[ ^ ]
Pastores de Cristo
UNA PUBLICACIÓN DE ESPIRITUALIDAD PARA SACERDOTES
INDICE
El Pastor Principal del Rebaño
"Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas.
El asalariado, que no es pastor, ni dueño de las ovejas, huye ante el lobo
abandonándolas, el lobo las agarra y las dispersa, porque no es más que un asalariado y
no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor: conozco las mías y las mías me conocen
a mí. Así como me conoce el Padre, también yo conozco al Padre, y yo doy mi vida por
mis ovejas." (Jn 10:11-15)1.
Sí, ha entregado su vida por nosotros. A través de su vida, de su sufrimiento brutal
y agonizante, de su muerte en cruz, de su gloriosa resurrección, El nos ha conquistado
una nueva vida. Verdaderamente vivimos una nueva vida en Jesús: "¿Cómo podrían
ignorar este punto? Los que fuimos sumergidos por el bautismo en Cristo Jesús, fuimos
sumergidos con él para participar de su muerte. Pues, por el bautismo, fuimos sepultados
junto con Cristo para compartir su muerte, y, así como Cristo fue resucitado de entre los
muertos por la gloria del Padre, también nosotros hemos de caminar en una vida
nueva." (Rom 6,3-4).
Y Pablo nos habla de nuevo: "...por todas partes llevamos en nuestra persona la
muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra
persona." (2 Cor 4, 10).
Cristo ha venido a darnos una parte en la vida trinitaria. En el bautismo las personas
de la Trinidad se nos han dado de una manera extraordinaria. La cercanía de la
comunicación trinitaria imprime en nosotros la imagen de la Trinidad. Ya que Cristo como
hombre reconcilia este don trinitario, esta imagen posee también una dimensión a
semejanza de Cristo. Esta semejanza de Cristo, imagen trinitaria en nosotros es nuestra
vida de gracia santificante. Esta vida de gracia, este Cristo-vida, nos permite
comunicarnos con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, las personas divinas que moran
dentro de nosotros. Cristo-vida nos permite volcarnos nosotros mismo en amor a Dios y al
prójimo.
La vida que Cristo nos ha dado no es un tipo de estructura añadida que se levanta
sobre nuestra naturaleza humana. Aunque naturaleza y gracia son distintas, no caminan una
al lado de la otra como seres independientes. Más bien, la gracia permite su existencia a
la naturaleza. El cristiano es una persona agraciada. El o ella han sido elevados a una
forma más alta de vida en Cristo Jesús. Nada de lo que es auténticamente humano ha sido
excluido de esta nueva existencia. Todo lo que es realmente humano en la vida del
cristiano está destinado a ser una expresión de Cristo-vida. Las sencillas pero
profundas alegrías de la vida familiar, la alegría de ser aceptado por otra persona en
una íntima amistad, la admiración de las bellezas de la naturaleza, la agonía de tener
que hacer decisiones importantes, el éxito o la frustración experimentados en el propio
trabajo, la alegría de ser bien recibidos por los demás y el dolor de cabeza de no ser
entendidos -todas estas experiencias humanas pretenden ser asumidas en Cristo y hechas
más profundamente humanas por El.
Cristo ha venido, pues, no a destruir nada que es auténticamente humano, sino a
perfeccionarlo llevándolo a una plenitud de gracia.
Aquí siguen un puñado de ideas referentes a nuestra vida en nuestro Salvador, nuestra
vida en Cristo Jesús nuestro Señor.
- Un muy conocido escritor espiritual de nuestros días, el P. William Johnston, S.J.
reconoce: "La amistad con Jesús ha jugado un papel central en las vidas de miles de
místicos cristianos que han experimentado a Jesús caminando a su lado como caminó al
lado de los discípulos cuando iban a Emaús, o que le han experimentado viviendo en ellos
como vivió en Pablo...Ellos le han hablado al Señor de sus esperanzas y de sus temores,
de sus planes y de sus proyectos, de sus éxitos y de sus fallos, de sus alegrías y de
sus penas. Se han dado cuenta que él es el amigo sobre todo amigo, el más fiel amigo que
no les abandonará. Se han dado cuenta que esta es la amistad en la que están enraizadas
todas las demás amistades.
"La intimidad con Jesús ha sido también central para la vida de miles, incluso
millones, de cristianos sencillos que se han arrodillado ante él pidiéndole el pan de
cada día y el auxilio en sus necesidades.
"Pero ahora te oigo de nuevo. Me preguntas sobre los problemas raciales y la guerra
nuclear. Te quejas de que este Jesús-y-yo espiritualmente es una evasiva, un escaparse de
los problemas urgentes de nuestro mundo en explosión.
"Bien, pudiera ser una evasiva... Pero propiamente entendida esta oración tiene una
dimensión profundamente social -sabemos que Jesús está preocupado por los pobres, los
enfermos, los oprimidos, los marginados, los deprimidos, los ignorados. No sólo se
preocupa de ellos sino que se identifica con ellos. Si queremos ser sus amigos, tenemos
que ser amigos de todos estos. Si queremos ser los amigos de Jesús tenemos que abrir
nuestros corazones a ser sus amigos y su presencia en el vasto mundo del sufrimiento y la
opresión. La amistad con Jesús es la amistad con el mundo."2
- Tratando de construir sobre el pensamiento de Johnston, deberíamos recordarnos siempre
que nuestro ministerio dirigido a los demás -sea como un activista social, o como un
científico del mundo académico- va a ser efectivo en proporción directa a nuestra
amistad, a nuestra unión, con Jesús. Si nuestra amistad con Jesús es mediocre, entonces
los frutos de nuestro ministerio van a ser relativamente mediocres. Si nuestra unión con
Jesús es profunda y viva, entonces nuestro ministerio llevará mucho fruto. En realidad,
nuestro servicio a los demás es significativo y efectivo en proporción a nuestro amor y
amistad con Jesús. No intentemos locamente convencernos a nosotros mismos de otra manera.
No pensemos que el éxito real en nuestro ministerio está necesariamente en proporción a
la cantidad de alabanza, aceptación, y aplauso que recibamos. Tampoco pensemos que
nuestro ministerio está inexorablemente ausente cuando recibimos muy poco o ningún
reconocimiento a los servicios que hacemos a los demás, cuando nos ridiculizan, cuando no
nos entiende precisamente aquellos por los que estamos haciendo un especial esfuerzo por
servir en el Señor. Más bien, en todo caso la auténtica medida del éxito de nuestro
ministerio depende de nuestra unión de amor con Jesús. En el evangelio de Juan leemos:
"Yo soy la vid verdadera,
y mi Padre el viñador.
Si alguna de mis ramas no produce fruto,
él la corta;
y limpia toda rama que produce fruto
para que dé más.
Ustedes ya están limpios:
La palabra que les he dirigido
los ha purificado.
Permanezcan en mí
y yo permaneceré en ustedes.
Como la rama no puede producir fruto por sí misma
si no permanece en la planta,
así tampoco pueden ustedes producir fruto
si no permanecen en mí.
Yo soy la vid y ustedes las ramas.
Si alguien permanece en mí, y yo en él,
produce mucho fruto,
pero sin mí no pueden hacer nada. (Jn 15,1-5).
- El Padre Eduardo Leen, C.S. Sp., ofrece estas inspiradoras palabras: "El ...
conocimiento que hemos adquirido del Corazón de Jesús nos estimula a penetrar en sus
profundidades, y es acompañado por el ardiente deseo de eliminar de nosotros lo que de
nuestro corazón no es semejante al suyo.
El estudio de El nos inspira el deseo de llegar a ser hombres como El. Y luego cuando
nuestra vida y actos llevan una semejanza a los de Jesús, Dios viene y derrama su
divinidad en abundancia en nuestras almas, derrama sobre ellas los dones de su gracia, y
poco a poco va derribando las barreras que existen entre la criatura y el Creador,
introduce a las almas en la felicidad que acompaña a la unión con la divinidad. Una
inmensa felicidad se origina de esta unión , incluso en la imperfecta manera que
pertenece a la condición de nuestro estado de exilio en la tierra. Esta es la plena
teoría de la santidad. La iniciativa de esta gracia que se da viene de Dios. El se la da
a todos los que no presentan obstáculo a su generosidad ...De la misma manera, tal como
el Padre celestial ve que las almas de sus hijos adoptivos asumen los rasgos de su Unico
Hijo, así El distribuye libremente sus tesoros. El da en proporción al grado de
semejanza que El advierte nosotros llevamos con Jesús en la conducta de nuestra vida.
Este es el significado de esas misteriosas palabras que se oyeron desde el cielo con
ocasión de la Transfiguración, 'Este es mi Hijo, el Amado; este es mi Elegido; a él han
de escuchar.' (Mt.17,5). Esta es también la explicación de la enseñanza de San Pablo,
que la entera carga de lo que existe el cristiano debiera a prender a llevarla como
Cristo." 3
- Y, en otro lugar, el Padre Leen nos instruye sobre lo que significa predecir en Cristo
Jesús: "Creer en Jesucristo no es lo mismo que creerle. Creer en
El es algo más que aceptar sus palabras como verdaderas; es incluso más que someterse a
su autoridad en lo concerniente a ciertas misteriosas presentaciones relativas a su
origen, a su vida, a su doble naturaleza. Creer en una persona no es equivalente
a creer a una persona o creer las cosas que esa persona hace. Significa ir más allá, y
un total sometimiento de nosotros mismos, a la persona en la que nosotros ponemos nuestra
fe. Es colocar sus principios y puntos de vista en lugar de los nuestros. Por tanto, creer
en Cristo es asentir por completo a su teoría de la vida y aceptarla como propia nuestra.
Significa asumir todos sus valores como nuestros. La vida para un tal creyente tiene ese
valor interno, esa significación, esa orientación que tiene para su divino Maestro. Si
El, con su penetración de las cosas, declara que el ideal de la vida humana es de este
modo, sus auténticos seguidores deben cariñosamente aceptarlo como el único válido. En
una palabra, creer en Jesucristo es aceptar sus principios como guía de vida, renunciar a
todos los principios de la 'buena vida' que están en oposición a la de El y someter no
sólo toda nuestra conducta, sino nuestros juicios también, a su dictamen. Es hacer que
su mente sea la nuestra en todos los asuntos que pertenecen al trabajo de nuestra vida en
la tierra. 'Tengan unos con otros las mismas disposiciones que tuvo Cristo Jesús,'
escribe el Apóstol en su carta a los Filipenses (Fil. 2,5). Es de advertir que nosotros
no llegamos a esta transformante fe meramente por abrazar que esa teoría de vida del
Salvador es, en realidad, digna de alabanza, admirable, sublime e incomparable si, al
mismo tiempo, la consideramos como una que admite otras más modestas alternativas. No creemos
en el Salvador completamente, a menos de que tengamos la práctica convicción de
que su teoría de vida y su conducta de vida es la única admisible."4
- El Papa Juan Pablo II, en su encíclica, Sobre el Trabajo Humano, advierte: El
cristiano encuentra en el trabajo humano una pequeña parte de la cruz de la redención en
la que Cristo aceptó su cruz por nosotros. En el trabajo, gracias a la luz que nos invade
desde la resurrección de Cristo, siempre encontramos un 'flash' de nueva vida, de nueva
bondad, como si ello fuese un anuncio de 'los nuevos cielos y la nueva tierra' (cf 2 Pt
3,13; Rev 21, 1) en que el hombre y el mundo participan de manera concreta a través del
esfuerzo que acompaña al trabajo. Con esfuerzo -y nunca sin él.
"Por una parte, esto confirma lo indispensable que es la cruz en la espiritualidad
del trabajo humano; por otra parte, la cruz que constituye este esfuerzo revela un nuevo
resurgir desde el mismo trabajo, desde el trabajo entendido en profundidad y en todos sus
aspectos y nunca desconectado del trabajo."5
- De nuevo, el Papa Juan Pablo II nos habla de compartir la cruz y la resurrección de
Jesús: "Los que comparten los sufrimientos de Cristo tienen delante de sus ojos el
misterio pascual de la cruz y la resurrección en que Cristo se anonada, en una primera
etapa, hasta los límites últimos de la fragilidad e impotencia humana: En realidad, él
muere clavado a una cruz. Pero al mismo tiempo ahí en esa debilidad se lleva a cabo su
exaltación, confirmada por el poder de la resurrección, lo que significa que la
debilidad de todos los sufrimientos humanos son capaces de ser impregnados con el mismo
poder de Dios que se manifestó en la cruz de Cristo. Con esta concepción, sufrir
significa llegar a ser particularmente susceptible, particularmente abierto, a la acción
de los poderes salvíficos de Dios ofrecidos a la humanidad en Cristo. En El Dios ha
confirmado su deseo de actuar especialmente a través del sufrimiento, que es la debilidad
del hombre y la vaciedad de sí mismo, y desea que su poder se llegue a conocer
precisamente en esta debilidad y vaciedad de sí mismo"6
- Uno de los primeros representantes de la Escuela Francesa de Espiritualidad, San Juan
Eudes, nos habla referente a nuestra unión con Cristo. "Te pido que consideres que
Nuestro Señor Jesucristo es tu verdadera cabeza y que tú eres un miembro de su cuerpo.
"El pertenece a ti como la cabeza pertenece al cuerpo. Todo lo suyo es tuyo: el
aliento, el corazón, el cuerpo, el alma y todas sus facultades. Todas estas las tienes
que utilizar como si ellas pertenecieran a ti, de tal manera que sirviéndole puedas
alabarle, amarle y glorificarle. Tú perteneces a El como un miembro pertenece a la
cabeza. Esto es porqué sinceramente desea que tú sirvas y glorifiques al Padre usando
todas tus facultades como si fueran de El."7
- San Pedro Canisio, doctor de la Iglesia, fue bendecido con una especial experiencia
mística mientras recibía la bendición apostólica antes de su salida para Alemania. Se
le ha llegado justamente a conocer como el segundo apóstol de ese país. Aquí tenemos su
descripción de parte de esa experiencia mística. Sus palabras nos sacan a la luz su
profundo amor por , y su unión con, su amado Salvador, nuestro Señor Jesucristo:
"Finalmente, Salvador mío, me pareció contemplarte en el Corazón de tu Sagrado
Cuerpo con mis propios ojos. Fue como si tú te abrieras a mí y me urgieras a beber de
él como de un surtidor, invitándome a beber las aguas de la salvación de los surtidores
que nacen de ti. Estaba ansiando que las aguas de la fe, la esperanza y la caridad
fluyeran desde tu corazón hasta mí. Estaba sediento de pobreza, castidad y obediencia;
te supliqué que me revistieras con un traje nuevo. Y luego me sentí atraído a tocar tu
amado corazón y saciar mi sed en él; y me prometiste una vestimenta en tres partes para
cubrir mi alma desnuda y ayudarme de forma extraordinaria en mi esfuerzo. Esas tres partes
eran paz, amor y perseverancia. Seguro con la protección de esta vestidura, estaba más
que seguro que no me faltaría nada, y todo tornaría para tu gloria."8
- Apertura ante Dios. "En el sexto mes, el ángel
Gabriel fue enviado por Dios a una joven virgen que vivía en una ciudad de Galilea
llamada Nazaret, y que era prometida de José, de la familia de David. Y el nombre de la
virgen era María. Entró el ángel a su presencia y le dijo: 'Alégrate, llena de gracia;
el Señor está contigo.' María quedó muy conmovida por lo que veía, y se preguntaba
qué quería decir ese saludo. Pero el ángel le dijo: 'No temas María, porque has
encontrado el favor de Dios. Vas a quedar embarazada y darás a luz a un hijo, al que
pondrás el nombre de Jesús. Será grande, y con razón lo llamarán Hijo del Altísimo.
Dios le dará el trono de David, su antepasado. Gobernará por siempre al pueblo de Jacob
y su reinado no terminará jamás.' María entonces dijo al ángel: '¿Cómo podré ser
madre si no tengo relación con ningún hombre?' Contestó el ángel: 'El Espíritu Santo
descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso tu hijo
será Santo y con razón lo llamarán Hijo de Dios. Allí tienes a tu parienta Isabel: en
su vejez ha quedado esperando un hijo, y la que no podía tener familia se encuentra ya en
el sexto mes del embarazo. Para Dios nada será imposible.' Dijo María: 'Yo soy la
servidora del Señor; hágase en mí lo que has dicho.' Después de estas palabras el
ángel se retiró." (Lc 1,26-38).
Dios quiere lo mejor para nosotros. Su amor se muestra deseoso de llevarnos cada vez más
cercanos a El. Su amor por nosotros es un amor transformante. Mientras más nos sometemos
a él más está llevando a cabo nuestra futura conversión. Nos pone en pista de hacernos
más profundamente cristianos. El amor de Dios por nosotros es absolutamente capaz de
hacernos felices, de hacernos personas plenamente realizadas, de hacernos que en las
profundidades de nuestros seres realmente conozcamos lo que queremos ser y lo que
deberíamos ser.
Podemos poner obstáculos a los designios transformadores de los planes de Dios. Podemos
decir no a este amor. Podemos ser reacios a abrirnos a la ternura, amorosos toques, de
Dios. Podemos comprometernos en un proceso de propia cerrazón. Podemos decidir planificar
nuestro propio camino de felicidad, olvidando que los planes de felicidad que excluyen a
Dios son finalmente planes para experimentar frustración y vaciedad.
En otro momento no es el demasiado egoísmo el que nos lleva a decir no a Dios, es más
bien el miedo. Oímos la voz de Dios llamándonos cada vez más alto. Oímos su voz
pidiéndonos algo que parece muy difícil. Oímos su voz pidiéndonos algo que ni siquiera
habíamos sospechado. Sí, oímos todo esto -y retrocedemos porque tenemos miedo.
Rechazamos a Dios porque nuestro miedo focaliza nuestra atención en lo que nosotros somos
más que en lo que Dios es. Miramos demasiado a nuestra propia debilidad, más que al
poder de Dios que puede transformar nuestra inseguridad en una fuerza poderosa.
En todo esto María se ofrece como ejemplo. El egoísmo fue desconocido para ella. Ella no
perteneció a sí misma. Ella perteneció a Dios. Ella no estaba encerrada en sí misma.
Estaba completamente abierta a Dios. Cuando Dios hablaba, ella escuchaba. Cuando Dios le
señalaba el camino, ella lo seguía. Se dio cuenta de que la vida no es un proceso que
una persona controla planificando cuidadosamente según la idea de sus propios planes de
conquista, sino un misterio para ser gradualmente experimentado en apertura a la personal
y amorosa guía de Dios.
El egoísmo, pues, no aisló a María de la llamada de Dios. Ni tampoco el miedo. Dios la
pidió aceptar una enorme responsabilidad. La pidió ser Madre de Jesús. María no se
envolvió en un proceso de falsa humildad y dijo que puesto tan singular excedía su
capacidad. No dijo que no tenía las cualidades adecuadas para esta sin igual misión.
Rápidamente, no perdió tiempo mirándose a sí misma, ni haciendo peticiones de lo que
no era digna, ni diciendo al ángel que mejor fuera a buscar a otra persona. No, María no
se miraba a sí misma. Su asombro fue incorporado a Dios. Se daba plenamente cuenta de que
todo lo que Dios le pidiera, su gracia lo llevaría a cabo. Se daba plenamente cuenta de
que aunque ella tenía que cooperar, este trabajo era más de Dios que de ella.
Las palabras de María, pues, valoran lo que es la auténtica respuesta cristiana en
cualquier momento de la vida, y en cualquier situación: "Soy la esclava del
Señor," dijo María, "hágase en mí según tu palabra".
- La gente nos está contemplando. "Ustedes son luz
para el mundo. No se puede esconder una ciudad edificada sobre un cerro. No se enciende
una lámpara para esconderla en un tiesto, sino para ponerla en un candelero a fin de que
alumbre a todos los de la casa. Así, pues, debe brillar su luz ante los hombres, para que
vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre de ustedes que está en los cielos. (Mt
5:14-16)
Jesús enseñaba con sus palabras y con sus acciones. Hablaba a grandes muchedumbres, a
grupos pequeños, a todo tipo de personas. Hablaba del amor y de la amistad, de la
alegría y del sufrimiento, de la vida y de la muerte. Tenía un mensaje que difundir, el
mensaje de su Padre, y no desperdiciaba las oportunidades. Para El no era suficiente
hablar meramente del mensaje de su Padre. Estaba constantemente enseñando también
mediante el completo acontecimiento de su vida, muerte y resurrección. No sólo sus
palabras, sino también sus acciones hablaban alto y claro. No sólo hablaba del amor que
nos teníamos que tener unos a otros, El mismo encarnaba esta enseñanza entregando su
vida por la salvación de todos. Sus palabras hablaban elocuentemente de amor fraterno. Y
su cuerpo amoratado y ensangrentado clavado a la cruz nos habla de lo mismo. Sus palabras
sonaban convincentes. El estilo personal de vida podría conmover al más duro corazón.
Jesús nos invita a que le ayudemos a continuar su misión de enseñar. La forma de actuar
permanece la misma; nosotros, también, como Jesús hizo antes que nosotros, vamos a
enseñar por la palabra y por las acciones. Las oportunidades para enseñar de palabra son
más numerosas de lo que pudiéramos sospechar, No son sólo los obispos y los sacerdotes
y los profesores de religión quienes enseñan de palabra. Los padres, en el proceso de
educación de sus hijos, tienen numerosas oportunidades para enseñar el mensaje de
Jesús. Los amigos hablan de todo tipo de cosas. Si uno es sinceramente cristiano, su
amigo o amiga llegará finalmente a captarlo.
Las oportunidades de enseñar a cerca de Jesús por medio de nuestras acciones son incluso
más numerosas que las muy variadas ocasiones que tenemos para hablar del mensaje de
Jesús. La gente nos está contemplando. No podemos esconder por largo tiempo el estilo de
vida en que nos movemos, y que motiva tan profundamente todo lo que hacemos. Si vivimos de
acuerdo a los principios de placer, esto se manifiesta evidente. Si vivimos de acuerdo a
los principios del dinero, también se manifiesta con evidencia. Si somos íntimos
seguidores y amigos de Jesús, también esto lo advierte claramente la gente. Nos
reconocerán por la forma de trabajar y de divertirnos, por nuestra actitud hacia la vida
y la muerte, por el rechazo de convertirnos en personas amargadas a pesar de sufrimientos
grandes, por la forma como tratamos a los demás, especialmente los que son pobres, los
ridiculizados, los discriminados, los poco importantes y sin valor en la sociedad. Si
somos profundamente cristianos, la forma de pensar y actuar de Cristo inevitablemente
afectará nuestra forma de pensar y de actuar. Estamos llamados a proyectar a Jesús y su
mensaje a través de nuestra humanidad. Tanto si hacemos, como si no. Ya captemos las
numerosas y diarias oportunidades para ayudar a predicar a Jesús por nuestra forma de
vivir, o no. O si respondemos a la invitación de Jesús de ser luz para el mundo, o no...
Esta invitación se extiende a todos, pero de una manera especial a los sacerdotes.
Jesús, a través de las Sagradas Ordenes, se ha dado a sí mismo al sacerdote del modo
más especial. Si el sacerdote dándose cuenta del amor precioso de Jesús por él como el
singular sacerdote-compañero se somete a Cristo, esto le proporciona una alegría muy
particular. Porque el sacerdote, por su especial unión con Jesús, puede ser una luz para
el mundo de una manera totalmente extraordinaria.
- El Directorio sobre el Ministerio y la Vida de los Sacerdotes nos
dice: "Es necesario recordar el irremplazable valor que la celebración diaria de la
misa tiene para el sacerdote. Debe vivirla como el momento cumbre de su día y de su
ministerio diario, fruto de un sincero deseo y ocasión para un efectivo y profundo
encuentro con Cristo, y debe tomar el mayor cuidado de celebrarla con total dedicación de
mente y corazón.
"En una sociedad cada vez más sensible a la comunicación a través de los signos y
las imágenes, el sacerdote tiene que prestar cuidadosa atención a todo lo que enaltece
el decoro y la reverencia de la celebración eucarística. Es importante que, en las
celebraciones, se ponga atención particular a la dignidad y limpieza del lugar, a la
estructura del altar y del sagrario, a la dignidad de los vasos sagrados, a los
ornamentos, a los himnos, a la música, al necesario silencio, etc... Todos esos son
elementos que pueden contribuir a una mejor participación en el sacrificio eucarístico.
De hecho, una falta de atención a los aspectos simbólicos de la liturgia y, más aún,
el descuido y frialdad, la superficialidad y desorden... debilitan el proceso en el
fortalecimiento de la fe. Los que celebran inadecuadamente la Misa revelan debilidad en su
fe y fallan en educar a los otros en la fe. Al celebrar la eucaristía bien, sin embargo,
se desarrolla una altamente cualificada catequesis sobre el Sacrificio.
"El centro de la Eucaristía debería ser evidente no sólo en la digna celebración
del Sacrificio, sino también en la apropiada adoración del Sacramento para que el
sacerdote pueda ser el modelo para el creyente también por la devota atención y
diligente meditación... cuando sea posible hacerla en la presencia de nuestro Señor en
el sagrario. Es de esperar que los sacerdotes a los que se les confía la guía de
comunidades dediquen largos períodos de tiempo a la adoración en común y presten la
mayor atención y honor por el Santísimo Sacramento del altar, incluso fuera de la misa,
por encima de cualquier otro gesto o rito. 'La fe y el amor por la Eucaristía no
permitirán a Cristo permanecer solo en su presencia en los sagrarios.' "9
- Tomado del diario espiritual de una persona leemos: "Cuando un
sacerdote está lleno del amor de Jesús, se unirá más profundamente con Cristo en el
gran sacrificio que está siendo ofrecido al Padre. En el santo sacrificio de la Misa, el
creyente verá a Jesús a través del sacerdote ofreciendo el sacrificio al Padre.
Nosotros levantaremos los ojos y sentiremos, en este sublime sacrificio, la presencia de
Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Nos unimos en el sacrificio que se ofrece al Padre.
Todos nos unimos como uno y nos damos en esa unidad con Jesús, en ese amor al Padre, en
el Espíritu Santo. Morimos a todas esas cosas que no son de El y nos unimos al gran
milagro que tiene lugar en la misa. El Padre mira desde arriba y ve el sacrificio de su
amado Hijo a través de las manos consagradas de sus sacerdotes santos. Los cielos se unen
a la tierra. La tierra grita de júbilo por el gran regalo que nos viene del Dios
Altísimo y nosotros nos unimos como criaturas que se dan a sí mismas en sacrificio a
nuestro amado Creador. ¿Experimentamos la presencia de Dios mientras su poder fluye a
torrentes a través de las manos de un hombre, el sacerdote que toma pan y vino ordinario
y los cambia en el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor? ¿Oímos a Jesús anunciar, como
lo hizo en la última cena, con la intensidad de su voz que reflejaba todo el conocimiento
de los acontecimientos que se acercaban de su pasión y muerte?"10
- El Padre Edward Farrell nos dice: "Es necesario que cada día gastes
tiempo a solas con el Señor si deseas conocerle más íntimamente. El ritmo de nuestra
oración nos es dado por el mismo Evangelio. Al fin, la razón por la que un cristiano
reza es porque Cristo lo manda. Lo ordena con su vida; y si nosotros somos discípulos de
Jesús, entonces debemos orar como el oraba."11
- Ninguna persona realista espera poder evadir en totalidad el dolor y la
adversidad que conllevan los acontecimientos del transcurrir humano. Tiempos de adversidad
son obviamente un inevitable aspecto de nuestra condición humana en este mundo. Son tan
ciertos como el sol del verano, la nieve del invierno y la lluvia de la primavera. La
cuestión, pues, no es si la vida humana encontrará penas. La cuestión es más bien,
cuán a menudo, hasta qué grado, qué forma tomarán las dificultades, cuál será la
reacción de la persona.
Todos constantemente experimentamos las más pequeñas adversidades de cada día. La
variada exhibición de diminutas molestias, el agonizantemente lento paso en el que
nuestros esfuerzos deben proceder para llevar a cabo lo bueno, el no ser comprendidos, el
pasar inadvertidos, el soportar con indiferencia, el experimentar los momentos de la
depresión ordinaria, el soportar la ordinaria variedad de dolores físicos y enfermedades
-estos son algunos de los más constantes y ordinarios contratiempos que nos afligen a
cada uno sin excepción.
En más aislados momentos de la vida, la adversidad puede tomar dimensiones mayores. Nos
sentimos sobrecargados, derrotados, quizá tentados a la desesperación. Tan grande es
nuestra aflicción que cada momento parece una hora, cada hora parece un día, cada día
como una eternidad. Cualquiera que sea la causa de la adversidad, produce un sentimiento
común que, aunque el problema sea algo reciente en nuestra vida, parece como si
hubiéramos estado una larga vida con él.
Ya sean nuestra dificultades moderadas o arduas, Dios nos invita a orar -no sólo
entonces, pero principalmente en esos momentos. Nuestra oración puede ser muy variada.
Podemos orar pidiendo paciencia para sobrellevar los problemas más ordinarios de cada
día. Podemos orar pidiendo todo el valor necesario para soportar este tipo de sufrimiento
agonizante que nos hace llorar. Podemos orar pidiendo luz para entender el sentido del
sufrimiento, y fuerza para aceptarlo en nuestra vida. Podemos orar para pedir a Dios que
nos quite el sufrimiento si tal es de su agrado, y para que nos de una amorosa conformidad
a su voluntad si él permite que las dificultades continúen. La oración, entonces, es un
variado remedio a todas las necesidades. El poder de todo lo que nos atormenta es grande.
Pero el poder de la oración, que nos da la capacidad de afrontarlo adecuadamente, es
mucho más grande.
- Nuestra oración está dirigida por Cristo -esto es simplemente una
función de la verdad fundamental de que Jesús es el mediador en todos los asuntos entre
el Padre y nosotros. Nuestra oración, pues, debiera estar enraizada en Cristo. Es
importante que nos demos cuenta que, por muy variado que nuestro tipo de oración pueda
ser, nosotros siempre nos acercamos al Padre por medio de Jesús y con Jesús, en el
Espíritu Santo.
"Podemos completar el Cristo-centrismo de la oración considerando los misterios y
los acontecimientos de la vida de Cristo cuando oramos, permitiendo que esta
consideración nos penetre, permitiendo que estos acontecimientos modelen nuestras vidas
cada vez más de acuerdo a la imagen de Cristo. También, nuestra aproximación a Cristo
durante un período de oración puede tomar la exigencia de que permitamos que una
particular enseñanza de Jesús tome un mayor control de nosotros. Sin tratar de dar una
lista exaustiva, estos son unos ejemplos de cómo nuestra oración puede ser
Cristo-céntrica. Sí, en la oración el Padre desea hablarnos a través de su Hijo
Encarnado. Bajo la guía del Espíritu Santo nos abrimos a Cristo-centro del Padre, al
mensaje centrado en el amor, y respondemos con nuestro propio amor: "En diversas
ocasiones y bajo diferentes formas, Dios habló a nuestros padres por medio de los
profetas, hasta que en estos días, que son los últimos, nos habló a nosotros por medio
de su Hijo." (Heb 1: 1-2)
- Un bien conocido escritor espiritual de nuestro tiempo, Don Hubert van
Zeller nos dice: "La pregunta surge a propósito de cómo la oración sencilla de fe
se relaciona con la asistencia a Misa. ¿No tiene la mente, cuando sigue el movimiento de
la misa, que permitirnos salir de la simplicidad para que nos dirijamos a una oración
más alta? Es aceptado que la mente se ocupa de un número de puntos que se le presentan
con lo que está sucediendo en el altar, pero su foco está todavía en sólo Dios. El
pensamiento de Dios, y la unión con él, ocupa la parte esencial del alma mientras se
pone la atención de los sentidos internos y externos en la acción del sacrificio.
"Al orar con Cristo en la misa no estamos complicando nuestra oración sino que de
hecho la estamos simplificando. Si la oración de Cristo está unificada, y si nosotros
compartimos esa oración, nuestra oración también está unificada. La suya es directa,
instantánea, sencilla, mientras se ofrece a sí mismo al Padre en sacrificio. Así puede
ser la nuestra también. Los sentidos perciben en diversidad, pero el alma recibe y
responde en unidad.
"Esto no es un asunto académico sino práctico. En la historia de la espiritualidad
Católica se ha fomentado la idea de que la oración interior es tan calmada y secreta que
se hace incompatible con el acto de asistir a misa.
La misa interferiría la tranquilidad del alma. La misa es un tipo de oración (así se
arguye) y la búsqueda del silencio teniendo a Dios en el corazón es otra. La
insinuación es que el alma tiene que bajar de la cumbre a presenciar el sacrificio en el
llano. Ya que el sacrificio es de Cristo, y ya que si no fuera por el sacrificio de Cristo
los cristianos no podríamos en absoluto orar, esta tal teoría es completamente
inadmisible."12
Aunque la muerte se lo ha llevado de entre nosotros en cierto sentido, Henri Nouwen
siempre permanecerá con nosotros a través de sus palabras escritas. Aquí tenemos unos
pocos extractos de estos escritos.
- "Recuerdo vivamente cómo, en un momento, llegué a convertirme en un dependiente
del cariño y amistad de una persona. Esta dependencia me hundió en un pozo de gran
angustia y me llevó al borde de una depresión autodestructiva. Pero desde ese momento
fui ayudado a experimentar mi adición interpersonal como una expresión de la necesidad
de someterme totalmente al Dios vivo que llenaría los más profundos deseos de mi
corazón, y comencé a vivir mi dependencia de una forma radicalmente nueva. En lugar de
vivirla como humillación y frustración, fui capaz de vivirla como una urgente
invitación a afirmar el amor incondicional que Dios me tenía, un amor del que puedo
depender sin ningún miedo."13
- "La alegría que Jesús ofrece a sus discípulos es su misma alegría, que fluye de
la más íntima comunión con Aquel que lo envió. Es una alegría que no separa los días
alegres de los días tristes, los momentos de éxito de los momentos de fracaso, las
experiencias de estima de las experiencias de vergenza, la muerte de la
resurrección. Esta alegría es don divino que no nos abandona en los momentos de
enfermedad, pobreza, opresión, o persecución. Está presente incluso cuando el mundo
ríe o tortura, cuando roba o castiga, cuando lucha o asesina.
Es realmente excitante, siempre moviéndonos de la mansión del miedo al hogar del amor, y
siempre proclamando que la muerte nunca más tiene ya la última palabra, aunque su ruido
permanezca ostentoso y su destrucción visible."14
- "Pero es exactamente en esta buena disposición para conocer al otro completamente
cuando podemos entrar en contacto con él o ella y llegar a convertirnos en sus
consoladores. Así pues, consolar significa, antes que nada, crear un espacio vacío pero
amigable donde todos esos que sufren puedan contar su historia a alguien que los escuche
con verdadera atención. Es triste que a menudo este escuchar es interpretado como una
técnica. Nosotros decimos, 'Dale una oportunidad de comunicarlo. Le hará bien.í Y
hablamos del efecto 'medicinal' de escuchar, sugiriendo que 'sacándolo fuera de tu
reducido mundo' o 'sacándolo fuera de ti al aire libre' tendrá en sí mismo un efecto
purificador. Pero la acción de escuchar es un acto que debe ser desarrollado, no una
técnica que puede ser aplicada como una llave mecánica a un tornillo o a una tuerca. Se
necesita la presencia plena y real de las dos personas. Es en realidad una de las más
altas formas de hospitalidad."15
- ¿Quién piensa que es inmortal? Cada vez que buscamos ansiosamente a otro ser humano
que pueda romper las cadenas de nuestra soledad, y cada vez que levantamos nuestras
defensas para proteger nuestra vida como una inalienable propiedad, nos encontramos a
nosotros mismos atrapados en esa persistente ilusión de inmortalidad. Aunque continuamos
diciendo a los demás y a nosotros mismos que no viviremos por siempre y que vamos a morir
pronto, nuestras acciones diarias, pensamientos y preocupaciones, continúan revelándonos
lo duro que es aceptar plenamente la realidad de nuestras propias afirmaciones.
"Obviamente, los pequeños y sencillos acontecimientos continúan hablándonos de lo
fácilmente que nos exteriorizamos y exteriorizamos a nuestro mundo. Una sola palabra
agresiva es capaz de hacernos sentir tristes y solos. Un solo gesto de rechazo es capaz de
hundirnos en un reproche de nosotros mismos. Un solo fallo un poco significativo es capaz
de llevarnos a una depresión autodestructiva. Aunque hemos aprendido de los padres, de
los profesores, de los amigos y de muchos libros, tanto sagrados como profanos, que
nosotros somos más valiosos de lo que el mundo nos hace sentir, continuamos dando un
valor eterno a las cosas que poseemos, las personas que conocemos, los planes que tenemos,
y los éxitos que 'acumulamos'. En realidad, sólo hace falta una pequeña agitación para
que quede nuestra ilusión de inmortalidad al descubierto y se revele lo mucho que hemos
sido víctimas del mundo que nos rodea sugeriéndonos que estamos 'en control'. ¿No
están los muchos sentimientos de tristeza, la pesadez de cabeza, incluso la oscura
desesperación, a menudo íntimamente relacionados con la solemnidad exagerada con que
hemos revestido a la gente que conocemos, a las ideas a las que estamos expuestos y a los
acontecimientos de los que somos parte? La falta de flexibilidad, que excluye el humor en
la vida, puede crear un depresión sofocante que nos impide levantar nuestras cabezas
sobre el horizonte de nuestra propia limitada existencia.16
La vida, en su básica orientación y finalidad, es realmente bastante sencilla. Sin
embargo, esta simplicidad fundamental de la vida se expresa en multiplicidad de formas.
Como consecuencia, el variado y completo cuadro de la existencia humana se compone de
muchas piezas. No es siempre fácil conservar cada pieza en su propio lugar. Para intentar
conservar todos los aspectos de la vida en equilibrio se requiere un constante esfuerzo.
Mantener un propio sentido de perspectiva ofrece un reto que presenta constantes
exigencias sobre las capacidades de nuestra madurez cristiana.
Toda suerte de experiencias humanas, algunas agradables, otras inspiradoras, y otra
dolorosas, pueden actuar como intrusas en nuestro sentido de perspectiva. Estas
experiencias, si no son manejadas correctamente, pueden desviarnos de una visión
equilibrada de la vida. ¿Cuales son algunas de estas experiencias?
Las ocasiones de fracaso tienen un extraño poder para extorsionar nuestro sentido de
perspectiva. El fracaso, especialmente cuando es en grandes proporciones, parece extender
su manto sobre nuestra entera consciencia, tratando de hacernos olvidar las muchas veces
que hemos gustado el éxito. El fracaso puede ser una fuente de crecimiento. Pero no
automáticamente. Lleva, más bien, un doloroso esfuerzo hacer que de la experiencia de
fracaso obtengamos un factor positivo en nuestro viaje hacia la madurez cristiana.
En el otro extremo del espectro encontramos situaciones de felicidad y éxito. Estas
por diferente motivos, pueden también hacernos perder un sentido de proporción si no son
adecuadamente asimiladas. En tiempos de éxito y felicidad, particularmente en los
momentos de eufórica felicidad, tenemos que mantener nuestros corazones con una moderada
y firme comprensión no sea que nos lleven a caminos indeseados. La felicidad puede ser un
ímpetu e inspiración para una exitosa vida. Pero si no son adecuadamente controlados,
los momentos de éxito y felicidad pueden ser un vino pesado que carga la cabeza. En
nuestro deseo de continuar disfrutando del brillo de la felicidad, podemos bloquear otros
aspectos de nuestras vidas -la llamada del deber o cualquier otra cosa- que exigen
justamente dedicarles un tiempo y atención
La experiencia del fracaso -que mencionamos más arriba- es una clase de sufrimiento.
Pero hay también otras muchas clases. Mientras miramos al sufrimiento con una mirada de
fe, vemos que ésta está llamada a ser expansiva. Pretende, a través de su proceso de
purificación, ahondar en nuestra capacidad de vivir en plenitud. El sufrimiento,
asimilado adecuadamente, tiene un poder especial de hacernos capaces de un más profundo
amor a Dios y al prójimo. Si, por otra parte, rechazamos el sufrimiento puerilmente, si
lo boicoteamos en su impulso purificador, entonces el sufrimiento tiene el efecto
contrario. Nos predispone a hacernos más amargados.
Lejos de ampliar nuestras miras, nos las estrecha. Nos vuelve egoístamente sobre
nosotros mismos. Nos enrola en un proceso de continuo lamento de nosotros mismos. Estrecha
de tal forma nuestra visión que nos hace mirar nuestro dolor morbosamente en un sentido
que deforma la experiencia del sufrimiento. Rehusamos ver el puesto del sufrimiento en una
más amplia perspectiva de todo lo que nos rodea. Nos resistimos a ver que el sufrimiento
es una inevitable dimensión de la vida. Porque hemos perdido perspectiva, no podemos ver
que si uno no acepta voluntariamente el sufrimiento, la persona está rechazando continuar
en la búsqueda de su madurez. Rechazar el sufrimiento es rechazar el crecimiento
personal.
La ansiedad concerniente a una tarea particular o a un objetivo que queremos llevar a
cabo es otra clase de experiencia que puede estrechar la amplitud de miras que nos da una
equilibrada visión de la vida. Y porque este asunto es muy importante para nosotros,
comenzamos a pensar que el verdadero éxito o fracaso de la misma vida depende en si somos
o no capaces de llevar a su fin la tarea o realizar el objetivo en cuestión. Tendemos a
perder perspectiva. Tendemos a estrechar nuestras miras contemplando casi exclusivamente
el asunto que llevamos entre manos, olvidando que, mientras que esto es importante, no
cubre sino un solo punto del largo viaje que es la totalidad de nuestra existencia humana.
Los ejemplos mostrados son escogidos de entre muchas posibilidades de experiencias de
vida, y son suficientes para hacernos entender que mantener un constante y dinámico
sentido de perspectiva no es una tarea fácil. Pero el logro de una equilibrada visión de
la vida merece la pena todo esfuerzo. La gente que mantiene una apropiada perspectiva de
la vida manifiesta una confiada calma. Pueden experimentar fracaso, éxito, sufrimiento,
alegría, felicidad, y ansiedad. Pero la experiencia de todo esto es canalizada a través
del prisma que es una equilibrada visión de la vida. Como resultado, estas personas
parecen estar básicamente en paz con ellas mismas, y de una manera constante. Son
personas que están profundamente empapadas de la paz de Cristo, este Cristo que siempre
mantuvo esa perspectiva perfecta de la existencia humana.
San Agustín escribió estas palabras para los sacerdotes: "Ciertamente, si hay
buen rebaño hay también buenos pastores; el buen rebaño promociona a los buenos
pastores. Pero todos los buenos pastores son uno con el único buen pastor; forman una
unidad. Sólo si ellos alimentan el rebaño, Cristo está alimentando el rebaño. Los
amigos del novio no hablan con su propia voz, sino que se alegran enormemente escuchando
la voz del novio. El mismo Cristo es el pastor cuando ellos actúan como pastores. íYo
les cuidoí, nos dice, porque su voz está en sus voces, su amor en el amor de ellos...
"Todos los pastores debieran ser uno en el único buen pastor. Todos debieran
hablar con la única voz del único pastor, para que el rebaño pueda oír y seguir a su
pastor; no éste o éste otro pastor, sino el único pastor. Todos debieran hablar con una
sola voz en Cristo, no con diferentes voces... El rebaño debería oír la voz limpia de
todo cisma, libre de toda herejía..."17
Estas palabras de San Agustín subrayan la profunda unión que existe entre Cristo y
sus pastores. Edificando sobre el pensamiento de San Agustín deberíamos intentar siempre
crecer en la convicción de que cuanto más unido esté el pastor a su Salvador y Maestro,
más fructífero es su ministerio. El Vaticano II nos dice: "Por otra parte, la
santidad misma de los sacerdotes contribuye en gran manera al ejercicio fructuoso del
propio ministerio; pues si es cierto que la gracia de Dios puede llevar a cabo la obra de
salud aun por medio de ministros indignos, de ley ordinaria, sin embargo, Dios prefiere
mostrar sus maravillas por obra de quienes , más dóciles al impulso e inspiración del
Espíritu Santo, por su íntima unión con Cristo y la santidad de su vida, pueden decir
con el Apóstol: 'pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.'" (Gál.2,20)18
María y el Sacerdote
El Padre Arturo Culkins, un doctor contemporáneo en conocimientos Marianos, nos ofrece
estas palabras sobre María y el sacerdote:
"Si cada cristiano debiera verse a sí mismo en el Apóstol Juan, confiado a
María como su hijo o hija, cuánto más debieran los sacerdotes reconocerse a sí mismos
como hijos de María, como el sujeto de un 'doble' encargo a ella. Y digo 'doble' porque
ellos son sucesores de Juan por título duplicado: como discípulos y como sacerdotes.
Esto es hermosamente desgranado por el Santo Padre en su "Carta de Jueves Santo a los
Sacerdotes" de 1988: '¡Si Juan al pie de la Cruz representa de alguna manera a todo
hombre y mujer a los que la maternidad de la Madre de Dios es espiritualmente extendida,
cuánto más esto nos concierne a cada uno de nosotros, que estamos sacramentalmente
llamados al ministerio sacerdotal de la Eucaristía en la Iglesia!'...
"Aunque Jesús había confiado ya a cada sacerdote a su Madre desde lo alto de la
Cruz y el Papa lo ha hecho cientos de veces, es todavía necesario que el sacerdote lo
haga por sí mismo si es que él realmente ansia experimentar el poder y protección de la
Madre de Dios en su vida tal como su Divino Hijo lo desea. Los sacerdotes que lo han hecho
así conocen la diferencia.".19
El Papa Juan Pablo II nos habla de la acción del Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo
en nosotros: "La verdad revelada en Cristo, a cerca del 'Padre de las misericordias'
nos hace posible 'verle' como extraordinariamente cercano al hombre, especialmente cuando
el hombre está sufriendo, cuando se encuentra bajo la amenaza en lo más íntimo de su
existencia y dignidad. Y esto es por lo que en esta situación de la Iglesia y el mundo de
hoy, muchas personas individualmente y en grupos guiados por un vivo sentido de fe están
volviendo, yo diría casi espontáneamente, a la misericordia de Dios. Ciertamente, están
siendo movidos a hacer esto por el mismo Cristo, que trabaja en los corazones humanos a
través de su Espíritu. Por el misterio de Dios el 'Padre de las misericordias' revelado
por Cristo, en el contexto de las amenazas que el hombre tiene hoy, según su designio,
les hizo una singular llamada a la Iglesia."20
Acto de Consagración
Señor Jesús, Pastor Principal del Rebaño, consagro mi vida sacerdotal a tu Corazón,
traspasado en el Calvario por nuestro amor. De tu Corazón traspasado nació la Iglesia,
la Iglesia a la que me has llamado, como sacerdote, para servir de la manera más selecta.
Revelas tu Corazón como el símbolo de tu amor en todos sus aspectos, incluyendo el más
delicado amor por mí, a quien has elegido como tu sacerdote-compañero. Ayúdame siempre
para entregar mi vida en servicio a Dios y al prójimo. Corazón de Jesús yo pongo en Ti
mi confianza!
Bienaventurada Virgen María, me consagro a tu maternal e Inmaculado Corazón, este
Corazón que es el símbolo de tu vida de amor. Tú eres la Madre de mi Salvador. Tú eres
también mi Madre. Tú me quieres con el más selecto amor como si fuese tu único
hijo-sacerdote. Y en respuesta, me entrego enteramente a tu amor y protección maternal.
Tú seguiste a Jesús a la perfección. Tú eres el primer y perfecto discípulo.
Enséñame a imitarte en la forma de presentar a Cristo. Sé mi maternal intercesora para
que a través de tu Corazón Inmaculado yo pueda ser guiado a una unión cada vez más
cercana al traspasado Corazón de Jesús, Primer Pastor del Rebaño, que me conduce al
Padre en el Espíritu Santo.
- Las citas bíblicas son tomadas de La Nueva Biblia Latinoamericana,
Ediciones Paulinas (Madrid) y Verbo Divino (Estella, Navarra).
- Guillermo Johnston, El Misticismo Cristiano Hoy, Doubleday
Harper and Row, p. 88.
- Eduardo Leen, C.S. Sp., A Semejanza de Cristo, Sheed & Ward,
pp.198-199.
- Eduardo Leen, C.S. Sp., ¿Porqué la Cruz? Sheed & Ward,
pp.46-47.
- El Papa Juan Pablo II, Sobre el Trabajo Humano (Laborem
Exercens), United States Catholic Conference, No. 27.
- El Papa Juan Pablo II, Sobre el Sentido Cristiano del Sufrimiento
(Salvific Doloris), United States Catholic Conference, No. 23.
- San Juan Eudes, Lib. 1,5: obras completas 6, 107. 113-115 como
en Liturgia de las Horas, Catholic book Publishing Co., Vol. IV, p. 1331.
- Suplemento al Oficio Divino para la Compañía de Jesús,
publicado por la Provincia Inglesa de la Compañía de Jesús, pp. 21-22.
- Directorio sobre el Ministerio y la vida de los Sacerdotes como en El
Vaticano por dentro, Noviembre 1994, Suplemento Especial. Para citas en los
extractos, ver C.I.C. can. 929; Misal Romano, Institutio generalis, nn. 81; 298; Sagrada
Congregación para el Culto Divino, Instruction Liturgicae instaurationes (5
Septiembre 1970, 8c; AAS 62 (1970), 701.)
- Rita Ring, El Libro de Misa, Shepherds of Christ Publications,
p. 103.
- Eduardo Farren, El Padre es muy Indulgente conmigo, Dimension
Books, p. 96.
- Dom Hubert van Zeller, Más Ideas para Orar, Templegate, pp.
35-36.
- Enrique Nouwen, La Vida del Amado, Crossroads, pp. 80-81.
- Enrique Nouwen, Las Señales de Vida, Doubleday, pp. 98-99.
- Enrique Nouwen, Llevando a Cumplimiento, Doubleday, p. 67.
- Ibid, p. 82.
- San Agustín, Sermón 46, 29-30: CCL 41, 555-557 como en la La
Liturgia de las Horas, Catholic Book Publishing Co., pp. 305-306.
- Los Documentos del Vaticano II.. "Decreto sobre el
Ministerio y Vida de los Sacerdotes", America Press, Cap. 3, No. 12.
- Arturo Culkins, Soul Magazine Enero-Febrero, 1995, p. 30.
- El Papa Juan Pablo II, Rico en Misericordia (Dives in
Misericordia), United States Catholic Conference, No. 2.
website: http://www.SofC.org
E-Mail: info@SofC.org
1997, SEPTIEMBRE/OCTUBRE
Pastores de Cristo
Los Ministerios de Pastores de Cristo
P.O. Box 193
Morrow, Ohio 45152-0193
U.S.A.
Pastores de Cristo, una publicación de espiritualidad para sacerdotes, se edita cada
dos meses por Shepeherds of Christ Ministries, P.O. Box 193, Morrow, Ohio 45152-0193, USA.
Como su distribución es gratis para todos los sacerdotes de los Estados Unidos, y se
está extendiendo internacionalmente, sus donaciones son muy importantes para nosotros.
Sugerencias y comentarios son bienvenidos, así como los cambios de dirección y
direcciones de los [sacerdotes] recién ordenados. El permiso de reproducción está
garantizado para uso no-comercial. Editor P. Edward Carter S.J., Profesor de Teología en
la Universidad Javier en Cincinnati, Ohio, USA, es el Director Espiritual para Shepherds
of Christ Ministries. Presidente de la junta de Directores es John Weickert. Presentación
del Buen Pastor por el Hermano Jerome Pryor J.S. Arreglos y diseños gráficos por Cathy
Ring. También dedicado al progreso espiritual de los sacerdotes está funcionando una red
de conexión mundial de grupos de oración para laicos/religiosos, Asociados a Pastores de
Cristo, oficina principal en 2919 Shawhan Road, Morrow, Ohio 45152, USA telefono
513-932-4451, fax 513-932-6791.
Copyright © 1998 Shepherds of Christ.
Rights for non-commercial reproduction granted:
May be copied in its entirety, but neither re-typed nor edited.
URL: http://www.SofC.org