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Pastores de Cristo
UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES
INDICE
El Pastor Principal del Rebaño
"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El
asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo abandonándolas,
el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y no le importan
las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así
como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis
ovejas." (Jn 10:11-15)1.
Sí, el Buen Pastor entregó su vida por nosotros a través de su cruel agonía y
muerte en la cruz y resucitó gloriosamente de la muerte para que nosotros pudiéramos
tener vida abundante en El.
Uno de los más importantes aspectos que Jesús vino a darnos es la paz. Tenemos este
relato de Jesús cuando se aparece a los discípulos después de su resurrección:
"La tarde de ese mismo día, el primero de la semana, los discípulos estaban a
puertas cerradas por medio a los judíos. Jesús se hizo presente allí, de pie en medio
de ellos. Les dijo: 'La paz sea con ustedes.' Después de saludarlos así, les mostró las
manos y el costado. Los discípulos se llenaron de gozo al ver al Señor. El les volvió a
decir: 'La paz esté con ustedes.'" (Jn 20,19-21).
- El Mundo necesita paz. Cada nación por separado necesita paz y las familias necesitan
paz. La Iglesia necesita paz. Cada uno de nosotros individualmente necesitamos paz.
Debemos trabajar por la paz a través de la oración, del ayuno, y siguiendo el ejemplo de
Cristo.
Y, ¿qué queremos significar por la paz? San Agustín dice que paz es la tranquilidad del
orden. Dios ha puesto orden en su creación y este orden debe ser respetado y promovido si
queremos que la paz exista. En la medida que la familia humana vive de acuerdo a la
voluntad de Dios -vive de acuerdo al orden o plan que Dios ha establecido para la
creación- en esa medida la paz existe en los diversos sectores de la sociedad humana. En
la medida que hay transgresiones del plan de Dios, de su voluntad, en esa medida la paz
está ausente.
Si vamos a ser instrumentos de paz, nosotros mismos tenemos que estar en paz. Nuestra paz
personal es esa tranquilidad del orden que resulta de hacer la voluntad de Dios. Cuanto
más unidos estamos al amor de Dios haciendo su voluntad, más paz experimentamos.
A veces el sentido de paz que experimentamos es tan fuerte que podemos sentirlo en el
ritmo de nuestra existencia. Estos son periodos de los que podemos traer la experiencia de
una paz extraordinaria. Este tipo de paz no es un acontecimiento diario.
La mayor parte del tiempo vivimos inmersos en una clase de paz simple que resulta de
nuestros intentos diarios por hacer la voluntad de Dios con Amor. Es esta paz la que es
una acogida y una compañía que nos apoya mientras recorremos el sendero de la vida
diaria con su familiar mezcla de alegrías y frustraciones, éxitos y fracasos, risas y
lágrimas.
Ocasionalmente, puede que lleguen a nuestras vidas sufrimientos agudos. Durante esos
períodos es cuando necesitamos una tenacidad especial para que perseveremos en una paz de
espíritu básica a pesar del crítico dolor. Uno se puede preguntar cómo una persona
puede estar en paz en medio de la experiencia de un intenso sufrimiento. San Francisco de
Sales en unos de sus escritos -y no he sido capaz de localizar el lugar exacto- nos ofrece
una analogía que pienso es muy provechosa. El nos pide que imaginemos toda la masa de
agua de un océano en el momento de una violenta tormenta. La superficie del agua se pone
extremadamente agitada. Francisco nos pide, que a medida que usamos nuestra imaginación,
descendamos bajo la superficie del agua hasta su profundidad. ¿Qué encontramos? Cuanto
más profundo descendemos el agua aparece más calmada. De la misma manera, dice el santo
y doctor de la Iglesia, debiera suceder en nosotros durante los tiempos de profundo
sufrimiento. Aunque el exterior pueda estar muy agitado, uno puede todavía mantener la
paz del espíritu básica yendo a lo profundo de nuestro centro donde Dios es
experimentado más directamente. Aquí la persona experimenta una calma, una paz básica
aunque permanezca el sufrimiento.
Si estamos intentado hacer la voluntad de Dios con amor, Dios tiene como objetivo que
estemos en paz. Cuanto más nos acomodamos a la voluntad de Dios, más estamos viviendo de
acuerdo al orden que él pretende para nosotros. En respuesta, cuanto más en armonía
están nuestras vidas con el orden establecido por Dios, más paz experimentamos -paz que
es tranquilidad del orden. Cuanto más vivimos de esta manera, más nos convertimos en
instrumentos útiles para promover el orden de Dios y por consiguiente la paz que se sigue
a través de los diversos sectores de la sociedad.
- Santo Domingo fue un prominente testigo de la paz del Señor: "Domingo tenía una
virtud tan grande y estaba tan fuertemente motivado por el amor divino, que sin duda
aceptó ser un heraldo del honor y de la gracia. Era un hombre de enorme ecuanimidad,
excepto cuando se sentía movido por la compasión y la misericordia. Y ya que un corazón
alegre anima el rostro, mostraba la compostura pacífica de un hombre espiritual en la
amabilidad que él manifestaba externamente y en lo animado de su expresión."2
- Poco antes de que muriese de cáncer, José Cardenal Bernardin nos dejó estas
inspiradoras palabras sobre la paz: "Es el primero de noviembre, y el otoño está
dejando paso al invierno. Pronto los árboles perderán los colores brillantes de sus
hojas y la nieve cubrirá el suelo de los campos. La tierra palidecerá, y la gente se
apresurará a ir de un lugar a otro arropados para conservar el calor. Los inviernos de
Chicago son duros. Es tiempo de morir.
"Pero sabemos que la primavera pronto vendrá con toda su nueva vida y esplendor.
"Es bastante patente que yo no estaré vivo para la primavera. Pero pronto
experimentaré una vida nueva en un estilo diferente...
"Lo que me gustaría dejar tras de mí es una oración sencilla para que cada uno de
ustedes pueda encontrar lo que yo he encontrado -el regalo especial de Dios para todos y
cada uno de nosotros: el regalo de la paz. Cuando estamos en paz, encontramos la libertad
para ser más plenamente lo que somos, incluso en los momentos más difíciles. Dejamos
que escape lo superficial y nos abrazamos a lo permanente. Nos vaciamos de nosotros mismos
para que Dios pueda trabajar en nosotros de manera más plena. Y nos convertimos en
instrumentos en las manos del Señor."3
- Aquí está la hermosísima oración de San Francisco de Asís:
Señor, hazme instrumento de tu paz.
Donde haya odio, siembre yo amor.
Donde haya ofensa, perdón .
Donde haya duda, fe.
Donde haya desesperación, vida.
Donde haya oscuridad, luz.
Donde haya tristeza, alegría.
Oh Maestro divino, concédeme que
no busque más
ser consolado, que consolar;
ser entendido, que entender;
ser amado, que amar;
porque es dando como recibimos,
es perdonando como somos perdonados.
Es muriendo como nacemos para la vida eterna.
- San Pablo nos habla de la paz del Señor: "Alégrense en el Señor
en todo tiempo. Les repito: alégrense. Y sea tal la perfección de su vida que toda la
gente lo pueda notar. El Señor está cerca: no se inquieten por nada. En cualquier
circunstancia recurran a la oración y a la súplica, junto a la acción de gracias, para
presentar sus peticiones a Dios. Entonces la paz de Dios, que es mucho mayor de lo que se
puede imaginar, les guardará su corazón y sus pensamientos en Cristo Jesús." (Fil.
4,4-7)
- Hablando de la participación eucarística, el Vaticano II nos dice:
"Por tanto la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a
este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo a
través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la
acción sagrada, sean instruidos con la palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del
Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia
inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él; se perfeccionen día
a día por Cristo Mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios
sea todo en todos."4
Las palabras de arriba nos recuerdan que el sacerdocio universal da al creyente poder
sacerdotal real para ofrecer el sacrificio eucarístico. Esta capacidad de ofrecer, por su
puesto, difiere del poder de ofrecer que el sacerdote recibe a través de la ordenación.
Sin embargo, todos nosotros participamos de Jesús sacerdote y víctima, que en la misa es
el sacerdote principal y la víctima.
- El Papa Juan Pablo II, en uno de sus escritos antes de ser Papa, apunta que la verdad de
nuestro compartir en el sacerdocio de Cristo es central para toda la enseñanza del
Vaticano II: "...la actitud que deriva del sacerdocio de Cristo es vista como una
actitud que contiene de una manera especial toda la riqueza de la fe, ya sea en lo que se
refiere al contenido y en lo que se refiere a la responsabilidad personal. La enseñanza
Conciliar, que pone tanto énfasis en esta actitud, también nos muestra su propio lugar
en la vida interior de cada cristiano y en la vida de cada comunidad cristiana, en la que
toda la riqueza de la fe tiene que ser aceptada y desarrollada. Puede ser dicho en cierto
sentido que la doctrina concerniente al sacerdocio de Cristo y la participación del
hombre en él está en el corazón de la enseñanza del Vaticano II y contiene en cierta
forma todo lo que el Concilio desea decir sobre la Iglesia, la raza humana y el mundo.
"Sólo en contraste con el marco de la verdad concerniente al sacerdocio de Cristo,
en el que todo el Pueblo de Dios comparte, el Concilio describe la mutua 'subordinación'
entre el sacerdocio de los fieles y el sacerdocio jerárquico."5
- Las palabras que siguen del Padre M. Raymond, O.C.S.O., están estrechamente unidas a
los pensamientos expuestos arriba. Sus palabras subrayan la enorme importancia que tienen
en lo que concierne a la santidad personal y a la participación en la Misa. "La
Misa, considerando que es el ofrecimiento de Cristo, no sólo es en todo tiempo aceptable
a Dios, sino que es también de infinito valor. Pero, porque es tu ofrenda y la mía, y la
de cada miembro del Cuerpo Místico... podemos limitar la eficacia del inmenso Acto de
Amor de Dios; nosotros seres finitos podemos poner barreras al verdadero desbordamiento
del Dios-vida hecho posible por la infinitud del Hijo del Padre eterno."6
- Sí, la eficacia de cada Misa, que hace sacramentalmente presente el sacrificio del
Calvario, depende en parte de la santidad de toda la Iglesia junta como un cuerpo
ofreciéndolo con Cristo al Padre en el Espíritu Santo, incluyendo la santidad personal
del sacerdote que ofrece la misa y la santidad de toda la asamblea participante."
El Padre Maurice de la Taille, S.J., con anterioridad profesor de teología de la
Universidad Pontificia Gregoriana, y autoridad universalmente reconocida en lo que a la
misa se refiere, nos señala la enorme importancia de la santidad personal de la Iglesia
de cara a la eficacia del Sacrificio Eucarístico: "Es, pues, de enorme importancia
que hubiera en la Iglesia muchas, pero que muchas personas santas. Gente devota , hombres
y mujeres, que se sintieran urgidos por todos los medios a una mayor santidad, para que
a través de ellos el valor de nuestras misas pueda aumentar y la incesante voz de la
Sangre de Cristo, gritando desde la tierra, pueda llegar con más claridad e insistencia a
los oídos de Dios. Su Sangre grita en los altares de la Iglesia, pero, como grita a
través nuestro, se deduce que cuanta más ternura en el corazón, y más pureza en los
labios, más claro su grito va a ser oído en el Trono de Dios.
¿Te gustaría saber por qué por muchos años después del primer Pentecostés el
Evangelio se propagó tan maravillosamente; por qué había tanta santidad entre la
comunidad cristiana; por qué esa pureza de corazón y mente tan singular y ese amor tan
especial, compendio de todas las perfecciones? Encontrarás la respuesta cuando recuerdes
que en esos momentos la Madre de Dios estaba todavía en la tierra aportando su preciosa
ayuda en todas las misas celebradas por la Iglesia, y dejarás de maravillarte de que ya
nunca más desde entonces haya habido una tal expansión de la Cristiandad, y un progreso
espiritual semejante."7
Si todos, pues, tenemos la responsabilidad de crecer en santidad para que se haga la misa
más eficaz, el sacerdote debe sentir una especial obligación. Su objetivo tiene que ser
siempre el de crecer en santidad Ðcrecer en unión con Cristo sacerdote, este Cristo que
nos lleva al Padre en Espíritu Santo con María a nuestro lado.
- Continuemos construyendo sobre el pensamiento del Padre de la Taille. El afirma que las
misas que tuvieron lugar mientras nuestra Madre Bendita estaba todavía en la tierra
fueron extraordinariamente eficaces debido a su superabundante santidad.
Podemos, por tanto, hacer nuestra personal participación en el Sacrificio de la
Eucaristía mucho más eficaz intentando desarrollar en nosotros esas disposiciones de
María que ella llevaba a su participación personal en el sacrificio de la Eucaristía
mientras ella estaba en la tierra.
Pidamos a María que nos ayude a participar en el sacrificio eucarístico con la mayor
perfección posible. Ella es el modelo perfecto para nosotros en la manera de aceptar al
Cristo crucificado y al Cristo glorificado. A María le ha sido dada una profunda
intuición de cómo participar cada vez más en el misterio pascual de la muerte y
resurrección de Cristo, este misterio pascual que se hace sacramentalmente presente en
nuestros altares durante el sacrificio eucarístico. María es la Madre apenada que ha
llorado. Ella ha sido también plenamente adornada con la victoria ya que ella resiste de
pie sobre el altar del sacrificio. María es la Señora de la Victoria, la Señora de la
Paz y la Alegría, la Señora Vestida del Sol. A través de su Corazón Inmaculado trae a
una mayor claridad a los hijos de Eva que lloran para que la gracia fluya en desbordados
torrentes desde los alteres del sacrificio.
Oremos para que nosotros mismos contribuyamos a que cada vez más las aguas de la
salvación broten sobreabundantemente de nuestros altares para nuestra tierra sedienta.
Como hemos indicado, el fruto de cada Misa depende enormemente de la santidad del
sacerdote que ofrece el sacrificio eucarístico. Un aspecto de la santidad del sacerdote
es su forma de venir al altar con esa presencia que le permite tener el reconocimiento
más grandioso del acontecimiento extraordinario que va a tener lugar. El sacerdote
alcanza la adecuada presencia en la misa de manera proporcionada a su unidad con Cristo.
Por otra parte, su unidad con Cristo existe en proporción a su unión con María. Pues a
María le ha sido dada por Dios el papel de cooperar con el Espíritu Santo en llevar a
una mayor profundidad en nosotros lo que es la imagen de Jesús. Consiguientemente, cuanto
más uno está unido a María, la esposa del Espíritu Santo, más este Espíritu Santo
nos forma a semejanza de Cristo.
Además de tener una obligación de crecer en gratitud por la grandeza de la misa, el
sacerdote tiene el gran privilegio y responsabilidad de enseñar a los creyentes cómo
participar más fructuosamente en la Misa. Muchos parecen llegar a la misa sabiendo muy
poco de lo grande que es el acontecimiento que va a tener lugar. Muchos parecen venir al
altar faltos de ese adecuado conocimiento y de esa adecuada disposición que les
permitiría una participación apropiada en el sacrificio eucarístico.
Con confianza de niños, pidamos al Padre que nos conceda a través de Cristo y en el
Espíritu Santo con la asistencia de María nuestra madre, un mayor conocimiento y amor
por la Eucaristía: "Por aquel tiempo exclamó Jesús: 'Padre, Señor del cielo y de
la tierra, yo te alabo porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y prudentes y
las revelaste a la gente sencilla. Sí, Padre, así te pareció bien. El Padre puso todas
la cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el
Hijo y aquellos a los que el Hijo quiere dárselo a conocer." (Mt. 11,25-27)
- No todos están de acuerdo con todo lo que el Cardenal Bernardin decía y
hacía mientras desempeñó su cargo de cabeza de la Archidiócesis de Chicago. Pienso que
todos, sin embargo, están de acuerdo que dio un sobresaliente testimonio en cómo un
cristiano debería afrontar y aceptar la muerte. Durante sus últimos meses como paciente
de cáncer fue un estímulo e iluminación para millones. Hay otro aspecto de la vida del
Cardenal que también pienso todos expresarían su opinión con acuerdo Ðes el echo de
que el Cardenal, como Arzobispo de una de las Archidiócesis más grandes de la Iglesia,
era un hombre enormemente ocupado. A pesar de ello, nos dice, en uno de su últimos
comentarios antes de su muerte, que dedicaba una hora diaria a la oración, y que
apreciaba grandemente ese tiempo primero de la mañana con el Señor. "Aprendí hace
muchos años que la única forma en la que yo podía ofrecer un tiempo cualificado para
orar era levantándome temprano (tengo que añadir entre paréntesis que no sentía un
gran deseo de levantarme tan temprano Ðhabitualmente trataba de permanecer en cama hasta
lo más tarde que podía.) Las primeras horas de la mañana, antes de que los teléfonos y
las puertas comiencen a sonar, antes de que llegara el correo, me parecieron ser las
mejores para dedicar un tiempo expresamente seleccionado para Señor. Así que prometí a
Dios y a mí mismo que dedicaría a la oración la primera hora del día. Aunque entonces
no sabía si sería capaz de guardar la promesa, me siento contento de decir que la he
guardado por casi unos veinte años. Esto no significa que he aprendido cómo orar a la
perfección. Ello no significa que no haya experimentado las luchas que otras gentes han
enfrentado. Más bien al contrario. Pero enseguida, tomé otra decisión. Me dije,
'Señor, yo sé que gasto cierta cantidad del tiempo de oración diaria soñando,
resolviendo problemas, y no estoy seguro de que pueda interrumpir todo esto. Lo
intentaré, pero lo más importante es que, no voy a dar este tiempo a ningún otro que a
ti. Así, pues, aunque no llegue a unirme a ti tanto como debiera, ningún otro va a
conseguir de mí este tiempo'.
"Lo que yo he encontrado a medida que ha pasado el tiempo es que el efecto de esa
primera hora no termina cuando se acaba la hora. Esa hora con toda seguridad me une con el
Señor en el primer momento del día, pero me conserva en contacto con él durante el
resto del día también. A menudo, cuando me enfrento a mis asuntos diarios, ya sea
positivos o negativos, pienso en mi relación de amistad con el Señor y le pido ayuda.
Así que estos son dos puntos importantes, al menos para mí. En otras palabras, aunque no
sea usado a la perfección, no debieras dar ese tiempo a nadie más; debieras continuar
intentándolo. Y segundo, si tú das el tiempo, poco a poco te vas a ir uniendo al Señor
a través de tu vida, lo cual es verdaderamente importante.
"¿Qué hago durante mi oración de la mañana? Rezo algunas de las Horas
Litúrgicas. Para mí, es una oración muy importante. Es la oración de la Iglesia, y me
siento conectado con toda la gente, especialmente clérigos y religiosos, que están
recitando y orando la Liturgia de la Horas a lo ancho y largo de todo el mundo. Y ello me
da no sólo el sentimiento sino también la convicción de que soy parte de algo que es
más grande. Y, en segundo lugar, la mayor parte de las oraciones de las diversas horas
están tomadas de los Salmos. He encontrado que los Salmos son algo muy especial porque
relatan de un modo muy directo, el camino humano, las alegrías y las tristezas de la
vida, las virtudes, los pecados. Los Salmos encierran el mensaje de que al final el bien
vence. Y mientras ves las personas que se mencionan en los salmos luchando por unirse al
Señor, eso te proporciona una buena cantidad de ánimo al saber que incluso hace miles de
años estaban sucediendo las mismas cosas.
"También rezo el Rosario porque me trae en imágenes vivas algunos de los puntos
más relevantes de la vida y ministerio del Señor así como de su Bendita Madre. Todo
ello me ayuda. Algunas gentes piensan que el Rosario es muy repetitivo, y en cierto
sentido lo es. Pero te conserva fijo en los misterios del Señor, los Misterios de Gozo,
los Misterios de Dolor, los Misterios de Gloria.
"Y después gasto parte de mi tiempo en oración mental, reflexión. Trato de
enriquecerla cuanto puedo reflexionando devotamente sobre las Escrituras y otros libros
espirituales buenos... Sin la oración, no puedes estar conectado o no puedes permanecer
unido al Señor. Es absolutamente esencial."8
- Tomas Merton nos ha dejado estas palabras concernientes a la oración y
al propio conocimiento: "La sinceridad de toda oración, ya sea litúrgica o privada,
depende del conocimiento básico de nuestro auténtico estado espiritual. Tenemos que
tener cierta consciencia de lo que supuestamente debiéramos ser, de lo que no somos, y de
lo que somos. El primer paso hacia la libertad que es el don libre de la gracia de Dios,
es el conocimiento libre de nuestra propia necesidad de su gracia. O, en otras palabras,
si nuestra libertad aspira a una unión con la libertad suprema del Espíritu que es la
Libertad misma, tiene que comenzar por aceptar libremente la verdad sobre nosotros mismos.
Porque sin verdad no podemos ver para hacer decisiones, y si la libertad no puede ver para
escoger, no es completamente libre. Tenemos que ver y aceptar el misterio del amor de Dios
en nuestras aparentemente irrelevantes vidas."9
- El Vaticano II nos dice: "La santidad misma de los presbíteros
contribuye en gran manera al ejercicio fructuoso del propio ministerio; pues si es cierto
que la gracia de Dios puede llevar a cabo la obra de salud aun por medio de ministros
indignos, de ley ordinaria, sin embargo, Dios prefiere mostrar sus maravillas por obra de
quienes son más dóciles al impulso e inspiración del Espíritu Santo."10
- El sacerdote es obvio que puede aplicar apropiadamente a sí mismo lo que
el Vaticano II dice concerniente a la formación espiritual de los seminaristas: "La
formación espiritual está estrechamente unida a la doctrina y pastoral, y con la
colaboración sobre todo del director espiritual, debe darse de tal forma que los alumnos
aprendan a vivir en trato familiar y asiduo con el Padre por su Hijo Jesucristo en el
Espíritu Santo. Habiendo de configurarse a Cristo Sacerdote por la sagrada ordenación,
habitúense a unirse a El, como amigos, con el consorcio interno de toda su vida. Vivan el
misterio pascual de tal manera que sepan iniciar en él al pueblo que ha de
encomendárseles.
"Enséñeseles a buscar a Cristo en la fiel meditación de la palabra de Dios, en la
activa comunicación con los sacrosantos misterios de la Iglesia, sobre todo en la
Eucaristía y el Oficio divino; en el obispo, que los envía, y en los hombres a quienes
son enviados, principalmente los pobres, los niños, los enfermos, los pecadores y los
incrédulos. Amen y veneren con filial confianza a la Santísima Virgen María, a la que
Cristo, muriendo en la cruz, entregó como madre al discípulo."11
- El Directorio sobre el Ministerio y la Vida de los Sacerdotes
nos dice: "Los sacerdotes, como colaboradores del Orden Episcopal, forman con el
obispo un solo presbiterio y participan, en un grado subordinado, en el único sacerdocio
de Cristo. Al igual que el obispo, participan en esa dimensión desposoria en relación a
la Iglesia que está tan bellamente expresada en el Rito de la ordenación episcopal
cuando se les confía el anillo...
"Por esta comunión con Cristo el Esposo, el sacerdocio ministerial es también
fundado -por Cristo, con Cristo y en Cristo- en el misterio del amor transcendente y
sobrenatural del que el matrimonio entre los cristianos es una imagen y una
participación.
"Llamado al acto de amor sobrenatural, absolutamente gratuito, el sacerdote debiera
amar a la Iglesia como Cristo la ha amado, consagrando a ella todas sus energías y
dándose a sí mismo en amor pastoral hasta consumirse de generosidad."12
La amistad es un proceso de autoliberación. Mientras me doy a otro en amistad, soy
ayudado en el proceso de escapar de mi falso yo. Soy ayudado en el proceso de crecer en mi
auténtica identidad. La fachada que el falso yo ha levantado en torno al auténtico yo se
desmorona gradualmente por medio de la amistad auténtica. ¿Este eres tú? Cuando alguien
me recibe en amistad, esa persona me recibe como yo soy. El amigo me quiere en mis mejores
momentos, me quiere a pesar de mis aspectos negativos. En la ternura de este amor
receptivo me siento animado a llegar a ser mi yo auténtico. No tengo que proyectar un yo
falso con la esperanza de que una imagen así pueda ser más aceptable. Soy animado a
tomar el riesgo de ser mi auténtico yo, ya que sé que el otro no me rechazará. De
hecho, mi auténtico yo es más atractivo al amigo y los demás precisamente porque es mi
auténtico yo -el yo que Dios me destina a ser. La amistad, pues, desarrolla mi libertad
-la libertad de ser mi yo real. Cuanto más íntima es la amistad, más animado me siento
por el amor del otro a ser y llegar a ser, a ejercitar mis talentos y llevarlos por el
amor de Dios y del prójimo a una maduración nunca tenida antes en tal grado.
Si las posibilidades de crecer de acuerdo a mi auténtico yo son intensificadas en la
medida que me doy a mí mismo a un amigo persona-humana, estas posibilidades van a ser
mucho más intensificadas en la medida que me doy en amistad a Jesús. Cuanto más
consciente soy del inmenso y personal amor de Cristo por mí, más seguro me siento para
desarrollar mi auténtico yo. Al ser aceptado por Jesús como un amigo íntimo debería
verdaderamente cambiar mi vida -como cambió la vida de San Pablo y de muchos otros. Lo
mismo que Cristo se me ha dado por completo, así debería yo darme por entero a El. Esta
amistad profunda e intensa lleva a cabo mi continua transformación, mi continua
conversión. Este amigo Jesús, a través de la firmeza y ternura de su amor, me saca
gradualmente de mi egoísmo, me hace gradualmente más libre para ser en autenticidad, me
permite que mi ser crístico gradualmente divinizado emerja cada vez con más expresiones
de amor a Dios y al prójimo.
El compartir estas experiencias placenteras de la vida con este amigo Jesús
intensifican su alegría. Siendo amado y aceptado por otros, disfrutando el reto y el
éxito del trabajo, experimentando las alegrías sencillas lo mismo que la felicidad más
desbordada, bebiendo sin respirar las bellezas de la naturaleza, estas y las demás
experiencias de este estilo toman un mayor significado en la medida que yo las comparto.
Su presencia, lejos de disminuir nuestra alegría, la aumenta, y nos hace querer agradecer
a Dios todo cuanto podemos por las bellezas, las maravillas, la grandeza, y la ternura de
la vida.
El compartir con Jesús los aspectos difíciles de la vida en la condición humana
aligera su carga. Si Jesús es mi amigo, ¿debería un sentido de fracaso apagar alguna
vez nuestra determinación de esforzarnos? Si Jesús es mi amigo, ¿debería el miedo
paralizarme? Si Jesús es mi amigo, ¿existe alguna cruz que yo pueda asegurar que es
demasiado pesada? Si Jesús es mi amigo, ¿puedo permitir que el sufrimiento me amargue?
Este amigo Jesús siempre quiere estar muy cerca. El es fuerte, tierno, comprensivo,
amable, cariñoso. El simpatiza, anima, urge, e inspira. El guía, pero no fuerza. Nos
aconseja cuando nos equivocamos, pero no nos rechaza. El se regocija con toda obra buena,
y amable pero firmemente nos recuerda que hay muchas cosas más que hacer y llevar a cabo.
Este amigo Jesús es el amigo perfecto. El es tu amigo, y mi amigo.
El Papa Juan Pablo II nos dice: "Cuanto más centrada está la misión de la
Iglesia sobre el hombre -más es, por así decirlo antropocéntrica- más tiene que ser
confirmada y actualizada desde una dimensión divina, es decir, tiene que ser dirigida en
Jesucristo al Padre... Hoy deseo decir que la apertura a Cristo, que como redentor del
mundo 'se revela a sí mismo a la humanidad' de una manera total, sólo puede ser
alcanzada a través de una relación más madura con el Padre y su amor... Haciendo al
Padre presente como amor y compasión es, en la propia consciencia de Cristo, el
criterio fundamental de su misión de ser el Mesías..."13
El Arzobispo Luis M. Martínez nos alecciona: "La consagración al Espíritu Santo
tiene que ser total: nada tiene que separarnos de su posesión amorosa. Indudablemente las
vacilaciones y deficiencias son parte de nuestra imperfección, pero aun así, nuestro
amor no se puede apagar. Antes bien, tiene que levantar su llama divina hacia el amor
infinito en medio de las vicisitudes humanas.
"La devoción real al Espíritu Santo, por tanto, no es algo superficial y
temporal, sino algo profundo y constante, como la vida cristiana en sí misma; es el amor
del alma que trata de corresponder al amor de Dios, es el don de la criatura que trata de
ser agradecida al don divino, la cooperación humana que recibe la acción amorosa y
eficaz de Dios. Así como el amor divino es eterno, su misericordia sin medida y su
acción constante, nos corresponde a nosotros tener nuestro corazón siempre abierto a su
amor, listo a recibir el don indescriptible, y conservar todos nuestros talentos dóciles
al movimiento divino."14
San Pablo nos dice: "Sinceramente, para mí, Cristo es mi vida, y morir es una
ventaja. Pero si la vida en este cuerpo me permite aún un trabajo provechoso ya no sé
qué escoger. Estoy apretado por los dos lados. Por una parte desearía partir y estar con
Cristo, lo que sería sin duda mucho mejor. Pero a ustedes les es más provechoso que yo
permanezca en esta vida." (Fil. 1,21-24)
Deberíamos todos sentirnos inspirados por estas palabras de Pablo para reavivar
nuestro amor y entusiasmo personal por Cristo. Después de todo, para nosotros nuestra
vida debiera ser Cristo. ¿Qué más significa la palabra cristiano? Si reflexionamos en
el significado de la palabra cristiano, llegamos a descubrir que idealmente significa un
seguidor de Cristo, uno que se ha entregado totalmente a Cristo, uno para quien la vida no
tiene sentido auténtico sin Cristo, uno que está deseando vivir y morir por Jesús y su
causa. ¿Por qué a veces no dejamos a Jesús que influencie nuestras vidas como El
debiera? ¿Por qué a veces tendemos a colocarle en el último lugar de nuestros
pensamientos y caminamos en direcciones muy distintas que nos absorben en nosotros mismos?
¿Por qué, aparentemente, muchos cristianos se entusiasman con toda clase de proyectos, y
sin embargo tienen un entusiasmo tan desesperanzado por el proyecto más importante que es
el trabajo de Jesús? Como cristianos comprometidos, debiéramos usar los medios adecuados
que nos prevengan de sucumbir en una actitud de este estilo.
Tenemos el privilegio y la responsabilidad de permitir a Jesús que viva a través
nuestro. Jesús quiere vivir en nosotros. El quiere que le ayudemos a continuar su misión
redentora en nosotros y a través de nosotros. Hace 2000 años Jesús recorrió a pie la
tierra enseñando, curando los enfermos, perdonando pecados, derramando su amor y
misericordia, escogiendo a los Apóstoles, formando su Iglesia. Con todo esto El estaba
realizando lo que los teólogos llaman redención objetiva. Nosotros no teníamos parte en
esto. Sin embargo, ahora estamos en el marco de la redención subjetiva -la aplicación de
los frutos de la redención objetiva a los sujetos o personas individuales. En esta fase
de la redención, Jesús pide ayuda. Pide que le prestemos nuestras manos, nuestras
palabras, nuestra mente, nuestras voluntades, nuestros corazones.
En este trabajo de la inminente y esperada redención cada uno de nosotros tiene una
misión especial, un papel especial que llevar a cabo. Nadie puede realizar la misión de
otro. Cada uno de nosotros, siendo personas únicas, tiene una misión singular que
desempeñar. Juan Cardenal Newman nos recuerda: "...todo ser viviente, alto o bajo,
sabio o ignorante, joven o viejo, hombre o mujer, tiene una misión, tiene una tarea
encomendada. No somos enviados a este mundo sin sentido; no hemos nacido por casualidad...
Dios nos contempla a cada uno; El crea cada alma, El la hospeda en el cuerpo, una por una,
con una finalidad. El necesita, se rebaja a sí mismo para necesitar, de cada uno de
nosotros. Tiene un plan para cada uno de nosotros; somos todos iguales ante sus ojos,
somos colocados en nuestros niveles y situaciones diferentes, no para que saquemos
provecho para nosotros mismos, sino para trabajar en ellos para El. Como Cristo tiene su
trabajo, nosotros también tenemos el nuestro; lo mismo que El está encantado de hacer su
trabajo, nosotros tenemos que estar contentos de hacer el nuestro también."15
Llevamos a término nuestra misión en, con, por, y para Cristo. El está con nosotros
mostrándonos el camino, enseñándonos amablemente cómo vivir de acuerdo al modelo de su
propia vida. Nos anima en los días difíciles y oscuros. Constantemente nos recuerda su
amor delicado y tierno por cada uno de nosotros. Nos inspira y anima a cosas mejores. Nos
dice que nos quiere, que nos necesita, que piensa mucho en nosotros, que valora
enormemente todo aquello con lo que cada uno de nosotros tiene que contribuir. Este es el
Jesús al que seguimos. Vivir es Cristo.
El Vaticano II afirma: "Descendiendo a consecuencias prácticas de máxima
urgencia, el Concilio inculca el respeto al hombre, de manera que cada uno, sin excepción
de nadie, debe considerar al prójimo como a 'otro yo', cuidando en primer lugar de su
vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente, no sea que imitemos a aquel rico
que se despreocupó totalmente del pobre Lázaro.
"En nuestra época principalmente, urge la obligación de acercarnos a todos y de
servirlos con eficacia cuando llegue el caso, ya se trate de ese anciano abandonado de
todos, o de ese trabajador extranjero despreciado injustamente, o de ese desterrado, o de
ese hijo ilegítimo que debe aguantar sin razón el pecado que él no cometió, o de ese
hambriento...
"No sólo esto. Cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier clase,
genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado-, cuanto viola la integridad
de la persona humana, como por ejemplo, las mutilaciones, las torturas morales o físicas,
los conatos sistemáticos para dominar la mente ajena; cuanto ofende a la dignidad humana,
como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las
deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las
condiciones laborales degradantes, que reducen al operario al rango de mero instrumento de
lucro, sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana; todas estas
prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización
humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al
honor debido al Creador."16
Muchos laicos rezan por nosotros, y de manera organizada. ¿No es justo que también
nosotros recemos por todos nuestros hermanos en el sacerdocio, y de manera regular? Aquí
sigue una oración que nos puede ayudar en este intento.
"Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño, te rogamos que por el inmenso amor y
misericordia de tu Sagrado Corazón, atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes,
pastores del mundo entero. Te pedimos que retomes en tu Corazón todos aquellos sacerdotes
que se han alejado de tu camino, que enciendas de nuevo el deseo de santidad en los
corazones de aquellos sacerdotes que han caído en la tibieza, y que continúes otorgando
a tus sacerdotes fervientes el deseo de una mayor santidad. Unidos a tu Corazón y el
Corazón de María, te pedimos que envíes esta petición a tu Padre celestial, en la
unidad del Espíritu Santo. Amén."
Esta oración ha sido tomada del Manual de Oraciones de los Asociados de Pastores
de Cristo, una rama de los Ministerios de Pastores de Cristo. Los asociados son miembros
de los grupos de oración que se reúnen regularmente a orar por las necesidades de toda
la familia humana, pero especialmente por los sacerdotes. Si le interesa una o varias
copias de este manual de oración, y más aún, si le gustaría recibir información de
cómo comenzar un grupo de Pastores de Cristo, póngase en contacto con nosotros en la
siguiente dirección:
Shepherds of Christ, P.O. Box 193, Morrow, Ohio 45152-0193
Teléfono (llamada gratis): 1-800-211-3041
Fax: 1-513-932-6791
J. Patrick Gaffney, S.M.M., escribe sobre San Luis de Montfort: "La devoción
profunda de Montfort a María es claramente Cristocéntrica. Así lo recalca firmemente el
santo hasta el punto de que insistentemente enseña que si la devoción a María nos
separa de Cristo debe ser rechazada como una tentación diabólica...Con María entramos
en una unión más intensa y más inmediata con la Sabiduría Encarnada. Distanciar a
María de la historia de la salvación y por tanto de la vida cristiana es, para Montfort,
rechazar el plan de salvación establecido por el Padre.
"La aceptación de la realidad de nuestra fe vivida en plenitud es lo que Montfort
llama 'La Consagración a la Sabiduría Eterna y Encarnada.' Este sometimiento amoroso y
libre al plan de Dios nos renueva en el espíritu de tal manera que podamos 'llevar a cabo
acciones importantes para Dios y para la salvación de las almas' (cf. La Devoción
Auténtica, 214)...y todo tiene que ser hecho en la esfera de la influencia maternal de
María para que podamos, como ella, ser templos del Espíritu Santo y de esta manera se
renueve la faz de la tierra."17
Aquí tenemos unas palabras del mismo San Luis: "Cuanto más uno está consagrado
a María, más consagrado está a Jesús."18
Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu Corazón,
traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia,
la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta.
Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más
delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre
para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. Corazón de Jesús yo pongo en Ti
mi confianza!
Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este
Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres
también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único
hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal.
Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo.
Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para
que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más
cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al
Padre en el Espíritu Santo.
Aquí están algunas de las muchas cartas que hemos estado recibiendo, buen número de
ellas y de manera creciente vienen de otros países distintos a USA. Esto es un indicativo
de cómo se está extendiendo internacionalmente la circulación de esta Carta.
Querido Padre:
En este día llegaron dos copias de su publicación católica a la mesa de mi estudio.
Puse la demás correspondencia aparte y leí su publicación.
Se hizo propaganda por sí misma. Así pues, le suplicaría 60 copias para que puedan
ser distribuidas entre nuestros sacerdotes, hermanos, hermanas, diáconos y catequistas.
Estoy seguro que apreciarán lo que usted les envía.
Mis bendiciones y mejores deseos.
Su servidor en Cristo,
Cardenal Pío Taofinu'u
Arzobispo de Samoa-Apia
Querido Padre Eduardo:
Gracias por su carta Pastores de Cristo. Está poniendo en manos de nuestros sacerdotes
materiales muy adecuados para la lectura espiritual y para charlas y homilías. Yo mismo
encontraré este material muy provechoso para mi apostolado de dirigir reconciliaciones y
retiros a seminaristas y sacerdotes.
Me agradaría tener 60 copias de cada ejemplar de esta Carta comenzando desde su
próxima publicación.
Permítame extender a usted y a sus compañeros en el apostolado mi aprecio y gratitud
por ampliar su ayuda a sus compañeros sacerdotes en su ejercicio ministerial. El Señor
le bendiga.
Sinceramente suyo,
Angel N. Lagdameo
Obispo de Dumaguete, Filipinas
Querido Padre Carter:
Acabo de leer el ejemplar número 2, 1998, de Pastores de Cristo.
Lo he disfrutado. Tiene auténtica profundidad espiritual. De manera especial
sabrosamente degusté los trozos sobre la Libertad Espiritual de S. Juan de la Cruz.
Realmente todos los fragmentos merecen la pena. Me gustó la mezcla de los fragmentos
tradicionales (las dos oraciones de consagración y Anima Christi) y sus citas de
escritores contemporáneos como Henri Nouwen y Robert Schwartz.
Fue un acto del Espíritu Santo -intervención divina- que yo leyera esta carta. Como
todos los sacerdotes, recibo demasiada correspondencia no deseada que automáticamente
tiro un montón de ella sin mirarla. No sé cómo eché una mirada a su carta el 21 de
Mayo, día de mi cumpleaños. Su carta fue mi mejor regalo de cumpleaños. Continúe con
este buen trabajo.
En Cristo,
Padre Eamon Tobin, Cocoa Beach, Florida
Querido Padre Carter:
Gracias por su carta de espiritualidad sacerdotal, "Pastores de Cristo". Es
una publicación a la vez informativa e inspiradora.
En la paz de Cristo,
Padre Austin Green, O.P. Universidad de Dallas
- Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana,
Ediciones Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).
- "De los Escritos Diversos de la Historia de la Orden de
Predicadores", tal como aparecen en La Liturgia de las Horas, Catholic Book
Publishing Co., Vol IV, p. 1302.
- José Cardenal Bernardin, El don de la Paz, Loyola University
Press, pp. 151-153.
- Los Documentos del Vaticano II, "Constitución sobre Sagrada
Liturgia", Librería Parroquial de Clavaría, S.A. de C.V. México, Núm. 48.
- Juan Pablo II, Fuentes de Renovación: La Puesta a Punto del Vaticano
II, traducido por P.S. Falla, Harper & Row, p. 225
- M. Raymond, O.C.S.O., Esto es Amor, Bruce, p. 106.
- Maurice de la Taille, S.J., El Misterio de la Fe: Libro 2, "El
Sacrificio de la Iglesia", traducido por José Carroll y P.J. Dalton, Sheed
& Ward, p. 240.
- José Cardenal Bernardin, El don de la Paz, Loyola Press,
University Press, pp. 96-100.
- Tomás Merton, El Hombre Nuevo, Farrar, Straus y Cudaby, p. 231.
- Los Documentos del Vaticano II, op. cit., "Decreto sobre el
Ministerio y la Vida de los Presbíteros", Núm. 12
- Ibid, "Decreto sobre la Formación Sacerdotal", Núm.
8
- Directorio sobre el Ministerio y la Vida de los Sacerdotes tal como
aparece en El Interior del Vaticano, Suplemento Especial, Nov., 1994, Núm. 13.
- Juan Pablo II, Sumérgete en la Misericordia, tal como aparece
en Las Encíclicas de Juan Pablo II, publicado con introducciones de J. Michael Miller,
C.S.R., Our Sunday Visitor Publishing Division, Núm. 1.4 y 3.4.
- Arzobispo Luis M. Martínez, El Santificador, Pauline Books y
Media, p. 48
- Juan Cardenal Newman, Discursos Dirigidos a Asambleas Mixtas,
Longmans, Green, y Co., p. 111-112.
- Los Documentos del Vaticano II, op. cit., "Constitución
Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual". Núm. 27
- Dios Solo, La Colección de Trabajos de S. Luis de Montfort, p.
XV.
- San Luis de Montfort, La Devoción Auténtica, tal como aparece
en Dios Solo, op. cit., p.327.
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E-Mail: info@SofC.org
1998, EJEMPLAR NÚM. 4
Pastores de Cristo
Los Ministerios de Pastores de Cristo
P.O. Box 193
Morrow, Ohio 45152-0193
U.S.A.
Pastores de Cristo, una publicación de espiritualidad para sacerdotes, se edita cada
dos meses por Shepeherds of Christ Ministries, P.O. Box 193, Morrow, Ohio 45152-0193, USA.
Como su distribución es gratis para todos los sacerdotes de los Estados Unidos, y se
está extendiendo internacionalmente, sus donaciones son muy importantes para nosotros.
Sugerencias y comentarios son bienvenidos, así como los cambios de dirección y
direcciones de los [sacerdotes] recién ordenados. El permiso de reproducción está
garantizado para uso no-comercial. Editor P. Edward Carter S.J., Profesor de Teología en
la Universidad Javier en Cincinnati, Ohio, USA, es el Director Espiritual para Shepherds
of Christ Ministries. Presidente de la junta de Directores es John Weickert. Presentación
del Buen Pastor por el Hermano Jerome Pryor J.S. Arreglos y diseños gráficos por Cathy
Ring. También dedicado al progreso espiritual de los sacerdotes está funcionando una red
de conexión mundial de grupos de oración para laicos/religiosos, Asociados a Pastores de
Cristo, oficina principal en 2919 Shawhan Road, Morrow, Ohio 45152, USA telefono
513-932-4451, fax 513-932-6791.
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