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ESTAMOS AMPLIANDO NUESTRO CIRCULO DE LECTORES
Con el presente número estamos ampliando nuestro movimiento invitando explícitamente a nuestro círculo de lectores a todos esos que no son sacerdotes, pero que están interesados en la vida espiritual.
Esta carta seguirá siendo escrita de una manera especial para sacerdotes. Pero aun así una gran parte del material también será del interés para aquellos que no son sacerdotes.
Dado que estamos extendiendo nuestro círculo de lectores y para incluir a todas las partes interesadas, creemos que es apropiado ofrecer un nuevo acto de consagración que no sea dirigido sólo a sacerdotes sino a todos los lectores.
El Pastor Principal del Rebaño
"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas. El asalariado, las agarra y las dispersa, porque sólo es un asalariado y no le importan las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.
San Pablo nos dice: Con todo gusto, pues, me alabaré de mis debilidades para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por eso me alegro cuando me tocan enfermedades, humillaciones, necesidades, persecuciones y angustias por Cristo. Cuando me siento débil, entonces soy fuerte. (2 Cor 12:9-10)
Este breve pasaje contiene una de las mayores lecciones de la vida espiritual. Mientras avanzamos en nuestro peregrinar espiritual, nos damos progresivamente cuenta de lo débiles que somos por nosotros mismos, pero de lo fuertes que somos con Cristo.
La experiencia de nuestra debilidad implica sufrimiento. El grado y tipo de sufrimiento pueden ser diversos. El sufrimiento puede incluir la experiencia de la clásica noche oscura del espíritu tal como la describió San Juan de la Cruz.
Uno de los primeros objetivos de la noche oscura es hacer a una persona vivamente consciente de su vulnerabilidad sin Dios. Es este el más imprescindible punto por el que los místicos tienen que pasar si es que el matrimonio espiritual, o una unión transformadora con Dios en Cristo va a tener lugar. En la unión transformante, hay un profundo intercambio entre Dios y el místico. La misma comunicación de Dios es generalmente más profunda y el místico hace una total donación de sí a Dios. En este estado el místico es completamente consciente de su vivir de la vida de Dios, y esta percepción así vivida no ocurre sin experimentar la propia fragilidad sin Dios.
Si no todos en su recorrido espiritual experimentan la clásica noche oscura, todos tiene que experimentar una purificación objetiva que incluye un progresivo conocimiento de la debilidad personal. En este proceso uno mismo se abandona cada vez más a Cristo y vive progresivamente de su vida, de su fuerza. De nuevo San Pablo nos habla: Por mi parte, siguiendo la Ley, llegué a ser un muerto para la Ley a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo, y ahora no soy yo el que vive, sino que es Cristo el que vive en mí. Sigo viviendo en la carne, pero vivo con fe en el Hijo de Dios que me amó y se entregó por mí. (Gal 2:19-20)
Nuestro sentido de debilidad no es paralizante. No obstruye el cumplimiento de nuestros deberes. En ocasiones, atletas, y otros actores pueden, por diversos motivos, no sentirse muy en forma para el ejercicio de sus talentos particulares. La sensación de ineficacia puede, por su parte, mermar la actuación. En la vida espiritual, sin embargo, nuestro sentimiento de debilidad no limita nuestra capacidad para actuar como cristianos. Todo lo opuesto. Sí, sintiendo nuestra fragilidad nos abandonamos cada vez más en Cristo, desarrollamos una vitalidad espiritual mayor. Hacemos esto con una paz básica de la que el mundo desconoce. Santa Margarita María Alacoque, uno de los mayores apóstoles de la devoción al Corazón de Cristo, nos habla de esta paz y su conexión con el sometimiento a Cristo y su poder. En una de sus cartas dice: "Intenta sobre todo conservar la paz de corazón… El modo de conservar esta paz está en no aferrarnos a nuestra propia voluntad, sino en poner la voluntad del Sagrado Corazón en el lugar de la nuestra, y permitirle sus planes con nosotros para su mayor gloria, estando contentos de someternos y abandonarnos a El. En una palabra, este corazón amoroso cambiará lo que es deficiente en usted. El amará a Dios por usted, y usted amará a Dios en El y a través de El"2
En realidad, para los que son mundanos, el concepto de esforzarse para crecer a través del sentimiento de nuestra fragilidad es algo completamente loco, locura absoluta. Para los que han recibido el don del Espíritu Santo, sin embargo, ser adecuadamente conscientes de la propia debilidad es fortaleza y paz y consuelo.
Jesús es nuestro Salvador. Cuando estemos agotados y desilusionados, vayamos al Corazón de Cristo. No estemos ansiosos ni preocupados por nada, pues nuestro trabajo por Cristo es el trabajo de Dios. ¿No vamos a confiar en que Dios tendrá cuidado de su propio trabajo?
Para ser capaz de decir en medio de la lucha y la adversidad, "la mano de Jesús está aquí y El sabe lo que está pasando, dejaré que se vaya mi ansiedad y estaré en paz", es haber alcanzado un gran nivel de confianza en Cristo. Sí, confiemos a Jesús todas nuestras tribulaciones, repudiemos todo lo que sea estar preocupados. ¿Qué cosa Buena lleva a cabo la preocupación? Convirtamos la energía puesta en preocuparse en energía puesta en confiar en Nuestro Señor.
Jesús extendió sus brazos sobre la cruz como expresión del más grande amor por cada uno de nosotros. Nos conocía a cada uno por nuestro nombre. Si abrazó tal agonizante sufrimiento por el amor que nos tiene, ¿por qué no le damos esa inmensa confianza que El quiere para estar cada vez más cerca de nosotros, atendiendo todas nuestras necesidades –con tal de que se lo permitamos?
Cuanto más ponemos nuestra confianza en Jesús, más experimentamos su paz. De nuevo, alejémonos de toda preocupación. Pongamos nuestras tensiones en las manos de Jesús y confiemos que él va a tomar cuidado de ellas. El se nos hace presente, queriéndonos, guardándonos, pidiendo nuestro amor, pidiendo nuestro sometimiento.
Terminamos estas reflexiones de lo que concierne a cómo nosotros encontramos nuestra fuerza en Cristo con otra cita de San Pablo: "Tuve mucho gozo en el Señor cuando vi florecer en ustedes esta preocupación por mí. En realidad, ustedes pensaban en mí: sólo hacía falta una ocasión. No digo esto por estar necesitado; en efecto, aprendí a conformarme en cualquier circunstancia con lo que tengo. Sé pasar privaciones, como vivir en la abundancia. Estoy entrenado para cualquier momento o situación: estar satisfecho o hambriento, en la abundancia o en la escasez. Yo lo puedo todo en Aquel que me fortalece" (Fil. 4,10-13)
En la Encíclica, "Redentor del Género Humano", el Papa Juan Pablo II afirma: "La característica de este amor materno que la Madre de Dios infunde en el misterio de la Redención y en la vida de la Iglesia, encuentra su expresión en su singular proximidad al ser humano y a todas sus vicisitudes. En esto consiste el misterio de la Madre. La Iglesia, que la mira con amor y esperanza particularísima, desea apropiarse de este misterio de una manera cada vez más profunda…
"El amor eterno del Padre, manifestado en la historia de la humanidad mediante el Hijo que el Padre nos dio… se acerca a cada uno de nosotros por medio de esta Madre y adquiere de este modo signos más comprensibles y accesibles a cada persona."3
"El amor por el Espíritu Santo también tiene su característica especial, que debiéramos estudiar en orden a entender plenamente la devoción que le tenemos. Hemos explicado cómo nos ama el Espíritu Santo, cómo nos mueve como si fueramos su aliento divino que nos conduce al seno del Padre, como un fuego sagrado que nos transforma en fuego, como un artista divino que forma a Jesús en nosotros. Con toda seguridad, pues, nuestro amor por el Espíritu Santo debería estar marcado por una docilidad tierna, por un sometimiento total, y por una fidelidad constante que nos permita ser movidos, dirigidos, y transformados por su acción santificadora"4
Nuestro Salvador en la Ultima Cena, la noche que le traicionaban, instituyó el Sacrificio Eucarístico de su Cuerpo y de su Sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la Cruz y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se recibe como alimento a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria venidera.(Vaticano II, Constitución sobre la Sagrada Liturgia núm. 47)5
Por tanto la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que, comprendiéndolo a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la Palabra de Dios, se fortalezcan en la mesa del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él; se perfeccionen día a día por Cristo Mediador en la unión con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos. (Vaticano II, Constitución sobre la Sagrada Liturgia núm. 48)6
A través del Sacrificio Eucarístico, Cristo, el Señor, deseaba establecer entre nosotros de una forma muy especial el vínculo extraordinario por el que estamos unidos unos a otros y con nuestra Cabeza divina, una unión que ninguna palabra de alabanza puede expresarla suficientemente. Porque en este sacrificio los ministros sagrados actúan no sólo como representantes de nuestro Salvador, sino también como representantes de todo el Cuerpo Místico y de cada uno de los fieles. De nuevo, en este acto de sacrificio, los fieles en Cristo, unidos por el lazo común de la devoción y la oración, se ofrecen al Padre Eterno a través de las manos del sacerdote, que por su propia oración lo hace presente sobre el altar, el Cordero Inmaculado, la víctima más aceptable de alabanza y propiciación por las necesidades universales de la Iglesia. Además, lo mismo que el Redentor divino, al morir en la cruz, se ofreció a sí mismo al Padre como Cabeza de toda la raza humana, así ahora, ‘en esta oblación pura’ no sólo se ofrece a sí mismo a su Padre celestial como cabeza de la Iglesia sino a sus miembros místicos también. Los abraza a todos, sí, incluso a los miembros más débiles y más enfermos, con el amor más profundo de su corazón. (El Papa Pio XII, El Cuerpo Místico AAS. XXXV, 232-233)7
Romano Guardini anota: "El don de la Eucaristía y la muerte de nuestro Salvador están conectados en lo más profundo del mismo y único misterio.
"El amor que lo llevó a morir por nosotros fue el mismo amor que le hizo entregarse a sí mismo como alimento. No fue suficiente darnos sus dones, palabras, instrucciones; también se nos dio a sí mismo. Quizá tenemos que buscar en una Mujer, la madre cariñosa, para encontrar a alguien que entiende esta clase de inclinación; estar dando no algo, sino más bien uno mismo –darse uno mismo con todo el ser. No es sólo el espíritu, ni sólo la propia fidelidad, sino cuerpo y alma, carne y sangre, todo – este es sin duda el amor por excelencia, querer alimentar a otros con la auténtica comida de sí mismo. Y por eso fue nuestro Señor a la muerte, para que pudiera levantarse de nuevo en la resurrección, en ese estado en el que El deseaba darse a sí mismo sin límite a todo el género humano.
"Y ahora el que murió por nosotros vive de nuevo en nosotros"8
San Juan Vianney, Cura de Ars, nos dice lleno de emoción: "¿Qué hace Cristo en la Eucaristía? Es Dios, que, como Salvador nuestro, se ofrece cada día por nosotros a la justicia de su Padre. Si estás en dificultades y depresión, él te consolará y aliviará. Si estás enfermo, él te curará o te dará la fuerza para aceptar el sufrimiento… Si el demonio, el mundo y la carne te hacen la guerra, él te dará las armas con que luchar, resistir, y ganar la victoria. Si eres pobre, él te enriquecerá con toda suerte de riquezas en esta vida y en la eterna. Abramos la puerta de su corazón sagrado y adorable y dejémonos envolver por un instante en las llamas de su amor, y veremos lo que es capaz de hacer un Dios que nos ama. ¡Oh Dios mío, quién será capaz de entender! …
"¡Qué grandioso fue el amor de Cristo al escoger para instituir la Eucaristía la víspera en que iba a ser entregado a la muerte! …Los hombres están tramando las más oscuras conspiraciones contra él, y él está afanado únicamente en darles el mayor de los regalos que él tiene. Ellos están pensando únicamente en preparar para él una cruz infame para sentenciarlo a muerte, y él sólo piensa en establecer un altar en el que pueda cada día inmolarse así mismo por nosotros. Ellos están planeando derramar su sangre y Jesucristo quiere que esta misma sangre sea para nosotros una brisa de inmortalidad para el consuelo y alegría de nuestras almas."9
Aquí tenemos unas palabras de un diario espiritual: "Así es como me siento con Jesús. Quiero que El se me dé a conocer. No tenía mucho conocimiento teológico cuando comencé a sentarme delante del sagrario. Buscaba el amor de Jesús. Nadie me amaba del modo que mi alma ansiaba ser amada. Deseaba estar con Jesús. Quería mi corazón lleno. Quería tener satisfecho el deseo que sentía en mi interior. Estaba sediento de amor. Me senté con El presente en el sagrario y me llenó. Se me reveló a sí mismo. Era el esposo de mi alma y yo su esposa. Mientras me unía cada vez más íntimamente a él, sentado allí en silencio y yendo a él, yo lloraba. Me sentía completamente lleno de su amor. Encontré lo que había estado buscando durante toda mi vida. Imprimió su conocimiento en mi alma. Me hizo que le entendiera a través de los momentos íntimos que gasté con él en misa después de la comunión y ante el sagrario."
¿De qué manera llegamos a valorar la gran oportunidad sin igual de participar en el Sacrificio Eucarístico? Esta es una historia que debiera inspirarnos a todos: "Un sacerdote que estaba en el campo de concentración alemán de Dachau describe la Misa después que todos los guardas alemanes se fueran a la cama. Decía él: ‘Nuestras vidas estaban en peligro si en algún momento eramos descubiertos. Un sacerdote joven tenía que memorizar los nombres de todos los que habían recibido la Comunión. Después de revisar que todos estuvieran en sus puestos, nosotros estableceríamos nuestras guardias, cubiertas las ventanas, y el afortunado escogido para celebrar en este momento tan importante se sacudiría su vestimenta, pondría la estola sobre sus hombros y cerca de la pequeña luz de su vela escondida comenzaría la conmemoración de esta sin igual pasión… Podíamos entender la Misa. Estábamos allí todos los que podíamos amontonarnos en la habitación, las lágrimas de alegría se deslizaban por nuestras mejillas. Cristo el Señor, que conocía lo que era el sufrimiento, venía a traernos fortaleza y consuelo. Las hostias pequeñas se partían en el mayor número de fragmentos posibles para que pudieran comulgar el mayor número posible. Teníamos que guardar una lista secreta de los que participaban. Nos saltábamos algunas normas litúrgicas, pero pienso que Dios se fijaba en esta habitación de la prisión y encontraba una muy especial y refrescante respuesta a su grito de amor desde la cruz, ‘tengo sed.’ No había nada que nos impidiera hacer todo lo que estaba en nuestras manos para estar más cerca de Dios.’ "10
De un diario espiritual: "Me afano cuidadosamente para hacer este trabajo, y estoy cansado de correr esta competición. Estoy cansado, soy ni más ni menos que humano, pero el amor insaciable que tengo por él en mi corazón está en el centro de mi existencia. Por El existo y en El amo. Aunque lo amo tan íntimamente aún no soy digno de los dones que él me da. Ansío cada vez más ayudar a las almas, y que sus deseos se hagan míos a través de la unión profunda que tengo con él especialmente después de recibir la Eucaristía. Hoy (Fiesta de la Asunción) sentía la claridad radiante del Corazón de María y la alegría de morar en ese amor puro en lo más íntimo de su corazón. El me ha dado este don especial, vivir arropado en el Corazón de María a pesar de mis faltas. Se me dio a sí mismo totalmente. Esto es lo único que ansío, experimentar su presencia."
Avery Dulles, S.J., un teólogo muy bien conocido, que tiene muchos escritos sobre la Iglesia, observa: "La Iglesia, como ya he dicho, es esencialmente un misterio de gracia, maravilloso encuentro entre lo divino y lo humano. Incluso en sus estructuras visibles, la Iglesia no es una organización simple para ser juzgada sobre la base de su eficacia, sino un sacramento de la acción salvadora de Dios en Jesucristo. De esto se sigue, en mi enjuiciamiento, que las formas de hablar y de vivir de la Iglesia, y de hecho toda su existencia comunitaria, tienen que ser tales que le hagan ser la mediadora de la necesaria comunión con Cristo el Señor. La Iglesia tiene que ser un lugar de oración y culto, de alabanza y contemplación. Cualquier cambio institucional en la Iglesia tiene que ser cuidadosamente revisado por su efecto en la vida espiritual de sus miembros. ¿Hace más robusta su esperanza, su caridad? ¿Les ayuda a centrar sus vidas en Cristo y a fundamentar su existencia en el Dios que le levantó de la muerte?"11
La Iglesia ha sido tema de muchos escritos en nuestros tiempos. En lo que se refiere a esos escritos que tratan de la reforma de la Iglesia, algunos, aun cuando señalan las limitaciones y deficiencias de la vida de la Iglesia, han sido puestas de forma positiva y constructiva. Otros, es triste decirlo, han hecho más daño que otra cosa y han contribuido notoriamente al cisma en la Iglesia. Citamos de nuevo a Avery Dulles, S. J. al mencionar esta división: "Las divisiones, en mi opinión, son más dañinas a la Iglesia que ninguna otra oposición externa. Cuando la Iglesia sufre persecución de poderes intimidatorios, a menudo reacciona con heroísmo y energía. La división, sin embargo, produce cansancio y apatía."12
Una persona que nunca podría ser acusada de contribuir a la división de la Iglesia es el renombrado teólogo Henry de Lubac. Este hombre tenía un conocimiento y amor profundo por la Iglesia, y nos ha dejado estas palabras: "Las Iglesia es a la vez humana y divina, a la vez un don del cielo y un producto de esta tierra… Está orientada hacia el pasado, que contiene un memorial que ella sabe bien nunca es pasado; se orienta hacia el futuro, eufórica por la esperanza de una consumación indescriptible de la que ningún signo sensible de la naturaleza nos da una clave. Destinada en su forma actual a dejar todo tras de sí como ‘la imagen de este mundo’, está destinada en su más íntima naturaleza a permanecer intacta hasta el día en que se llegue a manifestar lo que ella es. Compleja o multiforme es, sin embargo, una, y altamente preocupada por la unidad. Ella es un pueblo, la inmensa multitud de los anónimos y sin embargo -- no hay otra palabra para expresarlo -- el más personal de los seres. Católica, esto es universal, que quiere que sus miembros se abran a todos los horizontes y sin embargo ella misma nunca se muestra completamente abierta sino cuando está tranquila en la intimidad de su vida interior y en el silencio de adoración. Es humilde y es grandiosa. Se considera capaz de adaptarse a cada cultura, y de animar sus valores más altos, al mismo tiempo la vemos revindicar para sí misma los hogares y los corazones de los pobres, los ordinarios, y las masas de los sencillos y desposeídos. No cesa por un instante -y su inmortalidad asegura la continuidad- de contemplar al que es a la vez crucificado y resucitado, el hombre de dolores y señor de la gloria, derrotado por el mundo pero salvador del mundo. El es su esposo ensangrentado y su maestro glorioso. De su corazón generoso, siempre abierto y a la vez siempre ostentosamente secreto, la Iglesia ha recibido su existencia y la vida que desea comunicar a todos…
"La Iglesia es mi madre porque me ha introducido en una vida nueva. Es mi madre porque su preocupación por mí nunca descansa, y además hace esfuerzos por interiorizar esa vida en mí, a pesar de mi cooperación poco entusiasta. Y aunque esta vida puede tener un ligero y tímido crecimiento en mí, he visto su pleno florecimiento en otros…
"¡Felices los que han aprendido desde su niñez a ver en la Iglesia a su madre! ¡Más felices aún aquellos a los que la experiencia, en cualquiera que sea el sendero de la vida, ha confirmado en su verdad! ¡Felices los que un día entendieron totalmente la novedad, la riqueza y la profundidad de la vida que se les comunicó por esta madre!"13
El Papa Juan Pablo II habla a sus hermanos sacerdotes: "En cierto sentido la oración es la primera y la última condición para la conversión, para el progreso espiritual y para la santidad. Quizá, en los últimos años, al menos en ciertas áreas, - ha habido demasiada discusión sobre el sacerdocio, la ‘identidad’ del sacerdote, el valor de su presencia en el mundo moderno, etc., y por otra parte ha habido escasez de oración. No ha habido entusiasmo suficiente para que el sacerdocio actúe a través de la oración…en orden a confirmar la identidad sacerdotal. Es la oración la que nos muestra el estilo primordial del sacerdote, sin la oración este estilo de vida se deforma. La oración nos ayuda siempre a encontrar la luz que nos ha guiado desde el comienzo de nuestra vocación sacerdotal, y que nunca cesa de guiarnos, aunque parezca que desaparece a veces en la oscuridad. La oración nos capacita para estar en actitud de continua conversión, para permanecer en estado de búsqueda continua de Dios, que es esencial si deseamos llevar a los demás a El. La oración nos ayuda a creer, a esperar y a amar, incluso cuando nuestra debilidad humana nos inhibe.
"La oración nos capacita igualmente para un constante redescubrir de las dimensiones del reino por cuya venida oramos cada día cuando repetimos las palabras que Cristo nos enseñó. Así nos damos cuenta cual es nuestro lugar en la realización de esa petición: ‘Venga a nosotros tu reino’, y vemos lo necesarios que somos nosotros para que se lleve a cabo."
Aquí tenemos unas palabras más que Juan Pablo II añade para los sacerdotes: "Queridos hermanos: …ustedes que han puesto la mano en el arado y no miran para atrás, y quizá más aún esos de ustedes que están dudosos del significado de su vocación o del valor de su servicio: piensen en los lugares en donde la gente espera ansiosamente un sacerdote, y donde por varios años, sintiendo la falta de un sacerdote, continúan esperando que llegue su presencia. Y a veces sucede que la gente se reúne en templos abandonados, y colocan en el altar una estola que todavía conservan y recitan todas las oraciones de la Liturgia Eucarística, y luego, en el momento que corresponde a la consagración guardan un profundo silencio, un silencio a veces interrumpido por un suspiro… así de ardiente desean oír las palabras que sólo los labios de un sacerdote pueden eficazmente pronunciar... Así de profundo sienten la ausencia de un sacerdote entre ellos. Lugares como esos no faltan en el mundo. ¡Así, pues, si alguno de ustedes duda del significado de su sacerdocio, o si piensa que es ‘socialmente’ infructuoso o inútil, reflexione en todo esto!"14
Aquí están unas palabras que unen la oración y la búsqueda de uno mismo por descubrir la propia identidad. "Ya que la única identidad real que tenemos es nuestra relación con Dios en Cristo --somos imagines de Dios reconciliados por Cristo -- mejoramos al alcanzar la identidad propia y auténtica, a medida que nos damos cuenta que cada uno de nosotros es un reflejo único de Dios, que vivimos gracias a su vida --en realidad participamos de su vida a través de la gracia…
"La oración juega un papel muy íntimo en el proceso de alcanzar la propia identidad. En el silencio amoroso de la oración Dios se nos revela a sí mismo y hace que nos descubramos a nosotros mismos. Estos aspectos están íntimamente conectados. A la vez que Dios comunica conocimiento acerca de sí mismo, nos da también un acercamiento a nosotros mismos, que somos su imagen. Este acercamiento a Dios y a nosotros mismos se profundiza a medida que crece la oración. Nos hacemos más conscientes de lo que implica vivir de la vida de Dios, vivir de acuerdo a la imagen divina, vivir una existencia como la de Cristo. Todas estas expresiones apuntan a la misma realidad -- que somos expresiones finitas de lo infinito, y cada uno de nosotros lo es de una manera irrepetible, y que ese crecimiento en la propia identidad significa una consciencia crecientemente vivida de la verdad transcendental.
"Cuando esta consciencia alcanza una cierta estabilidad, hemos llegado a un cambio de sensibilidad. Esta fase del recorrido espiritual es de la más extrema importancia. Si uno va adelante después de este cambio de sensibilidad, la vida no volverá nunca a ser la misma. Hemos logrado una forma nueva de comprender la respuesta al misterio de la existencia humana.
"Antes de que este cambio de percepción ocurra, incluso los cristianos comprometidos pueden preguntar a veces, ‘¿Es esto todo lo que hay en la vida?’ Esta pregunta puede importunar al corazón humano aunque disfrutemos de progresos importantes, experimentemos la dimensión feliz de la condición humana y sintamos una dimensión del amor y una seguridad que surge de las relaciones personales.
" ‘¿Es esto todo lo que hay en la vida?’ Para el cristiano, esta pregunta, y la manera como él o ella la afrontan es de importancia crítica. No es que el cristiano que afronta este reto existencial no haya tenido previamente la clave del misterio de la vida. La dimensión de la fe ha provisto ya esta clave. Sin embargo, la visión de la fe, actúa a niveles diferentes. Cuanto más madura es una persona espiritualmente, cuanto más avanzada en la oración, alcanza una mayor comprensión de cómo vivir el misterio de la vida que quien tiene menos conocimientos…
"Afrontando adecuadamente, pues, la extraña pregunta ‘¿Es esto todo lo que hay en la vida?’ nos llevará a una existencia cristiana más profunda que manifestará que, sí, en realidad, en la vida hay más de lo que nosotros hemos conocido hasta ahora. Si seguimos la orientación de la gracia, si uno crece en la vida de oración y de manera constante vive en el nivel donde la misma semejanza a Cristo es dinámicamente operativa, nunca estaremos obsesionados de nuevo por el sentimiento de que la vida no está proporcionando un sentido suficiente de plenitud."15
El 12 de Mayo de 1982, el Papa Juan Pablo II fue en peregrinación a Fátima. Uno de los motivos de su visita fue darle gracias a María por su intercesión al salvar su vida cuando él tuvo un intento de asesinato un año antes.
Quince años más tarde, en 1997, el Santo Padre nos dejaba las siguientes palabras referidas a Fátima. Lynne Weil, periodista, relata sus palabras: "El Papa Juan Pablo II dijo que la serie de apariciones marianas de Fátima, Portugal, contaban como uno de los acontecimientos más significativos de este siglo.
"La sucesión de las apariciones que terminaron hace 80 años fueron ‘uno de los mayores’ signos de los tiempos, ‘porque incluso anuncian en su mensaje muchos de los signos que después siguieron y nos invitan a seguir su llamada’, el papa dijo en una carta al Obispo Serafín de Sousa Ferreira Silva de Leiría –Fátima, Portugal. El mensaje, fechado el primero de Octubre, fue entregado en el Vaticano el 14 de Octubre de 1997.
"El Papa Juan Pablo dijo que el acontecimiento de Fátima ‘nos ayuda a ver la mano de Dios incluso en el siglo XX, con sus guerras y otras tragedias de masa. Y ello mostraba que la humanidad a pesar de ‘haberse alejado ella misma de Dios’, era ofrecida a la protección de Dios, dijo el pontífice.
"El Papa Juan Pablo recordaba que en los relatos evangélicos de la muerte de Jesús, él invocaba clemencia sobre sus perseguidores incluso cuando estaba siendo crucificado, y confiaba la humanidad al cuidado de su madre María.
"El Papa repitió que la exhortación eje de las apariciones Marianas en Fátima es que el creyente recite el rosario todos los días. Pidió a los párrocos que reciten el rosario y que lo enseñen a recitar a otros, diariamente. –CNS"
El Papa Pablo VI nos dejó estas palabras en un discurso de Navidad: "Nuestro Mesías y Salvador está tan cerca que todos nosotros en la actualidad estamos casi necesariamente buscándole. No faltan esos que desean que estuviera muerto u olvidado, esos que están engañados y desean ser capaces de reemplazarle y de crear un humanismo nuevo sin su luz y sin su amor. El auténtico humanismo no puede ser otra cosa que Cristiano.
"Los hombres de buena voluntad, hoy ya no tienen miedo de ser conocidos como cristianos. ¿No se dan cuenta que promoviendo la justicia y la paz están buscando a Cristo? ¿No ven que al ansiar la liberación… lo tienen en mente, lo están llamando? ¿No entienden que mientras tal vez ustedes intentan evitarle y escapar de él, él los persigue? Y…dudarían ustedes que volviéndose hacia él hoy mismo lo descubrirían, no enfadado y distante, sino más bien como el Buen Pastor que les invita tan poderosa y amablemente que puede hacer brotar en ustedes lágrimas de alegría, como aquel que siempre está dispuesto a caminar a su lado, con sus seres queridos, los vivos y los difuntos, para celebrar con ustedes una Navidad santa?
"Sí, permitamos que esta posibilidad deslumbrante se convierta en nuestra esperanza y nuestra seguridad…
"Es así como les tenemos, pueblo de Roma, ante nuestros ojos y nuestro corazón en este momento. Y es así también para la Iglesia entera y todo el mundo. Y nuestra mirada se vuelve especialmente hacia esos lugares donde todavía hay guerra, hambre, sufrimiento y miseria –dondequiera que se espere la llegada de la justicia y la paz."18
Muchos laicos rezan por nosotros, y de manera organizada. ¿No es justo que también nosotros recemos por todos nuestros hermanos en el sacerdocio, y de manera regular? Aquí sigue una oración que nos puede ayudar en este intento.
"Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, te pedimos que en el gran amor y misericordia de tu Corazón atiendas las necesidades de tus pastores sacerdotes a través de todo el mundo. Te pedimos que atraigas de nuevo a tu Corazón a todos los sacerdotes que se han separado seriamente de tu sendero, que vuelvas a encender el deseo de santidad en los corazones de esos sacerdotes que han perdido el entusiasmo, y que continúes dando a los sacerdotes fervientes el deseo de una santidad cada vez más alta. Unidos a tu Corazón y al Corazón de María, te pedimos que presentes esta petición a tu Padre celestial en la unidad del Espíritu Santo. AMEN".
Esta oración ha sido tomada del Manual de Oraciones de los Asociados de Pastores de Cristo, una rama de los Ministerios de Pastores de Cristo. Los asociados son miembros de los grupos de oración que se reúnen regularmente a orar por las necesidades de toda la familia humana, pero especialmente por los sacerdotes. Si le interesa una o varias copias de este manual de oración, y más aún, si le gustase recibir información de cómo comenzar un grupo de Pastores de Cristo, póngase en contacto con nosotros en la siguiente dirección:
Shepherds of Christ,
P.O. Box 193,
Morrow, Ohio 45152-0193
Teléfono (llamada gratis): 1-800-211-3041
Teléfono: 1-513-932-4451
Fax: 1-513-932-6791
"Jesús, nos muestras tu Corazón como el símbolo de tu vida de amor en todos sus aspectos, incluyendo tu amor más especial por cada uno de nosotros como personas únicas. Por el inmenso amor que nos tienes, moriste de muerte trágica, clavado a la madera de la cruz. Por el inmenso amor que nos tienes, resucitaste glorioso de la muerte.
"La Iglesia nació de tu corazón traspasado con los Sacramentos que la dan vida. En la Eucaristía, cumbre y centro de la vida de la Iglesia, te nos continúas dando con el amor más profundo, más tierno, más ardiente, y más completo.
"Jesús, ya que te nos das a tí mismo por completo en tu inmenso amor, es sólo correspondiendo en respuesta, como podemos ser una ofrenda para tí. Es finalmente correspondiendo como nos damos a tí completamente. Sí, nos consagramos a tu más tierno Corazón. Cada uno de nosotros te decimos, oh Señor, Salvador nuestro y Amigo nuestro: ‘Jesús, tómame totalmente, llévame completamente a tu Corazón glorioso. Por amor me entrego a mí mismo a tí. Vive en mí y a través de mí. Te me das por completo en amor. Quiero, con la ayuda de tu gracia, darme a mí mismo por completo a tí en amor y en espíritu de reparación. Llévame, Jesús, a una unión cada vez cercana al Padre, en el Espíritu Santo, con María mi Madre a mi lado. Pongo mi confianza en Tí, Corazón traspasado, glorificado, eucarístico de Jesús.’ "
"Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este Corazón que es el símbolo de tu vida de amor, incluyendo el especialísimo amor que me tienes por ser yo una persona singular. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal. Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo. Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más cercana al Traspasado, Glorificado, Eucarístico Corazón de Jesús, Primer Pastor del rebaño."
Querido Padre Carter:
Por años he recibido las cartas de Pastores de Cristo; no sé quien me puso en su lista de correo, pero estoy muy agradecido a ambos. Desde que comencé a recibir su publicación he sido asignado como el Director Consejero de Formación para el Colegio Pontificio Norteamericano en Roma.
Me gustaría saber si sería posible hacer un pedido considerablemente voluminoso de tal manera que nuestros seminaristas pudieran también beneficiarse de esta publicación. Me comprometo a asegurar que sean distribuídos a nuestros seminaristas. En este momento tenemos en torno a doscientos seminaristas y sacerdotes estudiantes en nuestro campo universitario, todos ansiosos de buena lectura espiritual.
Por favor, permítame saber si podemos hacer algún arreglo para que se entregue la publicación aquí en la universidad.
Le pido que incluya en sus oraciones a la facultad de profesores y también a los seminaristas.
Sinceramente suyo en Cristo.
Reverendo J. Mark Williams
Director Consejero de Formación
del Colegio Pontificio Norteamericano
00120 Vatican City State
Querido Padre :
Mis saludos para usted desde Dimapur. Durante el pasado año he estado recibiendo la publicación de Pastores de Cristo a través de la Archidiócesis. Habiéndola encontrado muy fructífera y enriquecedora pensaba que podría ofrecerla a todos mis sacerdotes de esta Provincia. ¿Será posible el que me envíe 140 libros de sus cartas? Me gustaría ofrecerlo como un regalo del Milenio a todos mis sacerdotes. A partir del año 2000 me gustaría recibir con regularidad la publicación para nuestros sacerdotes. Estoy seguro que el contenido de estas cartas inspirará a mis sacerdotes a una renovación de vida.
Felicidades por el estupendo trabajo que lleva a cabo. Suyo en Cristo, el Buen Pastor.
P. Varghese Palathingal, sdb.
Provincial
Casa Provincial Don Bosco
Nagaland, India
Querido Padre Carter:
Estoy orando por usted y he pedido a todos los demás sacerdotes que se benefician de sus cartas que oren por usted y todos los que trabajan con usted.
Estoy recibiendo la publicación de Pastores de Cristo con regularidad y la distribuyo entre algunos de nuestros sacerdotes que están interesados. No necesito decirle lo útiles que son para reflexiones, para homilías y otro tipo de charlas.
Si es posible en su amabilidad envíenos algún audio-cassette. ¡Gracias!
Sinceramente suyo.
P. V. Savarimuthu
Tamilnadu, India
Querido P. Carter:
Recibí el paquete que tan amablemente me envió. Gracias por el libro "Pastores de Cristo" y el ejemplar de audio-cassettes.
¿Le puedo pedir un gran favor? Hay más de 100 sacerdotes en la diócesis de Cuddapah y también en Kurnool donde serví como Administrador Apostólico por tres años. Me quieren y me visitan cuando vienen aquí. Quiero darles a todos el libro "Pastores de Cristo" y pedirles que los estudien y lo mediten.
Admiro el valioso trabajo que usted está haciendo por la santidad sacerdotal. La santidad de la Iglesia depende de la santidad de sus sacerdotes. Es una inmensa lástima que algunos fallen en llegar a ser "Cristo". Sólo la oración y el amor pueden volverles de nuevo. Mi felicitación otra vez. Con cariño y bendiciones.
Reverendo S. A. Aruliah D.D.
Obispo Emérito de Cuddapah
India
Querido Padre Carter:
He disfrutado inmensamente su copilación de cartas de "Pastores de Cristo". Continúe enviándome sus cartas para que pueda usarlas en mis meditaciones matinales. Gracias por proporcionarnos esta maravillosa publicación. Reciba la donación incluida como una pequeña muestra de mi aprecio.
Sinceramente en El.
P. Salvador Piazza
Ransomville, NY
Querido Padre Edward:
Que la paz de Dios que transciende todo conocimiento guarde su corazón y su mente en el nombre de Jesús, el Señor. Amen.
Gracias por "Pastores de Cristo" que tanto admiro, quiero, valoro y aprecio. Humildemente me atrevo a solicitarle una copia gratis de los cassettes para llegar más plenamente a ser consciente de la espiritualidad que enseña a los sacerdotes de una manera tan práctica.
Oro siempre para que el Señor le llene de su Espíritu. Amén.
Sinceramente suyo en Cristo.
P. Williams Adeforth
Iglesia Católica de San Gregorio
Nigeria
Querido P. Edward J. Carter:
He seguido con ardiente interés su publicación titulada "Pastores de Cristo". Le escribo para animarlo, padre, desde la Diócesis de Little Rock, Arkansas, en los Estados Unidos.
La espiritualidad es un creciente proceso en la vida de cada hombre y mujer. Consecuentemente no se rinda en sus publicaciones. Todos lo necesitan, ya que muchas vidas han sido enriquecidas espiritualmente por medio de sus publicaciones.
Que Cristo el Buen Pastor le conserve lleno de energía.
Suyo con mis oraciones.
P. Oliver Ochieze
Iglesia de Santa María
North Little Rock, Arkansas
Querido Padre:
Saludos desde Kenya - África. Estoy agradecido por haber continuado enviándome su carta inmensamente edificante que me sirve de apoyo en mi proyecto espiritual.
Me gustaría solicitarle también que me envíe las cartas en forma de libro y los audio-cassetttes.
Con los mejores deseos para su apostolado.
Permanezco suyo sinceramente en el Señor.
P. Francisco Gichia Mwaniki
Nuestra Señora de la Victoria
Nakuru - Kenya
Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).
Las cartas de Santa Margarita María Alacoque, traducidas por Clarence Herbst, S.J., Henry Regnery Company, p. 186.
El Papa Juan Pablo II, Carta Encíclica, Redemptor Hominis (El Redentor del Genero Humano), United States Catholic Conference, Núm. 22.
Arzobispo Luis M. Martínez, El Santificador, Pauline Books and Media, pp. 67-68.
Los Documentos del Vaticano II, "Constitución sobre la Sagrada Liturgia", America Press edition, Núm. 47.
Ibid., Núm 48.
El Papa Pio XII, Carta Encíclica, El Cuerpo Místico, AAS, XXXV, pp. 232-233.
Romano Guardini, Jesucristo, Henry Regnery, tal como aparece en Lecturas Diarias en los Clásicos Católicos, editado por Rawley Myers, Ignatius Press, p. 102.
San Juan Vianney, "Sermon del Jueves Santo", en Meditaciones Eucarísticas, Source Books, tal como aparece en Adoración, Ignatius Press, pp. 92-93.
Todo el año con Fulton Sheen, Servant Books, pp. 99-100.
Avery Dulles, S.J., La Iglesia Dócile, Doubleday & Company, p. 39.
Ibid., p. 37.
Henri de Lubac, S.J., La Iglesia: Misterio y Paradoja, traducido por James R. Dunne, Alba House, pp. 2-4.
El Papa Juan Pablo II, Cartas del Jueves Santo a mis Hermanos Sacerdotes, editadas por James P. Socias, Scepter Publications and Midwestern Theological Forum, pp. 38-40.
Edward Carter, S.J., El Misticismo de cada día, Sheed & Ward, pp. 44-46.
Juan Henry Cardinal Newman, Sermones parroquiales sencillos, tal como aparece en El Corazón de Newman, una síntesis organizada por Erich Przywara, S.J., Ignatius Press, p. 224.
La Madre Francis, P.C.C., A lo largo y Ancho, Ignatius Press, pp. 120-121.
El Papa Pablo VI, "Mensaje Navideño al Mundo", 1972, tal como aparece en Enseñanza de Pablo VI, 1972, United States Catholic Conference, pp. 346-347.
website: http://www.pastoresdecristo.org
E-Mail: info@sofc.org
2000, EJEMPLAR 1
Pastores de Cristo
Los Ministerios de Pastores de Cristo
P.O. Box 193
Morrow, Ohio 45152-0193
U.S.A.
Pastores de Cristo, una publicación de espiritualidad para sacerdotes, se edita cada dos meses por Shepeherds of Christ Ministries, P.O. Box 193, Morrow, Ohio 45152-0193, USA. Como su distribución es gratis para todos los sacerdotes de los Estados Unidos, y se está extendiendo internacionalmente, sus donaciones son muy importantes para nosotros. Sugerencias y comentarios son bienvenidos, así como los cambios de dirección y direcciones de los [sacerdotes] recién ordenados. El permiso de reproducción está garantizado para uso no-comercial. Editor P. Edward Carter S.J., Profesor de Teología en la Universidad Javier en Cincinnati, Ohio, USA, es el Director Espiritual para Shepherds of Christ Ministries. Presidente de la junta de Directores es John Weickert. Presentación del Buen Pastor por el Hermano Jerome Pryor J.S. Arreglos y diseños gráficos por Joan Royce. También dedicado al progreso espiritual de los sacerdotes está funcionando una red de conexión mundial de grupos de oración para laicos/religiosos, Asociados a Pastores de Cristo, oficina principal en 2919 Shawhan Road, Morrow, Ohio 45152, USA telefono 513-932-4451, fax 513-932-6791.