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El Pastor Principal del Rebaño
"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas, el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.
Sí, el Buen Pastor da la vida por nosotros. A través de su vida, de su brutal y agónico sufrimiento, de su muerte en la cruz, y de su gloriosa resurrección, nos ha conseguido una vida nueva.
Como sabemos muy bien, esta vida comienza en el bautismo. Y Dios pretende que esta vida crezca y llegue a plenitud. Los santos son los que de manera admirable han respondido a la llamada de Dios para desarrollar esta vida de Cristo en plenitud. Seremos auténticos sabios, pues, si aprendemos de la sabiduría de los santos. Sus enseñanzas y ejemplo, enraizados en el Evangelio, son una guía para que desarrollemos la vida que Jesús vino a darnos.
Aquí siguen algunos escritos de los santos o comentarios sobre ellos:
Crecemos en la santidad cristiana en medio del ambiente de la vida diaria. Esta
afirmación es obvia. Es una de esas verdades evidentes por sí mismas, que ninguna
persona razonable objetaría. No es extraño, pues, que podamos a menudo parecer pensar
que nuestra real oportunidad de crecimiento en santidad cristiana de alguna manera no es
la oportunidad de cada día, sino la clase de oportunidad que no parece ser de esta
tierra, un tipo de oportunidad etérea alejada de las penas ordinarias y de las luchas y
alegrías de la vida diaria, una oportunidad nebulosa que nuestro confuso pensar no puede
identificar realmente cuando reflexionamos sobre este punto. Cuando tendemos a pensar que
nuestra oportunidad de ser y convertirnos realmente en cristianos no ha llegado todavía,
entonces somos culpables, lo admitamos o no, de este pensar tan fuera de la realidad.
Nuestro problema, pues, no es que nos falte una oportunidad para ser y progresar como
cristianos. Nuestro problema más bien es que tenemos una tendencia a querer otras
oportunidades distintas a las que cada día se nos presentan. Sabemos, por ejemplo, que un
cristiano debiera ser amable y caritativo pero tendemos a echarnos para atrás y aguardar
totalmente entretenidos, como si el momento oportuno de ser caritativos y amables no
hubiera llegado.
Nuestra tarea es que permitamos que la fe, la esperanza y el amor sean más visibles, día
tras día, todos los días. Cuanto más madura se hace nuestra fe, nuestra esperanza y
nuestro amor cristianos, más apreciaremos que cada día es una nueva oportunidad de
permitir a Jesús que viva en y a través nuestro. De manera creciente llegaremos a ver
con más clara visión que las posibilidades y oportunidades para la santidad cristiana se
encuentran íntima y firmemente unidas al entorno diario. Sí, ahí es donde están, y de
manera abundante.
La vida puede ser dura. A veces la hostilidad de la vida parece ser demasiado para
nosotros. Nos gustaría alejarnos de lo convencional de la condición humana y
escondernos, dando la espalda a la realidad, en un rincón lejano de la existencia humana
donde lo difícil de la vida no pueda tocarnos. Ahí, pensamos que podemos sentirnos
completamente en paz, sin compromiso, seguros. Pero sabemos que ésta no es una forma
realista de pensar. Sabemos que tales pensamientos, aunque parezcan a veces agradables,
son en realidad, vuelos de fantasía. Y aún así necesitamos alivio de la dureza de la
vida. Necesitamos mecanismos por los que los golpes duros sean suavizados y compensados.
Uno de esos mecanismos es permitir que la compasión y la ternura de la vida ejerzan su
papel. Dios pretende esto. El ha puesto el toque de la ternura en el trabajo de su
creación. Vemos muchos ejemplos de ello en el reino animal. En los perros, por ejemplo,
la madre juguetona y tiernamente acaricia a sus cachorros.
Dios ha hecho también el corazón humano para la ternura. El corazón humano de Jesús es
el ejemplo perfecto de ello. Más de una vez Jesús reveló su sentido de ternura
masculina. Podemos representar a Jesús: ¡Jerusalén, Jerusalén! Tú matas a los
profetas y apedreas a los que Dios te envía. ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos,
como la gallina recoge a sus pollitos bajo las alas, y tú no lo has querido! (Mt
23,37)
Dios nos ha hecho, pues, para experimentar los impulsos de la ternura. Necesitamos
abrirnos nosotros mismos a esta ternura de la vida. Si no lo hacemos así, ¿podremos
soportar por mucho tiempo la dolorosa y brutal dimensión de la vida? Si no tuviéramos
impulsos de ternura, ¿quién podría adecuadamente afrontar la muerte de los seres
queridos, o la enfermedad, o la angustia emocional, o la soledad?
La ternura de la vida se presenta de muy diversas maneras. Está la ternura que une al
hombre y a la esposa -la ternura de la caricia, de la mirada y del beso. Está el impulso
maternal de la ternura -precisamente por ello el bebé se siente seguro, querido, amado.
Está la cálida y acogedora sonrisa de un amigo. La amable palabra de ánimo es también
una forma de ternura. Los atletas musculosos y viriles visitando un hospital para
disminuídos físicos ofrece también una muestra de ternura. Quizá equivocadamente,
aunque muy sincera y tiernamente, estos extraños hombres golpearon la ceja de otro
contrincante o acarician el pelo rubio de uno de esos pequeños disminuídos físicos. Las
cestas de comida entregadas a los pobres en Navidad son otros recuerdos donde la ternura,
el cariño del corazón humano, al menos en algún grado, todavía busca el mundo de los
desamparados. Una madre, que llena de lágrimas y gozo a la vez abraza a su hijo que
regresa del campo de batalla en una guerra es una de las más altas manifestaciones de la
ternura de la vida. Dos muchachos, uno negro y otro blanco, abrazándose el uno al otro en
su alegría deportiva - una delicada escena como ésta puede hacer mucho para disminuir la
dureza de trato desfigurada por los prejuicios.
La naturaleza también nos ofrece signos de ternura. La delicadas caricias de los copos de
nieve sobre nuestras mejillas, o la suavidad de la lluvia que cae ininterrumpidamente. Los
parques que ofrecen su mullido manto verde para los "picnics" en la primavera. Y
la ligera brisa que llega acariciante a la frente ardorosa por el sol del verano.
Podemos actuar engreídos falsamente, y decirnos a nosotros mismos que no necesitamos la
ternura de la vida, afirmando que estar demasiado preocupados por ella es un signo de
infantilidad o debilidad. Podemos decir todo esto -pero eso no cambia el hecho de que Dios
delicadamente ha extendido el toque de la ternura sobre toda la superficie de la vida
humana. Para estar adecuadamente abiertos a la ternura de la vida simplemente tenemos que
reconocer una de las dimensiones de nuestra humanidad. Es siendo más humanos y más
felices como nosotros nos comportaríamos de otra manera.
En nuestros tiempos ha habido pocas personas que hayan movido millones de corazones en
todo el mundo como lo ha hecho la Madre Teresa. Verdaderamente, nos ha dejado una
permanente y valiosa herencia enseñándonos cómo el amor de Dios y del prójimo tienen
que estar siempre unidos. Aquí tenemos unos resúmenes de la homilía dada por el
Cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado del Vaticano, en la Misa Funeral de la Madre
Teresa: "Queridos hermanos y hermanas en el Señor, distinguidas autoridades de la
India y de todo el mundo, pobres y desprendidas Misioneras de la Caridad: Ha llegado la
hora para que digamos un último adiós a la desaparecida Madre Teresa...
"Al término de este siglo que ha conocido extremos terribles de oscuridad, la luz de
la conciencia no ha sido completamente extinguida. La santidad, la bondad, el amor son
todavía reconocidos cuando aparecen en las diversas etapas de la historia. El Santo
Padre, el Papa Juan Pablo II, ha unido su voz a lo que tanta gente de toda condición ha
visto en esta mujer de una fe sin titubeos: su extraordinaria visión espiritual, su amor
atento y entregado a Dios en cada persona que ella encontraba, su respeto total por los
valores de cada vida humana y su valor para afrontar tantos retos. Su Santidad, que
conoció a la Madre Teresa tan bien, desea que esta ceremonia de su funeral sea una
ferviente oración de gratitud a Dios por habernos dado a la Iglesia y al mundo esta
figura tan singular...
"Se ha dicho que la Madre Teresa podía haber hecho más para combatir las causas de
la pobreza en el mundo. La Madre Teresa fue consciente de esta crítica. Ella se encerraba
en sí misma como diciendo: 'Mientras ustedes continúan discutiendo las causas y las
explicaciones, yo me arrodillaré al lado de los más pobres de los pobres y atenderé sus
necesidades'. El mendigo, el leproso, la víctima del SIDA, no necesitan discusiones y
teorías; necesitan amor. Los hambrientos no pueden esperar a que el resto del mundo
llegue a conseguir la respuesta perfecta; ellos necesitan solidaridad efectiva. Los
moribundos, los disminuídos y los indefensos no nacidos, que no son reconocidos en las
ideologías utópicas que especialmente en los 200 últimos años han estado intentando
modelar el mundo perfecto, necesitan una viva presencia humana y una mano que cuide de
ellos...
"En el silencio y en la contemplación, en una adoración de dedicada oración
delante del sagrario, ella aprendió a ver la auténtica cara de Dios en cada ser humano
que sufre. En la oración descubrió la verdad esencial que subyace en la enseñanza
social de la Iglesia y en su trabajo humanitario y religioso en cada época y en cada
lugar del mundo: Jesucristo, la Palabra Eterna hecha carne, el redentor de la humanidad,
ha deseado identificarse con cada persona -especialmente los pobres, los enfermos, y los
necesitados...
"Hablando en la oración del Angelus el domingo, al final, el Santo Padre recordó
estas otras palabras de la Madre Teresa: 'El fruto de la oración es fe, el fruto de la fe
es amor, el fruto del amor es servicio, y el fruto del servicio es paz.' Comencemos a
cambiar el mundo para lo mejor volviéndonos en humilde oración a Dios, el creador de
todo lo que existe. Dejémonos renovar por la fe. Dejemos que nuestros corazones se llenen
de auténtico amor. Permitamos que cada persona haga algo práctico y exigente por los que
están en necesidad. Sólo cuando aprendemos a ver a los otros, no importa cuan diferentes
y alejados de nosotros sean, como nuestros queridos hermanos y hermanas, la humanidad
aprenderá los caminos de la paz.
"Querida Madre Teresa, el dogma consolador de la comunión de los santos nos permite
sentirnos cerca de usted. La Iglesia entera le agradece su luminoso ejemplo y promete
hacerlo nuestra herencia.
Hoy en lugar del Papa Juan Pablo II, le ofrezco un último adiós en la tierra, en su
nombre le agradezco todo lo que usted ha hecho por los pobres del mundo. Ellos son los
preferidos de Jesús. Ellos son también los preferidos del Santo Padre, su vicario en la
tierra. Y en su nombre coloco sobre este féretro la flor de nuestra más profunda
gratitud.
"Querida Madre Teresa descanse en paz."7
Aquí están unas pocas palabras del Padre Angelo Amato,S.D.B., profesor de teología en la Universidad Pontificia Salesiana en Roma: "La presencia maternal de María en nuestra vida no es una invención católica o una exageración de la piedad popular, sino una realidad bíblica fundamentada en el misterio Trinitario de la salvación... María es la creatura escogida por Dios para ser la Madre de su querido hijo. La presencia de María en el misterio de Cristo y de la Iglesia no es por tanto opcional o decorativa, sino teológica y salvífica...
"Por esta razón entre los protestantes, también, tenemos hoy relevantes figuras
que están tratando de recobrar la figura bíblica de María, al igual que la compacta
tradición eclesial, por ejemplo, de los cuatro dogmas Marianos. Resaltamos, entre otros,
los autores como Henry Chavannes, John Macquarry con su reciente libro, 'María para todos
los Cristianos', Ulrich Wickert...
"Y hoy, más que nunca, es válida la afirmación hecha por John H. Newman
(1801-1890) en 1865: 'Justamente esas naciones y tierras que se despojaron de la devoción
a la Madre de Dios, han perdido fe en la divinidad de Cristo; mientras que esas tierras
que fueron fieles a María, han conservado la Ortodoxia.'"10
Seguir a Jesús implica la aceptación de tener que sufrir por El y su causa. Los
extras de cualquier causa valiosa exigen un espíritu de sacrificio, un deseo de aguantar
un sin número de sufrimientos y privaciones. No podemos esperar que sea de otra manera en
la causa de Cristo. Ayudar a promover el proceso de continuar la redención exige un
costo.
Hay un sin fin de penas, sufrimientos y dificultades que pueden surgir en el seguimiento
de Jesús y promoción de su causa. A veces viendo pocos, si acaso alguno, resultados
visibles a nuestros trabajos, sintiéndonos minusvalorados, experimentando oposición o
rechazo, a veces dándonos cuenta que estamos siendo odiados precisamente por algunos de
los que estamos luchando por ayudar, a veces mofados y ridiculizados - éstas son algunas
de las formas en que experimentamos los sufrimientos de un apóstol.
El dolor que acarrea el contribuir al proceso de la redención esperada no es, sin
embargo, una imagen completa. La felicidad que resulta de entregarse a Cristo y a su
misión equilibra con creces todas las dificultades y durezas. Ser consciente de que uno
es tan íntimamente amado por Jesús, experimentar la satisfacción de que uno está
contribuyendo a una causa que no puede fallar, desempeñar el papel de colaboradores en
traer a otros al amor y a la paz de Jesús -todo esto da algo nuevo a la vida, algo que no
tiene igual. El seguidor comprometido de Cristo, experimentando lo que significa estar
íntimamente asociado con Jesús, entiende porqué San Pedro decía, Señor... es
estupendo estar aquí. (Mt. 17,4)
El P. William Barry, S.J. observa: "Por mucho tiempo escuelas de teología, seminarios, y programas de formación parecían funcionar en el supuesto de que la teología era todo lo que un ministro necesitaba. De nuevo, lo mismo que no deseo difamar a la psicología, de la misma manera, no estoy desacreditando a la teología. Después de todo, este libro está basado en la premisa de que el estudio teológico ayuda a nuestro ministerio. Leer un buen libro sobre el matrimonio puede ayudar a una pareja, pero ello no les libra de la penas y alegrías relacionadas con la vida diaria. Igualmente, un curso de estudio profundo sobre Dios... ayuda a un ministro, pero no puede ocupar el lugar de su compromiso en su relación con Dios. Así, si yo estoy para ayudar a otros en su relación con Dios, tengo que tener y desarrollar mi propia relación. De otra manera mereceré el apodo de... '¡Hipócrita!'"13
Aquí están unas reflexiones sobre un diario espiritual. Advierte cómo el Padre, el
Hijo, el Espíritu Santo, y María se introducen en la experiencia de la persona:
"Bien, la noche era oscura, todo lo oscura que uno se pueda imaginar y el frío
atravesaba mis huesos. Sentí el frío invadir todo mi cuerpo y quería gritar y sucedió
-El me concedió que su vida se desbordara sobre mi alma y mi oscuridad se cambió
totalmente por luz, una luz distinta a la de los ojos, una luz del conocimiento de Dios,
la alegría de sentir su abrazo divino, la extraordinaria iluminación de otro misterio.
Qué don tan gratificante me concede cuando, en un instante, rezo mi rosario y el
Espíritu Santo llena mi corazón de luces, y el misterio me ilumina, y justamente llego a
conocer y experimentar una visión extraordinaria de Dios.
"Este es el motivo de esta carta, porque yo estaba tendido en mi cama y quería
gritar y tenía un miedo espantoso porque los demonios me apretaban como rocas que
perforaban y lastimaban mi delicada piel. Me acosté en mi cama y me dirigí al seno de mi
Madre María y pedí al Espíritu Santo que me inundase con su luz y sucedió:
muerte-resurrección, oscuridad-luz, pena-alegría, sufrimiento y dolor, pero oh, qué
alegría la de su luz, qué alegría la de su gloria. Es ahí en la muerte donde está la
resurrección.
"De esta manera, recorro el camino hacia el Calvario. Subo a la cruz y muero. Ofrezco
el sacrificio y por la mañana cuando la noche se ha ido veo la gloria de la
resurrección. Experimento su alegría en mi corazón.
"Así que me fui a la cama y me dirigí al seno de mi Madre María y el Espíritu
Santo me inundó de luz y me unió fuertemente a mi adorado Jesús en la cruz. Sé quién
es El y sé de su amor. Recordaba todos los lugares de mayor intimidad que había
compartido con él y mi corazón ardía. Quería tenerle bien cerca de mí y así amarle
intensamente. Grité, 'te quiero, te quiero, te quiero.' En ese momento llegué a
conocerle. El me había librado de mis ataduras y me había hecho libre. Entonces conocí
a Jesús como nunca lo había conocido antes.
"Sentí un inmenso amor por Dios Padre. Había estado experimentando mi pequeñez de
niño y conociendo a mi Padre, viéndome muy pequeño y conociendo a mi Padre y queriendo
agradarle lo mismo que un niño pequeño. Luego en la noche me dí cuenta aún más de su
amor de Padre. Me ví a mí mismo dependiendo de él, necesitándole, llorándole,
amándole y seguidamente experimenté su poder y amor viniendo hacia mí.
"Así pues conocí en un instante. El da una luz y tú conoces. Yo experimenté la
Trinidad. Mi corazón estaba agotado. Estaba inundado por el amor del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo. Me detuve para estar en ese abrazo, queriendo que nunca terminase,
porque en ese abrazo yo sentía paz, una paz que yo nunca había sentido antes, tan
diferente de los días que habían precedido ese momento, los días de sufrimiento y de
aflicción.
"Subí a la cruz. Sentí los clavos penetrando mis manos y mis pies. Sentí la corona
de espinas sobre mi cabeza. Y le dije, "Oh, Dios mío, ¿porqué, si tú me amas,
haces que sea tan difícil?
"Y entonces divisé a Jesús en la cruz. Vi su boca con sangre que corría desde el
extremo de los labios. Ví el cuerpo de alguien que está a punto de morir. Ví sus
heridas inflamadas y rojas derramando su preciosa sangre. Y ví la palidez de sus mejillas
y el agotamiento de uno que está a punto de expirar. Vi al angustiado Señor que vino a
mostrarnos su camino. Su camino es muerte y resurrección. Su camino es dolor y gloria.
¡Su camino es el camino a la vida eterna!"
Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu Corazón,
traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia,
la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta.
Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más
delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre
para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. Corazón de Jesús yo pongo en Ti
mi confianza!
Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este
Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres
también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único
hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal.
Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo.
Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para
que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más
cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al
Padre en el Espíritu Santo.
Querido P. Ed. Carter:
Muchas gracias por su amable carta y por el contenido que encerraba. Felicidades por el
maravilloso trabajo que está haciendo para animar a los Pastores. Pienso que material de
este estilo es esencial en nuestros días para nutrir y fortalecer a los ministros de la
palabra y de los Sacramentos.
Me gustaría dar una copia de cada ejemplar a cada sacerdote que trabaja en la diócesis y
a los seminaristas que están en sus últimas etapas de formación. Me haría feliz el
poder recibir 100 copias de Pastores de Cristo para cubrir esta finalidad.
Suyo en Cristo Jesús,
Robert Kerkerketla, SDB DD
Obispo de Tezpur, India
Querido P. Ed Carter:
¡La paz contigo!
Mi nombre es Joseph Grima y soy un seminarista que estudia teología en el Seminario del Sagrado Corazón en Victoria, Gozo-Malta. Se me entregó una copia de su carta para sacerdotes no hace mucho tiempo y fui altamente impresionado por la información espiritual que proporciona a los sacerdotes.
Me gustaría pedirle, si no es mucha mi molestia para usted, si pudiera enviarnos alguna copia al seminario. En este momento somos 15. También en el ejemplar que recibí había una nota para interesados en obtener los 12 primeros ejemplares recopilados en forma de libro. Yo estoy realmente interesado en su espiritualidad y me encantaría tener esta recopilación conmigo.
Continúe en su excelente trabajo. El mundo moderno está en mucha necesidad de
sacerdotes preparados espiritualmente. El Señor le bendiga y que el Año Nuevo sea lleno
de plena alegría, bendiciones y servicio en el Señor. Suyo en Cristo,
Seminarista Joseph Grima
Querido P. Ed Carter:
Muchas gracias por su amable carta. Lamento la tardanza en constestarle. He estado muy ocupado aunque estaba siempre con esa preocupación.
Encontré su publicación muy enriquecedora espiritualmente. Felicidades por este tan significativo y tan altamente cualificado apostolado. Tengo unos 80 sacerdotes y 60 seminaristas mayores. Me gustaría darles a todos un ejemplar, por eso me agradaría que en su amabilidad me enviara 150 copias.
Suyo en Nuestro Señor,
Obispo Gregory Karotemprel, CMI
Gujarat, India
website: http://www.SofC.org
E-Mail: info@SofC.org
1998, EJEMPLAR NUM. 1
Pastores de Cristo
Los Ministerios de Pastores de Cristo
P.O. Box 193
Morrow, Ohio 45152-0193
U.S.A.
Pastores de Cristo, una publicación de espiritualidad para sacerdotes, se edita cada dos meses por Shepeherds of Christ Ministries, P.O. Box 193, Morrow, Ohio 45152-0193, USA. Como su distribución es gratis para todos los sacerdotes de los Estados Unidos, y se está extendiendo internacionalmente, sus donaciones son muy importantes para nosotros. Sugerencias y comentarios son bienvenidos, así como los cambios de dirección y direcciones de los [sacerdotes] recién ordenados. El permiso de reproducción está garantizado para uso no-comercial. Editor P. Edward Carter S.J., Profesor de Teología en la Universidad Javier en Cincinnati, Ohio, USA, es el Director Espiritual para Shepherds of Christ Ministries. Presidente de la junta de Directores es John Weickert. Presentación del Buen Pastor por el Hermano Jerome Pryor J.S. Arreglos y diseños gráficos por Cathy Ring. También dedicado al progreso espiritual de los sacerdotes está funcionando una red de conexión mundial de grupos de oración para laicos/religiosos, Asociados a Pastores de Cristo, oficina principal en 2919 Shawhan Road, Morrow, Ohio 45152, USA telefono 513-932-4451, fax 513-932-6791.