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Pastores de Cristo
UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES
INDICE
El Pastor Principal del Rebaño
"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El
asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas,
el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan
las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así
como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis
ovejas." (Jn 10:11-15)1.
Sí, el Buen Pastor ha entregado su vida por nosotros. Ha entregado su vida para que
nosotros tengamos vida, y la tengamos en abundancia. La vida que Jesús nos da, la vida de
la gracia, en gran manera depende de la vida de oración para su mantenimiento y
crecimiento. Aquí siguen varias oraciones y pensamientos sobre la oración.
- Esta es una oración para pedir la unión con Jesús. "Ven a mí, Señor, y toma
posesión de mi alma. Ven a mi corazón y penetra en mi alma. Ayúdame a sentarme en
silencio contigo y a permitirte trabajar en mi corazón.
"Soy tuyo para que me poseas. Soy tuyo para que me utilices. No quiero ser egoísta y
quiero existir sólo en Ti. Ayúdame a morir a mí mismo y vivir sólo para Ti. Utilízame
a tu voluntad. No permitas que mi atención se vuelva sobre mí mismo. Sólo quiero
trabajar como tú trabajas, haciendo morada en mí.
"Soy tuyo, Señor. Quiero que mi vida esté en Ti. Quiero hacer la voluntad de mi
Padre. Dame fuerza para que te permita modelar lo más íntimo de mi ser. Ayúdame a
actuar como tú deseas. Hazme fuerte para combatir las distracciones del mal que tratan de
alejarme de tus planes.
"Cuando estoy preocupado, es que he puesto mi atención fuera de Ti y la he colocado
en mí mismo. Ayúdame para que no ceda a las presiones de otros para cambiar lo que en mi
corazón tú estás mostrando muy claro para mí. Te invoco, te adoro y te amo. Ven y
habita ya en mí. "
- El Papa Juan Pablo II nos dice que nuestra época presente tiene una especial necesidad
de oración. "El nuestro es un tiempo difícil que tiene una especial necesidad
de oración. En el curso de la historia muchos hombres y mujeres han nacido para ser
testigos de la importancia de la oración consagrándose a sí mismos a la alabanza de
Dios y a la vida de oración, especialmente en monasterios y conventos. Ahora, también,
en nuestros años se ha estado viendo un crecimiento en el número de gente que, en un sin
número de grupos y movimientos jamás conocido, están dando una prioridad a la oración
y buscando en la oración una renovación de su vida espiritual. Esta es una señal
significativa y confortante, porque desde la experiencia está viniendo una contribución
real a la renovación de la oración entre los fieles, que han sido ayudados a obtener una
más clara idea del Espíritu Santo como el que inspira en los corazones un profundo
anhelo por la santidad.
"En muchos individuos y en muchas comunidades, hay un creciente despertar de que,
incluso con todo el rápido progreso de una civilización tecnológica y científica, y a
pesar de las conquistas reales y metas logradas, el hombre está amenazado, la
humanidad está amenazada. De cara a este peligro, y en realidad experimentando ya la
traumática realidad de la decadencia espiritual del hombre, individuos y comunidades
enteras, como si fueran guiados por un sentido interior de fe, están buscando la fuerza
para promocionar al hombre de nuevo, para salvarle de sí mismo, de sus errores y
equivocaciones que a menudo hacen dolorosos sus más altos logros. Y así están
descubriendo la oración, en la que 'el Espíritu que nos ayuda en nuestras debilidades'
se manifiesta a sí mismo. De esta manera los tiempos que estamos viviendo están haciendo
al Espíritu Santo más cercano a los muchos que están volviendo a la oración. Y confío
que todos encontrarán en la enseñanza de esta Encíclica alimento para su vida interior,
y que conseguirán prosperar en su crecimiento, bajo la acción del Espíritu, en su
dedicación a la oración en armonía con la Iglesia y su Magisterio." 2
- La vida de oración requiere una actitud de escucha. El hermano David Steindl-Rast,
O.S.B. nos habla sobre el papel de escuchar en la vida espiritual: "La palabra clave
de la disciplina espiritual que yo sigo es 'la escucha'. Esto significa una clase de
escucha especial, un escucha con el propio corazón. Escuchar de esta manera es la clave
para la tradición monástica en la que vivo. La primera palabra de todas en la Regla de
San Benito es '¡escucha!' -'¡Ausculta!'- y todo el resto de la disciplina Benedictina
crece saliendo de este gesto inicial de todo un corazón escuchando, como un girasol crece
desde su semilla.
"La espiritualidad Benedictina por su parte está enraizada en la tradición bíblica
más amplia y más antigua. Pero aquí, también, el concepto de escuchar es central. En
la visión bíblica todas las cosas han llegado a existir por la Palabra creativa de Dios;
toda la historia es un diálogo con Dios, que habla al corazón humano. La Biblia ha sido
admirada por proclamar con enorme claridad que Dios es Uno y Transcendente. Sin embargo,
lo que es todavía una visión más admirable del genio religioso reflejada en la
literatura bíblica es la intuición de que Dios habla. El Dios transcendente se comunica
a sí mismo a través de la naturaleza y a través de la historia. El corazón humano
está llamado a escuchar y a responder.
"Una escucha dócil es la forma que la Biblia da a nuestra búsqueda religiosa
básica como seres humanos. Esta es la búsqueda de una vida humana plena, de la
felicidad. Es la búsqueda por el sentido de las cosas, porque nuestra felicidad no se
sostiene en la buena suerte; se sostiene en la paz del corazón. Incluso en medio de lo
que llamamos mala suerte, en medio del dolor y del sufrimiento, podemos encontrar la paz
del corazón, si encontramos el sentido de todo ello. La tradición bíblica señala el
camino proclamando que Dios nos habla en y a través incluso de los más intrincados
acontecimientos. Escuchando en profundidad el mensaje de cada momento que se nos da seré
capaz de penetrar la auténtica Fuente del Significado y entender el significado visible
de mi vida.
"Escuchar de esta forma significa escuchar con el propio corazón, con todo nuestro
ser. El corazón permanece como el centro de nuestro ser en el que de echo somos 'un todo
unificado'. Un todo con nosotros mismos, no dividido en inteligencia, voluntad, emociones,
o en mente y cuerpo. Un todo con todas las creaturas, porque el corazón es ese dominio en
el que estoy íntimamente unido a todo. Un todo con Dios, la fuente de vida, la vida de mi
vida, se asienta en el corazón. Para poder escuchar con mi corazón, tengo que volver una
y otra vez a mi propio corazón a través de un proceso de consolidación considerando las
cosas desde el interior del corazón mismo. Cuando escuche con mi corazón, encontraré el
sentido de todo."3
- Aquí tenemos una oración de San Ignacio de Loyola:
Alma de Cristo, santifícame
Cuerpo de Cristo, sálvame
Sangre de Cristo, embriágame
Agua del costado de Cristo, lávame
Pasión de Cristo, confórtame
Dentro de tus llagas escóndeme
Oh buen Jesús, óyeme
No permitas que jamás me separe de Ti
De las asechanzas del enemigo defiéndeme
en la hora de mi muerte llámame
y mándame ir a Ti
Que con tus santos pueda alabarte
Por los siglos de los siglos. Amén.4
- El Cura de Ars, San Juan Vianney, tiene unas palabras muy claras para nosotros
sacerdotes en lo que se refiere a la oración: "Lo que nos aleja a los sacerdotes de
alcanzar la santidad es la falta de atención. Nos molesta tener que separar nuestras
mentes de las cosas exteriores. Tenemos necesidad de una reflexión profunda, de una
oración continua y de una unión íntima con Dios."5
- El padre Henri Nouwen, uno de los escritores de espiritualidad más conocidos de
nuestros tiempos, nos cuenta una historia íntimamente relacionada con las palabras de San
Juan Vianney: "No hace mucho me encontré con un sacerdote de parroquia. Después de
describir su caótica agenda -servicios religiosos, clases, recepciones y comidas de
trabajo, reuniones de planificación -me dijo lamentándose, 'sí, pero hay demasiados
problemas.' Cuando le pregunté, '¿qué problemas?', estuvo en silencio por unos minutos
y luego más o menos entre dudas dijo, 'imagino que el mío propio.' En realidad, su
desmesurada actividad parecía en su mayor parte motivada por el temor de lo que él
descubriría cuando hiciera un alto en su vida. Y de echo decía, 'imagino que estoy
ocupado para evitar una dolorosa puesta de atención sobre mí mismo.' "6
- El Rosario ha sido tradicionalmente una popular y poderosa forma de orar. El Papa Pablo
VI nos dice: "El Rosario es una oración evangélica, centrada en el misterio de la
Encarnación. El Rosario es por tanto una oración con una orientación claramente
Cristológica -el Jesús que cada Ave María nos recuerda es el mismo Jesús que se nos
ofrece en la sucesión de los misterios... Por su naturaleza la recitación del Rosario
nos invita a un ritmo tranquilo y paso constante, ayudando a la persona a meditar en los
misterios de la vida del Señor tal como fueron vistos por los ojos de ella la que estuvo
más cerca del Señor. De este modo se nos revelan las riquezas incomprensibles de estos
misterios." 7
- Uno de los más distinguidos teólogos de nuestros tiempos, Hans Urs Von Balthasar,
dice: "Todos esos que consideran la contemplación cristiana pasada de moda y se
vuelven a los valores del mundo para darles un dinamismo nuevo son víctimas de una
ilusión. Sólo 'en Cristo' las cosas consiguen su absoluto significado y fin" 8
- Thomas Merton nos recuerda que el amor tiene que estar en lo más íntimo de nuestra
oración: "La característica innata de la meditación religiosa es que consiste en
una búsqueda de la verdad que salta desde el amor y que se afana en la consecución de la
verdad no sólo por el conocimiento sino también a través del amor. Es por tanto una
actividad intelectual que es inseparable de una profunda consagración del espíritu y de
un esfuerzo de la voluntad. La presencia del amor en nuestra meditación intensifica
nuestro pensamiento añadiéndole en su profundidad una característica afectiva. Nuestra
meditación se enriquece con el amoroso reconocimiento del valor escondido en la verdad
suprema que la inteligencia está buscando. El esfuerzo afectivo de la voluntad eleva las
almas por encima del nivel de especulación y hace de nuestra búsqueda de la verdad una
oración llena de amor reverente y un intento de adoración capaz de atravesar la nube
oscura que existe entre nosotros y el trono de Dios. Combatimos esta nube con súplicas,
lamentamos nuestra pobreza, nuestra incompetencia, adoramos la misericordia de Dios y sus
más altas perfecciones, nos dedicamos por entero a su alabanza." 9
- El mejor camino para orar es ese método que en cada momento particular parece el más
capaz de ponernos en contacto con Dios. Para una persona puede ser una lectura meditada
-por ejemplo, un reflexión hecha oración sobre un pasaje escogido de la Biblia. Podemos
orar sobre tantos pasajes como nos parezcan fructíferos dentro de un particular tiempo de
oración. Para otro, el mejor método aquí y ahora puede bien ser una sencilla
conversación con Dios a cerca de los acontecimientos de la propia vida. Otra persona
puede escoger una reflexión sobre las palabras de una de sus oraciones favoritas. Orar
tratando de representarnos alguna escena de la vida de Cristo es otro método muy popular.
Todos los arriba indicados son métodos comunes usados para hacer una oración meditada.
Tener un sentido interiorizado de que Dios se hace presente a nosotros y nosotros a Dios,
y llegar a entender que esto ocurre en una atmósfera de amor -esto es lo más importante.
El método de oración que usemos en cada momento particular debería servir al máximo
para lograr este propósito.
No importa qué método de oración use, mis oraciones deberían ser siempre Trinitarias y
Cristocéntricas. Debería esforzarme siempre por entender que el Padre me habla a través
de Cristo en el Espíritu Santo, y que yo respondo al Padre a través y con Jesús en el
Espíritu Santo.
A medida que se desarrolla la oración, ordinariamente se hace más simplificada.
Incipientes en la vida de oración a menudo experimentan numerosas ideas e imágenes
relacionadas con Dios y la cosas de Dios junto con varios actos de la voluntad. A medida
que la oración se desarrolla, ordinariamente sucede un proceso de simplificación que
consiste en tres partes. Primero, los actos de la inteligencia se hacen menos numerosos,
hasta incluso el punto de que predomina claramente una idea. Los actos de la voluntad
también se reducen, y lo que se refiere al amor crece más y más, y de modo condensado,
abarca todos los otros movimientos de la voluntad. Finalmente, el proceso de
simplificación de la oración alcanza y motiva todo en la vida de una persona. La persona
ve la vida armoniosamente unificada en Cristo, y esta visión simplificada da un sentido
de concentrada aspiración y fortaleza a la existencia del individuo como nunca existió
con anterioridad.
La oración y su proceso de crecimiento no eliminan todas las dificultades. El sendero de
la oración, como el de la vida espiritual en general, no es siempre llano. A veces
encontramos pequeños sufrimientos en su trayectoria; a veces el dolor es más intenso.
Pero los sufrimientos, si somos capaces de aceptarlos adecuadamente, están diseñados
para que nos guíen a una mayor unión con Dios. Es una vez más la tensión de vivir el
misterio pascual de la muerte y resurrección de Cristo.
Una de las dificultades comunes encontradas en la oración es la de lidiar con las
distracciones. Es sólo en la más alta oración mística, en la que Dios toma especial
posesión de las facultades, que las distracciones están completamente ausentes. En los
niveles más ordinarios de la oración, siempre tendremos que lidiar con las
distracciones. El reto, pues, es esforzarnos por evitarlas cuando ocurren. Una
concentración preferente en Dios y en las cosas de Dios es aún posible incluso cuando
las distracciones vengan y vayan.
La sequedad en la oración es otro sufrimiento bastante común. A veces, Dios ofrece
dulces consuelos al comienzo de la vida de oración para ayudar a que la persona se inicie
en la gratificante pero ardua tarea de la vida de oración. A menudo, a manera que la
oración progresa, los periodos de consolación emocionalmente sentidos pueden hacerse
menos frecuentes. Una sequedad de las emociones se hace notablemente presente. La persona,
enraizada en la práctica de la oración, ahora es lo suficientemente fuerte para
continuar en ella aunque los tiempos de consuelo emocionalmente sentidos puedan ser menos
frecuentes. Uno está aprendiendo a buscar a Dios más que el agradable regalo de su
consuelo. En la búsqueda de Dios, la persona también recibirá consuelos del modo que
Dios elija otorgarlos.
De todas las dificultades encontradas durante la oración, por seguro que lo más doloroso
es experimentar a Dios como pareciendo que está distante. Este sufrimiento se hace tan
profundo porque nos golpea en lo que está en lo más íntimo de la oración -el echo de
que la oración es un especial encuentro con Dios en el que yo me esfuerzo por
experimentar a Dios con elevada consciencia.
Dos son las razones básicas por las que Dios puede parecer estar distante. Dios puede
realmente estar más distante porque la persona está en pecado. Hay algo realmente
importante que la persona está haciendo y no debería, o algo que él o ella deberían
estar haciendo y no lo hacen. La solución a esta dificultad es clara. La corrección es
la acción que debería tomarse. Si, de cualquier manera, después de un examen personal
honesto no se encuentra ninguna acción u omisión de especial significación, él o ella
pueden estar razonablemente seguros que esto es una prueba relacionada con el proceso de
crecimiento de la oración. Pasando esta prueba con éxito, la persona descubrirá que la
oscuridad relativa se ha convertido en una luz mayor, y que experimenta ahora una más
íntima unión de amor con Dios en Cristo.
- La Eucaristía es la oración por excelencia. Oremos para conseguir la gracia de ofrecer
el Santo Sacrificio profundamente unidos al Corazón Eucarístico de Jesús, este Jesús
con quien y a través de quien adoramos, agradecemos, pedimos, y satisfacemos al Padre en
el Espíritu Santo.
El crecimiento en la vida de oración no sólo intensifica nuestra amistad con Dios en
Cristo, sino que intensifica también nuestra amistad con todos los miembros de la familia
humana. La oración penetra nuestra determinación de poner lo que está de nuestra parte
para que el mundo sea un lugar más habitable para nosotros y para todos nuestros hermanos
y hermanas.
Dios nos llama a compartir su amor por la creación. El crecimiento en Cristo
desarrolla nuestra comprensión de esta verdad. Los cristianos debiéramos tener un amor
más profundo por el mundo que los no creyentes. Todo lo que es bueno y verdadero y bello,
todo lo bueno que los humanos alcanzamos en esperanza, todas las posibilidades de nuestro
auténtico progreso terreno, todos los esfuerzos dignos y sueños entusiastas del corazón
humano por un mundo mejor -sí, el cristiano debiera ansiarlo más intensamente que los no
creyentes. ¿Por qué? Porque el cristiano sabe que el mundo pertenece a Cristo. El
cristiano sabe que la búsqueda de la familia humana por alcanzar lo verdadero, lo bueno,
y lo bello es realmente una búsqueda de Cristo. El cristiano sabe que todo esfuerzo
auténtico de progreso que la familia humana toma, marca un entendimiento más profundo
del proceso evolutivo de Cristo donde la familia humana y el mundo están más enteramente
unidos al centro y corona del universo -Cristo mismo.
Obviamente, no amamos ni abrazamos la dimensión pecaminosa del mundo. Una santa
tristeza debiera invadirnos cuando reflexionamos sobre la depravación pecaminosa que
adultera la Imagen Crística del mundo. Sin embargo, no rechazamos un compromiso secular
por motivo de la pecaminosidad del mundo. Tenemos que comportarnos de una forma diferente
a como la mayor parte del mundo piensa y actúa, más aún tenemos que ser diferentes de
manera que ello no nos evada de nuestra responsabilidad hacia lo secular. Todos nosotros,
ya vivamos dentro de los muros de un monasterio o en el bullicio del corazón de una
ciudad, tenemos esta responsabilidad -cada uno en su propio estilo.
- Fr. David Turaldo nos ha dejado estas palabras sobre la Eucaristía:
"El Señor Jesús consumió su existencia histórica y terrena en un darse a sí
mismo. Luego se quedó bajo la forma de pan y vino, para que todos podamos comerlo y
beberlo y vivir.
"Habiendo ganado todas la cosas para sí por la experiencia de su muerte, se ha
convertido en el origen de una creación cuya bondad y belleza están basadas en un
armonioso equilibrio llevado a cabo desde la reconciliación por él y en él.
"La persona que se alimenta de esta vida entregada y de esta comida sólida que es el
cuerpo y la sangre de Cristo, adquiere conciencia de estar enraizada en Cristo. Este
despertar constituye el centro de todas las posibilidades del ser humano -que, revestido
con una luz nueva, constituye la identidad de la persona 'conformada a la Imagen del
Hijo'.
"La persona desarrolla un poder luminoso en el cosmos objeto de esta vida entregada
tomando progresivamente su morada en él.
"Entregando humildemente sus energías a esta presencia eucarística, la persona
colabora en el trabajo inmenso y maravilloso de Dios para lograr la unidad de todos."10
- El Papa Juan Pablo II nos recuerda que la Eucaristía construye la
Iglesia: "Es una verdad esencial, no sólo de doctrina sino también de vida, que la
Eucaristía construye la Iglesia, edificándola como la auténtica comunidad del Pueblo de
Dios, como la asamblea de los creyentes, llevando la misma marca de unidad que fue
compartida por los Apóstoles y los primeros discípulos del Señor. La Eucaristía
edifica siempre de manera nueva esta comunidad y unidad, construyéndola y regenerándola
siempre en las premisas del Sacrificio de Cristo ya que conmemora su muerte en la Cruz, el
precio por el que nos redimió. Así, en la Eucaristía entramos en contacto con el
verdadero misterio del Cuerpo y Sangre del Señor, como es afirmado por las mismas
palabras usadas en su institución, las palabras con las que constantemente celebran la
Eucaristía los que son llamados a este ministerio en la Iglesia."11
- Ya sea la cabeza de la parroquia o sea lo que sea, el sacerdote tiene que
tener como su único deseo amar a Dios con todo su ser y amar a su prójimo como a sí
mismo. No es el poder ni el ser considerado lo que busca el sacerdote, sino más bien ser
uno con Cristo y actuar en su nombre. Lo mismo que Cristo actuó antes que él, el
sacerdote tiene que actuar por el amor y la gloria del Padre, no por el poder, el dinero,
el reconocimiento, o un título. El sacerdote actúa en nombre de Cristo. Como hizo Jesús
antes que él, el sacerdote debe concentrarse en servir no en ser servido. Como hizo
Jesús antes que él, el sacerdote tiene que actuar siempre por amor.
- El Padre Robert Schwartz comenta: "Ya que la Eucaristía es el
fundamento, la fuerza dinámica y el objetivo del ministerio sacerdotal, los sacerdotes
simultáneamente son alimentados ahí del Cristo servidor y ofrecen este mismo alimento a
los demás como el más excelente servicio que les pueden prestar. Además, en tanto en
cuanto todo servicio eclesial implica participación en la vida y misión del mismo
Jesús, el liderazgo-servicio que es lo más característico del ministerio presbiteral es
también eucarístico en su origen al igual que en su expresión. La respuesta de la
asamblea al ministerio eucarístico de los sacerdotes puede ser una profunda invitación a
la unión con Cristo, mientras la gente evoca y afirma la identidad sacerdotal de sus
ministros."12
- El Padre Jean Galot, S.J. nos da estas intuitivas palabras sobre el
sacerdocio: "Cristo exige de los Doce una consagración más plena, más semejante a
la suya. El los llama para que lo dejen todo y le sigan y así los asocia más
íntimamente a su propia Encarnación
"La consagración, también, establece una unión especial entre los sacerdotes y el
misterio redentor de Cristo. Ya que Jesús lleva su propia consagración a plenitud a
través del sacrificio, esos a los que él reviste de su poder pastoral son llamados a
llevar a cabo en ellos mismos la definición del buen pastor que da su vida por su
rebaño. Los sacerdotes no pueden limitar su ofrenda sacrificial a la celebración ritual
de la Eucaristía. Los sacerdotes están llamados a comprometerse ellos mismos de una
manera total haciendo esa ofrenda completa de sí mismos que la Eucaristía implica para
sus propias vidas personales. Su entrega al sacrificio no es simplemente la propuesta a
todo cristiano en virtud del sacerdocio universal sino la exigida de ellos por una
consagración que es específicamente la propia del sacerdote.
"En lo que toca a la misión del sacerdote, es totalmente una expresión de la
Encarnación redentora en su aspecto pastoral. La Encarnación es revelada en esta misión
porque los poderes otorgados a los sacerdotes para ser ejercidos en nombre de Cristo son
poderes divinos: el poder de transmitir con autoridad la verdad revelada, el poder de
ofrecer el propio sacrificio de Cristo en la Eucaristía, el poder de perdonar los pecados
y de ser mediador de la santidad de Cristo, el poder de guiar la comunidad y animar el
desarrollo de un reino que es el propio reino de Dios. Así, el sacerdote se manifiesta
como el hombre de Dios, el hombre en quien Dios actúa con un poder especial.
"El ministerio sacerdotal también lleva la redención a plenitud debido al lazo
indisoluble que Cristo establece entre servicio y sacrificio. El Hijo del Hombre ha venido
a servir y a entregar su vida como rescate por la humanidad. El prolongar este servicio
del Hijo del Hombre y el hacerlo disponible a todos en cada época y lugar significa
prolongar al mismo tiempo el sacrificio que comunica libertad. Todos los aspectos del
ministerio sacerdotal llevan la marca distintiva del sacrificio. El sacerdote no puede
transmitir la verdad y la vida de Cristo, ni vivir su amor pastoral, sin una profunda
entrega al camino de la cruz."13
- La Felicidad ahora. "Alégrense en el Señor en
todo tiempo. Les repito: alégrense, y den a todos muestras de un espíritu muy
comprensivo. El Señor está cerca, no se inquieten por nada, En cualquier circunstancia
recurran a la oración y a la súplica, junto a la acción de gracias, para presentar sus
peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que es mucho mayor de lo que se puede
imaginar, les guardará su corazón y sus pensamientos en Cristo Jesús." (Fil.
4,4-7).
Algunas personas miran a la religión como una forma de esclavitud. La religión, arguyen
estas gentes, pone trabas a los deseos que uno tiene de vida plena, de placer, y de
felicidad. La religión, continúan, hace a uno temeroso, fuerza a uno a introducirse en
un molde rígido de un haz-esto o no-hagas-esto que limita e incluso asfixia el esfuerzo
de la persona por conseguir el desarrollo de una personalidad plena. Cualesquiera que sean
las causas que hacen llegar a este punto de vista, una actitud de este estilo falsifica
por completo la naturaleza de la auténtica religión.
Jesús ha venido a hacernos felices, no a hacernos participar en un religión que destruye
la dimensión de la alegría de la vida humana. Jesús ha venido a incrementar nuestra
capacidad de plenitud auténtica, no a limitarnos con una religión que mientras estimula
un encerrarse en sí mismo morboso, destruye las posibilidades del propio crecimiento
saludable. Jesús ha venido a mostrarnos el camino del gozo auténtico, no a presentarnos
una religión que parezca sospechosa o escéptica en todo esto. Y la felicidad y plenitud
que Jesús ha venido a darnos se entienden que son para esta vida y no sólo para la vida
eterna. El cristianismo es una religión que da una felicidad en el aquí-y-ahora que se
desarrolla en el futuro y una felicidad eterna que satisface nuestros más profundos
deseos de vivir en plenitud.
Jesús no nos ha dicho que el proceso de conseguir la felicidad sea sin dolor y
sufrimiento. Jesús fue el hombre más feliz que haya jamás caminado por la tierra. Y fue
también quien primero que nadie sufrió lo indecible. Observando la vida del mismo
Jesús, pues, nos enfrentamos con esta innegable verdad cristiana: el sufrimiento, incluso
el sufrimiento profundo, no es incompatible con una felicidad intensa. Por el contrario,
ya experimentemos sufrimiento o cualquier otra cosa, tales experiencias son medios
supuesto que estamos viviendo en Cristo Jesús.
El Cristiano que no es fundamentalmente feliz presenta, pues, una contradicción. El o
ella afirman ser seguidores de Jesús que nos ha prometido una vida más abundante y la
felicidad. Para eliminar esta contradicción, un cristiano así tiene que mirarse un poco
a sí mismo, él o ella no necesitan una felicidad básica porque algo es incompleto en el
mensaje de Jesús. La persona necesita felicidad porque le está faltando algo en ella
misma. De una manera u otra, por una razón u otra, la persona ha fallado en la adecuada
asimilación del mensaje del evangelio. El evangelio es la buena noticia. Jesús nos
invita a escuchar a su evangelio, a responder a él, a vivirlo cada vez más plena y
dinámicamente. Jesús nos dice que si hacemos así, experimentaremos una paz y felicidad
más allá de lo que nuestra capacidad puede abarcar. Nosotros sabemos que Jesús no
miente, que Jesús no engaña, que Jesús no despierta cruelmente las esperanzas de sus
seguidores y luego los desilusiona en el cumplimiento de su realización. De nuevo, pues,
si un cristiano no es feliz él o ella tienen que mirarse a sí mismos y preguntarse por
qué. La persona no debiera hacerse esta pregunta en soledad, sino más bien en compañía
de Jesús. Y Jesús ayudará a esta persona a encontrar la respuesta. Jesús le ayudará a
remediar la situación.
- La delicada preocupación de Dios. En Isaías leemos:
"Pero, ¿puede una mujer olvidarse del niño que
cría,
o dejar de querer al hijo de sus entrañas?
Pues bien, aunque alguna lo olvidase,
¡yo nunca me olvidaría de tí!" (Is 49:15)
Una de las experiencias humanas más maravillosas y gratificantes es sentirse amado y
querido por otro. La pareja en el matrimonio, los padres y los hijos, los amigos -todas
estas personas experimentan la ternura de una relación personal, una relación amorosa
que cala hondo y hace a la persona amada sentirse en un estado de vida confortable. La
persona que es amada, consiguientemente, siente una sensación de euforia de que su
singularidad es en realidad atractiva para otro. La persona se siente inspirada a
desarrollar su singularidad, a ser y llegar a ser todo lo que está en el maravilloso
designio de Dios. El amor de Dios por cada uno de nosotros, obviamente, sobrepasa con
creces toda capacidad de la persona humana en mostrarnos el cuidado que tiene de nosotros.
El amor de todas las madres por sus hijos, el amor que se expresan uno al otro todos los
maridos y esposas del mundo, el amor de amistad que ha unido a personas de todas las
edades y todas las culturas a lo largo de todos los siglos -toda esta inmensa y acumulada
belleza y dinamismo del amor humano no iguala el amor de Dios por cada uno de nosotros.
Supuesto que esto es cierto, ¿por qué no nos sentimos más plenamente vivos, más
asombrados de la belleza de la vida, más entusiastas por llevar a cabo las muchas
posibilidades que Dios nos ofrece de ser y hacernos cristianos de manera más plena? Si
Dios nos ama tan profunda y tiernamente, ¿por qué deberíamos estar preocupados o
ansiosos? Si Dios nos ama tanto, ¿por qué permitimos que la tristeza arruine nuestros
días? Si Dios todo-poderoso nos quiere tan íntimamente, ¿qué problema, o tentación, o
dificultad va a ser tan grande que pueda vencernos? Si el amor maravilloso de Dios nos
impulsa a un mayor crecimiento, ¿por qué a veces respondemos con tanta flojera? En pocas
palabras, ¿por qué a veces nos encerramos en nosotros mismos de tantas formas y nos
negamos a abrirnos a los toques del amor amistoso, delicado, compasivo y cuidadoso de
Dios?
El último Arzobispo de Méjico Luis M. Martínez habla con un fuerza extraordinaria de
la esperada cooperación de María con el Espíritu Santo en lo que se refiere a la
imitación de Jesús en nosotros: "la vida cristiana es la imitación de Jesús en
las almas
"Ahora, ¿cómo será llevada a cabo esta imitación mística en las almas? De la
misma manera en que Jesús vino al mundo, porque Dios imprime una maravillosa marca de
unidad a todos sus trabajos. Los actos divinos tienen tal riqueza de variedad porque son
el trabajo de la omnipotencia; por otra parte, brilla en ellos la más perfecta unidad
porque son el fruto de la sabiduría; y este contraste divino de unidad y variedad sella
los trabajos de Dios con una belleza tan sublime que es imposible de describir.
"En su nacimiento milagroso, Jesús fue el fruto del cielo y de la tierra... el
Espíritu Santo ofreció la fecundidad del Padre a María, y las entrañas virginales nos
proporcionaron de manera inefable nuestro más tierno Salvador, la Semilla divina, como le
llamaron los profetas
"Esta es la forma cómo El es imitado en las almas. El es siempre el fruto del
cielo
y de la tierra.
"Dos artífices tiene que colaborar en el trabajo que es a la vez la perfección
de Dios y el más excelente logro de la humanidad: el Espíritu Santo y la santísima
Virgen María. Las almas necesitan dos santificadores, el Espíritu Santo y la Virgen
María, porque ellos son los únicos que pueden reproducir a Cristo en nosotros.
"Indudablemente, el Espíritu Santo y la Virgen María nos santifican de modo
diverso. El primero es el Santificador por esencia; porque él es Dios que es santidad
infinita; porque él es Amor personal que completa, por así decirlo, la santidad de Dios,
llevando a consumación su vida y su unidad, y pertenece a El el comunicar a las almas el
misterio de esa santidad. La Virgen María, por su parte, es la cooperadora, el
instrumento indispensable en y por el designio de Dios. De la relación maternal de María
al cuerpo humano de Cristo se deriva su relación a su Cuerpo Místico, que se está
formando a través de todos los siglos hasta el final de los tiempos cuando sea levantado
a los cielos, bello, espléndido, completo y glorioso.
"Así pues, el Espíritu Santo y María, son los dos artífices indispensables de
Jesús, los santificadores indispensables de las almas. Cualquier santo en el cielo puede
cooperar en la santificación de un alma, pero su cooperación no es necesaria, ni
profunda, ni constante: mientras que la cooperación de estos dos artífices de Jesús, de
los que justamente hemos estado hablando, es tan necesaria que sin ella las almas no son
santificadas (y esto por el designio auténtico de la Providencia) y tan íntima que
alcanza las profundidades más escondidas de nuestra alma. Porque el Espíritu Santo
derrama el amor en nuestro corazón, hace su morada en nuestra alma, y dirige nuestra vida
espiritual por medio de sus dones. La Virgen María tiene la influencia eficaz de
Mediadora en lo más profundo y delicado de las actuaciones de la gracia en nuestras
almas. Y, finalmente, la acción del Espíritu Santo y la cooperación de la Virgen María
son constantes; sin ellas, ni un simple rasgo de Jesús sería impreso en nuestras almas,
ni crecería ninguna virtud, ni se desarrollaría ningún don, ni aumentaría la gracia,
ni se fortalecerían los lazos de unión con Dios en el rico florecimiento de la vida
espiritual.
"Estos son los puestos que el Espíritu Santo y la Virgen María tienen en la obra
de la santificación. Por tanto, la piedad cristiana debiera poner a estos artífices de
Cristo en su auténtico lugar, haciendo que la devoción que los debemos sea una actividad
necesaria, profunda y constante."14
Si vamos a seguir la guía del Espíritu Santo como deberíamos, tenemos que poseer una
libertad espiritual lúcida. Con esto queremos significar que tenemos que ser
suficientemente libres en lo que se refiere a personas, a lugares, a ocupaciones -a todo-
para que podamos oir la voz del Espíritu y responder como deberíamos. Puesto de otra
manera, tenemos que estar continuamente esforzándonos por relacionarnos con las cosas de
acuerdo a la voluntad de Dios. Obrar así es ya seguir la guía del Espíritu; obrar así
es también hacernos a nosotros mismos más libres, más sensibles a las orientaciones del
Espíritu.
Algunos poseen suficiente libertad (con su proporcionada consciencia) para oir lo que
el Espíritu está diciendo; pero no son suficientemente libres para hacer lo que el
Espíritu Santo les pide aquí y ahora. Puede ser cuestión de clarificarse y liberarse
uno mismo de un hábito personal, o de iniciar cierta forma de actuar. La persona, sin
embargo, no es suficientemente libre para responder a la insinuación del Espíritu.
Por la forma en que estamos usando la frase "libertad espiritual," no
queremos insinuar que la persona no es responsable cuando esta libertad no es operativa.
Simplemente queremos decir que dado los afectos desordenados, la persona no usa
adecuadamente su voluntad libre en lo que se refiere a las insinuaciones del Espíritu
Santo.
A veces las cadenas de nuestra cautividad poseen tal fuerza que sólo con un esfuerzo
extraordinario conseguimos liberarnos de ellas. Una vez libres, nos sentimos asombrados
por la vitalidad de un sentido nuevo de espiritualidad. Decidimos proteger a toda costa
nuestra libertad nuevamente encontrada.
Esos que se han visto privados de libertad política u otros tipos de libertad estiman
profundamente estas libertades una vez conseguidas o reconquistadas. La libertad de la que
estamos hablando, la libertad para hacer lo que Dios nos pida, es la libertad que nos
invita al gozo más profundo, porque poseyendo esta libertad estamos logrando el objetivo
de nuestra existencia. ¿No es éste un motivo para alegrarnos desde lo más profundo de
nuestro corazón?
Nosotros somos creaturas finitas. Por este mismo echo tenemos un sin número de
limitaciones y deficiencias. Tenemos que distinguir, sin embargo, entre las falsas
limitaciones -esas que no debieran existir- y esas que legítimamente emergen de nuestra
finitud.
Falsas limitaciones son esas que por razones muy diversas, nosotros mismos nos
imponemos equivocadamente. Consideremos algunas de éstas. Está la limitación que nos
pone en desventaja cuando perdemos el tiempo y nos comparamos nosotros mismos a otros.
Decimos que si poseyéramos los talentos de esta o de esa persona, con seguridad que
podríamos lograr grandes objetivos. Todo esto mientras de alguna manera desaprovechamos
los dones que poseemos. Dejamos pasar numerosas oportunidades de servir a Dios y a los
otros porque tontamente perdemos el tiempo y la atención lamentando el echo de que nos
falta esta o esa otra cualidad.
También innecesariamente limitamos nuestras posibilidades para realizar algo cuando
somos negligentes en ocasionar la adecuada motivación que permitiría un razonable
desarrollo y afianzamiento de nuestros dones. El motivarnos a nosotros mismos de manera
adecuada es algo por lo que tenemos que esforzarnos constantemente. La clase de
motivación que nos introduce en determinado escenario de nuestras vidas y en una
determinada situación de circunstancias puede bien no ser el exacto factor motivante que
necesitamos en otros momentos del recorrido de la vida.
Hay muchas limitaciones que no tienen que existir. Hay también limitaciones que son
inevitables. Hay, por ejemplo, situaciones que nos limitan el uso de los talentos que
realmente poseemos, y poco o nada podemos hacer para cambiar las circunstancias. Otras
veces cuando tenemos la oportunidad de poner por obra nuestros talentos nos damos cuenta,
a veces con doloroso discernimiento, que se necesita mucho tiempo y mucha energía. Nos
damos cuenta que tenemos que dejar mucho por hacer debido a tales impedimentos. Existen
también esas situaciones en que, a pesar de nuestra buena voluntad, nos sentimos
limitados en lo que podemos realizar a causa de la falta de interés e incluso oposición
de esos a los que tratamos de servir.
Oremos para conseguir la gracia de distinguir las limitaciones que no necesariamente
tienen que existir y esas que son inevitables. Oremos pidiendo la fuerza para eliminar
esas limitaciones que no tienen que existir. Finalmente, pidamos valentía para afrontar
esas circunstancias que van más allá de nuestra capacidad de cambiarlas.
La hermana María Rosa McGeady, presidenta de "Covenant House," (=La Casa de
la Alianza) nos dice: "si tú te sentaras silenciosamente en la parte de atrás de
nuestra capilla en "Covenant House" podrías notar un par de cosas.
"Primero advertirías que nuestra capilla es uno de los pocos lugares tranquilos
en "Covenant House." Dado que es el mayor refugio de emergencia para niños sin
hogar en todo el continente, "Covenant House" es un lugar bastante loco.
Ayudamos a 1,200 niños por noche -niños encontrados en cualquier sendero de la vida y en
cualquier parte del país. La mayoría de las noches hay ruido, montones de ruido que
vienen de montones de dolor, de montones de alegría, de montones de desesperación y de
montones de esperanza.
"Pero si te fueras a sentar en la capilla, escaparías a la mayor parte de ese
ambiente.
"Lo que verías, sin embargo, es a un niño que, de vez en cuando, entraría
respetuosamente, caminaría hasta el frente de la capilla y dejaría un trozo de papel en
una caja especial -nuestra caja de oración.
"En estas tiras de papel, mis niños escriben sus observaciones a Dios...
"Esta mañana cuando fui a la caja el primer trozo de papel que tomé contenía
esta conmovedora súplica: "¡Dios, ayúdame, por favor!"
"Me quedé inmóvil pegada al suelo... Como presidenta de "Covenant
House", he encontrado miles de niños sin hogar. De alguna manera, todo lo que
conozco de estos niños, todo lo que he llegado a amar y respetar de ellos estaba resumido
en esa súplica de cuatro palabras:
"¡Dios, ayúdame, por favor!"
"Cada día encuentro cientos de niños que han sufrido todos los horrores
imaginables (y algunos que ni te puedes imaginar) en sus casas y en la calle. Sus vidas
son una historia de abuso tras otra, de degradación y de abandono.
"Y así, después de todo eso, se asombran si realmente alguien sabe que están
sufriendo, o se preocupa de ellos.
"¡Dios, ayúdame, por favor!"
"Vienen a nosotros agotados, hambrientos, llenos de frío, desesperados -sin
ninguna de las cosas básicas de la vida que todo niño tiene derecho a esperar. No es
difícil entender por qué ellos gritan esta súplica...
"¡Dios, ayúdame, por favor!"
"Y así, consiguen todo lo que ellos pueden conseguir. Una de las experiencias
más conmovedoras de mi vida ha sido escuchar estas súplicas tan especiales como parte de
nuestros círculos de oración. A no ser que tú mismo hayas estado ahí, es casi
imposible entender lo conmovedores que son esos momentos, oir a los niños leer las
Escrituras y orar desde el fondo de sus corazones al Dios que permanece su amigo cuando
han sido capaces de confiar en algún otro. En estos momentos que siempre valoraré como
un tesoro, puedo casi oir sus corazones rotos que están siendo restablecidos y
confortados mientras ellos oran:
"¡Dios, ayúdame, por favor!"15
No sólo los niños desamparados que vienen a "Covenant House" son los que
tienen los corazones rotos. Todos nosotros tenemos los corazones heridos en un grado o en
otro. No lo neguemos. No neguemos nuestra necesidad de ser sanados por el médico divino,
Jesús, Nuestro Salvador y Señor. Y así, cada día cuando vengamos a la oración,
vayamos al Corazón de Jesús. Descansando ahí, sintiéndonos amados y seguros, pidamos a
Nuestro Señor que nos sane más y más para que seamos cada día más capaces de llevar a
cabo la extraordinaria misión que El ha confiado a cada uno de nosotros.
¡Señor Jesús, ayúdanos, por favor!
El padre Wilfred McGreal, O. Carm., nos da este pensamiento en lo que concierne a la
enseñanza de San Juan de la Cruz:
"Juan no pidió que esos que él estaba guiando dieran la espalda a la vida. Lo
que estaba diciendo era que Dios es todo: la naturaleza y la gente en sí mismos, son
(como) nada. El modo como llegamos a amar a la gente y valorar nuestro planeta es verlos
como Dios los ve en un amoroso, y atento cuidado. Juan no quiere que la gente pierda su
identidad, porque después de todo es a la persona singular a la que Dios ama y está
llamando a una relación de amistad. A lo que Juan es contrario es a poner algo antes que
a Dios. Quiere que todos sean libres para que puedan volar con alas de águila, aunque un
hilo de seda puede derribar a un águila. "Nada" es la auténtica
libertad que significa separarnos de todo lo que es negativo en nuestras vidas y, sobre
todo, liberarnos de la alienación."16
Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu Corazón,
traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia,
la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta.
Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más
delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre
para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. ¡Corazón de Jesús yo pongo en
Ti mi confianza!
Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este
Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres
también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único
hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal.
Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo.
Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para
que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más
cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al
Padre en el Espíritu Santo.
Querido P. Carter,
Quiero darle las gracias por haberme enviado el primer ejemplar de Pastores de
Cristo de 1998.
He encontrado su publicación para los sacerdotes inspiradora de pensamientos y
espiritualmente enriquecedora. He mandado cuatro de las cinco copias que me envió a los
dos Rectores de nuestro Seminario Menor y Seminario de Filosofía, a los sacerdotes que
están en contacto con nuestros sacerdote más jóvenes y con las vocaciones, y a nuestro
convento en el Carmelo. Estoy seguro que lo apreciarán tanto como yo.
Le estaré inmensamente agradecido si pudiera enviarme 75 copias. Puede estar seguro
que serán leídas ávidamente y con un enorme aprecio. También, le estaré enormemente
agradecido si me envía tres copias de los doce primeros ejemplares que han aparecido en
forma de libro.
Felicidades por este excelente apostolado. Continúe con este buen trabajo que está
haciendo. Que María, nuestra santísima Madre, bendiga este su apostolado espiritual. He
admirado y estimado mucho las citas que usted incluía del P. Angelo Amato, S.D.B. y del
Cardenal Newman concernientes a nuestra Madre bendita.
Gracias de nuevo,
En el amor de Cristo
Armando Trinidad
Arzobispo de Lahore, Pakistan
Querido Padre,
Me ha pedido su Excelencia el Obispo Frances Gerard Brooks, D.D., que le dé las
gracias por su reciente publicación.
En la última conferencia diocesana nuestro obispo informó a los sacerdotes de su
reciente publicación, carta a los sacerdotes, y les ofreció para su examen las muestras
que usted nos envió. La respuesta fue muy positiva, y muchos sacerdotes mostraron su
deseo de recibir su carta con regularidad.
Su Excelencia me ha pedido que decida con usted la posibilidad de pedirle 60 copias de
esta carta. Esto nos permitirá dar una copia a cada sacerdote, diácono y seminarista de
la diócesis. Ello nos facilitará también ejemplares para distribuir en otros campos.
Rev. Niall Sheehan
Presbiterio de la Catedral
Newry, Northern Irelandd
- Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana, Ediciones
Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).
- El Papa Juan Pablo II, Dominum et Vivificantem. Carta Encíclica, tomado de Las
Encíclicas de Juan Pablo II, J. Michael Miller, C.S.B., editor, Our Sunday Visitor
Publishing Division, Núm. 65.
- David Steindi-Rast, O.S.B., Un Corazón que Escucha, Crossroad, pp. 9-10.
- Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, Loyola University Press, pág.
xvii.
- El Papa Juan XXIII, El Cura de Ars y el Sacerdocio, Carta Encíclica, Paulist
Press, pág. 16.
- Henri Nouwen, El Curandero Herido, Doubleday, pág. 90.
- El Papa Pablo VI, La Devoción a la Santísima Virgen María, Carta Encíclica,
United States Catholic Conference, Núm. 46-47.
- Hans Urs Von Balthasar, La Oración, Sheed and Ward, pág. 53.
- Thomas Merton, Un Lector de Thomas Merton, Thomas P. McDonnell, editor,
Doubleday, pág. 325.
- David Turaldo, La Revelación del Amor, Pauline Books and Media, pág. 133.
- El Papa Juan Pablo II, Meditaciones de cada día, Editions Paulines, pág. 198.
- Robert M. Schwartz, Maestros al servicio del Pueblo de Dios, Paulist Press,
pág. 145.
- Jean Galot, S.J., Teología del Sacerdocio, Ignatius Press, pp. 124-125.
- Arzobispo Luis M. Martínez, El Santificador, traducido por la Hermana M.
Aquinas, O.S.U., Pauline Books and Media, pp. 5-7.
- Hermana María Rosa McGeady, Dios, ayúdame, por favor, Covenant House, pp.
5-7.
- Wilfred Mc.Greal, O. Carm., Juan de la Cruz, Triumph, pág. 59.
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E-Mail: info@SofC.org
1998, EJEMPLAR NUM. 2
Pastores de Cristo
Los Ministerios de Pastores de Cristo
P.O. Box 193
Morrow, Ohio 45152-0193
U.S.A.
Pastores de Cristo, una publicación de espiritualidad para sacerdotes, se edita cada
dos meses por Shepeherds of Christ Ministries, P.O. Box 193, Morrow, Ohio 45152-0193, USA.
Como su distribución es gratis para todos los sacerdotes de los Estados Unidos, y se
está extendiendo internacionalmente, sus donaciones son muy importantes para nosotros.
Sugerencias y comentarios son bienvenidos, así como los cambios de dirección y
direcciones de los [sacerdotes] recién ordenados. El permiso de reproducción está
garantizado para uso no-comercial. Editor P. Edward Carter S.J., Profesor de Teología en
la Universidad Javier en Cincinnati, Ohio, USA, es el Director Espiritual para Shepherds
of Christ Ministries. Presidente de la junta de Directores es John Weickert. Presentación
del Buen Pastor por el Hermano Jerome Pryor J.S. Arreglos y diseños gráficos por Cathy
Ring. También dedicado al progreso espiritual de los sacerdotes está funcionando una red
de conexión mundial de grupos de oración para laicos/religiosos, Asociados a Pastores de
Cristo, oficina principal en 2919 Shawhan Road, Morrow, Ohio 45152, USA telefono
513-932-4451, fax 513-932-6791.
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