndola con su fuerza monstruosa e inagotable, está la fuerza del temor o la ambición elemental por el dinero, o el placer, o el poder. Conforme más complicada sea la pasión del hombre, más compleja será su agitación.

"Todo esto es la muerte de la vida del interior..." 25

   

El Cristiano y el Mundo

  • El Papa Juan Pablo hace esta observación concerniente al mundo de hoy: "El desarrollo de la tecnología y el desarrollo de la civilización contemporánea, que está marcada por la ascendencia de la tecnología, demanda un desarrollo proporcionado de la moral y la ética. Acutalmente, este último desarrollo desafortunadamente parece ser siempre dejado atrás. Consecuentemente, a pesar de la maravilla de este progreso, en la cual es difícil no ver también las señales autenticas de la grandeza del hombre, señales que en sus semillas creativas fueron reveladas a nosotros en las páginas del libro del Génesis, tempranamente cuando describe la creación del hombre, este progreso no puede dejar de levantar inquietudes en varios aspectos. La primera razón para esta inquietud es se refiere a la pregunta esencial y fundamental: ¿Acaso este progreso, que tiene al hombre como su autor y promotor, hace la vida en la tierra ‘más humana’ en cada aspecto de esa vida? ¿La hace más ‘digna del hombre’? No puede haber dudas de que en varios aspectos la hace. Pero la pregunta sigue volviendo con respecto a que es más esencial: si en el entorno de este progreso el hombre, como hombre, se está mejorando, eso es decir más maduro espiritualmente, más consciente de la dignidad de su humanidad, más responsable, más abierto a los demás, especialmente a los más necesitados y débiles, y más listo para dar y para ayudar a todos."26

   

Una Oración para Sacerdotes

Muchos de los laicos rezan por nuestros sacerdotes, y consistentemente. Acaso no es adecuado que nosotros sacerdotes recemos por todos nuestros hermanos en el sacerdocio, y consistentemente? Aquí sigue una oración que nos puede ayudar en este propósito.

"Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño, te rogamos que por el inmenso amor y misericordia de tu Sagrado Corazón, atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes, pastores del mundo entero. Te pedimos que retomes en tu Corazón todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino, que enciendas de nuevo el deseo de santidad en los corazones de aquellos sacerdotes que han caído en la tibieza, y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes el deseo de una mayor santidad. Unidos a tu Corazón y el Corazón de María, te pedimos que envíes esta petición a tu Padre celestial, en la unidad del Espíritu Santo. Amén."

La oración anterior es tomada de el manual de oraciones de los Asociados de los Pastores de Cristo, una faceta de los Ministerios Pastores de Cristo. Los Asociados son miembros de grupos de oración que se juntan regularmente para rezar por todas las necesidades de toda la familia humana, pero especialmente para los sacerdotes. Si ustedes quieren una copia, o copias, de este manual de oraciones, y adicionalmente, si usted quiere información sobre como empezar un capítulo de oraciones Pastores de Cristo, contáctenos aquí:

Shepherds of Christ
P.O. Box 627
China, Indiana 47250
Teléfono (sin costo): 1-888-211-3041
Teléfono: 1-812-273-8405
Fax: 1-812-273-3182

   

Acto de Consagración

Señor Jesús, Pastor Supremo del Rebaño, Yo consagro mi vida sacerdotal a Tu Corazón, traspasado en el Monte Calvario por amor a nosotros. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia, a la cual me has llamado, como un sacerdote, a servir en una forma muy especial. Tú revelas Tu Corazón como un símbolo de Tu amor en todos los aspectos, incluyendo tu amor muy especial hacia mi, a quien has escogido como tu compañero-sacerdote. Ayúdame a siempre derramar mi vida en amor a Dios y a mi prójimo! Corazón de Jesús, pongo mi confianza en Ti!

Amada y Bendita Virgen María, Yo me consagro a tu maternal e inmaculado Corazón, este Corazón que es símbolo de tu vida de amor. Tú eres la madre de mi Salvador. Tú eres también mi Madre. Tú me amas con amor muy especial como este hijo-sacerdote único. Por lo tanto me entrego completamente a tu amor y protección maternal." Tú seguiste a Jesús con toda perfección. Tu eres su primer y perfecto discípulo. Enséñame a imitarte en anteponer a Cristo. Sé mi maternal intercesora para que, a través de tu Corazón Inmaculado, sea conducido a una unión más cercana al Corazón herido de Jesús, Pastor Supremo del Rebaño, Quien me dirige a el Padre en el Espíritu Santo.

   

Cartas

  • Querido Ed,

Sólo quería decirle que me gusto tu Edición Tres de 1999, con sus dos artículos sobre la "Singularidad Personal" y "Jesús". Buscaré una oportunidad para usarlas en mis retiros y liturgias. Muchas Gracias.

En Cristo,
Bob Thul, S.J.
Chicago, Illinois


  • Querido Padre,

Por favor reciba mis saludos cordiales.

Fue un momento oportuno y lleno de gracia al encontrarme con una edición de "Pastores de Cristo" Me llene de alegría por la nutrición espiritual que contenía. Como un sacerdote parroquial, seria sumamente útil si lo pudiera recibir regularmente. "También, por favor mándeme el boletín en el formato de libro y el boletín en audio casetes. De usted en Cristo,"

Padre Félix Rashid
Tanzania, Africa Este


  • Querido Padre Carter,

Me han dado a conocer que sus boletines, "Pastores de Cristo", que son tan ricos en recursos espirituales y tan útiles, ya son disponibles en audio-casetes.

Le agradecería mucho si los pudiera obtener, ya que no puedo leer.

Me colocaría amablemente en su lista de envió y me mandaría también 10 copias de "Pastores de Cristo", juntas con algunas copias del manual de oraciones para su distribución?

Que el Buen Pastor de bendiga su trabajo preciado y que lo mantenga en Su cuidado amoroso.

Sinceramente de usted en Cristo,

Padre Luigi Gerardi
Evangelizadores Contemplativos
Pongai, Kenya

   

NOTAS:

  1. Citaciones de las Santas Escrituras fueron tomadas de La Biblia Latinoamérica, San Pablo, Editorial Verbo Divino. (Estella, Navarra).

  2. Los Documentos de el Vaticano II, "Decreto sobre el Ministerio y la Vida de Sacerdotes", American Press Edition, No. 12

  3. Los Documentos de el Vaticano II, "Decreto sobre la Formación Sacerdotal", No. 8.

  4. El Papa Juan Pablo II, Exhortación Apostólica, Yo Te Daré Pastores, St Paul Books and Media, No. 25.

  5. M. Raymond, O.C.S.O. Esto Es Amor, Bruce, p. 106

  6. Maurice de la Taille, S.J., El Ministerio de la Fe, Libro 2, "El Sacrificio de la Iglesia". traducido por Joseph Carroll y P.J. Daiton, Sheed and Ward, P.240.

  7. Henri Nouween, El Camino al Amanecer, Doubleday, pp. 70-71

  8. Edward Leen C.S. Sp., En la Similitud a Cristo, Sheed and Ward, pp. 205-216..

  9. Santa Teresa de Avila, Castillo Interior, traducido por E. Allison Peers, Doubleday and Co., "Segundas Mansiones". p251

  10. Ibid., "Cuartas Mansiones", p. 76.

  11. René Laurentin. Un Año de Gracia Con María, Veritas Publications, pp. 113-114.

  12. Los Documentos de el Vaticano II, "Constitución sobre la Sagrada Liturgia". America Press Edition, No. 17.

  13. Ibid, No. 48

  14. Papa Pío XII, Carta Encíclica, Mystici Corporis, AAS, XXXV, pp. 232-233.

  15. Arzobispo Luis Martinez, Solo Jesús, B. Herder Book Co., pp. 212-213.

  16. Ladislas Orsy, S.J. "Sobre El Ser Uno Con La Iglesia Hoy en Día", Estudios sobre la Espiritualidad de los Jesuitas, Vol. VII, Enero.

  17. Santo Clemente, Papa, de la carta a los Corintios, como aparece en La Liturgia De Las Horas, Catholic Book Publishing Co., Vol. III, pp. 455-456.

  18. Hans Urs Von Balthasar, Oracion, Sheed and Ward, p.53.

  19. Edward Carter, S.J., Perspectivas de la Oración, Alba House, pp. 12-16.

  20. Mother Mary Francis, P.C.C., Adelante y al Extranjero, Ingatius Press, pp. 121-123

  21. San Juan de la Cruz, "Dichos de la Luz y del Amor", Los Trabajos Acumulados de San Juan de la Cruz, traducido por Kieran Kavanaugh, O.C.D. y Otilio Rodriguez, O.C.C., Doubleday and Co., No. 70.

  22. Thomas Merton, Ningún Hombre Es Una Isla, Harcourt Brace Jovanovich, Inc., como en A través de el Año con Thomas Merton, editado por Thomas P. Mc Donnell, Doubleday, p. 105.

  23. Thomas Merton, La Señal de Jonás, Harcourt Brace Jovanovich, Inc., como en A través de el Año con Thomas Merton. Ibid., pp. 105-106.

  24. Thomas Merton, La Fe y la Violencia, University Notre Dame Press,omo en A través de el Año con Thomas Merton, Ibid., pp. 144-145

  25. Thomas Merton, Ningún Hombre Es Una Isla, op.cit.p. 153.

  26. El Papa Juan Pablo II, Carta Encíclica, Redentor del Hombre, Conferencia Católica de los Estados Unidos, No. 15.

 

 


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